Juegos mentales. Capítulo 5

Después de la infidelidad de Rebeca es tiempo de que Elizabeth sea quien disfrute del sexo con otra mujer... ¿Se atreverá?

Capítulo 5

No sabía que decir ni que hacer, me limité a verlas, me dolía, pero de alguna forma todo este tiempo supe que pasaría algo así, Sara me lo dijo y yo por tonta y aferrarme decidí quedarme.

Sara: -Vámonos, ya viste lo que tenías que ver- dijo mientras colocaba su mano en mi hombro derecho.

Sebastián: -¿Cómo que irnos? ¡no! Que vaya y enfrente a la puta esa-respondió molesto.

Sara: -Ve, ni siquiera dice nada, es mejor irnos, ya vio lo que necesitaba y punto-

Sebastián la miró con desapruebo, pero terminó cediendo, nos fuimos de ese lugar y me trajeron a casa. Me fui directo a mi cuarto, ellos me seguían, dejé la mochila en el suelo y me recosté boca abajo en la cama, Sebastián se sentó a un lado de mi y Sara en la silla frente a mi escritorio.

Elizabeth: -¿Cómo diablos pude ser tan tonta?-mi voz apenas era audible pues mi rostro estaba hundido en la almohada.

Sara: -Mi amor, lo siento, pero yo te lo dije, te dije que no era nada buena para ti, así que ahora ya tienes un buen motivo y pruebas para terminarla-

Sebastián: -Vamos Elz, ni te preocupes, hay muchas chicas para ti, no necesitas de esa vieja, entonces mejor celebremos que te libraste de ella, además ni era tan guapa-dijo sujetándome de los hombros para levantarme de mi escondite.

Sara: -Tienes toda la razón, así que hay que celebrar, iré por alcohol, un tequila tal vez, yo invito-

Elizabeth: -No es necesario, hay una botella o dos en el cajón de abajo-dije mientras señalaba un mueble de madera color chocolate.

Sara se puso de pie y fue hacia el cajón del cual sacó dos botellas, una de tequila y la otra de vodka.

Sara: -wow pensé que te habías desecho de ellas, que bueno que no fue así, voy por vasos-

Sebastián: -Consíguete otra chica, es más consíguete muchas, sabes que puedes hacerlo-

Elizabeth: -La verdad ahora no quiero pensar en nada, me siento muy idiota si lo hago-

Sebastián: -pues lo fuiste, pero eso ya se acabó, así que celebremos-

Mientras decía esto último, Sara llegaba con los vasos, limones cortados y sal, estaban decididos a hacerme pasar un buen rato y que dejara de lado lo que había visto, así que comenzamos por el tequila, pusimos rock en la computadora, la música sonaba, la plática giró en torno al día en que nos conocimos, en las cosas que habíamos hecho juntos, trago tras trago acompañado del toque ligero de limón con sal.

Después de un rato y de comenzar con la botella de vodka, ya los tres andábamos muy tomados, reíamos al internar ponernos de pie, bailaba absurdamente con Sara lo mejor que podíamos, realmente entre las dos nos ayudábamos a no caer, nos abrazábamos y tambaleamos de un lado a otro fingiendo bailar.

Había conseguido olvidarme de Rebeca, pero después de un largo rato de fiesta caí rendida en mi cama. Al despertar me encontraba sola en mi habitación, el reloj marcaba las 7, así que mis padres no tardaban en llegar, me apresuré a limpiar todo y tomé una ducha fría para bajarme un poco la borrachera que aún traía. Frotaba mi cuerpo con el jabón cuando recordé como ella venía a mi casa y teníamos sexo para luego irse con Camila, de nuevo esa confusión de sentimientos surgió en mí, me dolía, pero me dolía más mi orgullo golpeado, -Otra vez no-.

El enojo volvía y se manifestaba en duras palabras hacia ella, me reprochaba a mi misma haber sido tan tonta para permitir que algo así me pasara de nuevo y me preguntaba por qué siempre me dañaban, lo único que quería era estar con una chica que me quisiera, enamorarme, vivir un romance genuino, sólo venía esa imagen a mi casa y sus palabras, como negaba tener algo con ella, sin pensarlo más tome mi celular y marqué.

Sonó el timbre, una, dos, tres veces…

-Bueno-

Elizabeth: -Hola, necesito que me des el número de la chica del bar-

Joshua: -¡Al fin te animaste!, te lo mando por mensaje, pero no entiendo, ¿qué pasó con tu novia?-

Elizabeth: -Me hizo lo mismo que Geraldine, no hablemos de eso, luego hay que salir ¿te parece?-

Joshua: -Claro, de verdad discúlpame, pero estas dos semanas debo prepararme para mis extraordinarios, reprobé 4 materias.-

Elizabeth: -Y sigues mal en la escuela, ya te dije que debes dedicarte más, salir de fiesta todo el tiempo no ayuda a pasar-

Joshua: -Lo sé, me esforzaré, pasaré mis exámenes y vamos a donde quieras, ¿va?-

Elizabeth: -Me parece bien, espero el número entonces, te quiero amigo, hasta luego-

Joshua: -Adiós-

En unos minutos tenía el número de Paola, comencé a redactar el mensaje y después de mucho borrar y volver a escribir, quedé satisfecha.

“Hola Paola, soy la chica del bar a la que le diste tu número, disculpa no haberte contactado antes, era final de semestre, espero poder verte y platicar, también espero que este mensaje no te moleste.”

La verdad es que no tenía idea de cómo hablarle, fue lo mejor que se me ocurrió, no sabía exactamente que quería con ese mensaje, pero ya lo había mandado, no había vuelta atrás. Pasaron unos minutos, comencé a pensar que no tendría respuesta así que dejé el celular en la cama y baje a prepararme un café, lo acompañe de algunas galletas, cenaba en el comedor mientras veía…no veía nada, sólo me concentraba en el sabor de mi café para evitar pensar en cualquier cosa, en ese momento llegaron mis padres, ambos me saludaron, besaron mi frente y se fueron a dormir.

Terminé de cenar, lavé mi taza y el plato, regresé a mi habitación dispuesta a dormir, pero para mi sorpresa tenía dos mensajes.

“Amor, te estuve buscando en la escuela, no sé dónde te metiste, quería despedirme de ti, le pregunté por ti a la profesora y me dijo que ya habías pasado por tu calificación, te amo mucho, si puedo te marco.”

“Hola guapa, para nada me molestas, al contrario, es más quiero verte mañana, ¿Puedes?”.

Estaba tan molesta por el cinismo de Rebeca, quería gritar del coraje, pero tuve que aguantarme por mis padres, así que no lo dudé y le llamé.

Rebeca: -Amor, te dije que yo te marcaba, pero bueno, fue justo a tiempo, acabo de subir a mi cuarto, ¿Dónde te metiste hoy?- Preguntó un tanto molesta.

Elizabeth: -¿Quieres saber dónde me metí? Pues bien, estaba detrás de la escuela, mirando a unas chicas que se besaban en un auto-

Rebeca: -oh muy bien, ¿Quiénes eran?- respondió con total calma.

Elizabeth: -¿Cómo qué quienes era? ¿De verdad quieres seguir viéndome la cara de pendeja? Que pinche cínica eres Rebeca- el enojo se escuchaba en cada palabra.

Rebeca: -A ver, a mi no me vas a hablar así, yo no te estoy viendo la cara de nada, así que bájale a tus gritos y a tus insultos que yo no hice nada-

Elizabeth: -si te estabas besando con Camila, estaban prácticamente fajando en al coche, ¿Cómo carajos te atreves a negarlo?-

Rebeca: -Yo no estaba con Camila, yo llegué más tarde a la escuela-

Elizabeth: -¡Pero si yo las vi!, que diablos dices, sabes que… vete al diablo y déjame en paz-

Colgué la llamada y sin detenerme a pensarlo le respondí a Paola, “Hermosa, claro que puedo, dime dónde te veo”.

Unos minutos después comenzó a sonar mi celular.

Paola: -Hola guapa-

Elizabeth: -Hola Pao-

Paola: -Que agradable al fin escuchar tu voz-

Elizabeth: -Disculpa, ese día no me sentía muy bien-

Paola: -Te entiendo, no te preocupes, bueno dime ¿Qué tienes ganas de hacer?-

Elizabeth: -Un café estaría bien-

Paola: -Me han dicho que Plaza café es muy bueno, pero de seguro te queda lejos- por la forma en que lo dijo parecía que estaba pensando en voz alta.

Elizabeth: -¡Debe ser una broma!, esa cafetería queda muy cerca de mi preparatoria-

Paola: -wow ¿entonces vives cerca?-

Elizabeth: -Eso lo hablamos mañana, te veo a las 3, ¿te parece?-

Paola: -Claro, hasta mañana entonces.-

Me desperté a las 11, me sentía agotada, el día anterior había sido sumamente pesado, me levanté, me preparé un café el cual bebí tranquilamente mientras leía un libro, Julieta del Marqués del Sade, llevaba tiempo que lo había comprado, fue tan excitante que no pude detenerme hasta terminarlo, lo dejé en mi pequeño librero y la humedad entre mis piernas se sintió aún más, me di una ducha rápida pues se me hacía tarde para la cita, lo ideal debió ser dejar que el agua fría cayera sobre mi piel, pero decidí bañarme con agua caliente, el agua en mi cuerpo ya acalorado me produjo una sensación sumamente placentera más no me toqué, salí de la ducha y me puse unos jeans ajustados, botas negras con un pequeño tacón y una blusa negra de manga larga que marcaba perfectamente mi figura.

Al llegar ella ya se encontraba sentada, la saludé con un beso en la mejilla y ordenamos croissants y capuchinos. La platica fluyó de manera natural, ella era un año menor que yo, lo cual fue sorpresivo para mí, pues parecía ser lo contrario, vivía a unas cuadras, practicaba varios deportes, natación, baloncesto y fútbol, lo cual explicaba su cuerpo atlético. Me pareció agradable, pero no me veía en una relación con ella, sin embargo, el calor de la lectura y el ver su cuerpo me hizo imaginarnos en otra situación, veía sus labios moverse, no sabía que decía, sólo deseaba tenerlos sobre mi piel, sin pensarlo coloqué mi mano en su pierna, esperaba que no me rechazará y afortunadamente no lo hizo, sentí un pequeño temblor en su pierna, no lo dudé más y me acerqué a besarla, fue un beso profundo, cargado de la excitación que yo ya traía, nos separamos y me preguntó si quería ir a su casa, le respondí que sí.

En el camino ella sujetó mi mano, no puse oposición. Llegamos a su casa en cuestión de 10 minutos, me senté en el sofá, de pronto la congruencia llegó a mi pero ya era tarde, me reprendí mentalmente por haber aceptado entrar en la casa de alguien a quien apenas conocía, pero esas ideas se borraron instantemente cuando comenzó a besarme, me recostó en el sofá y se colocó entre mis piernas, inició un lento pero duro movimiento, besó mi cuello, el contoneo de su cadera me prendía, pero algo me distraía, no emitía ningún ruido, jamás se había presentado esa situación, pero traté de dejarlo de lado y disfrutar, acariciaba mis pechos, mis piernas mientras seguía moviéndose, yo sentía como me humedecía cada vez más, pequeños gemidos comenzaban a escaparse, ella aumentó el ritmo, el placer iba creciendo, pero una llamada me sacó de mi trance, era su celular, esperaba que ella no respondiera, pero de inmediato se puso de pie y contestó.

-Claro mamá, sí, yo te ayudo-

En cuanto colgó se disculpo conmigo, y me pidió que me fuera, no quise preguntar nada pues supuse que sus padres no sabían de sus preferencias y que no tardaban en llegar, no intentó darme ninguna explicación, así que salí como si nada, aunque me sentía muy frustrada.

Decidí regresar caminando, así podría despejarme y calmar un poco las ansias que se habían albergado en mi cuerpo. Mi celular comenzó a sonar, no pensé que tuviera el valor para marcarme.

Elizabeth: -¿Qué quieres?-

Rebeca: -Escúchame, yo te amo, no te he engañado, créeme, no quiero perderte-

-no te he engañado- dije en mi mente, una pequeña sonrisa se dibujo en mi rostro por lo que acababa de hacer, quizá no logré el objetivo, pero había besado y tocado a otra chica, me sentí bien al saber que yo también podía engañarla, regresarle lo que me había hecho, no me vería la cara porque yo también la engañaba.

Rebeca: -Por favor dime algo-

Elizabeth: -Luego hablamos, debo pensar algunas cosas-

Quería hacerlo, quería que sintiera lo que yo sentí, pero no sólo una, ¡no! Debían ser más, más infidelidades con más personas, imaginaba su rostro cuando le dijera cuántas veces la había engañado, eso implicaba perdonarla y quedarme con ella, para hacerle pagar por mentirme en la cara, pero… ¿de verdad podría hacerlo?