Juegos mentales. Capítulo 2

Rebeca continúa provocando confusión en Elizabeth.

Capítulo 2

Salí huyendo de manera muy absurda y cobarde, pero fue aún más tonto haberlo hecho porque ella estaba prácticamente en todas mis clases, sólo no la veía en taller de redacción y educación física, así que minutos después ella entró al salón. Dejo su mochila en la mesa y se sentó junto a ti.

Rebeca: -¿Por qué te fuiste de esa manera? ¿No te gustó lo que pasó?

Elizabeth: -No es eso, no supe cómo reaccionar, no pensé que algo así pudiera suceder y menos en la escuela- Dije apenada y sin mirarla a la cara.

Rebeca: -¡Vamos! Que no te angustie algo así, además ya eres mi novia ¿no?-

Elizabeth: de manera instantánea sonreí y esa vergüenza de unos minutos antes había desaparecido por completo. -Pues no recuerdo que me lo pidieras o yo a ti-

Rebeca: -Nada más claro que lo que sucedió en el baño, pero esta bien ¿quieres ser mi novia?-

Elizabeth: -¿Y Camila?- Dije un tanto irritada, moría por decirle que si pero no pude evitar pensar en que estaban juntas.

Rebeca: -¿Qué tiene ella? Si lo dices por los chismes que corren por ahí sólo tengo que decirte que no creas todo lo que cuentan.-

Elizabeth: -¿Entonces no son pareja?-

Rebeca: -No, ya te dije que no creas lo que la gente tonta y aburrida cuenta sólo para divertirse, así que…¿aceptas?-

Elizabeth: -Esta bien- dije con una inmensa sonrisa a lo cual ella también respondió sonriendo.

En ese momento llegó nuestra profesora y no pudimos hablar más. Al finalizar la clase inició el tiempo de descanso, un pequeño receso de media hora para poder desayunar, creí que Rebeca iba a querer estar conmigo, pero simplemente me dijo que me veía más tarde y se marchó.

Sara: -¿Te pasa algo? ¿a quién miras?-

Elizabeth:-no sé, bueno si sé, a Rebeca, la chica de mi clase-

Sara: -¿la chichona mamona?-

Elizabeth: -No le digas así, no la conoces- respondí molesta.

Sara: -Mi amor, no necesito conocerla para saber cómo es, pero bueno ¿qué tiene? ¿por qué esa cara?-

Elizabeth:-Me pidió ser su novia y tuvimos un encuentro- Dije vacilante.

Sara sólo me miró fijamente con enojo, me tomó de la mano y salimos de la escuela. Después de unos minutos y al llegar a la cafetería donde nos gustaba desayunar comenzó a hablar.

Sara: -No puedo creer que estés con ella, te lo digo, te va a lastimar, no es para ti y menos después de todo lo que sucedió con Geraldine, de verdad que estás loca por andar con ella-

Elizabeth:-No entiendo cuál es tu problema con ella- dije mientras tomaba asiento.

Sara:-conozco a las mujeres como ella, sólo les gusta jugar, pero cambiemos de tema- dijo esto mientras me miraba, pero desvió su mirada hacia la derecha. -O mejor mira eso- me señaló con el rostro una dirección.

Giré en mi asiento y pude ver como Rebeca y Camila caminaban tomadas de la mano, Camila entró en su auto y Rebeca la acompañó, pusieron el auto en marcha y se fueron.

Me sentía dudosa y molesta, solté un gran suspiro y sólo ordené algo para comer. Sara entendió mi silencio, comenzó a platicarme de sus clases y de su novio, así que traté de distraerme.

Al entrar a mi siguiente clase puse mis cosas sobre una silla y fui a platicar con mis amigas, Fernanda y Karina, de reojo pude ver que Rebeca entraba, pero continué con mi plática a la cual se unió muy entusiastamente, pero me mantuve distante.

Entró el profesor, Rebeca tomó mi mochila y se dirigió a una banca en la parte de atrás, las bancas del final del salón siempre permanecían vacías en esa clase ya que el profesor explicaba de manera muy aburrida, así que éramos pocas las personas que asistíamos. No me quedó de otra más que ir y sentarme con ella, así el profesor comenzó a hablarnos de varios filósofos.

Rebeca:-¿Me puedes decir qué tienes?- susurró.

Elizabeth:-Nada, déjalo así- dije de manera fría.

Rebeca: -De verdad no me salgas con esa tontería de nada, odio que me respondan así-

Elizabeth:-¿A dónde fuiste con Camila?- dije sin vacilar.

Rebeca:-¿Sólo es eso?- Dijo con una sonrisa burlona. -La acompañe a comprar unas cosas para sus clases de dibujo, no puedo creer que por eso te hayas molestado, ya te dije que es mi amiga, no hay nada entre nosotras-

Algo dentro de mí me decía que no debía creerle, pero su mano derecha acariciando mi pierna me impedía pensar claramente. Sentía como un escalofrío recorría mi piel.

Rebeca:-te quiero a ti, deja te lo demuestro- susurró en mi oído.

Uno a uno sus dedos se dirigían a mi entrepierna, me acariciaban por encima de la ropa, trataba de controlar mi respiración que comenzaba a acelerarse, moría por sentir sus dedos sobre mi piel, la mire por unos segundos a los ojos y entendió lo que quería, de manera muy hábil logro introducirse dentro de mi pantalón de mezclilla y con su dedo medio comenzó a frotar mi clítoris, sólo podía sentir pequeñas contracciones en mi cuerpo que me obligaban a hacer leves movimientos, disimular mi rostro lleno de placer fue lo más difícil de todo, sobre todo cuando aumentó la velocidad de sus movimientos circulares, abría mis labios vaginales con sus dedos para poder mojarlos y nuevamente continuaba acariciando mi clítoris hasta que no pude aguantar más, deje caer mi rostro sobre la mesa, mordí mi mano y deje libre mi cuerpo para experimentar un delicioso orgasmo.

Giré para mirarla y su sonrisa reflejaba lo orgullosa que se sentía por haberme provocado un orgasmo en plena clase.

Rebeca:-¿ya me crees que sólo te quiero a ti?-

Elizabeth:-esta bien, te creo - dije tratando de regular mi respiración y sonriendo.

Al terminar el horario de la escuela yo esperaba ir a comer con ella o a pasear a un parque muy grande que había cerca de la preparatoria, pero no fue así. Me dijo que había muchas cosas que debía aprender de ella, que Camila era su amiga y que ya no la veía tanto, pero Camila siempre la llevaba a su casa, no me quedó más que aceptar.

El fin de semana fue muy aburrido, intercambié con ella algunos mensajes diciéndonos que nos queríamos, pero nada extraordinario, no la vi y llegamos al acuerdo de no vernos los sábados y domingos para que no nos “cansáramos” de estar tanto tiempo juntas, aunque en realidad ella fue quien lo planteó, yo sólo lo acepté.

Al llegar el lunes yo estaba sumamente emocionada por verla, dos días sin ella me habían parecido una eternidad, extrañaba mirar sus ojos y sentir sus labios, llegué y sin buscar a Sara para saludarla entré a mi salón, Rebeca aún no llegaba así que decidí salir al pasillo a esperarla, después de algunos minutos de mirar hacía el patio de la escuela, sentí una mano rodear mi cintura, giré y era Rebeca con una bella rosa roja.

Elizabeth: -Preciosa, es bellísima, muchas gracias- dije felizmente mientras tomaba la rosa y abrazaba a Rebeca ansiosamente.

Rebeca: -La vi y no pude evitar traértela, te quiero demasiado y te extrañe- respondió mientras correspondía mi abrazo.

Elizabeth: -También te quiero y obvio te extrañé mucho-

De pronto Rebeca se separó de mí.

Rebeca: -Iré a saludar a Camila, no te pongas celosa-

Iba a responder cuándo escuché que alguien gritó mi nombre y me abrazó por la cintura, era Sara, a Rebeca no pareció importarle, simplemente se dio la vuelta y se encaminó hacia Camila.

Elizabeth: -¿Por qué hiciste eso?- dije un tanto molesta.

Sara: -Siempre te he abrazado así, ahora no vayas a decirme que ya no puedo hacerlo, no porque tengas novia quiere decir que se va a meter en nuestra amistad- dijo mientras miraba con enojo a Rebeca, la cual saludaba y abrazaba a Camila.

Elizabeth: -Supongo que tienes razón, lo siento, me siento un poco ansiosa por la situación, ella de verdad me gusta y quise arriesgarme después de todo lo que pasó con…- Me quedé en silencio, ella vino a mi mente, sus ojos color miel, su cabello castaño claro, sus pequeños labios.

Sara: -Ya déjala atrás- Me abrazó fuertemente como si al hacerlo pudiera ahuyentar todos los recuerdos y realmente en el momento lo logró. - Te veo al rato para desayunar, te espero en la salida, debo irme a clase, te amo-

Elizabeth. -Y yo a ti-

Evité mirar hacia donde estaba Rebeca, quería demostrarle que confiaba en ella, no quería arruinar algo que apenas iniciaba, pero ciertamente verlas juntas me provocaba demasiados celos, así que entré a mi salón y platiqué con Karina y Fernanda.

La clase fue aburrida, al terminar Rebeca se fue con Camila y yo fui a buscar a Sara, quien estaba con sus nuevos amigos, los saludé gentilmente pero no me sentía parte de su grupo ni quería serlo. Sara siempre tuvo una gran habilidad para interpretarme pese a que sólo la conocía desde hace un año y medio, parecía mi amiga de toda la vida. Fácilmente sintió mi incomodidad y les dijo a sus amigos que los vería en clase.

Sara: -¿Y tu enamorada?-

Elizabeth: -Con su amiga-

Sara: -¿De verdad no crees que sean algo más que amigas?-

Elizabeth: -De nuevo con eso…lo mismo podrían pensar de nosotras, pero no lo somos, sólo somos amigas y ellas también- dije irritada.

Sara: -Bueno, sólo recuerda mis palabras mi amor, odiaré decirte en un tiempo “te lo dije”-

Me quedé sin palabras, quería contradecirla, pero algo dentro de mi me impidió hacerlo, así que sólo pedí algo para comer. Al volver del descanso me tocaba clase con Sara, disfrutamos la clase juntas, no es que la profesora fuera buena, sino que nos acostumbramos a estar 3 semestres juntas todo el tiempo, y ahora sólo estar con ella en redacción y deportes nos parecía algo sumamente triste.

Tuve mis otras dos clases junto a Rebeca, al terminar la jornada escolar me despedí de Rebeca, y me encaminé a mi casa, la cual se encontraba a 20 minutos caminando de la preparatoria. A lo lejos escuché una voz.

Rebeca: -¿No piensas llevarme?-

Elizabeth:-¿lo dices de verdad? Pensé que te irías con Camila- respondí mientras caminaba hacia ella.

Rebeca:-Hoy le dije que me iría contigo, ¿hay algún problema?-

Elizabeth: -No, pero ¿entonces qué haremos? ¿te acompaño a tu casa?-

Rebeca:-Mejor yo te llevo a la tuya, te recuerdo que yo vivo a una hora de aquí-

Elizabeth:-Esta bien - le respondí con una sonrisa y comenzamos a caminar.

Hablábamos de la escuela, de las materias, de lo que queríamos estudiar, ella quería estudiar veterinaria y yo psicología, de pronto nos encontramos en la entrada de mi casa, saqué mis llaves y entramos.

Rebeca:- ¿Y tus padres? ¿no me digas que no están?-

Elizabeth: -Y tú no te hagas la que no sabía, que ya sabes que soy hija única y que mi papá y mi mamá trabajan todo el día, lo he dicho muchas veces estas semanas-

Rebeca se acercó, me tomó de la cintura, me llevó contra su cuerpo y comenzó a darme suaves besos en el cuello.

Rebeca: -pero claro que lo sabía- dijo suavemente en mi oído.

Siguió con sus labios sobre mi cuello, mientras ponía sus manos en mis glúteos, los apretaba y me jalaba contra ella, podía sentir su pubis contra el mío lo cual me producía demasiado placer, comenzamos a movernos sin separarnos hasta el sofá, me aventó contra éste y se sentó de frente sobre mí, me acomodé en la orilla del sillón de forma que mi pubis resaltara, esto la excitó tanto que rápidamente se levantó para quitarse el pantalón junto con su ropa interior, me quedé mirándola por un momento, estaba totalmente depilada, imité la acción y baje mi ropa, a diferencia de ella yo si tenía bello marcando el triangulo inverso que formaba mi sexo, pero el bello era corto y pegado perfectamente a mi piel. De nuevo emprendió su tarea y volvió a estar sentada sobre mí, empezó a moverse rápida y bruscamente, gemía fuertemente, quité su blusa y su brasier, comencé a lamer lentamente sus pezones, pero sin más me tomó de la cabeza e introdujo cuanto podía de su pecho izquierdo en mi boca, se estaba dando placer con mi cuerpo y yo no sabía exactamente qué hacer, pese a ello intenté disfrutarlo, sentir su humedad sobre mi me excitaba, sujeté su cadera y la moví de forma que mi clítoris se estimulara, así estuvo unos minutos, con ese veloz y duro movimiento de adelante hacia atrás, frotándose frenéticamente hasta que no pude más y un delicioso orgasmo llegó a mí, agradecí terminar primero porque minutos después ella estaba soltando un gemido fuerte que me indicaba que había tenido un orgasmo, se detuvo, me sonrió y comenzó a vestirse.

Rebeca:-Te veo mañana preciosa- dijo mientras tomaba su mochila y salía de mi casa.

Me quedé sentada, había sido la primera vez que nuestros cuerpos se encontraban de esa manera y había sido todo menos algo dulce o romántico. Preferí no darle importancia, me dije a mi misma que esa era su forma de entregarse y que debía entenderla. Me acomodé la ropa y me preparé un sándwich, ya que no sabía cocinar.

Me puse a hacer mi tarea, antes la habría dejado de lado, pero ya había pasado por ese momento de dolor por el engaño de Geraldine, así que ahora me dedicaba a sacar las mejores notas en mis materias. Llegó un mensaje de Rebeca, “Fue delicioso estar contigo, espero se repita pronto, te quiero”. Preferí no responderle, pese a que me dijo que me quería, en aquel momento pude sentir deseo y ganas de obtener placer, más no cariño, no había sido como lo imaginaba y pensar en ello me producía una sensación de tristeza. Decidí ver una película, “Un amor para recordar”, yo era de esas chicas que creían en un amor así, incondicional, dulce, apasionado, eterno, eso quería, una relación llena de amor, ternura, confianza, mientras imaginaba que podría tener eso con Rebeca el sueño llegó a mí.

Desperté, tomé una ducha y me dirigí a la escuela, a unas cuadras antes de llegar ahí estaba ella, parada con una caja de chocolates, me acerqué y me abrazó dulcemente.

Rebeca: -Amas los chocolates, ¿no es así? –

Elizabeth: -me encantan, soy adicta, gracias por el detalle- notar que recordaba algo que había dicho semanas atrás se me hacía algo dulce, sonreí y me propuse dejar de lado mis pensamientos sobre la tarde de ayer en el sofá.

Caminamos juntas a la escuela, pero al ser martes yo tenía clase de Educación Física, me despedí de ella con un beso en la mejilla y le dije que la vería más tarde en el laboratorio, ella asintió y se fue a su salón.

Odiaba la clase de Educación Física, el profesor Rubén era un hombre gordo, en su cabello se apreciaban algunas canas, era grosero, nos hacía correr hasta que las piernas nos dolieran y se burlaba por ello, pero la verdadera razón por la cual lo odiaba era que acosaba a Sara, podía notar como la miraba, como se le acercaba, las preguntas tan incomodas que hacía, Sara era una chica sumamente guapa, cabello castaño oscuro y ondulado, piel un tanto morena, ojos color marrón, labios delgados pero bien definidos y sin duda lo que más resaltaba de ella era su cuerpo bien formado, unos pechos redondos y de buen tamaño, abdomen plano, unas nalgas marcadas y piernas de muy buen ver, ella era muy femenina, siempre usaba escotes, sabía el efecto que tenía en los hombres y nunca dudo en aprovecharlo para sus fines, ciertamente yo odiaba eso de ella, pero era mi amiga y no me quedaba de otra, Sara no impedía ni hacía nada por el acoso del profesor Rubén, entonces yo no me metía, sólo lo observaba con asco.

Durante el desayuno todo estuvo como de costumbre, mi amiga me platicó de los problemas que tenía con su novio Roberto, llevaban 2 años juntos, pero los últimos meses se había comportado diferente, la celaba por todo, se molestaba de manera constante y eso le generaba desconfianza a Sara.

Elizabeth: -Te está engañando- d ije mientras dirigía un chocolate a mi boca.

Sara: -¿Por qué lo dices con tanta seguridad?- preguntó mientras miraba su plato vacío.

Elizabeth: -Él no era, así, de pronto comienza a engañarte, al ocultarlo tiene ciertos comportamientos que de pronto él piensa que tu también tienes, aplica el dicho “el león cree que todos son de su condición”, por eso te cela tanto, piensa que como él te engaña tú también lo engañas-

Sara: -Podrías tener razón- sus ojos comenzaron a humedecerse.

Elizabeth: -En un inicio me agradaba, pero te lo he dicho, estos últimos meses no me da confianza y sabes que tengo buen ojo con las personas- dije orgullosamente.

Sara: -Pues parece que sólo para personas que no quieren estar contigo, porque con Rebeca te falló ese sexto sentido por completo y qué decir de Geraldine- se cruzó de brazos y se mostró molesta.

Elizabeth: -Por favor, haz un esfuerzo, es mi novia, tú eres mi mejor amiga, sería lindo que pudieran…-

Sara: -Ni se te ocurra- Me interrumpió. -Te amo, pero eso no pasará, así que discúlpame, me cae mal, no aguanto ni mirarla-

Solté un gran suspiro, me dolía que no pudiera apoyarme, pero igual me preguntaba si tendría razón, Sara nunca me había negado nada y sonaba tan segura y molesta al hablar de Rebeca, pero por más que quisiera alejarme de Rebeca no podía, de verdad me gustaba y quería estar a su lado como fuera.