Juegos eróticos (07: Calor)

Totalmente entregados, añadimos mas juegos a la velada.

Te desato las manos y te incorporas un poco.

Miro tu cuerpo, tu espalda, sentada en la cama con las piernas recogidas, abrazándolas con tus brazos y tus tetas sobre tus rodillas, tu carne morena, ofreciéndome todo tu hermoso cuerpo. Beso tu espalda, deteniéndome en cada vértebra, con la lengua dura marcando los huesitos de su columna.

Después te acaricio una y otra vez con el vaso frió, todavía con hielo, por tu espaldada, tus brazos, tu nuca.

Veo que empiezas a suspirar, así que creo que ha llegado el momento de otro jueguecito. Tiendo tu magnífico cuerpo sobre la cama, admirándote con avaricia, te vuelvo a atar y a ponerte la venda sobre los ojos.

No ves nada, pero de repente notas un olor extraño, no sabes que es.

He cogido una vela grande y cuadrada, la he encendido y esperado que se haga un buen agujero, vaciándola cuando la cera se derrite. Así me queda la vela con un hilo bastante largo, dentro de un agujero donde cabe bastante cera.

Vuelvo a encenderla y espero a que el agujero este lleno de cera bien caliente.

Me acerco lentamente a ti y dejo caer sobre tus muslos unas gotas de cera. Un grito de la impresión sale de tu boca y tu cintura se arquea tensando las cuerdas que sujetan tus brazos y piernas.

Pero, contrariamente a lo que creías, no solo no te ha quemado sino que la sensación de placer que siente tu cuerpo al caer la cera sobre tu piel es maravillosa. Detrás de la cera, viene mi lengua, recorriendo el mismo camino que recorre la cera sobre tu cuerpo.

Me acerco más todavía y dejo caer pequeños hilos de cera caliente sobre tu abdomen y la esparzo delicadamente con mis dedos sobre tu piel encendida de deseo.

Continuo con la misma tarea pero esta vez sobre tus pechos. Primero los beso en forma muy suave, después lamo los pezones y los lubrico con mi fresca saliva. Cuando siento que están duros y preparados, acerco la vela a tu pecho y comienzo a verter gotas de cera sobre tu cuerpo. Lanzo la cera en un pezón que cae salpicando todo tu pecho.

El contacto caliente sobre tu tierna piel te hace lanzar un gemido de placer, sientes que deliras de gozo al sentir lo que te estoy haciendo. Con mi lengua quito poco a poco la cera que segundos antes he dejado caer y me limito a mordisquear nuevamente la punta de tus pechos para hacer circular nuevamente la sangre y dejarlos nuevamente erectos.

Rápidamente y sin que hayas dejado de suspirar, lanzo la cera de la vela, que otra vez esta llena y bien caliente. Esta vez te la lanzo en el otro pezón que recibe la caliente cera salpicando y derramándose por tu pecho mientras te contorsionas espasmódicamente al notar la dulce sensación que están recibiendo tus pezones y acompañados de quejidos y suspiros.

Sientes el liquido caliente correr por tus tetas, notas como tus pezones se cubren de cera, es una sensación extraña, notas como pinchacitos en tus pezones, quema un poco pero te gusta.

"¿Te gusta?", te pregunto. "Me fascina" contestas en medio de un suspiro encantador.

Sigo soltando cera por entre tus tetas, el vientre, rodeo el ombligo y de repente notas algo frío en el ombligo, un cubito de hielo que he depositado allí. Te mueves para quitarlo y notas como una gota helada resbala por tu cuerpo.

Notas como algo frío empieza a recorrer tu cuello, luego tus pechos y tus pezones, los cuales reaccionan irguiéndose inmediatamente.

Sigo por tu vientre, tu pubis, rodeo el coñito y bajo por tu pierna, llego a tus pies, subo por la otra pierna y lo paso por tu culito. La diferencia de temperatura hace que tu culo se contraiga y se cierre, luego le toca el turno al coñito, primero acaricio el clítoris, luego introduzco mis dedos en él y cuando te noto totalmente excitada te meto el cubito de hielo dentro de tu coño.

La sensación es terrible, notas como el hielo por un lado te quema pero por otro te hiela el clítoris.

El contraste entre el calor de la cera y el frió del hielo hace que todos los poros de tu piel se ericen violentamente, es una sensación increíblemente excitante.

Aun no has dejado de suspirar y moverte cuando lanzo cera sobre tu ombligo esparciéndose por toda tu barriga. Esta vez tus movimientos y suspiros no son tan fuertes. Espero que pares de moverte y que te relajes un poco, mientras el profundo agujero que se ha formado en la vela se llena totalmente de cera caliente.

Poco a poco derramo toda la cera sobre tu pubis. La cera cae y se desliza entre tus piernas cayendo sobre tu clítoris, sintiendo unos agudos pinchazos de placer.

Tu coño cada vez esta más mojado, a punto de estallar, de alcanzar un orgasmo incontenible. Sientes como la cera baña tus pezones erectos, como desciende por tu vientre, como se desliza sobre tu clítoris mientras contrasta con el helor que tienes en el interior de tu cuerpo, con ese cubito de hielo que te estimula interiormente.

La profunda sensación hace que muevas la cintura de un lado para otro, recibiendo una sensación extra en tus partes más intimas, una sensación que se intensifica cuando lanzo la cera, esta vez directamente sobre tus labios. El caliente líquido cae sobre tu vagina, la abro con mis dedos y hago que la cera gotee en su interior.

No puedes contener tu orgasmo cuando la cera caliente se derrama dentro de tu coño. Gimes sin poderte contener, tus contoneos son cada vez más fuertes cuando tus gemidos lo inundan todo mientras un brutal orgasmo explota en tu cuerpo.