Juegos eróticos (18: Celebración)
Después de estos días de fiesta con tanto sexo y placer, finalmente has de volver al trabajo. Es media mañana cuando suena tu móvil. Soy yo: -"He estado pensando y creo que hoy te mereces un regalo muy especial. Pero antes debes saber que serás la protagonista estelar y para ello es condición indispensable que acates todas mis decisiones. Déjalo todo en mis manos, cariño y contéstame a esto: ¿Estas dispuesta o no?."
Después de estos días de fiesta con tanto sexo y placer, finalmente has de volver al trabajo.
Es media mañana cuando suena tu móvil. Soy yo: -"He estado pensando y creo que hoy te mereces un regalo muy especial. Pero antes debes saber que serás la protagonista estelar y para ello es condición indispensable que acates todas mis decisiones. Déjalo todo en mis manos, cariño y contéstame a esto: ¿Estas dispuesta o no?."
Nada más decir que sí, cuelgo. Lo inesperado de la pregunta y, el momento y el lugar, te deja un poco perpleja y nerviosa.
Al cabo de media hora te avisan que un mensajero ha dejado algo para tí en recepción. Al bajar te entregan un precioso ramo de flores junto con un sobre. Nada más llegar a tu mesa de trabajo abres el sobre y enseguida reconoces mi letra.
-"Ve al cuarto de baño y quítate el sostén y las bragas. Has de permanecer así durante todo el día."
Té quedas otra vez casi hipnotizada, no te puedes creer que te pida algo así. Te cuesta reaccionar, pero al final te decides a hacerlo. Llevas un vestido de verano de lino por encima de las rodillas, que se ajusta a tu cuerpo. Al ser tan fina la tela temes que tus compañeros se den cuenta que no llevas nada debajo. No obstante, al final te decides a hacerlo. Vas al lavabo y haces lo que te pido.
Cuando vuelves a tu sitio estas notablemente nerviosa. Al sentarte en la silla te percatas de la sensación de sentir la tela del vestido directamente sobre tu piel. Presientes que todos tus compañeros se han dado cuenta y no te puedes concentrar en el trabajo.
Te notas ruborizada,... aprietas fuerte las piernas,... como si tuvieras el convencimiento de que toda la gente que te rodea supiera que no llevas nada debajo.
Pero a lo largo del día tu actitud va variando, sintiendo verdadera emoción y excitación por estar así, hasta acabar, al final con tu rajita húmeda. Sientes como una pequeña "aventura" llena de emoción, riesgo, novedad... hacer algo que no hace el resto de la gente, algo "prohibido"... Francamente, ir así es verdaderamente excitante...
Faltando poco para acabar la jornada vuelve a sonar tu móvil. -"Espero que me hayas obedecido y estés desnuda. Te espero en mi casa dentro de media hora, si yo no estuviera coge la llave que está debajo del felpudo y entra."
Como en la anterior ocasión no te deja contestar y cuelgo inmediatamente.
Coges un taxi y en veinte minutos te encuentras en la puerta de su casa; efectivamente no hay nadie. Como te he indicado coges la llave y entras.
Pegada en el espejo del recibidor encuentras una nota, que dice: -"No he podido llegar a tiempo mi amor. Acuérdate que tienes que hacer todo lo que te pida. Dirígete al dormitorio, desnúdate por completo, ponte el antifaz que hay encima de la cama y túmbate boca arriba. No te quites el antifaz por nada del mundo. Espérame. Enseguida voy para allá."
Vas al dormitorio, y te quitas el vestido. Efectivamente hay un antifaz negro encima de la cama, te lo pones y te tumbas boca arriba. La verdad que debido al calor que hace apetece estar desnuda. No sabes cuanto tiempo pasa hasta que oyes un ruido. Alguien abre la puerta de la calle y entra en la casa. Por el ruido de las pisadas sabes que se acerca a la habitación.
A pesar de tu desnudez y de no ver absolutamente nada, no sientes ningún temor ya que estas segura que la persona que entra soy yo, ¿quien si no puede ser?. Pasa otro rato sin oír absolutamente nada.
Con el paso del tiempo te vas poniendo nerviosa. ¿Que pretende hacerme?, ¿Por qué no me dice nada?, ¿Por que no me toca?, ¿Cuanto tiempo me dejará en esta situación? ¿Y si no es él y se trata de otra persona?.
Comienzas a preocuparte y ya estas a punto de quitarte el antifaz, cuando notas que te agarran los brazos y te los colocan por encima de la cabeza. De pronto te sobresaltas al darte cuenta de que te he atado a la cama.
Piensas: -"Qué estúpida he sido. ¿Cómo he podido dejarme engañar así?"
No te dejo reaccionar, te sujeto la cara con sus manos, te doy un beso y te digo que tranquila, que te estas portando muy bien y te recuerdo que no debes pronunciar palabra alguna.
Ya no tienes ningún miedo, pero tu curiosidad y tu deseo son casi incontrolables. Las ataduras te permiten mover los brazos con cierta facilidad, pero lo que está claro es que soy yo quien controla la situación y tu no puedes hacer nada para evitarlo.
Al rato cojo ti cintura y hago que tu cuerpo se dé la vuelta, ahora estás boca abajo. No sabes lo que voy a hacerte, pero te hormiguea la piel como si te hubieran vertido ácido en los nervios. Durante unos minutos, me entretengo en besar distintas partes de tu cuerpo.
De repente notas que un liquido frió recorre tu espalda y se escurre hasta la raja del culo. Piensas: -"Debe ser aceite."
Comienzo a masajearte lentamente los hombros y luego comienzan a bajar los dedos por tu espalda, frotando y apretando ligeramente a lo largo de tu columna. Dejas escapar un suspiro de placer mientras te besa la nuca. Mis manos se mueven con destreza por tu cuerpo. Te hacen sentir como una valiosa obra de arte a la que es tratada con temor reverente. Te estoy dando un masaje de lo más sensual. Te acaricio con suma delicadeza y notas que mis manos se acercan lentamente a tus nalgas. Me detengo en ellas y las separo ligeramente. Te coloco un almohadón debajo de tu cintura para que la prominencia de tu culo sea más extrema. Notas caer un par de gotas en tu chochito, y contienes el aliento porque la crema está fría como el hielo. Te la extiendo y meto un dedito dentro.
Me detengo un instante y te acaricio los pezones, te estimulo el clítoris...y vuelvo a follarte lentamente con el dedo. Lo que sientes es maravilloso, pero advierto tus temblores y soy consciente de que tu orgasmo está próximo, así que me detengo.
No puedes más y me gritas que te folle pero me alejo de la cama. Salgo de la habitación.
Esperas impaciente que vuelva, pero te resistes a llamarme. Enseguida sientes mi presencia junto a ti; he entrado sin que me oigas.
Te digo cariñosamente y al oído que te des la vuelta y te pongas boca arriba.
Te beso los labios, luego te acaricio con besos húmedos los párpados y la nariz, y luego, la oreja. Te acaricio los pezones con la lengua hasta ponerlos erectos. Trazo una línea con mi lengua hasta el ombligo. Voy bajando y te beso el vientre, antes de llegar a tu pubis. Te chupo la parte interior de las piernas y finalmente te abre los labios vaginales y te acaricio el clítoris. Empiezo a mover mi lengua lentamente, dentro y fuera. Sigo acariciándote las piernas y el vientre con mis dedos, mientras acelero la velocidad de mi lengua. Otra vez estas en situación de correrte en cualquier momento.
Al instante notas que algo extraño sucede. Sientes que alguien se sienta a horcajadas en tu vientre y comienza a acariciarte los pezones. Sea quien sea está desnuda ya que notas la suavidad de su piel encima de tu ombligo. Y es una tercera persona ya que yo continuo con su cabeza hundida entre tus piernas.
No sabes porque extraña razón no gritas pero sientes un cierto pánico. Intentas levantarte, pero rápidamente te tapamos la boca y sujetamos con fuerza las piernas. En un santiamén tienes atados los tobillos a los pies de la cama. Estas totalmente indefensa.
Sientes excitación y repulsión a la vez. Estas siendo llevada al límite del placer, pero te preguntas: -"¿Quién hay en la habitación aparte de él?¿Todo esto es un sueño descabellado?". Es una situación tan ajena a tu experiencia anterior que no puedes compararla con nada.
Te hablo muy cerca del oído: -"Por favor cariño, estás disfrutando, ¿no? ¿Por qué parar ahora? Prometiste dejarte hacer cualquier cosa. Es alguien conocido que se ha ofrecido a ayudarme a darte esta "sorpresa", te conoce desde hace mucho y no siente pudor en tocarte. No grites y disfruta del juego. No pasara nada que yo entienda que no te guste o que tu no quieras".
Te tranquilizas un poco. Te beso apasionadamente mientras te acaricio las tetas. Sin parar de masajear tus pezones te pido que abras la boca y saques la lengua. Al instante notas como una bolita carnosa. Es un pezón. Grande. No es de hombre. Has lamido a otra mujer.
Retiras tu boca de inmediato y piensas: -"Así que la tercera persona es una chica. ¿Quién será?".
Sientes una cierta repulsión, en tu vida habías hecho una cosa así, pero al mismo tiempo sientes muchísimo morbo por saber quien se ha confabulado conmigo para llevarte a esta situación.
El proceso continúa y al poco tiempo vuelves a estar relajada ya que, lejos de molestarte, estas siendo acariciada a la vez por cuatro manos. Dos de ellas no paran de masajearte los pezones, mientras que las otras dos se encargan de estimularte el clítoris y meterte un dedo por el chochito. Estas más excitada que nunca y deseas salvajemente ser follada.
Estas a punto de romper la norma y gritar que pare y te introduzca mi polla antes de que te corras, cuando de repente nos detenemos.
Te digo: -"Te vamos a soltar las manos, pero recuerda que no puedes quitarte el antifaz".
Ella se ha sentado otra vez encima de tí y te suelta las manos que has tenido atadas todo el tiempo al cabezal de la cama.
Suelta de las ligaduras y llevada por la curiosidad, empiezas a tantear a tu alrededor. Tus manos comienzan a descubrir las redondeces femeninas y la elasticidad de una piel, entre sedosa y aterciopelada. Efectivamente está desnuda y tus manos están tocando su pecho. Sientes que sus pezones se endurecen sentir el roce de tus manos. Es normal, por mucho que no quiera ¿quien no se excitaría en una situación así?. El placer es absolutamente compartido. Dejas sus tetas para ir al encuentro de sus caderas y sus nalgas. Se incorpora un poco y sientes la humedad de su coño.
Ella se retira y yo te digo que te pongas de rodillas y enseguida me pongo detrás de tí. Notas la punta de mi pene rozar mi chochito. Al mismo tiempo la chica se coloca debajo de tí y de modo que con su boca comienza a lamerte el pezón derecho.
De inmediato te vuelves a excitar, mi polla entra con suma facilidad en tu coño. Esta experiencia nueva te esta volviendo loca. Mientras eres penetrada, tu amiga se encarga de acariciarte continuamente.
Sientes una corriente eléctrica subir y bajar por tu cuerpo mientras yo me tenso. Sientes mis testículos golpeando locamente contra tu culo, más y más deprisa mientras te penetro. Me oyes gemir y sientes mi polla palpitar dentro de ti.
El placer llega al máximo y noto que tu orgasmo te arrasa en una ola de placer y alivio mientras mi leche caliente se derrama dentro de tu cuerpo.
Oyes de repente la puerta que se cierra. Tu amiga se ha ido. Preguntas -"¿quien era, quien era...?
Pero yo no te lo digo y ella tampoco te lo dira jamas.