Juegos mentales. Capítulo 4
Por fin llegan algunas respuestas a las preguntas de Elizabeth.
Capítulo 4
El tiempo pasaba rápidamente, llevábamos casi 3 meses juntas, los cuales habían sido maravillosos, ella tenía lindos detalles, me mandaba mensajes por las tardes, nos llamábamos por teléfono, pero el resto no había cambiado, al salir de la escuela ella se iba con Camila, los fines de semana nunca la veía, ella no conocía a mi familia ni yo a la de ella.
Elizabeth: -Sabes…me gustaría que conocieras a mis padres. - dije con tono triste mientras hablábamos por teléfono.
Rebeca: -Amor, es un poco pronto para eso, además ellos trabajan, ve son las 8 de la noche y aún no llegan-
Elizabeth: -Lo sé, pero algún fin de semana, ¡Ya sé! Podrías pasar navidad con nosotros, faltan unos días solamente, además no quiero estar lejos de ti en vacaciones- dije muy emocionada.
Rebeca: -Ya te dije que es muy pronto, me molesta que seas tan intensa- dijo alzando la voz.
Elizabeth: -Tienes razón, disculpa, no te molestes, trataré de no ser tan intensa, es sólo que no tenemos algo fuera de la escuela, sólo éstas llamadas-
Rebeca: -¿No es suficiente?-
Elizabeth: -No…bueno sí- dije dudosa.
Rebeca: -Te demostraré que es suficiente, sabrás lo que me haces sentir, espera un momento-
Se escuchó como si dejara el celular en su buró y algunos pasos. Después de unos minutos retomó la llamada.
Rebeca: -Me estoy tocando por ti, hazme sentir tuya, traje un amiguito para ayudar-
Elizabeth: -¿de verdad tienes un dildo? ¿por qué no me dijiste?-
Rebeca: -Porque no lo he necesitado, te tengo a ti, pero nunca he tenido sexo telefónico, así que hazme tuya.-
Elizabeth: -¿estás sola?-
Rebeca: -Si, pero no por mucho tiempo, estoy frotando mi clítoris. -
Elizabeth: -Estoy acariciando mis pechos por encima de la ropa, meto mi mano en mi blusa por debajo del brasier, acaricio mis pezones-
Rebeca: -Si mi amor, sigue tocándote, me estoy mojando-
Puse la llamada en altavoz para poder aprovechar mis dos manos.
Elizabeth: -estoy frotando mi clítoris y con mi otra mano aprieto suavemente mi pezón izquierdo. -
Se formó un leve silencio, pero se comenzaba a escuchar su respiración agitada seguida de la mía.
Rebeca: -ahhh, estoy muy mojada, voy a metérmelo- al terminar de decir esto lanzó un fuerte gemido, lo cual me dio a entender que el dildo estaba dentro de ella.
Elizabeth: -Penétrate duro mi amor, quiero escucharte gemir, voy a meterme un dedo- solté un suave gemido.
El placer se escuchaba en su respiración, estaba sumamente agitada, sus gemidos eran dulces, suaves, llevaban un ritmo lo que me sirvió para imaginar la forma en que se penetraba, escucharla hacía que me excitara más, deseaba poder ver el dildo dentro de ella, observar como entraba y salía, como se llenaba de sus jugos, quería ser yo quien marcara el ritmo en su penetración haciéndola perder el control. Todas éstas ideas en mi cabeza me generaban demasiado placer, me penetraba y me retorcía sobre mi mano, todo me llevaba a la locura, sobre todo cuando sus gemidos se volvieron más recurrentes y rápidos, los míos también resonaban por toda la habitación, así que me deje alcanzar por el orgasmo, que se sintió sumamente delicioso, pero no detuve las penetraciones para seguir gimiendo y ayudarle a Rebeca a terminar, le tomó unos minutos más conseguirlo, pero ese largo gemido recorrió cada parte de mi cuerpo.
Rebeca: -Fue delicioso, que rico saber que te tocabas por mi y escucharte gemir así- dijo aún agitada.
Elizabeth: -Lo sé, fue único, nunca había tenido sexo por teléfono-
Rebeca: -Ya ves, esto es más que suficiente-
Elizabeth. -Tienes toda la razón, sabes…te amo- dije vacilante pues temía que lo tomara como otra intensidad mía.
Rebeca: -También te amo- Soltó una pequeña risa, un tanto extraña que no supe como interpretar. -Debo irme amor, llegaron mis padres, te veo el lunes en la escuela, besos. -
Su forma de actuar me hacía sentir insegura, por un momento parecía que me adoraba y que yo era todo su mundo, pero al siguiente era exactamente lo contrario, distante. Junto a ella pasaba los mejores momentos en la escuela, pero al salir era como si yo no tuviera pareja, no sabía cómo sentirme, odiaba que siempre estuviera con Camila, el tener esa duda de si habían sido o eran pareja, pero no sabía que acciones tomar para averiguarlo, lo pensaba tanto que llegaba un punto en que me sentía culpable por dudar de ella y esas ideas se desvanecían momentáneamente.
Era sábado por la mañana, me preparé un café y decidí practicar un poco con mi guitarra, comencé a tocar y cantar las piedras rodantes del tri, lamento boliviano de enanitos verdes, morí de tranzas, pero ésta última fue interrumpida por una llamada a mi celular, era un número que no tenía registrado.
Elizabeth: - Bueno-
Dennise: -Hola Eli, tanto tiempo sin saber de ti, nunca me llamas-
Elizabeth: -Mmmm ¿Dennise?- respondí dudando pues no distinguía del todo la voz al otro lado del teléfono.
Dennise: -Si, pero ya sabes que no me gusta que me digan así, dime Joshua.-
Joshua era un chico transexual, tenía un año que lo conocía, Geraldine nos había presentado pues era su amigo. Nació siendo mujer, pero desde muy temprana edad no se identificaba como tal, admiraba su valentía para enfrentarse al mundo, al qué dirán, a las miradas juzgándolo por querer ser feliz, yo siendo lesbiana tenía una lucha, pero la de él era mucho más dura, además de que era bisexual.
La primera vez que lo vi quedé impactada, nunca había convivido con una persona transexual y aquella ocasión Geraldine no me había informado nada, siempre se refirió hacia él como Dennise. Era un chico lindo y pequeño, media 1.57 metros, piel aún más blanca que la mía, cabello castaño claro quebrado, siempre despeinado y un poco más largo de lo normal para un hombre, sus ojos almendrados daban el toque perfecto para su rostro lleno de ternura. Usaba un binder para disimular los pechos, siempre vestía de manera parecida, Vans, pantalones de mezclilla holgados y playeras de algún grupo de música de su agrado como Falling in Reverse o Black Veil Brides.
Era difícil ocultar su cuerpo de mujer, se dibujaban perfectamente sus caderas abundantes, esto le generaba inseguridad, pues él se veía como hombre y odiaba que los demás sólo lo vieran como mujer, ansiaba empezar con su proceso hormonal, pero para esto tendría que esperar algunos meses, era dos años mayor que yo, pero al vernos en un mismo sitio él se veía mucho más pequeño.
Elizabeth: -Joshua, lo sé, disculpa si me aparté de ti, pasaron muchas cosas y todo fue difícil-
Joshua: -Lo sé, respecto a eso disculpa, quería decirte lo que hacía Geraldine, fui un idiota por no haber actuado antes. -
Elizabeth: -Tranquilo, eso ya está olvidado, igual entiendo que eras más su amigo, a mi sólo me habías visto una vez-
Joshua: -Pues igual me siento mal, así que déjame compensarte, vamos a zona rosa, te invito unas cervezas-
Elizabeth: -No lo sé, tengo pelea declarada con el alcohol-
Joshua: -Sólo será una, vamos-
Elizabeth: -Bueno esta bien, te veo en la glorieta de insurgentes a las 6-
Joshua: -Vale, te veo al rato-
Seguí tocando la guitarra, traté de escribir una canción, pero ni una frase pude componer, así que me di por vencida y fui con mis padres a desayunar. Realicé mi tarea y me tomé el tiempo de leer Julieta del Marqués de Sade. A las 4 entré a la regadera, disfruté del agua cayendo sobre mi piel. Me puse un pantalón de mezclilla ajustado, Converse blancos y playera blanca con cuello en v, enchiné mis pestañas, me puse brillo en los labios, me perfumé con un delicioso olor a fresas y me encaminé al lugar acordado.
Siempre me caracterice por ser una personal puntual y con mis amistades era igual, lamentablemente Joshua no lo era, así que tuve que esperarlo, me senté en una banca y me dediqué a observar a toda la gente que pasaba, me preguntaba cómo era cierta persona, en qué trabajaría, que sueños tendría, así buscaba matar el tiempo.
Joshua: -Hola Eli- gritó y corrió a darme un abrazo.
Elizabeth: -Hola Josh, sigues igual de pequeño- dije mientras sacudía su cabello.
Joshua: -Pues soy mayor que tú-
Elizabeth: -Pero sólo en edad, anda, hay que caminar-
Recorrimos algunas calles de zona rosa hasta que Joshua eligió el lugar para entrar, era un sitio pequeño, con demasiada gente y música sumamente alta de volumen, el lugar no fue de mi agrado, pues me gusta mantener una plática con quien convivo, pero al menos la música era variada. Pidió una cubeta de cervezas y tuvimos que gritar prácticamente para mantener una conversación, al pasar una hora me di cuenta de que unas chicas nos miraban, mantuve contacto visual con una de ellas, pues dudaba de si estaba en lo cierto, la chica sólo me sonrió, vestía un pantalón negro, tenis grises y una playera de manga corta blanca estampada, su cabello era largo y chino, piel blanca, no podría decir que fuese masculina pero tampoco femenina, se encontraba en un grado intermedio. Desvié la mirada y continué bebiendo con mi amigo, yo tenía novia y además no era de mi tipo.
Habían pasado poco más de dos horas y la segunda cubeta de cervezas se había terminado, así que le pedí a Joshua que nos marcháramos ya, pagamos la cuenta, nos pusimos de pie y la chica se me acercó.
-Mi nombre es Paola, llámame cuando quieras - dijo en mi oído en un tono alto para que pudiera escucharla.
Le sonreí y tomé el papel con su número de sus manos, salimos del lugar.
Joshua: -Deberías marcarle un día de éstos-
Elizabeth: -No, ya te conté que tengo novia, además no me gustó-
Joshua: -Lo sé, pero no esta de más tener alguna amiga.-
Elizabeth: -No, tiraré el papel- dije mientras sacaba el papel para buscar un cesto de basura.
Joshua: -Ni de broma, mejor yo me lo quedo- respondió mientras me quitaba el papel de las manos y sacaba su celular para guardar el número.
Elizabeth: -Como gustes-
Nos despedimos con un gran abrazo y cada quien tomó su camino, el vivía en el norte de la ciudad y yo en el sur. En el camino pensaba en Rebeca, trataba de descifrar su comportamiento, ¿de verdad me quería? Parecía que podía encontrar las respuestas sobre cualquier persona, menos de ella.
Mi domingo fue un día sin novedades, películas, series, libros, pláticas con mi familia y algunas golosinas. Disfrutaba de los días en casa, mis hobbies se hacían presentes y duraban todo el día.
Inició la última semana de clases, tuve algunos exámenes, entregas de trabajos finales, algunas clases ya ni las dieron y cómo Rebeca se iba con Camila yo aprovechaba para estar con Fernanda, Karina y sobre todo Sara.
El viernes había llegado, fui por una calificación y finalmente era libre, no tendría más clases, busqué a Rebeca, pero no la encontré, le llamé a su celular y no respondió. No le di importancia así que fui a buscar a Sara, no la encontré en su salón ni se veía en el patio, así que pensé que estaría afuera de la preparatoria, buscaba su contacto en mi celular cuando escuché que alguien me gritaba desde la calle, era Sara quien me hacía señas con las manos para que fuera con ella.
Aún estaba a unos metros de ella cuando salió corriendo hacia a mi junto con Sebastián, cada uno sujetó uno de mis brazos y me dirigieron a la calle detrás de la preparatoria.
Elizabeth: -¡Qué diablos les pasa!, ¿podrían soltarme ya? -
Sara: -Sólo sigue caminando, esta es la prueba que necesitabas-
Apresuramos el paso y al girar en la esquina me detuve en seco, ahí estaba Rebeca sentada en el asiento de copiloto del auto de Camila, se besaban efusivamente, e incluso podría asegurar que se tocaban sus partes íntimas por el movimiento que sus cuerpos realizaban, no podía dejar de verlas…