Juegos eróticos (03: Sensaciones)

El sexo ante todo...

Llegamos a mi apartamento y directamente te digo: " cariño, tengo un juego para ti, déjate hacer......... "

Asi que te ofrezco un pañuelo de seda grande. Hago una venda con él. Me sitúo detrás de ti y te tapo los ojos.

Te tomo de la mano y te llevo al dormitorio. Te ordeno que te quedes quieta.

Pasan unos segundos. Intentas escuchar pero no oyes nada, de pronto algo suave te roza la cara. ¿Otro pañuelo? En efecto, te estoy acariciando la cara con otro pañuelo de seda.

Llevas el pelo recogido y sientes en la oreja derecha el pico del pañuelo, te hace unas leves cosquillas cuando lo paso por el lóbulo, el exterior y el interior. De la oreja derecha paso a la izquierda. Acompaño la caricia del pañuelo con un beso suave.

Tienes los labios entreabiertos, ahora notas que el pañuelo pasa entre ellos. La sensación de cosquilleo te empieza a excitar. El pañuelo te acaricia ahora la barbilla y el cuello. Mientras tanto, tengo mis labios pegados a los tuyos, en un eterno beso delicado.

Te voy a quitar la chaqueta. Desde atrás, té cojo por el cuello y te la saco. Ahora paso el pañuelo por debajo del pelo hasta separarlo de la espalda y llegar al cuello. Paso de un lado a otro, y el pelo se te mueve con el pañuelo.

Ahora estoy por delante, paso la seda por los pezones que desde hace rato apuntan al horizonte, provocando en ti una excitación cada vez mayor. Echas los brazos atrás para facilitarme la tarea. Lo paso una y otra vez. Sigues de pie. La prenda se ha separado de tu pecho. Ahora te la notas en las piernas por encima de las medias. He empezado en el tobillo derecho. Comienzo por el exterior, giro hacia dentro y paso hacia la parte trasera del tobillo izquierdo para rodearlo y volver otra vez al espacio entre los tobillos; rodeo el derecho y de nuevo al principio.

Con cada vuelta voy subiendo piernas arriba. Así, en sucesivas vueltas subo de tobillos a las pantorrillas, rodillas y muslos. Al llegar a la falda, el movimiento del pañuelo la va subiendo. Cada vez más hasta llegar a descubrir las bragas.

La caricia final es por ellas, sintiendo la suavidad en tus otros labios.

Me separo de tu cuerpo. Al oído te susurro que te voy a desnudar. Asientes y me dejas hacer.

Te quito la camiseta. Descorro la cremallera, quito el botón y te bajo la falda. Me notas arrodillado, mis manos en tus muslos, te bajo poco a poco la media de la pierna izquierda hasta el tobillo, lo cojo con una mano y lo alzo. Con la otra te quito el zapato, te saco la media por completo y antes de dejarlo en el suelo te beso el pie. Igualmente con la otra pierna.

Ahora estas de pie, sobre la alfombra del dormitorio, con los ojos vendados, llevas encima sólo la ropa interior.

Escuchas. Oyes el rumor de ropa, piensas que me estoy desnudando. Sigues quieta.

Pasa un rato. Me sientes detrás. Me pego cuerpo con cuerpo. Notas que estoy desnudo.

Acerco mi boca a tu oreja derecha y jugueteo con ella. Me separo. Notas ahora el pañuelo desplegado cubriéndote la cara. Te hace cosquillas en la nariz al moverlo arriba y abajo.

Mi cuerpo más el pañuelo sujeto entre mis manos te abarca por entero. Ahora echo la seda hacia atrás, por tu torso, rozándote los pezones, aún cubiertos con el sujetador. Das un suspiro profundo de gusto. Ahora la prenda baja, acariciándote el vientre y el ombligo.

Siguo bajando.

Notas que el pañuelo se despega de tu piel. Un instante y suelto el cierre del sujetador. Otro momento y notas que te bajo las bragas. Te dejas hacer. Ahora estas completamente desnuda. Y excitada, las caricias del pañuelo te han encendido, quieres más, pero tienes que esperar.

Ahora sientes el pañuelo por tus nalgas, lo paso de un lado a otro. Te pido que separes un poco las piernas, intuyes de que se trata y las separas.

Efectivamente, con una mano por delante y otra por detrás, paso el pañuelo, sin apretar, por toda la hondura, desde el vello púbico hasta el culo. Una y otra vez. Gimes levemente, te gusta, te gusta mucho.

Te cojo las manos desde detrás, avanzas ligeramente hasta tocar la cama y te tumbo boca abajo.

Sientes que la seda te cubre por entero, desde el cuello hasta los pies. Después me tumbo yo encima. Nuestros cuerpos desnudos y el pañuelo grande en medio. Entrelazo tus manos con las mías. Las muevo ligeramente de forma que hago pasar la tela entre tus dedos. Es una sensación diferente, más que unas cosquillas, una caricia mano a mano.

Separo las manos, y te las notas por los hombros, van bajando brazo adelante, en lentos movimientos de vaivén. La suavidad de la tela hace erizar tu piel con su caricia. Asiento de nuevo mis manos en las tuyas, y muevo el cuerpo arriba y abajo, en una caricia cuerpo a cuerpo. Sientes mi miembro erecto entre tus nalgas, mi pecho por tu espalda.

Me separo, pero mantengo la tela encima de ti. Notas mis manos recorriéndote la espalda, desde los hombros, los laterales hasta casi llegar a los pechos, recorriendo la columna hasta alcanzar las nalgas. Sigo hacia abajo, por las piernas: muslos, interior de las rodillas, pantorrillas, tobillos, hasta la planta del pie.

Quito el pañuelo grande. Sientes que con otro pañuelo te ato una mano, dejo espacio de tela grande como la espalda, y te ato la otra mano. Te doy la vuelta. Estas boca arriba, pero no puedes subir las manos a causa de las ligaduras que te atan las manos por detrás.

Ahora dejo caer el pañuelo grande por tu piel desnuda. Es una sensación tan agradable... Y como rozando las manos por la tela, te voy acariciando los pies, tobillos, rodillas, me paro en los muslos, paso al vientre, me desvío a los brazos, desde los hombros hasta las puntas de los dedos. Al cabo de una caricia sin fin, por fin me decido, y con un dedo de cada mano te rodeo los pezones, te describo los senos, desde la punta del pezón hasta la base. Arriba y abajo. Después me desplazo palpando hasta tu coñito, todavía con el pañuelo grande; lo rozo, dibujando con mis dedos el perfil de la orografía de un lugar infinito que sólo se alcanza allá donde el cuerpo se funde. El placer es intenso. Abro levemente tu coñito hambriento para rozar el nudo del placer. Y un gemido arranca desde lo hondo de ti.

Quito el pañuelo. Vuelves a tener la piel desnuda. Ahora tengo un pañuelito pequeño que lo notas al rozar tus senos en el punto mas sensible. Envuelvo con él un pezón, tiro del pañuelo y lo suelto. Tu pezón sube y baja. Igualmente con el otro. Ahora son unos labios los que tiran de los pezones.

He hecho un nudo al pañuelo, lo notas cuando vuelvo a recorrer con él tu rajita. La dureza del nudo penetra ligeramente.

Te separo las piernas para apretar más el pañuelo. El nudo entra plenamente y en su movimiento da con el terminal de placer. Una y otra vez. Tus manos quieren acercarse y no pueden. Oleadas de gozo suben con cada acometida del nudo al botoncito. Acaba por llegar uno de los orgasmos más intensos que recuerdas. Tras un tiempo, para ti infinito, de preparación, de excitación, de sensualidad, el ataque directo te provoca tal goce que tu cuerpo se arquea, jadeos continuos salen de un lugar imposible. Y dura, dura tanto que te sientes desfallecer.

Te saco el pañuelo del sexo. Te desato las manos. Te quito la venda. Y mientras deposito un beso en tus candentes labios, empiezo a pasar mi mano por tu rajita, notando el vello de tu chochito y pubis.

Debemos arreglar esto. Ven, te voy a dejar tu coñito como el del un bebe.

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