Juegos de tres
Despues de cada sueño o de cada momento pe placer personal me gusta poner mi fantasía por escrito. esta sea probablemente la más recurrente
Era un pequeño apartamento que compartían dos amigos. Todo empezó como una broma, y, bueno A veces no sé dónde tengo la cabeza.
Quedaba lejos de casa, no conocía el barrio, así que llegué algo tarde. Piqué al timbre de abajo, hecha un manojo de nervios. Una voz masculina me contestó:
-¿Quién?
Me quedé callada, ¿Y ahora que le respondía?
-Soy yo Eh Obsidiana.
Aquello sonaba muy raro, pero ni siquiera sabía si aquel chico iba a recordar mi nombre.
Sin decir nada, apretó el botón y la puerta soltó algo así como un quejido grave. Empujé, y entré dentro.
Cuarto piso. Mi primera intención era subir por las escaleras, pero lo mejor era no llegar sudando y casi sin aliento, así que tomé el ascensor. Mientras subía, me acicalaba en el espejo. Nunca he sido muy coqueta, es cierto, pero no nos habiamos visto por foto, y no quería desagradarles mucho. Me deshice la coleta, para volvermela a hacer, y me sequé el sudor. Alisé mi camiseta roja, y, lista. Cuarto piso.
Salí del ascensor mirando a ambos lados. Una de las puertas estaba abierta, número 2, esa era.
Piqué despacio, con mi puño tembloroso, y una voz, desde el interior, me invitó a entrar.
Pasé precavida, a fin de cuentas no conocía a aquella persona.
Cerré la puerta tras de mi, y busqué con la mirada la procedencia de aquella voz.
-Hola escuché.
Venía del pasillo. Me aproximé, y de las sombras que le otorgaba la oscuridad de la estancia, salió.
Era un chico joven, supuestamente, según él, tenía 25 años. Pelo castaño y algo despeinado, le caía sobre los ojos y no dejaba de apartarselo en un gesto repetitivo. Era más alto que yo (no hace falta mucho para eso), y estaba delgado, quizás un poco de más. Tenía un acento chulesco que no acababa de agradarme.
-Mi compañero está en el baño, sale ahora mismo- dijo, acercandose más a mí.
-Soy Alex, encantado prosiguió.
-Yo soy Nuri contesté educada, quitandome el bolso.
Una puerta se abrió y se cerró de golpe, de nuevo, del pasillo apareció alguien.
-Hola dijo- soy Victor.
Victor era más joven, tenía 23 años, y más coqueto. Acababa de salir de la ducha, e iba sin camiseta. Su torso estaba aún humedo. La imagen de mi misma lamiendo aquel torso mojado me vino a la cabeza.
Me miraban de arriba abajo, no parecía disgustarles por lo menos, así que me sentí algo aliviada.
-Sientate me dijo Alex- iré a por algo de beber.
Obedeciendo, tomé asiento, y Victor se sentó a mi lado. Mirabamos la pantalla de la televisión. Estaba muerta de la vergüenza y muy incómoda. De repente, una mano acarició mi cabello, me giré de golpe y me encontré con su cara muy cerca de mi. Me acerqué aún más y dejé que mis labios sintieran los suyos, mientras deslizaba mi mano por el torso que momentos antes había deseado lamer.
Escuché pasos, y cubitos de hielo golpeando el cristal de las copas. Alex dejó los vasos en la mesa más próxima, y se unió a nosotros sin decir nada.
Se sentó detrás mia, y sin quitarme el sueter, intentaba desabrocharme el sujetador, mientras yo seguía disfrutando de los labios de Victor, tan carnosos, tan suaves Una vez fuera, introdujo sus grandes manos bajo mi camiseta, acariciandome los pechos, agarrandomelos cun fuerza, y lamiendo mi cuello.
Giré mi cabeza y empecé a besarle a él, mientras con mi mano derecha buscaba, a tientas, el paquete de Victor.
De repente, el timbre de la puerta sonó.
Los dos se miraron y Alex salió a abrir la puerta. Poco después entró con otro chico, éste más mayor, quizás rondaba los 30. Vaya, no recordaba que esto no iba aser tan sólo un trio.
Podría haber dicho: "eh, habeis empezado sin mí", cosa que me hubiera dejado helada, pero, quizás basandose en su experiencia, no dijo nada, y se unió a nosotros, como si no acabara de llegar. El recien llegado me miró, hizo un gesto de desaprovación y me obligó a sentarme en el sofá, para luego bajarme los pantalones, quedándome sólo con el tanguita y el sueter.
Tanto Alex como Victor se lanzaron a mis pechos, levantandome la camiseta, y quitandomela con cierta brusquedad. Yo, tomando un poco el control, aparté a Victor, y me dispuse a recorder su torso con mi lengua, no quería quedarme con las ganas de hacerlo. Él estaba recostado, yo, a cuatro patas sobre él recorría su pecho con mi juguetona lengua, mientras el recién llegado (más tarde me enteraría de que se llamaba Cristian), agarraba con fuerza mi culo y me azotaba. Alex se estaba empezando a desnudar. Fui bajando hasta dar con la cremallera de su pantalón, la cual no tardó mucho en bajar el mismo. Posó su mano en mi cabeza, y me guió hasta su sexo. Era larga, aunque no muy gorda, pero estaba muy dura. Me metí su capullo en la boca y empecé a juguetear, creando en el una mueca de placer. Alex, me bajaba el tanguita, y Cristian deslizaba sus dedos por mi coño, haciendo que me mojara enseguida. El más jóven de estos, empezó a tocarme los pechos, mientras yo seguía acariciando la polla de Victor con mi lengua. De golpe, noté una lengua en mi coño, esto me hizo gemir. Alex, ya desnudo del todo, se puso de pie, apuntandome con su miembro tieso, y, poniendome cómoda, alargué mi mano y empecé a masturbarle, al mismo ritmo que chupaba la polla de su compañero. Estaba increiblemente excitada, tres hombres estaban disfrutando de mí, y yo de ellos. Victor cambió de sitio, y se dispuso a penetrarme por detrás, mientras Cristian se sentó, y me agarró fuerte del cabello, metiendome de golpe su polla en la boca, y marcandome, con fuerza, el ritmo que quería que llevara. Mientras me decía cosas como "sigue chupando, zorra", consiguiendo que me excitara aún más, y que chupara su polla con más ganas. De golpe, noté la polla de Victor entrar en mi coño, de manera directa. No necesitaba más juegos, mi coño estaba ya muy abierto y mojadito. Su polla salía y entraba con rapidez, embistiendome de vez en cuando, haciendo que la polla de su compañero entrara entera en mi boca. Alex se había apartado de mi lado, y se masturbaba mientras miraba la escena. Victor sujetaba mi cintura, y, de vez en cuando, me estiraba del cabello, haciendome gemir de placer y dolor a la vez, mientras su dura polla no dejaba de penetrarme, a una velocidad que, de haber seguido así, hubiera conseguido que me corriera enseguida.
Alex, cansado de masturbarse, agarró mi cabeza y me pusó de pie, besandome salvajemente en la boca, y sentandose él en el sofá. Entonces me subió encima de él, para que le cabalgara. Me acomodé y me metí su polla poco a poco. Sientiendo primero su capullo, y luego bajando. Me ponía muy cachonda notar como iba entrando. Con una de mis manos libres empecé a masturbar a Victor, que me besaba de vez en cuando, girando mi cara hacia él. Cristian me acariciaba el clitoris, mientras lamía mis pechos, que subían y bajaban al ritmo que me penetraba Alex. De repente, noté sus manos agarrandome con fuerza de la cintura, clavandome las uñas. "Me corro", repetía. Si, quería que se corriera dentro de mi y me dejara llena de él. En nada, sentí su semen caliente derramarse en mi. Sus manos me soltaron y se dejó caer hacia atrás. Me bajé, me arrodille frente a a Cristian, y puse su enorme polla entre mis tetas,haciendolas ir al son de arriba y abajo. Alex se había retirado a la ducha, y Victor me estimulaba desde detrás, mientras se masturbaba a la vez. Cristian no tardó mucho en correrse, llenandome las tetas de su leche, sálpicandome en la boquita. Sólo quedaba Victor, el cual me sujetó con fuerza, me tiró encima del sofá, abrió mis piernas y colocandose encima de mi, me folló, sin dejar de gritar lo perra que era. Él acabó en poco tiempo, y volví a sentirme llena de semen. Estaba cachonda, follada y llena de semen, ¿Qué más podía pedir?
Alex salió del baño, y viendome en esa situación, se arrodilló ante mi, dandome el placer de correrme. Su lengua se movía rápida, al ritmo de sus dedos que se introducían dentro de mí. Mis gemidos inundaban aquella salita. No tardé en llegar, claro, y, una vez terminado, le pedí permiso para ir al baño.
Me puse el tanguita y me dispuse a ir, para asearme un poco antes de salir. Abrí la puerta de golpe y ahí estaba Cristian. Quizás aún no había terminado