Juegos eróticos (16: Lluvia)
Una terra, una tormenta y nuestra imaginación... conceptos explosivos.
Aproximadamente a las 2 de la madrugada nos despertó el silencioso destello de un relámpago en el cielo.
Hay una tormenta acercándose, una extraordinaria y enorme tormenta llena de relámpagos y truenos.
En plena noche, con la ciudad a oscuras, los relámpagos son los únicos que iluminan la ciudad de cuando en cuando.
Con un breve estallido, las nubes empezaron a retorcerse y no pararían hasta quedarse secas dejando caer la lluvia en continuas y ondulantes cortinas de agua. Estalló un trueno, retumbando con un sonido metálico entre los edificios de la ciudad.
Te digo: -"Ven, corre, se me acaba de ocurrir un juego nuevo"
Te deslizas fuera de la cama, te pongo una simple camiseta y unas chanclas y dejando la puerta delantera sin cerrar salimos y subimos a la terraza. Empujo la puerta de la terraza, que en teoría debería haber estado cerrada con llave pero que nunca lo está.
Hago que te adelantes y te digo: -"Pasa y disfruta de este momento"
Un poco aturdida, sin saber exactamente que quiero que hagas, te adentras en la terraza. En medio de la noche esta a solas con la ciudad cubierta de tinieblas y aquel palpitante cielo. Te quedas mirando las grises nubes que pasan.
Sientes la brisa levantando y tirando de tu camiseta, es una sensación agradable. Te llega justo a la altura del culo, dejando apenas la linea de tu coño fuera de visión.
Te empieza a excitar la sensación de que estando sola ahí arriba como estas, el viento juegue con el borde de tu camiseta, la alce hasta tocarte el culo o roce tu chochito.
Sólo para demostrar lo poco que te preocupa, te coges la camiseta por el borde y la alzas brevemente sobre tus tetas, dejando la brisa soplar sobre ellas y arrugar la piel alrededor de los pezones.
Es deliciosamente fresco y travieso exponerte así a los edificios de la ciudad. Alguien tan insomne como tu, despierto a causa de la tormenta, podría estar mirándote desde cualquiera de aquellas mil ventanas, y verte, inclinándote contra la barandilla de la azotea de tu edificio, levantando tu camiseta y sintiendo la brisa soplar sobre tus pechos y entre tus piernas como la lengua de un amante. Pero no solo no te importa, es mas, te excita un poco esa idea.
Sientes la primera gran gota húmeda en tu mejilla cuando te bajas la camiseta. Vas al medio de la azotea y té quedas allí mientras oyes el siseo ascendente de la lluvia mezclarse con los estampidos que cada vez suenan más cerca y más a menudo. Las luces de la calle desaparecen casi de la vista a causa de la cortina de agua que cae sobre ellas.
El ritmo de la lluvia aumenta cuando extiendes tus brazos para saludarla. Las gotas golpean al azar sobre tu cara, causándote una extraña sensación por la fuerza del viento. Chocan y se aferran a tu camiseta, ensombreciéndola gradualmente.
Ya no vuela al viento, ahora el viento y la lluvia la pegan a tu piel. La tempestad esta encima de ti, cayendo como una ducha caliente, pero el viento te enfría. Tu pelo se alisa contra tu cuello y la camiseta se te adhiere por todas partes.
Miras tus pechos. Tus pezones se alzan endurecidos bajo la empapada camiseta. Los estrujas a través de la tenue tela, apuntándolos al cielo, sintiendo una pequeña descarga eléctrica.
Giras la cabeza y me ves de pie mirándote a unos cinco metros de ti, la lluvia oscureciendo mi imagen.
Mirándome a la cara levantas de nuevo la camiseta hasta la altura de tus pechos exhibiéndolos a mi vista, restregándotelos, sintiendo tus pezones tiesos a través de tus dedos. Mi erección es patente a través de los empapados calzoncillos, perfilada por la húmeda tela.
Me acerco a ti, te beso y digo: -"Quiero que follarte bajo la lluvia".
Me coges de la mano y registras la terraza con la vista, pero no hay ningún lugar adecuado para acostarnos. Nos acercamos a la puerta de la escalera y soltándome la mano la pasas por mi empapado pantalón.
"Oh, dios tu polla esta tan grande que no puedo esperar..."
"Tómame aquí, ahora, levántame y fóllame contra la pared, de verdad, te necesito ahora... aplástame contra el muro y ya está.
Te levanto y te apretó contra la puerta. Tu envuelves tus piernas alrededor de mis caderas y tus brazos alrededor de su cuello.
Mi polla se desliza por todo tu culo mientras te mantengo sujeta. Entonces sientes la cabeza de mi pene entre los labios de tu coño. Empujo y sientes como atraviesa tus entrañas, muy profundamente.
Estamos empapándonos y mi polla parece hacerse más grande mientras se desliza dentro de tí.
Dejo que resbales sólo un poco para que tu propio peso consiga enterrar dentro de tí los pocos centímetros de mi polla que aún quedan fuera de tu cuerpo.
Al conseguirlo dejas escapar un sonido gutural como si fueras algún animal salvaje. Comienzo a bombear dentro y fuera de tí con deliciosos y secos golpes. Tengo mis manos en tus nalgas para sujetarte de modo que pueda separarme más para luego poder embestirte con más fuerza.
Tu gritas, más fuerte que nunca con cada acometida. Es una sensación espléndida el sentir la lluvia goteando en tu boca mientras gritas.
Disfrutas con los ojos cerrados mientras envuelves mi cuerpo con tus brazos y tus piernas. Tus tetas flotan libres, sientes tus pezones duros contra mi pecho. Con furiosas acometidas y con la ayuda de tu propio peso, abres cada vez más las piernas pero sin dejar que suelten su presa.
Nuestro orgasmo llega en el mismo momento en que el chasquido de un trueno retumba cerca, iluminando el terrado con su luz.
Yo te retengo mientras tu coño envuelve con fuerza mi polla rezumante de semen, tus pezones aplastados contra mi pecho. Te mantengo clavada mientras nos besábamos y los ecos retumbaban y rugen alrededor de nosotros.
Permanecemos allí arriba, besándonos y abrazándonos el uno al otro, hasta que la lluvia queda detrás mientras la tormenta pasa sobre la ciudad.