Juegos hipnóticos (2)
El hipnotizador novato hace un show privado y luego de unos días coloca en trance a su esposa y una amiga
Juegos hipnóticos (2)
El domingo por la mañana, Iván trató de no pensar en lo que vendría después. Siguió viendo los videos de las técnicas de hipnosis y rogó que Lorena y Carolina, las amigas de su esposa, se arrepintiesen a última hora. Pero no fue así. En el transcurso de la mañana llamaron para confirmar y preguntaron si debían venir vestidas de determinada manera. Hablaron un buen rato con su esposa lo cual incrementó el nerviosismo de Iván.
Almorzaron algo frugal y luego acomodaron la sala para sus amigos. Estos llegaron en tropel, todos venían muy animados y haciendo bromas sobre lo que les haría hacer Iván bajo hipnosis. No faltó quien imitase a una gallina. Iván sonreía tratando de ocultar su nerviosismo.
Para generar mayor seguridad a sus actos, Iván empezó a explicarles lo que era la hipnosis. Ya habían conversado sobre eso antes pero aprovechó el momento para aclarar algunas dudas, les dijo que no perderían la voluntad o harían algo que no quisieran hacer. Por el contrario, les dijo, quienes entraran en hipnosis se sentirían muy relajados, ya que desaparecería la tensión y el estrés del trabajo. Les comentó que la hipnosis podía ayudarlos a curarse de alguna fobia o superar alguna adicción que tuviesen.
Respondió algunas preguntas y luego de una breve pausa para servir algo de gaseosa, les preguntó:
- ¿Quién quiere ser hipnotizado?
De inmediato, como impulsada por un resorte, su esposa levantó la mano y gritó:
- Yo, yo quiero ser la primera, hipnotízame a mí.
Lorena y Carolina se rieron y también levantaron la mano, como remedándola.
- Yo, yo también.
Iván sonrió. Estaba sudando frío pero al parecer nadie lo había notado. En la sala eran siete personas. Paola y él, sus amigas Lorena, Carolina y Giovanna, esta última era del tipo seriecito pero se notaba que se moría de ganas de ver qué sucedería. También estaban Fabiola y Guido, dos esposos de su misma edad que parecían estar muy a gusto como espectadores.
- Bueno, empezaré con Paola que es la más entusiasmada.
Con gran ceremonia colocó una silla al centro de la sala. Hizo que su esposa se sentase ahí y luego le dijo que cierre los ojos. Repitió la inducción del día anterior. Con el dedo sobre su frente. Todo resultó exactamente igual que el día anterior. Paola era un sujeto sugestionable perfecto, el sueño de cualquier hipnotizador novato.
- Cuando toque tu frente te relajarás más y más… dormirás profundamente…
La voz de Iván era profunda y grave. Algunos de los presentes siguieron sonriendo pero Lorena y Carolina que serían las siguientes ya no parecían bromear con tanto entusiasmo.
Paola seguía todas las indicaciones de su esposo. En determinado momento asintió con la cabeza. Luego él la hizo entrar en trance. Una vez dormida, Iván la sacó de la hipnosis para volver a inducirla nuevamente y profundizar con mayor celeridad que el día anterior.
- Ahora imagina que estás en una orquesta y tocas el violín.
Con un poco de torpeza pero luego con mayor seguridad, Paola tocó el violín imaginario. Sus amigas se sorprendieron. Carolina se acercó para tocarla y ver si era falso. No pudo evitar reírse. Luego se acercó Giovanna, que no rió pero estaba muy sorprendida. Lorena no se atrevió a acercarse pero se reía nerviosamente, igual que Guido y Fabiola.
Paola seguía tocando su violín sin perturbarse por la presencia de los demás. Cuando alguien la tocaba ella lo ignoraba y seguía con su espectáculo imaginario.
- A ver, intenta conmigo – dijo Carolina.
- Mejor haré unas pruebas a todos – dijo Iván –, no es hipnosis pero me ayudará a identificar a los que pueden concentrarse mejor.
Iván quería saber quienes eran más susceptibles. No tenía planeado hipnotizar más que a una o dos personas más. Pero se sentía más seguro ahora que todos habían visto que su esposa estaba en trance. Todavía algunos dudaban pero eran una minoría.
Hizo la prueba de las manos pegadas. Les dijo que levanten sus manos e imaginen que son dos imanes que se unen y luego no pueden separarse. Vio que la mayoría despegaba las manos pero Lorena no podía. Ella no dejaba de reírse pues le parecía chistoso.
- Tenemos una ganadora – dijo Iván –, Guido ayúdame con otra silla.
Su amigo colocó una silla al lado de Paola que seguía tocando el violín. Lorena se reía nerviosamente. Por más que intentaba no podía separar las manos.
- Ahora vas a separar las manos – le dijo Iván colocando las suyas sobre las de ella –, lo harás cuando yo te lo indique y luego podrás entrar en hipnosis, ¿lista?
- Sí-sí-sí… – tartamudeó Lorena, que sentía algo raro en su interior.
- Muy bien – dijo Iván, cada vez con mayor dominio de escena –, ahora separa las manos y ¡Duerme, duerme profundamente!
Dos de las invitadas no pudieron ahogar un grito cuando Iván hizo un gesto que había aprendido viendo los videos que guardaba como un tesoro. Cuando ella separó las manos, les dio un pequeño tirón con las suyas y ella cayó hacia adelante completamente hipnotizada.
- Cada vez te relajas más y más, profundamente… más y más dormida… profundamente dormida…
La voz de Iván llenaba toda la estancia. Sus amigos ya no se reían, estaban asombrados por la demostración de alguien a quien consideraban un tipo común y corriente.
- Listo – dijo Iván cuando hizo sentar a Lorena y la despertó para reinducirla luego.
También la hizo integrarse a la orquesta imaginaria, pero ella tocaba el chelo. Ahora Paola y Lorena estaban juntas completamente concentradas en esa orquesta imaginaria.
- Ahora Carolima, sigues tú – dijo con la voz muy resuelta.
Ella pensó en negarse pero los demás aplaudieron. Muy a su pesar se puso de pie. Más que nerviosa ella estaba un poco insatisfecha pues quería ver más de la hipnosis de sus amigas.
- Dame la mano – le dijo Iván, quien pensaba intentar algo más impactante para cautivar a su audiencia.
Carolina adelantó la mano pero él no se la estrechó. Tomó su mano por la muñeca y se la puso frente al rostro, con la palma un poco por encima de sus ojos. Había visto esa técnica rápida cientos de veces pero era la primera vez que la hacía.
- Mira tu mano Caro – dijo Iván – no dejes de mirarla, y notas como se acerca a tu cara, se acerca más y más… Conforme se acerca te va dando sueño, mucho sueño… cada vez más sueño… Mira tu mano y relájate… relájate completamente… Tu mano se acerca… se acerca… y te da más y más sueño…
Iván hablaba con toda seguridad y vocalizando muy bien cada palabra, pero con rapidez para evitar que ella se distraiga. Sus amigos miraban la escena boquiabiertos. Carolina pestañeaba y cuando su mano tocó su cara, él tiró de ella hacia adelante diciendo “Duerme, duerme profundamente”.
Siguió profundizando la hipnosis. Luego de dijo que cuando contará de uno hasta tres, ella despertaría y lo saludaría con un apretón de manos.
- Uno, dos, tres, despierta Carolina, dame esos cinco.
Ella abrió los ojos y parpadeó confundidad. Estiró la mano y él hizo lo mismo de hace unos minutos pero con mayor rapidez. Funcionó a la perfección.
Guido le ayudó a traer una tercera silla que puso al centro del salón.
- Te estás quedando sin público – intentó bromear Guido.
- Tú serás el siguiente – le dijo Iván y su amigo negó con la cabeza.
- Sí, sí – dijo Fabiola aplaudiendo – hazlo dormir para que sea más cariñoso.
Todos rieron. Excepto las tres hipnotizadas. Iván hizo que Carolina se sentase y luego le dijo que por más que lo intente no podría levantarse de la silla porque estaba pegada a ella.
- Despierta Carolina, gracias por participar, ahora puedes regresar a tu asiento – dijo Iván.
Ella intentó levantarse pero no puedo, siguió intentando pero era imposible. Los demás reían y estaban nerviosos por quien sería el siguiente.
Iván volvió a dormir a Carolina e hizo que toque los tambores de la orquesta. Ahora eran tres las integrantes de esa orquesta imaginaria. Todas muy concentradas en su tarea.
- Muy bien – dijo Iván – ¿alguien más?
Los tres amigos se miraron. Giovanna no tenía pensado ser hipnotizada así que negó con la cabeza mientras se hundía en la silla.
Guido y Fabiola se retaban mutuamente. Por lo que Iván les dijo.
- Pónganse de pie, los hipnotizaré a ambos.
Los esposos se rieron pero obedecieron. A ambos les hizo la prueba del bloqueo ocular. Funcionó bien con Guido pero Fabiola no se concentraba. Entonces Iván le dijo a ella que se sentase y ella lo hizo no sin antes sacarle la lengua a su esposo.
Sin que nadie se lo pidiese, Giovana acercó una silla. Iván le agradeció con un gesto y luego le hizo la inducción del apretón de manos interrumpido a su amigo. Funcionó mucho mejor que con Carolina.
Fabiola aplaudió y Giovanna también. Ambas disfrutaron del espectáculo. Fabiola inclusive grabó unos pequeños videos. Iván los hizo bailar, cantar y hasta hacer una pequeña representación de un choque en tren. Fue una velada muy agradable para todos.
Antes de despertarlos, Iván les dijo que recordarían la experiencia con mucho agrado, que se sentirían muy relajados y contentos de haber participado.
Luego que despertaron, no pararon de conversar sobre lo sucedido hasta bien entrada la noche. Fabiola les mostró los videos que había grabado y todos rieron. Iván recibió felicitaciones y lo animaron a hacer otros shows para los amigos.
- Tengo un amigo que una vez trajo a un hipnotizador del extranjero – dijo Carolina –, el tipo le cobró una buena pasta pero el espectáculo tuvo gran éxito. Debería animarte a hacer algo así.
- Quizás en el futuro – dijo Iván –, no siempre conseguiré participantes tan alegres como ustedes.
Casi a medianoche se retiraron todos. Paola estaba muy orgullosa de su marido. El estaba muy contento por lo ocurrido. Había demostrado que podía hipnotizar. Además no podía evitar pensar en las amigas de su esposa que habían estado bajo su poder durante un buen rato. Se preguntaba si podría hacer con ellas lo que hacía con su esposa en la cama.
Esa noche hicieron el amor rápidamente. Ambos estaban cansados y al día siguiente tenían que ir a trabajar.
Unos días después Lorena fue a visitarlos. Paola y ella se conocían desde hace muchos años. Se visitaban casi cada semana Pero siempre que se reunían conversaban como si no se vieran desde hace años. Charlaban durante horas.
Iván no tenía pensado hacer un show de nuevo a pesar de que sus amigos se lo estaban pidiendo. Fabiola era muy bromista y había difundido un video muy gracioso de su esposo Guido bailando de manera desaforada mientras estaba bajo los efectos de la hipnosis. Los amigos que se habían perdido la oportunidad de estar presente también le pedían a Iván que hiciese otro show. Hasta le habían ofrecido sus casas para evitar la incomodidad de usar su pequeña salita.
- Deberías animarte – dijo Lorena –, todos se mueren de ganas de verlo en vivo y en directo.
- No sé – dijo Iván –, se necesita la colaboración de las personas que dicen querer ser hipnotizadas. Ustedes querían pero otros quizás se ofrezcan solo para hacerme quedar mal. No soy un profesional en esto de la hipnosis.
- Vamos querido – dijo Paola –, puedes empezar conmigo como la vez pasada y luego hacer pruebas a los demás.
- Yo también puedo ser voluntaria – dijo Lorena – pero esta vez me despiertas a la mitad para poder ver parte del espectáculo.
Iván dijo que no era tan sencillo. Tenía que practicar. Las dos mujeres le rogaron. Le dijeron que podía practicar con ellas en ese instante si quisiera.
El hombre se hizo de rogar un poco, pero ya una idea pícara se le había ocurrido en su mente. Siempre le había tenido ganas a la amiga de su esposa. Lorena tenía un cuerpo normal pero era sensual a su manera. Ese día usaba un escote más bajo de lo que estilaba debido al calor. Ella ignoraba por completo que Iván había hipnotizado docenas de veces a su esposa desde esa reunión. Ahora le bastaba decir “Duerme” para que Paola entrase en un estado muy profundo de hipnosis.
- Está bien – dijo Iván – practicaré con ustedes un rato pero necesito que colaboren conmigo.
Ambas asintieron. Lorena apagó el celular para evitar interrupciones. Iván las indujo con las manos pegadas y luego profundizó con la técnica de las nubes. Las llevó flotando hacia un estado donde sus mentes quedaron en blanco y él pudo aprovecharse de sus cuerpos.