Juegos en el baño
Un caliente juego en la encimera del baño
Me estoy duchando, mientras mi novia se despereza ante el espejo. Es domingo, y en la calle hace mal tiempo, para variar. No tenemos plan hasta la hora de comer pero, aun así, nos hemos levantado a una hora prudente para aprovechar la mañana.
Observo a Valeria a través del cristal de la ducha que hace de mampara. Me encanta como es. Como persona es adorable y muy animada. Siempre me apoya y me respalda, y eso lo valoro mucho. Y luego está el físico, claro. Es de las que llama la atención si vas por la calle. Alta, muy guapa, y con una figura muy proporcionada. Me quedo embobado mirándola.
Ella sigue mirándose al espejo, y de repente, se gira hacia mí, con media sonrisa en la cara.
-Se me acaba de ocurrir un juego.
-¿De qué hablas? –Respondo sacando la cabeza de la ducha, sin acertar a entender lo que me dice.
-Un juego, ya sabes. –Se muerde el labio cuando termina.
Me intriga mucho saber lo que tiene en mente.
Salgo de la ducha, y mientras me acerca una toalla y me seco, me explica.
-Es como si fuera una competición. A ver qué te parece. Yo me siento en la encimera y tú te colocas frente a mí. Con un lápiz de ojos te tengo que dibujar el contorno. Y mientras tú, pues… Ya sabes, me masturbas para ponérmelo difícil. Y después al revés, tú me lo tienes que dibujar y yo te masturbo.
La miro mientras me explica, y la idea me pone muy cachondo.
-Vale. –Acierto a decir. –Me encanta la idea. Prefiero empezar yo.
Nos besamos primero, para ponernos a tono, aunque yo estoy bastante caliente, y parece que ella también. Me encanta sobarle el culo, es mi debilidad. Cargo con ella en brazos y la dejo sobre la encimera, como habíamos acordado. Deslizo un dedo por su vulva, y está totalmente mojada.
-¿Empezamos? –Sugiero, bastante excitado.
Ella coge el lápiz de ojos.
-Cuando quieras. –Me indica.
Empiezo suavemente, con un masaje, recorriendo con el dedo índice desde la entrada de su vagina hasta el clítoris. Ella intenta contornear la parte superior de mi ojo derecho. Avanza despacio. De reojo compruebo como aprieta los labios. Se intenta concentrar, aunque sé que cuando quiera puedo acabar con esa concentración.
Doy suaves golpes sobre el clítoris con mi pulgar, mientras la labor de mi dedo índice se centra en abrir su vagina, amagando con entrar.
Compruebo como Valeria se detiene, y deja oír su respiración. A los pocos segundos, su boca lanza un suave gemido, justo cuando mi dedo la penetra, por fin.
Mi otra mano recorre su muslo, en círculos, subiendo y bajando despacio.
Ella intenta seguir con su tarea, aunque tras apenas recorrer una cuarta parte del recorrido, se vuelve a detener.
No quiero ser malo, y dejo que acabe la parte superior de mi ojo derecho. Cuando empieza por la parte inferior, tengo ya dos de dos dentro de su vagina, pero ella no se detiene, noto como su pulso no es del todo firme, pero tiene bastante destreza. En cuanto a eso me lleva ventaja.
Casi al acabar al completo con el ojo derecho, se detiene, pues aumento el ritmo de mis dedos penetrando su vagina, y con el pulgar de mi otra mano juego con su clítoris.
Sus gemidos son bastante audibles y jadea, pero siempre vuelve a la carga, avanzando.
-El derecho ya está. –Sonríe.
-Te lo tendré que poner más difícil, entonces. –Manifiesto seriamente.
Nos besamos, realmente cachondos, yo espero con ansia mi momento.
Antes de que empiece con el ojo izquierdo, se me ocurre una idea.
Agarro sus muslos y la atraigo hacia mí, justo en el extremo de la encimera. Decido usar algo más contundente. Mientras empieza, me dedico a dar golpes con mi polla sobre su sexo. Lo restriego por su mojada vulva y amago con penetrarla. Ella sabe que lo acabaré haciendo.
-Qué cabrón eres. –Dice. Está muy cachonda, con los dientes apretados, intentando acabar cuanto antes. Sé que le encanta que haga eso. Siempre me pide que lo haga cuando follamos.
Tras varios parones, está a punto de acabar la parte superior de mi ojo izquierdo. Después de deslizar mi polla por su clítoris mientras metía dos dedos en su vagina, la penetro con mi miembro, muy agrandado por la excitación que me da la situación. Lo meto bien hasta el fondo, poco a poco. Sus gemidos son sonoros.
-Vale, pero no te puedes mover, si no es más difícil. –Acierta a decir, entre jadeos. Creo que la tengo a punto. Con el pulgar sigo estimulando su zona más erógena, pero ya no me detengo. Ella intenta acabar de dibujar, comienza la parte inferior, la última. Yo noto en mi polla todo el calor de su vagina, me encanta.
A los pocos segundos, suelta el lápiz y se corre de gusto, me coge la cabeza y acerca mi cara a la suya. Estamos en unos centímetros. Me besa, entre temblores. Yo sonrío. Me encanta que se corra.
-De momento gano yo, ¿no?
-Que te lo has creído chaval, me dice cuando se recupera.
Se incorpora junto a mí y me agarra fuertemente de los huevos con una mano, mientras con la otra acerca mi cabeza para besarme. Cuando nuestras lenguas terminan de jugar, se separa.
-Te toca. –Dice con seriedad. –Pero antes has hecho trampa. Era masturbar, pero me la metiste hasta el fondo.
-Bueno, luego no me movía, tampoco se puede considerar trampa. Pero si lo ves como una ventaja, es justo que puedas tener una ahora.
Ella asiente. Ahora sonríe. Parece tener algo en mente.
-Se me ocurre que cuando yo diga te podré hacer lo que quiera durante un minuto, sin que me puedas pintar.
-De acuerdo.
Me siento en la encimera, y agarro el lápiz de ojos. Valeria se acerca a mí, y yo la rodeo con mis piernas. Su mano se hace lo mismo con mi polla. La otra la usa para acariciarme los huevos, ahora con delicadeza. Da hasta cosquillas, pero me pone muy cachondo.
Intento concentrarme para delinear con precisión. Es la primera vez que lo hago, parecía más fácil de lo que es en realidad. Entre la excitación del juego, la necesidad de hacerlo bien, y el ritmo perfecto que lleva Valeria, hace que me cueste un mundo avanzar sin moverme.
Parece leerme la mente. Estoy muy mojado, y su mano resbala por mi polla como si yo mismo estuviera haciéndolo. Cuando pasa por mi glande siento un gran bloqueo.
Consigo terminar la parte superior del ojo derecho.
Me sigue masturbando y noto que se reduce el ritmo. Aun así, es delicioso. Con esa tregua, trato de acabar el ojo derecho. Voy bien, creo que puedo aguantar perfectamente.
-Listo. Ahora el izquierdo.
-Vale, ahora quiero usar mi ventaja.
Asiento con la cabeza, y ella acerca su boca a mi polla. Suelta una generosa cantidad de saliva sobre ella. Me encantan estas guarradas, y ella lo sabe.
Noto el calor de su boca y es una delicia. Cada vez que pierdo mi polla de vista alojándose en su boca noto que el orgasmo está más cerca. Es la primera vez que creo que voy a perder el juego. Aun así, lo disfruto mucho.
-Creo que ya ha pasado el tiempo. –Digo con la respiración algo acelerada. Me da pena que me la deje de comer, era un gustazo.
Se limpia la saliva de la boca para seguir masturbándome sin piedad, sin un segundo de tregua.
Por mi parte, intento continuar maquillando su ojo izquierdo, aunque su mano resbala frenéticamente, y noto como me derrito. Mi polla explota como un volcán. La lava cae sobre su mano, que sigue subiendo y bajando, ya más despacio. Veo como en su cara se dibuja una sonrisa. Me da un beso largo mientras me sigo corriendo de puro gusto. Mi leche está por sus tetas, sobre mis piernas…
-Guau, que placer. Has ganado, pero tu ventaja fue determinante, que lo sepas.
-Pobrecito, seguro que lo has pasado muy mal. –Dice irónicamente mientras se dirige a la ducha. –Tendrás que ducharte otra vez, ¿no?
-Creo que sí. –La sigo a la ducha dándole un azote en el trasero. Tengo ganas de más.