Juegos en la cama
Julia era una chica de veinticinco años, guapa, pelo largo y liso. Era una bochornosa mañana de agosto, sobre las diez, y Julia se encontraba en la cama, junto a su chico, ambos desnudos...
Julia era una chica de veinticinco años, guapa, pelo largo y liso. Pero lo más interesante era su filosofía: gozar, y hacer gozar, al máximo de placer (tópico para cualquiera). ¡Qué menos que poder disfrutar de los placeres que nos da la propia naturaleza!
Pues bien, era una bochornosa mañana de agosto, sobre las diez, y Julia se encontraba en la cama, junto a su “chico”, ambos desnudos, como ya he dicho más arriba a causa del calor.
Abrió sus ojos, y contempló el rostro de su chico, que seguía durmiendo. Sonrió. Y en este momento de contemplación fue su chico quien, ahora, abrió los ojos. Sus miradas se cruzaron con lujuria. Él estaba excitado, puesto que por las mañanas los hombres se levantan “cariñosos”.
Entre tantas miradas, sus labios se juntaron. Primero comenzaron con pequeños piquitos, pero luego los besos se volvieron más y más apasionados. Y entre este colmar de besos, la fina y delicada mano de Julia se deslizó, primero por el rostro de su chico, pero luego fue bajando poco a poco. Acarició el pecho, luego el abdomen y el bajo vientre, con suavidad. Justo en este momento pronunció él, con toda la excitación del mundo, la siguiente frase: - Hazme una paja -.
Y mientras se volvían a besar con furia, la mano de Julia se deslizó hasta llegar al miembro de su chico. Y sin que cejasen los besos, más que besos morreos, su mano comenzó a menear aquel miembro. Primero con dulzura, y después con rabia. Él estaba sumido en un éxtasis, y ella, mientras contemplaba su cara de placer, también se excitaba más.
A esto que los besos de Julia de desplazaron por el cuello de él. Y seguía besando cada vez más abajo, por donde antes había pasado la mano. Besos por el pecho, besos por el vientre, hasta llegar al lugar de destino. Cejó la masturbación y, con mucha dulzura, beso su miembro; por todos los lados, desde la punta hasta el final. Después los testículos, entre besos y lametones.
Agarró fuertemente la base del pene, y se lo introdujo en la boca, moviendo sin descanso la mano. Su chico estaba verdaderamente extasiado, cosa que ponía más cachonda a Julia. Con la mano izquierda, que tenía libre, pronto la ocupó acariciando los testículos, mientras continuaba chupándola.
Se saca el pene de la boca, y un delgado hilo blanco unen sus labios y el pene de su chico. Vuelve a machacársela con la mano derecha, con furia. Y prosigue, un poco más, la felación, entre los gozos y suspiros de él. En esto que Julia se levanta, y le dice: -Ponte a cuatro patas, como un perrito- .
Aunque extrañado, así lo hace, y se coloca a cuatro patas sobre la cama. Le agacha los brazos y la cabeza, para que ofreciese mejor el culo. Ella se lo mira, entre risas, se lame los dedos índice y corazón, ylos introduce, entre los gemidos de él. A veces también con el pulgar, le masturba el agujero del ano.
Una vez le ha parecido suficiente, acerca su lengua y se lo lame, tiernamente. Y a la vez que introduce los dedos o su lengua, la mano derecha se cuela entre las piernas de su chico y le agarra el miembro. La cara de él es un poema del gozo mientras es ordeñado. La mano se desliza arriba y abajo, recorriendo todo el pene.
Él, ya no pudiendo aguantar más de placer, tumba de un empujón a Julia sobre la cama, entre las risas de ésta, y coloca su pene entre sus pechos. Ella los aprieta, los aprieta con mucha fuerza, y él mueve su pene muy deprisa y muy bruscamente, escurriéndose entre los generosos pechos de Julia.
Hasta que al fin, oh, al fin, un gran chorro de líquido blanco sale disparado con energía hasta alcanzar, manchando a su paso las sábanas y los pechos, la hermosa faz de Julia.