Juegos en una noche fría
En mi casa con tres amigos más, bastante alcohol de por medio y un creciente aburrimiento... hasta que se me ocurre a qué podríamos jugar para animar el ambiente.
21 de enero. En la calle un aire gélido levantaba nubes de vaho según expulsábamos el aire al respirar. Nos dirigíamos a mi casa para cenar allí después de haber estado tomando unas cervezas en un bar. A mi izquierda, Jorge nos contaba los últimos avances con una chica de la uni a la que estaba intentando ligarse pero que se resistía, mientras Dani, Manu y yo hacíamos como que le escuchábamos, cansados ya del tema.
Llegamos a mi casa, eran las 10 de la noche, y fui poniendo las pizzas en el horno mientras Dani sacaba unas cervezas del frigorífico. Nos pusimos una película en el salón con la calefacción, y cuando sonó la alarma del horno ya íbamos por la tercera cerveza, a las que había que sumarle las dos del bar. Cenamos viendo la película y bebiendo más, hasta quedarnos sin cervezas al poco de acabar la película. Manu dijo de bajar a algún 24h a comprar más, pero yo propuse de hacernos unos cubatas pues tenía una botella de ron entera, a lo que nadie puso pegas.
El primer cubata entró casi sin enterarnos mientras seguíamos charlando de nuestras vidas, pues hacía tiempo que no nos juntábamos los cuatro. Estudiantes universitarios de carreras diferentes, nos costaba cuadrar los horarios y poder quedar todos, por eso aquella noche que yo tenía la casa libre todos queríamos alargar la velada el máximo posible.
Mientras servía la segunda ronda Dani propuso de hacer algún juego de beber, básicamente porque Jorge había vuelto a la carga con el tema y nos empezábamos a aburrir todos. La idea se acogió con entusiasmo, y saqué unas cartas para jugar a la pirámide. Cuando finalmente acabó la partida, íbamos los 4 muy borrachos, Manu el que más, por lo que decidimos aparcar la bebida hasta que nos bajase un poco.
- ¿Y ahora qué hacemos? Yo no me voy a mi casa así…- dijo Jorge.
- Podríamos jugar a verdad o atrevimiento o alguna chorrada así –propuse yo.
- ¡Beso o prenda! –la propuesta de Manu, tirado en el sofá, no fue bien acogida y se descartó en seguida.
- Tengo una idea. –les dije- 4 papeles, 3 de ellos numerados del 1 al 3 y el otro con alguna marca, que determina quien es el “jefe”, y se reparten al azar. El que tenga el papel con la marca puede mandar a los otros números (sin saber quien tiene cual) lo que deben hacer, si alguien se niega deberá llevar a cabo un castigo impuesto por los otros tres.
Tardaron un momento en asimilarlas reglas y el juego en si, pero todos aceptaron, excitados ante las perspectiva de algo nuevo. Hicimos un par de partidas suaves en las que las órdenes fueron básicamente de beber y para ver que todos teníamos claras las bases del juego, y en la tercera ronda me tocó a mi ser “jefe”.
- 1, 2 y 3 desnudaros de cintura para arriba.
Las protestas de Manu y Dani duraron todo el proceso, mientras Jorge en silencio sólo me miraba prometiendo con su sonrisa una venganza muy interesante.
El siguiente turno fue para Manu, que en represalia nos hizo quedarnos a todos en ropa interior, siento el único que conservara los pantalones. Aproveché para echar un buen vistazo a mis amigos. Sentados como estábamos alrededor de la mesa pequeña del comedor podía verlos a todos bien. A mi izquierda estaba Manu, aún con los tejanos puestos pero con el torso moreno al aire. No iba al gimnasio como Jorge y Dani, por lo que no estaba tan bien de cuerpo, pero no tenía un gramo de grasa tampoco. Con el pelo castaño oscuro y una cara bastante normal, yo lo tenía como alguien a quien hoy día se le considera “del montón”. A mi derecha estaba Dani enfundado en unos bóxers ajustados azul eléctrico, su paquete (bastante abundante, todo sea dicho) reposando sobre la silla, Era un muchacho delgado y muy fibrado, de piel clara y cara un poco de niño. Era el más bajito del grupo, apenas medía 1.70, pero muy guapo y con unos ojos verdes preciosos. Y por último, delante de mi se encontraba Jorge en el sofá. Llevaba un bóxer de tela bastante holgado y tenía las piernas abiertas, desde mi posición casi podía verle el rabo por una de las perneras, y la postura era casi una invitación a ello. Entre el gimnasio y el fútbol tiene un cuerpazo muy bien trabajado, con algo de pelo en el pecho y los abdominales, y es muy guapo.
El siguiente turno me volvió a tocar a mi, y quería que estuviésemos todos en igualdad de condiciones, pero ir un paso más allá:
- Los 3 os quedareis en ropa interior, pero 1 se quedará con la de 2, 2 con la de 3, y 3 con la de 1.
Tras un breve lapso de silencio, Dani se levantó y se bajó los bóxers azules y se los quitó, dejando a la vista una polla larga y blanca sin circuncidar, con unos huevos grandes y acompañados por pelo rubio.
- Bueno, ¿quién es 2?
Uno a uno, los otros también se levantaron y quedaron desnudos, dejándome ver también sus pollas. Ambas morenas, la de Manu era algo pequeña y más en contraste con los dos enormes cojones que tenía. Jorge se tocaba distraídamente la suya, que o bien estaba algo animada o tenía un tamaño más que considerable.
Tras el intercambio de calzoncillos, Dani tenía los de Jorge, Manu los de Dani, y Jorge acabó con un slip rojo que se notaba le apretaba el paquete, marcándoselo pese a que los huevos de Manu lo habían dado un tanto de sí.
- Después de esta noche te van a ir sueltos estos slips, Manu –le dijo Jorge con sorna.- Van a saber lo que es un rabo de verdad.
Lo decía mientras se apretaba el paquete, y mientras Manu le miraba con odio y le mandaba a paseo pude captar como Dani no perdía detalle del movimiento de la mano de Jorge, que seguía sobando sus atributos.
Y fue precisamente a él a quien le tocó mandar en el siguiente turno. Jorge decidió que 2 y 3 tenían que comerle los pezones a 1 simultáneamente por un minuto. 1 resultó ser Manu, quien se opuso, así que le recordamos las reglas pero prefirió el castigo. El castigo impuesto fue que él sería el que nos comería los pezones durante un minuto a cada uno de nosotros 3, así que acabamos Jorge y yo en el sofá, con Manu entre nosotros para poder alcanzarnos, y Dani observando desde el sillón esperando para cambiarnos el sitio a alguno de los dos.
Empezó por Jorge, que pronto estaba con los ojos cerrados y la cabeza hacia atrás disfrutando y agarrando la cabeza de Manu, llevándole de un pezón a otro. Dani les miraba embobado, y para mi deleite pude ver como le empezaba a asomar la polla morcillona por la pernera del gallumbo holgado, al parecer sin percatarse de ello. Cuando acabó con Jorge era mi turno, y antes de rendirme al placer de la lengua y los dientes de Manu pude ver que el slip rojo parecía a punto de reventar.
Manu parecía saber bien lo que hacía, alternando entre ambos pezones, manteniéndolos siempre duros (como acabó mi polla inevitablemente), mordiendo, succionando y jugando con la lengua. Se me hizo demasiado corto el minuto, pero ya era el turno de Dani. Y mientras el recibía su sesión, pude ver que Jorge se había recolocado hacia un lado la polla, que se veía realmente grande, y me miraba sonriendo mientras se la frotaba por encima del slip. Yo comencé a sobarme por encima también, lo que pronto se tradujo en una mancha húmeda en mi calzoncillo.
Vaya tres maricones –dijo de repente Manu, que al parecer ya había acabado su tarea y nos había encontrado a los tres empalmados.
Cállate y escoge un papel, que esto no ha acabado aún –le contestó Jorge. Quien volvió a ser jefe en aquella ronda. –quiero que el número 1 le coma la boca al 2, y mientras el 3 le come el paquete al 2 también durante tanto tiempo como dure el beso.
Manu resultó ser el 2, y antes de que pudiera quejarse me lancé a su boca y comencé a morrearle. Poco a poco fue cediendo, dejando a mi lengua abrirse paso y sacando la suya para recibirla, mientras Dani ya había bajado a plantar su cara sobre el bóxer que antes contenía su polla. Me aseguré de que Dani cumpliera su parte agarrándole la cabeza y manteniéndola allí abajo, y no fue hasta que escuché el primer gemido de Manu que me separé e hice a Dani separarse también, relamiéndose y con la cara brillante de saliva.
Manu se puso rojo al quedar al descubierto su evidente erección (aunque su polla no era gran cosa), bien visible en el empapado bóxer. Nos dijo que quería dejar ya el juego, que no le molaba, pero conseguimos convencerlo de que se dejase de prejuicios y tonterías, que simplemente estábamos disfrutando y pasándolo bien. Nos serví otro cubata y nos dispusimos a hacer la siguiente ronda, que la ganó Dani.
- Durante el rato que me dure el cubata, el número 3 deberá chupármela mientras el 1 y el 2 hacen lo que quieran con él.
Me quedé de piedra. Dani se subió al sofá y se sentó en el respaldo, y nos miró a los 3 esperando, cubata en mano y con una tienda de campaña impresionante en el calzoncillo. Me dirigí hasta él y me arrodillé en el sofá, sin apartar mis ojos de los suyos mientras bajaba mi cabeza hasta su polla, que agarró por la base y me pasó por la boca, dejándome aspirar su aroma incluso a través del gallumbo. Abrí la boca y empecé a comérsela a través de la tela, dándole de vez en cuando algún mordisco suave que provocaba en Dani gemidos y respingos. Finalmente me cansé y le quité el calzoncillo, dejándolo totalmente desnudo y con una polla más que dura esperándome. Era enorme, me era totalmente imposible metérmela entera, por lo que mientras mi lengua se centraba en la cabeza de aquel rabo delgado y largo, mi mano subía y bajaba por el tronco para aumentar así las sensaciones.
Por su parte, Jorge se había desnudado también, dejando al aire 18 centímetros de carne acabados en una cabeza grande, brillante y húmeda. Desnudó a Manu y lo hizo sentarse junto a Dani, y acto seguido se colocó detrás de mi para bajarme el bóxer que llevaba yo. Agarré con la mano libre la polla de Manu, que seguía dura, y comencé a pajearle. Para facilitarme la tarea me escupí en la mano y embadurné los 14 centímetros de Manu, recreándome en pasar la palma por la cabeza descubierta y arrancándole gemidos por ello.
Pude sentir como Jorge se ponía de rodillas detrás de mi y pronto me estaba restregando su humedad por toda la raja, haciendo un poco de presión que me causaba escalofríos cuando su polla apretaba justo en la entrada. Me comenzó a trabajar los pezones con ambas manos y empezó a comerme el cuello, provocando que comenzase a gemir. Gemidos que quedaron ahogados por la polla de Dani, que aun estaba en mi boca, su cubata apenas con dos tragos menos.
Jorge me hizo dejar de comerle el rabo a Dani para pasar a hacérselo a Manu, quien me agarró de la nuca para clavármela entera. Por suerte la suya al ser considerablemente más pequeña sí podía tragarla entera. Mientras, Jorge retomó mi anterior tarea y se ocupó de la polla de Dani, sorprendiéndonos a todos cuando consiguió que los huevos de éste se plantasen en su barbilla, toda la longitud de aquel rabazo alojada en su boca y garganta.
Joder Jorge, nunca nadie había conseguido metérsela entera en la boca…
Mi entrenador también la tiene tan grande –fue lo único que contesto Jorge, relamiéndose, antes de volver a la carga.
Al agarrarme la polla para pajearme, Jorge la encontró empapada (de hecho un hilillo de preseminal conectaba mi cipote con el sofá), y comenzó a jugar con la cabeza, pringándose los dedos y arrancándome gemidos y espasmos. Espasmos que provocaban que su polla presionase más en mi culo, hasta que debido a la presión y lo húmeda que tenía también Jorge su polla, empezó a entrar lentamente.
Tuve que abandonar la tarea de chupársela a Manu porque Jorge me estaba haciendo ver las estrellas, pese a lo despacio que avanzaba y las pausas en el camino. Por su parte, Manu y Dani esperaban expectantes, pajeándose lentamente el uno al otro. Finalmente, tras un largo rato de agonía, Jorge tenía toda su polla enterrada en mi culo y yo empezaba a recuperarme, mi polla despertando de nuevo pues había bajado un tanto.
- Esperad –dijo Dani, quien apuró el medio cubata que aun le quedaba. –Volvamos a repartir los papeles.
Dicho y hecho, y me tocó ser “jefe”. Desde mi posición pude ver a contraluz los números de Dani y Manu, sabiendo por tanto el de Jorge también (quien seguía con toda su polla metida en mi culo).
- 2 me follará mientras le como el culo a 1. 3 le comerá el rabo a 1 hasta que este listo, entonces se lo follará.
Manu miró sorprendido a Dani, quien le devolvió una sonrisa y se colocó al borde del respaldo con las piernas bien abiertas, dejándome al alcance su agujero, totalmente lampiño. Comencé a pasarle la lengua despacio, dándole también algún mordisco en la suave piel de las nalgas, y Dani agarró a Manu, y tras morrearle, le hizo bajar a chuparle la polla.
Mientras, Jorge comenzó a mover lentamente su pelvis, haciendo que se me escapasen quejidos cada vez que volvía a tocar fondo, pese a que poco a poco el dolor desaparecía dejando paso al placer. Placer que me dificultaba la tarea de enterrar mi lengua en el culo de Dani, quien resoplaba y se retorcía de placer con mi lengua penetrándole y Manu chupando golosamente su rabo, sin un ápice de la vergüenza de hacía un rato.
Dejé de usar la lengua para comenzar a trabajar con un dedo cuando Jorge aumentó el ritmo, haciendo que comenzase a jadear y que mi polla se balancease arriba y abajo sin control, chorreando pre de lo cachondo que estaba. Le metí a Dani el dedo corazón entero y comencé a moverlo lentamente haciendo círculos e intentando dilatarle, preparándole para recibir la polla de Manu, quien se iba pajeando a si mismo pero sin soltar ni un momento aquel monumento de carne que tenía en la boca.
Cuando ya dos dedos entraban sin dificultad, Dani me pidió que parase para que se la metiese ya Manu. Se fueron al sillón, donde Dani se colocó a 4 para que Manu se lo follase de pie, y yo me rendí al placer de la follada de Jorge, que ya sacaba y metía la polla entera en mi culo, haciéndome gemir cada vez que sus huevos chocaban cuando me la clavaba hasta el fondo. Aprovechando que teníamos más espacio en el sofá cambiamos de posición, quedando yo tumbado boca arriba con las piernas en sus hombros y él entre ella bombeando a un ritmo frenético. Me agarró la polla, embadurnándola entera con mis propios fluidos, y luego se lamió los dedos mirándome con vicio, poniéndome aun más burro, le agarré de la nuca y lo atraje hacia mí para comerle la boca con frenesí, nuestras lenguas moviéndose sin parar, los dos gimiendo mientras su polla seguía taladrando sin descanso mi culo.
Podíamos oír también los gemidos de Manu, que ya bombeaba con ímpetu a Dani, quien se pajeaba al ritmo de las embestidas que recibía. Yo estaba disfrutando mucho, pero me parecía un desperdicio que estando 3 tíos más allí sólo estuviese disfrutando de uno.
- Dani, colócate haciendo un 69 conmigo mientras nos follan –le propuse, y pronto se estaba dejando caer encima de mí, ahogándome con su larga polla y pasando su lengua por toda la extensión de la mía, con un primer plano impresionante de la polla de Jorge entrando y saliendo de mi culo.
Los sonidos inundaban la estancia: los gemidos y resoplidos de Jorge y Manu interrumpidos de vez en cuando por comentarios del estilo “joder, vaya culo” o “oh dios, que bueno es esto”, los sonidos de succión que hacíamos Dani y yo intercalados con gemidos ahogados y los de fricción que provocaban las pollas al follarnos a toda leche. Todo ello acompañado de un aroma a sexo más que intenso, producto de 4 tíos sudados follando como animales. Y poco pasó hasta que el aumento de tono de los gemidos de Manu nos anunciaron que iba a correrse. Los gemidos dieron paso a lo que prácticamente fueron alaridos, y con dos últimas embestidas le llenó el culo de leche a Dani, quien en ningún momento cesó en su tarea de comerme la polla con maestría.
Agotado, Manu se retiró del culo de Dani y se dejó caer exhausto en el sillón, la polla aun dura y brillante. Dani se quitó de encima, pero él aún no había acabado y seguía con ganas de más. Se subió de pie al sofá, mi cuerpo entre sus piernas, y fue bajando hasta sentarse sobre mi polla, dándole la espalda a Jorge, quien comenzó a pajearle sin parar ni un momento el metesaca infernal al cual me tenía sometido. El culo de Dani, pese a haber sido dilatado un tanto por la polla de Manu, lo noté bastante estrecho debido al mayor tamaño de mi polla, provocándome gran placer cada vez que se dejaba caer metiéndosela hasta el fondo.
Poco tardé en ceder ante las oleadas de placer que recibía tanto de mi culo como de mi polla, y gimiendo escandalosamente comencé a correrme en el culo de Dani, que por segunda vez en la noche recibía los trallazos jadeando de placer. No había acabado yo de correrme que Jorge aceleró el ritmo y también se vino tras cuatro bruscos golpes de cadera que me dejaron su polla totalmente enterrada, descargando en lo más profundo de mi culo.
Nos quedamos los tres como estábamos, las pollas aun dentro, pero Dani pajeándose como un desquiciado, su polla resbaladiza por un gapo que se había tirado para que deslizase bien la mano por toda la extensión del rabo. Para hacerle más intensa la paja y como aún tenía la polla dura en su culo le agarré las nalgas y volví a la carga, follándole lo más rápido que pude tal y como estaba aun con una polla dentro del mío. Cuando noté que estaba a punto de acabar, aun cogiéndole de las nalgas le hice avanzar hasta que mi polla salió de su culo y la suya quedó a la altura de mi cabeza, y abrí la boca para recibir los 4 trallazos que disparó directo a mi garganta, goteando el resto de su abundante corrida por mi barbilla y cuello.
Tragué todo lo que había entrado en mi boca, y él se encargó de arrastrar lo de la barbilla con la punta de la polla hasta mi boca, que se abrió para recibirla y lamerla. Y con la polla de Dani aún en mi boca, saboreando su corrida, capté como Manu se ponía de pie junto al sofá, su polla siendo pajeada a toda pastilla, y por segunda vez en la noche se corrió entre gemidos y resoplos, esta vez haciendo que toda su corrida fuera a parar sobre mi cara y la polla de Dani, obligándome a cerrar los ojos pues goteó leche por todas partes.
Fue una noche increíble, y cuando volví del baño de lavarme la cara y quitarme corrida hasta del pelo los encontré a los 3 en el sofá, todos desnudos, pollas morcillonas todavía y sirviendo otra ronda de cubatas.
- Aún queda mucha noche por delante, ¿no crees? –me dijo Jorge con picardía. Cuánta razón tenía.