Juegos hipnóticos (3)
El control sobre su esposa y su amiga aumenta.
Juegos hipnóticos (3)
Esa noche Paola tuvo una serie de orgasmos deliciosos. Iván estaba como un toro en celo, se lo hizo en todas las poses posibles y parecía querer más y más. Ella estaba encantada. Generalmente él se quedaba dormido después del primer orgasmo pero esa noche parecía no querer descansar.
Lo que ella ignoraba es que su esposo estaba como un oso debido a lo sucedido en la tarde. Cuando ella y su amiga Lorena habían quedado en trance, él había podido manosearlas a su antojo. Hizo que se quedasen en ropa interior y se deleitó con sus formas. Obviamente Iván se dedicó más a su amiga y por eso mientras hacían el amor, él se imaginaba que copulaba con la menudita amiga de su esposa.
Iván se había asegurado de sacar y volver a colocar en trance a Lorena, muchas veces. Como él podía reinducir a su esposa cuando quisiera ya que vivían juntos, debía asegurarse de poder hacer lo mismo con su amiga a quien no veía a diario.
Luego que Lorena se retiró, Iván hizo que su esposa preparase algo de cenar y luego fueron a la cama donde hicieron el amor por horas.
Además habían quedado en reunirse en el depa de Lorena. Él insistió en que fueran pocas personas para evitar las distracciones y los bromistas que podían burlarse de su inexperiencia y llevar todo al traste.
Sin que su esposa lo supiese, Iván empezó a visitar a Lorena por las tardes. Ella aceptó la primera vez porque él le dijo que deseaba acomodar el escenario. Luego, gracias a la hipnosis, ella le abría la puerta y quedaba sometida a su voluntad por horas sin que recordase nada después y así no se lo comentaba a su esposa Paola.
El segundo show resultó más divertido que el anterior. Acudieron diez personas y casi todas entraron en trance. Paola y Lorena fueron las primeras pero luego casi todos aceptaron y pudieron reírse de las ocurrencias que hacían bajo hipnosis. Hubo orquesta, autos chocones, bailes y olvido de nombres y números. Uno de los asistentes se desternillaba de risa y luego fue la sensación cuando Iván lo hizo entrar en un trance profundo.
Paola estaba muy orgullosa de su marido y muy contenta porque él se mostraba más apasionado en la cama. Ella ignoraba que generalmente eso sucedía cuando Iván hacía una visita previa a Lorena.
Él había obtenido una copia de la llave del piso de Lorena. Así que entraba con sigilo. Por si una vez lo sorprendía entrando subrepticiamente, él tenía preparada una frase gatillo para reinducirla rápidamente, pero eso solo sucedió una vez. Para evitar entrar y salir sin ser detectado, Iván había programado la mente de Lorena para que todas las tardes, a partir de una determinada hora, ella encendiese un telefóno móvil del que solo él tenía el número. Si su trabajo se lo permitía, Iván se dirigía al depa de Lorena y poco antes de entrar hacía timbrar ese móvil. Eso provocaba que Lorena ingresase en un profundo trance que le permitía a Iván usar su cuerpo.
Generalmente no la penetraba. Le gustaba desnudarla y masturbarla, tocarle y besarle los pechos. Él estaba enamorado de su esposa pero le gustaba disfrutar del cuerpo de Lorena. Ella gozaba y se deleitaba sin salir de la hipnosis. Inclusive se compró un consolador de goma que Iván usaba para penetrarla.
Luego de terminar con ella, Iván se retiraba y Lorena salía del trance, un rato después. Al principio le extrañaba haberse quedado dormida desnuda o semidesnuda y encontrarse húmeda. Pero gracias a las órdenes post hipnóticas, pronto eso le pareció normal. Se duchaba y hacía sus labores habituales hasta la medianoche. Mientras que Iván iba a su casa y tenía relaciones apasionadas con su esposa.
Pasaron así unos meses. Iván hizo un par de shows más. Paola a veces pasaba el día entero en trance hipnótico. Lorena era su juguete sexual por las tardes. A veces una o dos veces por semana y en ocasiones a diario. También se reunían en el piso de los esposos, donde él las colocaba a ambas en trance y podía manosear a su amiga delante de su esposa, lo cual lo excitaba mucho.
Lo que le llamaba la atención a Iván era que su esposa realmente disfrutaba siendo hipnotizada. No importa si la tenía todo el día de pie, apoyada en la pared o haciendo labores domésticas mientras él jugaba con Lorena. La verdad es que Paola despertaba muy contenta y servicial pidiéndole que la volviese a colocar en trance cuando él quisiera.
En cuanto a Lorena, el control que Iván ejercía sobre ella aumentaba cada día. Pronto fue suficiente que él la mirase a los ojos para que todo a su alrededor empezase a nublarse y perdía toda noción de la realidad hasta que él la despertase. Y le parecía de lo más normal su nuevo interés por masturbarse a todas horas. Vestía de manera natural cuando estaba en público pero a solas en casa empezó a ponerse tops y shorts cada vez más pequeño, así como minifaldas que no usaba hace mucho. De esa manera Iván tenía menos ropa que quitarle cuando la visitaba.
Iván estaba muy contento con el control que ejercía sobre su esposa y su amiga pero deseaba tener más mujeres a su disposición. Para eso empezó a buscar en internet, entraba en chats y foros sobre hipnosis. También descubrió el mundo swinger donde parejas y hombres solos buscaban sexo sin compromiso, intercambiando parejas y haciendo tríos. Pronto conoció a un grupo de gente en persona, los fue seleccionando cuidadosamente para que solo fuesen gente confiable con los que pensaba organizar su primer show de hipnosis erótica.
Recibía con frecuencia solicitudes de varones que querían controlar a sus esposas o hacerlas más ardientes pero la mayoría se decepcionaban de sus respuestas sinceras, cuando él les decía que con la hipnosis no obtendría una persona sin voluntad, dispuesta a satisfacer todos sus caprichos sino que se multiplicaría el placer y las ganas de disfrutar de la sexualidad sin olvidarse de sus valores o barreras mentales ya desarrolladas.
Sin embargo, una pareja de esposos llamó su atención. Parecían muy interesados en ser hipnotizados y controlados. Eran desconfiados y le preguntaron mil cosas antes de conocerse en persona y no acaban de decidirse en ponerse en sus manos a pesar del tiempo transcurrido desde que se conocieron.
Hasta que una noche, luego de una larga sesión por chat, ellos le dijeron que habían decidido finalmente ser hipnotizados.