Juegos eróticos (12: Desayuno)

Me levanto... e imagino un desayuno suculento... contigo

Té despiertas y ves que no estoy a tu lado. Después de ducharte vas a la cocina envuelta en un albornoz, a poner el desayuno, para que se vaya haciendo mientras te secas el pelo. Sin embargo te llevas una sorpresa. Allí estoy yo, sentado en una silla y con un paquete debajo del brazo. Te acercas a mi y bajando la cabeza me dices:

  • ¿qué quiere mi rey?

  • Quiero desayunar contigo.

Conociendo a tu rey, sabes que va a ser un desayuno especial, y no te equivocas.

Te digo que prepares chocolate y que te acabes de arreglar. Una vez has preparado el desayuno, te has secado el pelo y te has arreglado un poco, saco un pañuelo negro de tu

abrigo y te vendo los ojos.

A continuación te quitó el albornoz, dejándote desnuda, y te tumbo sobre la mesa de la cocina boca abajo, haciendo que quedes sobre la punta de tus pies. Tras separarte las piernas, te ató a cada pata de la mesa un pie, de modo que no puedas cerrarlas ni moverte, quedando expuestos tanto tu coño como tu culo. Por último te pongo las manos a la espalda y te colocó unas esposas que cierro fuertemente, casi cortándote la circulación.

Té estas excitando, pensando en lo que tu rey té hará a continuación. Cojo un gran tazón y echó en él una buena cantidad de chocolate, colocándolo al lado junto a tu cabeza, y luego abró el paquete que he traído. Son unos churros, bastante pringosos, llenos de aceite; cojo uno y lo mojo en el chocolate, y tras ladearte la cabeza, te digo que abras la boca y lo chupes; tu obedeces y empiezas a chuparlo; yo lo muevo muy despacio, metiéndolo y sacándola de tu boca, mientras te acaricio las nalgas. Notas como empiezas a humedecerte.

Te digo entonces que te quedes con el churro en la boca; esta bastante dentro, pero sabes que no debes morderlo o sino tu rey podría "castigate".

Cojo la taza y tras separar tus nalgas, vierto entre ellas un poco del oscuro líquido, que recorre tu rajita hasta llegar al coño. El contacto del cálido líquido con tu sexo hace que te estremezcas de placer, y tus gemidos quedan ahogados por el churro de tu boca cuando tu rey empieza a lamer tu raja; primero limpió bien los labios del chocolate, y luego jugueteó con el clítoris entre mis dientes, mientras introduzco un dedo en tu húmeda vagina, hasta que después de un rato te acabas corriendo.

Cojo otro churro y lo introduzco lentamente en tu mojada almeja, masturbándote, al tiempo que te lamo el ano. Casi no puedes contenerte, quieres gritar de placer pero no puedes; el estriado alimento roza contra las paredes de tu sexo proporcionándote un placer increíble, al tiempo que los lametones en tu ano te excitan todavía más. No paro hasta que tienes un nuevo orgasmo.

Tus muslos empiezan a estar mojados por los flujos que caen de tu coño; Retiró el churro y recogiendo parte de ellos untó tu ano. Crees que te voy a sodomizar, pero te equivocas, te separó las nalgas, y tras lubricar lo mejor que puedo tu ano, introduzco en él el churro con el que acabo de follarte hasta que sólo se ve una punta; a pesar del aceite y los jugos que empapan el alimento, sientes una ligera sensación de dolor mientras se introduce lentamente en tus entrañas.

A continuación me desnudo y de un golpe seco te clavo mi gruesa polla; a pesar de lo húmedo que esta tu coño, te contraes al ser penetrada tan duramente; empiezo a follarte como un poseso, mi polla entra y sale de tu interior con gran rapidez, facilitado por la excelente lubricación, mientras con una mano muevo de vez en cuando el churro dentro de tu culo.

Tienes una extraña sensación entre el dolor y el placer al sentir tus dos agujeros llenos, y al final te vuelves a correr. No bajo el ritmo, y cuando piensas que tu rey se va a correr, sacó mi polla chorreante de tus flujos y sacando de un fuerte tirón el churro de tu culo, te introduzco el pene hasta el fondo, aprovechando la dilatación del ano y tras embestirte unas cuantas veces sientes como mi caliente semen te inunda. Después de la fenomenal corrida, me vuelvo a vestir y por fin te quitó el otro churro de la boca y te desató los pies.

Crees que ya ha terminado, pero cuando te mandó ponerte de rodillas te sorprende un poco, aunque obedeces sin rechistar. Sigues esposada y vendada. Tu rey te junta los pies y te los ata fuertemente con una cuerda, y a continuación, tras ponerte boca arriba, hago lo mismo con tus muslos, volviéndote a colocarte de rodillas nuevamente, con la cabeza apoyada en el suelo.

Pasan unos minutos hasta que sientes como algo se introduce en tu coño y luego en tu culo.

Acabo de introducirle un par de vibradores. Te obligó a poner recto el tronco, quedando sentada sobre tus rodillas, y para que no te caigas hacia adelante, ató con una cuerda las esposas a una de las patas de la mesa, dejándola muy tirante, y a continuación pongo en funcionamiento los dos vibradores. Mientras los artilugios te hacen gemir de placer, derramo toda la taza de chocolate caliente sobre tus pechos, y tanto éstos como tu vientre y tus muslos, se ven oscurecidos por el líquido que resbala por tu cuerpo. Mi enorme polla se introduce en tu boca, siendo recibida con gran placer, me propicias una fenomenal mamada; puedes oír los gemidos de placer que estoy dando, mientras te vuelves a correr. Cuando veo que ya no puedo más, descargó mi lechada sobre tus pechos. Después transcurren aún unos minutos hasta que te quitó la venda; tus grandes pechos estan recubiertos de chocolate y semen, y inclinándote la cabeza te digo que los chupes, mientras los acerco a tu boca estrujándolos con las manos. Los chupas hasta que no queda rastro de ninguno de los dos líquidos, y tu rey no te desata hasta que tienes un nuevo orgasmo. Sólo entonces te liberó de tus ataduras y te quitó los vibradores.

Sin duda aquel había sido un desayuno muy especial, aunque solo fuera un chocolate con churros.