Juegos de rol (Infidelidad + Sado)
Hace tiempo que empezamos juegos de rol pero al introducir el sado la dosa de desmadró
Mi marido y yo tenemos una relación envidiable a pesar de llevar más de 20 años juntos, no podría deciros cual es el secreto pero sí que estamos muy unidos en todo, somos completamente sinceros y fieles sin ningún resquicio.
Hace unos años iniciamos juegos de rol en temas de sexo, a ambos nos gustaba, así he sido su puta, el mi gigoló, su enfermera o él mi médico…, etc.
Y el último que se le pasó por la cabeza a Juan fue el de sado, me pareció una buena idea y pensé que yo debería obedecerle en todo y si me “portaba mal” me castigaría, recibir algún cachete cariñoso en el culo no me desagrada pero cual mi sorpresa cuando quiso que fuera yo quien hiciera de ama y él de sumiso ya que en circunstancias normales Juan es bastante más dominante que yo en todos los casos, por ejemplo laboralmente mi marido dirige un departamento con muchos empleados mientras que yo no tengo a nadie a mi cargo, raramente tomo una decisión sin su aprobación y así bastantes ejemplos más.
Acordamos que día lo haríamos, necesitábamos unas horas de tranquilidad y entre hijos, familia y obligaciones no es nada fácil encontrarlo, y al día siguiente al abrir mis correos me encontré uno de Juan, esperaba que fuera cualquiera de las tonterías que circulan por internet que me reenvía, lo abrí, era una especie de contrato titulado “CONTRATO AMA-SUMISO”
Empecé a leerlo, se trataba de un auténtico contrato en el que fijábamos las condiciones en que llevaríamos el juego de rol, empezaba definiendo las fechas y horas, a partir de aquí me daba derecho a ordenarle cualquier cosa que quisiera sin ningún tipo de excepción y a castigarlo si lo que hacía no era a su entera satisfacción, era tan completo que incluso detallaba en qué circunstancias interrumpiríamos el “contrato”, por ejemplo en temas familiares (si llama su madre, pensé), además incluía cosas que obligatoriamente debía hacer, una de ellas era marcarlo con un collar como mi esclavo, no podía dejarlo a su libre albedrío ni un instante y rezaba textualmente “y si el ama quiere un rato de intimidad deberá mantener a su esclavo atado o encerrado siempre en posiciones incómodas que le recuerden su sumisión”
Me gustó que se lo tomara tan en serio así que le contesté que estaba completamente de acuerdo, serían 6 horitas de juego.
Decidí a sus espaldas preparar varias cosas, busqué unas cuerdas, un pequeño látigo, un collar de perro y una correa a la vez que pensaba en cosas que podía hacer.
Y llegó el día, a la hora en punto vino hacia mi con la cabeza baja en signo de sumisión, he de reconocer que me costaba bastante “maltratarlo”, incluso en un juego pero él estaba tan puesto en el papel que lo hice, le ordené que se arrodillara y cogí de la bolsa el collar, vi que le había encantado que me hubiese preparado, dejó que se lo pusiera, procuré no apretar mucho para que no le doliera, tras eso até la correa, me levanté y lo llevé a la cocina, le ordené que lavara los platos, sin rechistar, completamente sumiso se puso a hacerlo, la verdad es que lo hacía bastante bien pero sabía que debía hacer algo para que el juego tuviera sentido así que le dije que lo hacía mal, debía poner más jabón, tiré un poco de la correa y le di un par de cachetes en el culo, él me obedeció inmediatamente pero lo que más me sorprendió es que tras este pequeño castigo tenía un impresionante bulto en sus pantalones y ojos de excitación, le hice hacer varias tareas rutinarias, siempre atado como un perro y castigándolo ante cualquier fallo, vi que cuanto más cruel era, tanto en lo que le ordenaba como en los castigos, más excitado estaba, como os he dicho ser cruel me costaba, nunca lo habíamos hecho, pero dado como avanzaba el juego no me importaba y menos viendo como se iba excitando así que cuando estaba fregando el suelo de rodillas y no lo “hacía bien” le hice acercar, bajé los pantalones (ciertamente en los calzoncillos tenía un bulto importante), lo puse sobre mi regazó y tras bajarle los calzoncillos le azoté el culo, sus quejas eran de total excitación, jamás lo había visto así, acabó de fregar el suelo y pensé que dado que le gustaba mucho debía probar cosas más fuertes, le hice sacar toda la ropa excepto los calzoncillos, obedecía a rajatabla todas mis órdenes, lo hice sentar en una silla y cogiendo la cuerda (al verla casi se corre de excitación, su polla palpitaba en los calzoncillos) lo até con las pies en las patas y las manos en la espalda, estaba completamente a mi merced, cogí el látigo y me puse a jugar con él sobre su polla, le daba ligeros golpecitos y cuanto más fuertes eran más palpitaba, me seguía costando mucho hacer algo que pensaba le debía doler pero era lo que deseaba, además, si quería parar tenía una palabra de seguridad para hacerlo pero todo apuntaba que deseaba mas.
Ya muy puesta en el juego pensé que cosa podría “fastidiarlo” y se me ocurrió algo que siempre me ha pedido y nunca he accedido, masturbarme delante suyo, las veces que lo hago (él lo sabe, no tenemos secretos) no le permito que me vea, para mí es algo íntimo, se que se muera de ganas de verme así que me fui a la habitación, cogí mi consolador, volví y se lo enseñé, le dije que iba a masturbarme delante suyo, me tumbé en el sofá y sin sacarme nada de ropa empecé a acariciarme, me toqué las tetas, pasé la mano por encima del coño con los pantalones, poco a poco me fui excitando llegando al momento que necesitaba acariciarme directamente, lo que hice fue coger un pañuelo Y LE TAPÉ LOS OJOS, así sabría que me estoy masturbando delante suyo y no podría verlo, su empalme seguía a tope, es más, para verlo mejor le bajé los calzoncillos, volví al sofá y lentamente me masturbé, cuando me corrí lo hice de la forma más cruel que pude, lanzando gemidos impresionantes, su polla se movía sola pero sus ojos no veían nada.
Tras mi corrida recompuse mi ropa y le saqué el pañuelo, estaba rojo, sus ojos casi se salían, la polla dura como una estaca, creo que estaba dando en el clavo de lo que deseaba y a mi me empezaba a parar los reparos de ser cruel viendo que en definitiva era su deseo.
Se de su vergüenza a que le vean desnudo, recordad que tenía la polla al aire con los calzoncillos en las rodillas, las cuerdas me impedían bajarlos, se me ocurrió otra locura, llamar a nuestro vecino y amigo José, para evitar encontrarme en una situación que él no deseara se lo dije y para nada uso la palabra de seguridad, salí al rellano y llamé a su puerta, es un chico más joven que nosotros, muy simpático y amable, sabía que el que hiciéramos este juego lo le asustaría, por suerte estaba en casa solo así que le dije si podía venir a nuestra casa, aceptó un poco sorprendido pero más lo estuvo al entrar en el comedor y encontrarse a mi marido atado y desnudo, no hizo falta explicarle nada, lo entendió enseguida pero estaba bastante cortado con la situación, Juan por su parte seguía con la polla a tope, José, que al parecer entendía un poco del tema me dijo:
- Este juego es fantástico, debes hacerlo sufrir, es lo que quiere.
Inmediatamente puse en marcha mi cerebro y pensé que era lo que más podría hacer sufrir a mi marido en una situación como aquella y lo encontré enseguida, Juan es muy celoso, si hacía o pretendiera hacer algo, por poco que fuera, con José seguro que sería un gran castigo, en aquel momento di vueltas a que podía hacer, tenía que ser algo que permitiera a mi marido decir la palabra de seguridad antes que sucediera, y seguro de que la usaría, ya que tampoco era mi deseo hacerlo miré a José y le dije:
- ¿Quieres tocarme las tetas?
Se quedó unos segundos mirándome, evidentemente si quería hacerlo, esperaba que mi marido me librara de lo que había pedido a el vecino pero su boca no decía ni palabra, José se puso detrás de mí quedando yo de frente a mi marido, puso sus manos en mi vientre, no deseaba para nada que lo hiciera, estaba seguro que la palabra de seguridad me salvaría, sus manos subían lentamente y no decía nada, me miraba con cara de excitación con la polla a tope, yo temblaba de nervios, iba acercándose a mis tetas, rozaron la parte baja sin que Juan dijera nada, no podía entender que un hombre tan celoso, incluso de cosas que había hecho antes de conocerlo, estuviera viendo como otro hombre iba a tocarme las tetas y pudiendo evitarlo no lo hacía, las manos de José se pusieron encima de mis tetas, las abarcaba con fuerza, Y MI MARIDO SIN DECIR NADA!!!!!, estaba temblando y seguro que nuestro vecino lo notaba pero no paraba, seguía magreándome cada vez más fuerte y con más pasión, y si eso era poco, bajó las manos y las metió por dentro la blusa, continuó magreándome por encima del sujetador, sin dejar de hacerlo con la otra mano me la sacó, así mi marido veía como lo hacía, yo no decía nada, dejaba hacer a José con total pasividad mientras me quedaba de cintura para arriba solo cubierta con el sujetador, lo cierto es que aquello me estaba poniendo un poquito (o bastante) caliente y notaba los pezones erectos, Y JUAN SIN DECIR NADA, era incomprensible para mí aquello.
Y como que nada se oponía, ni mi marido ni yo, José puso la mano en el corchete del sujetador y lo desabrochó, siguiendo sin que nadie dijera nada este se quedó destensado, José me lo sacó, ahora tenía las tetas libres que no tardó en coger, no lo hacía nada mal y mi calentura empezaba a ser bastante elevada, y al parecer la de Juan tampoco cesaba, al igual que la de José que me clavó su paquete en el culo para que me diera cuenta que le pasaba lo mismo.
Yo ya quería cortar aquello cuando la mano del vecino empezó a bajar por mi vientre desnudo, pensé que le que llegara al coño si lo cortaría mi marido así que lo dejé hacer con cierta tranquilidad, entró los dedos en los pantalones en total silencio de los tres, para hacerlo mejor me desabrochó el botón y bajó la cremallera, sus dedos se colaron por el interior de mis braguitas, notaba como acariciaban los pelos del pubis y seguían bajando, estuve a un tris de cortarlo yo pero decidí que solo podía cortarlo mi marido, los dedos se acercaban peligrosamente a mi coño, mis pantalones se habían bajado y mi marido veía como una mano entraba en mis braguitas, los dedos llegaron al coño, los recibí con esta parte mojada, la otra mano seguía dedicándose a mis tetas, instantáneamente separé un poco las piernas lo que aprovechó para entrar un dedo en el coño y por primera vez gemí de placer, me daba unas caricias increíbles que me hacían salir de mi misma, me bajó los pantalones hasta quitármelos y también las braguitas, estaba ya en pelotas, su mano volvió a mi coño, seguía detrás mío y yo de caras a mi marido atado y excitado como nunca, aquellas caricias tan bien hechas me hacían gritar y gemir de placer, sería mi segunda corrida en poco rato pero ahora no provocada por un consolador si no por unas manos expertas de un hombre jovencito, y así pasó, me corrí como una loca entre grandes espasmos!!!!!!!!!!
Y cuando pensaba que todo se había acabado, mi ya amante ocasional y vecino me hizo tirarme hacia adelante hasta quedar arrodillada en el suelo con mi cara a pocos centímetros de la polla de mi marido, pude oír que se bajaba la bragueta, me giré asustada, vi que se estaba bajando los pantalones y de dentro salió una dura e inmensa polla, se la sacó, también se quitó la camisa, ¿me iba a follar?, sin duda, ¿lo cortaría mi marido?, podía hacerlo pero no decía nada a pesar de sus normales celos, noté como aquella polla tocaba los labios de mi vagina sin condón, sin ninguna protección, fue entrando lentamente, en cada centímetro sentía más placer, pensaba que si mi marido decía la palabra de seguridad m dejaría frustrada, necesitaba la polla en mi coño, tras muchos centímetros llegó a su tope, me sentía completamente llena de carne, era impresionante, empezó a entrarla y sacarla, en cada bombeo mi pelo rozaba las piernas de mi marido pero también me provocaban un gemido, se dedicó también a tocarme las tetas y el clítoris con las manos, era inmejorable, sin duda la mejor follada de mi vida, aquella polla me arrancaba placeres que iban acabando placeres que desconocía y orgasmos de un placer extraordinario, me llevó a casi desmayarme, mi marido me veía gozar como nunca lo había hecho con él ni con cualquier otro hombre, jamás me había corrido más de dos o tres veces y ya debía llevar una docena cuando noté que José se iba a correr en el interior de mi coño, sin duda aquella sensación de que entraba leche en mi coño hizo que tuviera el mayor de los orgasmos de aquella noche y hasta hoy de mi vida.
Y cuando ya sacó la polla me hizo ladear y me la plantó en mi boca, no dude en chupar aquel aparato que me había hecho gozar tanto, incluso si ellos suponía tragarme sus restos de leche y mis flujos, y lo que ocurrió es que de nuevo empezó a ponerse dura, me encantó así que decidí no parar, no puedo explicar exactamente que fue pasando pero acabamos en un 69 en el que, increíblemente volví a correrme varias veces hasta que noté que él ya estaba en el límite y, ante seguro la inmensa sorpresa de mi marido, dejé que su leche entrara en mi boca, algo que jamás había permitido porqué me daba asco, no fue el caso en aquel momento, era como si me apeteciera más que nada en el mundo.
Tras esto me dejó destrozada pero muy feliz, quedé desnuda tumbada en el sofá mientras José se vestía y se iba, me daba la impresión que aquello era un sueño, miraba a Juan que seguía rojo y excitado, tras unos minutos de descanso pensé que ya debía acabar con el juego a pesar de que quedaba más de una hora por lo pactado, me levanté para desatarlo pero no lo hice, si quedaba una hora debíamos aprovecharla, me arrodillé entre sus piernas y me puse a comerle la polla, en sus estado sabía que correrse podría ser casi instantáneo, lo que hice es que cuando notaba que se iba suceder cesaba y le daba golpes a la polla y los huevos, no le dejaba alcanzar el clímax, es curioso como dominar a mi marido me estaba gustando, estuve haciéndolo hasta que se acabó el tiempo, su polla debía de dolerle muchísimo pero no se quejaba, al acabar, no sin un cierto temor lo desaté, me miró con una sonrisa y allí mismo me folló, no duró mucho pero si lo suficiente para que me arrancara un orgasmo, por cierto que intentó sacar la leche en mi boca pero no le dejé, nada había cambiado en mi en condiciones de igualdad.
Ya ha pasado un tiempo de lo relatado, jamás me ha hablado de que me follara al vecino, ni he notado un solo resquicio de enfado pero tampoco nada ha cambiado en su actitud, sigue siendo tan celoso como antes, referente a José, no he podido olvidar el placer que me dio, cuando nos cruzamos en la escalera nos miramos, ambos sabemos lo que disfrutamos por un buen rato y el grato recuerdo que mantenemos.