Juegos hipnóticos (1)
Un aficionado a la hipnosis empieza a practicar con su esposa.
Juegos hipnóticos (1)
Iván era un aficionado a la hipnosis desde su adolescencia pero nunca se había atrevido a intentarlo en serio en la vida real. Había visto docenas de videos y leído varios tutoriales pero no se sentía preparado para intentarlo. Tenía una pequeña biblioteca con textos sobre hipnosis. Pasaron los años y él seguía con esa afición en teoría. Nunca se había decidido a intentar hipnotizar a nadie.
Se casó con Paola quien sabía de su afición y lo animaba a practicar pero él seguía en sus trece de no empezar en serio con la hipnosis. Hablaban a menudo sobre el tema y ella se ofrecía a ser su “conejillo de indias” pero él siempre encontraba una excusa para postergar el intento. Ella lo amaba así que no insistía con eso.
Un día en casa estaban algunos amigos reunidos conversando de cualquier cosa cuando surgió el tema de la hipnosis sin que viniera a cuento. De inmediato Paola comentó orgullosa que Iván conocía del tema pues había leído mucho pero le faltaba un poco de práctica. Sus amigos le dijeron que debía intentar hipnotizarlos para saber que se sentía. Muchos habían visto shows de hipnosis de espectáculo o regresiones hipnóticas. No faltó el escéptico que decía que todo era una farsa. Conversaron ampliamente sobre el tema. Finalmente quedaron para el fin de semana. Comprometieron a Iván para que haga una pequeña demostración de sus conocimientos.
Iván asumió que lograrlo sería toda una proeza. Lo primero que se le ocurrió para salir bien librado de ese compromiso fue decir que necesitaba voluntarios para “prepararlos” previamente a la reunión y así no aburrirlos con los prolegómenos de la inducción. Pensaba que nadie se ofrecería pero para mala suerte suya, su esposa y un par de amigas de ella se ofrecieron de inmediato.
Lo que Iván ignoraba completamente es que Paola disfrutaba siendo hipnotizada. Durante sus estudios universitarios había estado saliendo con un muchacho llamado César que estudiaba psicología y sabía hipnotizar. Él la había hipnotizado y había “jugado” con ella durante varios años. Terminaron poco después de culminar sus estudios por motivos de incompatibilidad de caracteres pero ella siempre había querido volver a sentir esa sensación de ser controlada. Le gustaba esa sensación de relajación que vivía durante la hipnosis.
Las otras dos amigas que se ofrecieron eran Lorena y Carolina. Lorena era bajita y muy risueña. Carolina era del tipo casquivana, con buen cuerpo pero incapaz de tomarse las cosas muy en serio. Eran grandes amigas de su esposa y probablemente se habían ofrecido como voluntarias para hacer un poco de jaleo y reírse un rato. Eso le preocupaba a Iván que no quería hacer el ridículo.
Después que se fueron sus amigos, Iván se puso a leer con ahínco todo lo que tenía sobre hipnosis. Vio los videos que tenía en su computadora y buscó en internet para recordar lo que sabía. Era la primera vez que afrontaría el reto de hacerlo en la realidad. Estuvo leyendo y viendo la computadora hasta muy tarde durante los días siguientes.
La cita era para el domingo así que el sábado por la tarde decidió practicar con Paola. Ella estaba más que dispuesta y aunque su esposo no lo sabía, era un “sujeto” muy susceptible y muy sugestionable.
Iván comenzó con las pruebas de sugestionabilidad que había leído y visto docenas de veces. Todo funcionó muy bien, lo cual le dio gran confianza para seguir. Primero le hizo la caída hacia atrás, que funcionó a la perfección. Luego la prueba de caída hacia adelante que también salió tal como él había visto. Iván estaba muy serio mientras su esposa sonreía viéndolo tan concentrado. Además sentía un cosquilleo especial entre las piernas pues la situación le traía gratos recuerdos a su subconsciente.
Luego Iván le hizo la prueba de las manos imantadas. Paola siguió sus indicaciones al pie de la letra y ambos se sorprendieron cuando ella no pudo separar las manos. Ella realmente lo intentaba pero sus manos parecían pegadas con una sustancia muy fuerte. Ambos rieron y decidieron continuar con la aventura.
A continuación Iván le hizo la prueba del bloqueo ocular. Hizo que Paola cerrase los ojos y elevase los globos oculares hacia arriba indicándole que no podría abrir los ojos y funcionó perfectamente. Fue entonces que el hombre decidió que ya era suficiente de pruebas de sugestión y empezó con la inducción.
- Relájate Paola – le indicó a su esposa –. Mira el punto al interior de tu frente donde estoy colocando mi dedo.
Mientras decía eso le puso el dedo índice derecho sobre la frente. Usó un tono de voz más suave que lo habitual, pronunciando bien cada palabra.
- No dejes de ver ese punto – continuó –. Poco a poco sentirás una sensación de relajación. Es muy agradable esa sensación. Te relajas más y más. Te está dando sueño, mucho sueño.
Con una mezcla de alegría y sorpresa, Iván vio que la expresión del rostro de su esposa era de completa relajación. No pudo evitar sentir una dureza en sus pantalones. Se concentró en la inducción para saber hasta dónde podía llegar.
- Ahora voy a contar del cinco al cero y con cada número estarás más y más relajada, cuando llegue al cero estarás completamente dormida. Cinco… te relajas más y más. Cuatro…
Paola estaba de pie y él la sostuvo pues cuando llegó al cero, su esposa quedó completamente dormida. De inmediato, Iván comenzó a profundizar. Usó el método de las nubes, le dijo que se imaginaba flotando y mientras se elevaba, profundizaba la relajación de su cónyuge.
Satisfecho pero todavía no muy seguro del resultado de la hipnosis, Iván procedió a darle la primera orden posthipnótica a su esposa. Le dio un ligero beso en la boca y le dijo que cuando despertase estaría todo en orden pero cuando él le diese un jalón en el brazo derecho mientras le decía “Duerme”, ella volvería a entrar en trance y estaría más hipnotizada que antes de despertar.
Le repitió la orden posthipnótica varias veces antes de despertarla. Paola abrió los ojos y pestañeó varias veces mientras sonreía, un poco confundida.
- ¿Cómo te sientes? – le preguntó Iván.
- Bien, solo que un poco mareada, tú me has hipnoti…
Él no la dejó continuar pues estaba muy interesado en saber si la orden funcionaría. Le cogió el brazo derecho y le dio un ligero tirón hacia abajo mientras le ordenaba “Duerme”. El efecto fue instantáneo y él mismo quedó sorprendido. Tuvo ganas de aplaudirse a sí mismo.
El hombre repitió el proceso cinco veces, con intervalos un poco más largos cada vez. Paola respondió de la manera que él esperaba.
Acto seguido él le realizó las sugestiones de que sentía calor, luego frío, que era parte de una orquesta y tocaba el clarinete, luego que conducía una moto. Hizo que olvidase el número cuatro y luego su nombre. Todo salió a la perfección, tal como él había visto en los videos que tenía y en los shows de internet.
Paola reaccionaba de la manera que él esperaba de una persona hipnotizada. Estuvo “jugando” con ella durante casi dos horas. Finalmente decidió despertarla. Pero antes de dar por concluida la sesión le dijo que ella recordaría lo sucedido como una experiencia maravillosa la cual no le molestaría repetir, que cada vez que él quisiera hipnotizarla ella se ofrecería y entrarían en ese estado con tan sólo jalarle el brazo y decirle duerme. Luego le preguntó si había comprendido a lo que contestó que sí. Así que la despertó y le preguntó cómo se había sentido a lo que ella respondió que muy bien, que muy relajada que cuando quisiera ella se prestaba a ser hipnotizada previamente.
Él la abrazó, le agradeció por su ayuda y mentalmente rogó que al día siguiente todo funcionase tan bien como esa tarde. Estaba nervioso y un poco excitado por lo sucedido.
Cenaron algo ligero y luego se pusieron a ver una película. Debido a las noches pasadas de estudio Iván se quedó dormido en el sillón. Paola estaba completamente relajada después de la larga sesión de hipnosis así que se puso a ver una película.
Era casi medianoche cuando Iván se despertó. Tardó un poco en darse cuenta que estaba en la sala. Paola no estaba ahí. Se dirigió al dormitorio y antes de entrar escuchó un gemido muy característico. No pudo evitar la curiosidad y espió por la puerta entreabierta.
Echada sobre la cama, boca arriba, estaba su esposa haciéndose un dedo. Estaba desnuda de la cintura para abajo. Iván se empalmó de inmediato. Ver así a su mujer, con las piernas bien abiertas lo excitó.
De inmediato su mente tuvo pensamientos lascivos. Se controló e hizo un poco de ruido antes de entrar. Su esposa tuvo tiempo de cubrirse y lo recibió con la mirada vidriosa y la cara roja.
- Me quedé seco en el sillón – comentó él.
- No te desperté porque dormías como un bebé – dijo ella.
- Voy a darme una ducha con agua tibia – dijo él –, ¿me acompañas?
- Claro – respondió ella, sabía que lo del duchazo era solo una excusa para hacer el amor bajo el agua
Pero ella ignoraba lo que su esposo tenía pensado. Apenas ella salió de la cama, buscando sus sandalias, Iván se acercó a ella y sin pensarlo, con un rápido movimiento le dio un tirón del brazo derecho y le ordenó “Duerme”.
El efecto fue fulminante, ella cayó sobre la cama como un saco de papas. Iván tuvo una erección sólida. De inmediato le dijo que terminase de hacerse el dedo. Ella lo hizo con presteza y en menos de un minuto estaba convulsionando de placer. Él no se quedó como mero expectador y la penetró de golpe eyaculando en un santiamén.
Quedo sobre ella, recuperando el aliento. Ella seguía en trance pero más tranquila.
- Ahora quiero que me hagas un baile erótico – le indicó Iván a su esposa.
Ella obedeció despacio. Se paró en medio de la habitación y empezó a bailar con torpeza pero poco a poco fue ganando confianza. Sus manos recorrían su cuerpo y ella le mostraba el culo al agacharse mientras seguía la melodía de una canción que sonaba en su cabeza. No era una experta pero hizo su mejor esfuerzo y su esposo pudo disfrutar de un show privado.
Iván recuperó su erección y decidió despertarla diciéndole que no recordaría lo sucedido.
Cuando Paola abrió los ojos se sorprendió un poco pues no recordaba haberse alejado de la cama. Pero su esposo pronto le hizo olvidar ese pequeño detalle pues la abrazó y la besó apasionadamente. Sentía su erección y se dejó llevar a la ducha.
Hicieron el amor apasionadamente y luego durmieron abrazados. Paola soñó con César y luego su ex novio tenía el rostro de su esposo Iván. Ella realmente disfrutaba de la hipnosis y esperaba que al día siguiente todo saliese tal como su amado esposo quería.