Juegos de Oficina

Carla y Paloma, compañeras de trabajo, empiezan un juego de oficina que termina entrelazando a dos parejas.

I

Carla tiene 45 años y trabaja en una oficina con un grupo de compañeras con las que tiene muy buena relación, pero en el último año ha establecido una relación especialmente intensa con Paloma, ya que ha compartido diferentes proyectos y han pasado muchas horas trabajando juntas. Además, ambas comparten un sentido del humor ácido y picante en el que las conversaciones subidas de tono y las insinuaciones sexuales tienen bastante presencia. Y así empieza la cadena de acontecimientos que hicieron que Carla y Paloma terminasen compartiendo mucho más que chistes y anécdotas en el trabajo.

Carla está casada con Rodrigo desde hace más de 20 años. Tienen un relación maravillosa, íntima y todavía sexualmente intensa, principalmente gracias a la imaginación y las fantasías perversas que Rodrigo tiene y en las que su mujer es siempre la protagonista. Paloma está casada con Pablo, sobre el oiremos hablar más adelante. Un juego que comparten Carla y Rodrigo es enviarse fotos picantes cuando están trabajando. Van al baño o un lugar discreto y se mandan un selfie picante unos a otros. A veces quien envía la foto es Carla y a veces es Rodrigo, en ese sentido son bastante paritarios. Paloma sospechaba que algo pasaba con las fotos y mensajes que a veces recibía y mandaba Carla, la había visto sonrojarse tras mirar discretamente el móvil y también había logrado deducir que algunas veces Carla se iba al baño a hacerse fotos o incluso alguna vez, en alguna ocasión más atrevida y descontrolada, había pillado a Carla haciéndose una foto desde su propia mesa. Pero nunca había comentado o dicho nada hasta esta mañana.

Carla acaba de volver del baño de hacerse una foto y enviársela a Rodrigo. Las fotos de Carla son siempre más sensuales que explícitas (mientras que las de Rodrigo son siempre explícitas). Hoy iba especialmente guapa con un vestido muy ajustado, así que aprovechó para subirse el vestido y enviar una foto en la que la falda y el encaje de su tanga fueran protagonistas, con una sutil vista de su vello púbico en segundo plano. Al minuto, sentada en su puesto recibió una foto de Rodrigo desde el servicio de su oficina en la que se veía su polla durísima dentro del slip pero con la parte final y el capullo sobresaliendo por encima del slip. Y es cuando ya Paloma preguntó directamente:

  • ¿Le ha gustado la foto que le has mandado?

Y aunque nunca habían hablado de este “juego”,  a pesar de la confianza compartida, Carla decidió contestar con total naturalidad. Primero porque no tenía sentido ocultarlo y segundo porque la pregunta de Carla podía sugerir que los “juegos” no eran con Rodrigo y esto era algo sobre lo que no quería ninguna confusión:

-¡Vaya que si le ha gustado, en la foto la tiene a punto de explotar!

  • Jajajajajajaja!!! - contestó Paloma - ¡¡¡a ver a ver!!! Jajajajaja!!!

  • Sí hombre, es sólo mía jajajaja…

Y así siguieron trabajando tranquilamente durante un rato, pero aprovechando que Carla podía chatear directamente desde el ordenador con su marido y tenía un momento de pausa en el trabajo empezó a intercambiar mensajes:

C: Dice Paula que quiere ver la foto que me has mandado

R: Jejeje! Que me mande una foto como la que me has mandado tú y te mando otra para ella…

Y quizás porque se aburría o se sentía especialmente pícara o porque hacer llegar el mensaje a Paula era solo cuestión de dos clics (o incluso porque Carla quería ostentar su tipo con su amiga) Carla hizo llegar la petición

C: Hola Paula, dice Rodrigo que si le mandamos una foto tuya así (y adjuntó su propia foto) manda una foto para tí

P: ¡Qué cachondo! Seguro que no se atreve, jajajaja pero mira ahora te mando mi foto que hoy también he traído una tanga de encaje mortal. Si total, más gorda que la de mi marido es imposible, jajaja

E inmediatamente Paula se levantó para ir al baño aparentemente para hacerse una foto. Mientras la veía caminar Carla pensó que no es la primera vez que Paula suelta algún comentario sobre la “dotación” de su marido, comentarios que siempre la dejaban a medio camino entre la curiosidad y la desidia por la fanfarronería de su amiga. Pero siguió hablando con su marido, dado el giro que estaba tomando esta mañana en la oficina.

C: Paula se ha ido al baño a hacerse la foto, vete preparando:);)

R: Primero la evidencia y luego el premio, jejejeje

Y al momento recibió un mensaje y archivo adjunto de Paula

P: ¡Ala aquí tienes! que la disfrute Rodrigo, pero que sepas que la tuya ya se la he mandado a Pablo, que dice que es lo estrictamente justo.

(Y es aquí cuando los mensajes empezaron a volar y Carla estuvo intercambiando mensajes en dos conversaciones a toda velocidad)

C: (Reenviando el adjunto de Paula), ¡ala aquí tienes! Ahora hazme sentir orgullosa

R: !!!!!!!

C: (A Paula) ¡Que morro! ¿Y el qué? ¿qué pasa tanto que chuleas?

P: Espera que se lo digo lista!

R: (Adjuntando una imagen para Paula) ¡Aquí está lo prometido es deuda!

C: (Reenviando el mensaje a Paula) ¡Ala lista!, mira esto si que es un marido cumplidor!

La foto que había enviado Rodrigo, ahora que tanto Carla y Paula podía verla “tranquilamente” era similar a la anterior. La foto estaba hecha más desde arriba y se veía en primer plano todo el capullo y algo del tronco antes de ocultarse en el calzoncillo. Carla incluso pensó que el cabrón la tenía incluso más dura en esta foto.

Después de las risas y el revuelo Paula y Carla volvieron al trabajo. Unos minutos después sonó el móvil de Paula y ella miró discretamente el mensaje y luego escribió a su compañera:

P: Ahí la tienes, dice que no ha podido mandarla antes porque estaba en el gimnasio, pero ahora ya está en casa y acaba de salir de la ducha, no te asustes:) (con una imagen adjunta)

Carla miró la foto pero simplemente se quedó sin palabras, ni argumentos para contestar y cortar a Paula. La foto que había mandado Pablo era diferente, era un selfie de medio cuerpo desnudo en el baño de su casa recién salido de la ducha (Carla reconocía el baño de haber visitado muchas veces la casa de su amiga). No estaba dura, si acaso “morcillona”, pero incluso en ese estado y caída para abajo, simplemente era la foto de una polla increíble: gruesa y venosa (¡como sería dura!) y lo suficientemente larga para llamar la atención.

II

Carla llegó a casa a la misma hora que todos los días. Después del trasiego de la mañana en el trabajo, el día retomó su ritmo habitual y no hubo más tiempo para intercambiar ni mensajes, ni fotos. Pero Carla no llegó a casa con el estado de ánimo habitual. Estaba excitadísima, una vez terminado el día y resueltas las cuestiones de trabajo de la jornada, sus pensamientos volvieron a la foto (y la polla) de Pablo. Incluso antes de arrancar el coche volvió a abrir la foto en su móvil para poder mirarla algo más detenidamente, sin otras miradas indiscretas o su amiga estudiando sus reacciones de reojo.

Si fuera por Carla, ese día habría llegado a casa y habría follado directamente con Rodrigo, pero las obligaciones familiares y las responsabilidades de la tarde simplemente no lo permitían. Pero esa noche estaban de suerte, era un jueves en el que el hijo mayor se había ido a dormir a casa de un compañero y el pequeño se durmió pronto y rápido. Así que a las 10 de la noche estaba Carla esperando a su marido en la cama, completamente despierta (y no casi dormida como es habitual) y con muchas “ganas de guerra”. Rodrigo notó lo que se avecinaba nada más entrar en la habitación y se acercó encantado a su mujer:

  • “‘¡vaya, vaya, así que te han gustado las fotos que te han enviado hoy!, jejeje”

  • “buuuff!”, respondió Carla y agarró a su marido para que la saciara sin mayor preambulo.

Mientras follaban -porque en ese momento no estaban haciendo el amor, estaban follando- Rodrigo decidió jugar un poco y poner su pícara imaginación en marcha, mientras penetraba a Carla dijo suavemente: “pues tú eres mucho más guapa que Paloma y tienes mucho mejor tipo (lo que era verdad, pero tampoco habría sido el momento de decir lo contrario), pero al llegar a casa me he hecho una buena pajilla con la foto de Paloma”. En otras circunstancias Carla igual se habría enfadado al oír esto o simplemente le habría parecido una vulgaridad, pero ahora la excitaba oirlo e incluso hacía gracia teniendo en cuenta la fotografía que había ocupado sus pensamientos la mayor parte del día y había llevado a este punto de excitación. Así que decidió seguir el juego a Rodrigo: “¿ah sí?, contestó, “pues a mí lo que me ha puesto como una moto todo el día es la foto que Paloma me ha mandado de Pablo ¡menudo cuerpo y menuda polla!”.

Todo este diálogo había tenido lugar mientras Carla y Rodrigo follaban en la posición del misionero, con penetraciones profundas e intensas cada vez que hablaban. Pero al oír la respuesta de Carla, Rodrigo se incorporó y dejó de penetrar a Carla para darle una orden y una vuelta de tuerca más a sus juegos. Pablo era un deportista fanático y Rodrigo había estado en el gimnasio alguna vez con él, así que sabía que estaba en forma y también sabía que estaba bien dotado de las veces en las que lo había visto en el gimnasio - aunque es algo de lo que nunca había hablado directamente con Carla ya que, al igual que en el trabajo, Paula había hecho más de un comentario al respecto cuando estaban todos de copas o cenando tras un par de botellas de vino. Pero más allá de lo que ya sabía, Rodrigo le dijo a Carla que cogiera el móvil se tumbara de espaldas y abriera la foto: “te voy a follar mientras ves tranquilamente la foto de Pablo, que seguro que no las disfrutado con calma en todo el día”. Dicho y hecho, Carla se tumbó con el móvil posado en la cama y se dedicó a recrearse mientras Rodrigo la follaba con una intensidad que pocas veces había experimentado. Carla estaba excitadísima, a punto de perder el control según se acercaba su orgasmo. Rodrigo estaba también casi fuera de sí, ver a Carla excitada es lo que más le estimula en el mundo.

Pero en esta ocasión, según follaba a Carla, una imágen hasta ahora desconocida para él empezaba a formarse en su cabeza. Según sentía que Carla se acercaba al orgasmo, mirando fijamente la fotografía de Pablo, que ahora estaba en zoom con su polla ocupando toda la pantalla del móvil, empezó a imaginar que no era él quien follaba a Carla. Imaginaba a Pablo follándose a Carla, agarrándola fuertemente y penetrándola profundamente con una polla que erecta debía ser gruesa como la de un actor porno de primera fila, venosa como Carla había confesado más de una vez que le gustan y tan larga como la suya o más. Con esta polla Carla llegaría al frenesí y según pensaba esto y la imagen aparecía  con toda claridad en su mente, Rodrigo sintió como Carla llegaba al orgamso y poco después, cuando apenas Carla estaba terminando de correrse, Rodrigo explotó en un orgasmo que hace tiempo no recordaba tan intenso y con la polla más dura que había tenido en quizás años dentro de Carla.

III

Pasaron las semanas y la vida siguió su curso con normalidad. Como otras veces Carla y Paloma se fueron un día a comer juntas después del trabajo para terminar en casa de una u otra tomando un café o una copa después de comer. En esta ocasión estaban en casa de Paloma, en una comida más relajada de lo normal, ya que era un día víspera de festivo. Después de comer con más vino de lo habitual habían ido a casa de Paula y ésta sacó un licor para tomar de “sobremesa” que, según explicó Paula, reservaban para ocasiones especiales. Así estaban tomando el licor cuando Carla, inusualmente relajada y plácida, observó una silla extraña en un rincón del salón de Paula. Era una silla algo más ancha que las “normales”, pero sólo un poco más, robusta y sin reposabrazos y con la espalda y asiento recubiertos de cuero mullido granate. Además, el asiento tenía una especie de diseño ergonómico en el que se entreveía el “molde” de las piernas ligeramente entreabiertas de una persona. Así que Carla pregunto por esa silla que no había visto antes en un salón que conocía bien:

-“¿y esa silla Paloma?”

-”uupps”, contestó su amiga jocosa y fingiendo vergüenza, “nuestra sex-silla que se me olvido guardarla anoche después de usarla”.

  • ¿sex-silla? Jajajajajaja…

  • si la encargamos diseñar especialmente. Es espectacular cuando Pablo se sienta en ella y yo me monto encima de él me folla con una profundidad increíble.

Y al oír esta respuesta tan directa y sincera de Paula se formo un silencio algo embarazoso, Carla estaba sonrojada porque Paula había vuelto a la imagen que en secreto había estado ocupando todos sus pensamientos sexuales durante las últimas semanas: el pollón de Pablo. Paula, conociendo a su amiga, intuía lo que había pasado pero, como en ese momento se sentía pícara, en vez de cambiar de tema o quitar tensión a la situación decidió ir al grano:  “¿te gustó la foto de la polla de Pablo? ¿a que es preciosa?”.

Normalmente esta es un tipo de pregunta que ofendería a Carla y la que se negaría a responder (o que simplemente ignoraría jocosamente), pero en esta ocasión no pudo más que contestar sumisamente a Paula y susurrar “Sí”. Para empeorar más las cosas -o mejorar según se mire- casi en ese mismo momento llegó Pablo del trabajo y de dejar a sus hijos en casa de sus suegros donde pasarían la noche. Al entrar en el salón se encontró a su mujer y la amiga de su mujer en silencio, con una copa en la mano cada una, Paula mirando fijamente a Carla y Carla sonrojada mirando ligeramente al suelo. Además, Pablo en un vistazo a la escena, también noto que su sex-silla no estaba guardada y quedaba a la vista indiscreta de cualquier persona que entrara en el salón. Así que intuyendo que la conversación podía ser algo subida de tono (pero sin imaginarse los detalles del tema) decidió preguntar directamente: “¿qué está pasando aquí Paula, de qué estás hablando con Carla?”.

Paloma pasó directamente la pelota a Carla: “díselo Carla”. Carla lógicamente no contestó, sintiéndose más sonrojoada aún -pero a la vez excitada de una manera extraña y novedosa para ella que no llegaba a comprender. Paula volvió a repetir la pregunta de una manera imperativa, pero no agresiva, a la cual Carla una vez más simplemente se sintió sumisa:

-“Te he dicho que le digas a Pablo de que estábamos hablando”

  • Carla levantó la vista ligeramente mirando a Pablo y obediente pero terriblemente sonrojada y excitada volvió a susurrar la respuesta: “de tu polla”.

Es entonces Pablo quien tomó las riendas de la situación y dijo: “¿ah, sí? Pues espera un momento que deje estas cosas en la habitación y vuelvo para que me cuentes más?”. No pasaría más de un minuto que Paula y Carla esperaron en silencio con las mismas miradas: Paula sobre Carla y Carla mirando ligeramente hacia el suelo. Entonces entró Pablo en el salón, desnudo con el mismo cuerpo escultural que en la foto y la polla morcillona como la recordaba Carla de la foto. Se sentó en la sex-silla, asumiendo la posición que estaba perfectamente delineada para él y mirando a Carla dijo: ”¿y qué es lo que estabais diciendo de mi polla?”.

En el futuro cada vez que Carla volvía a recordar esta tarde no lograba comprender del todo lo que pasó entonces, si era simplemente que estaba excitada, si había bebido algo más de lo habitual o si el “licor especial” que le ofreció su amiga tenía algo más que licor. El caso es que esa tarde, prácticamente desde la primera pregunta de Paula se sintió sumisa a Paula y Pablo y con la convicción de que sólo obedecer a las peticiones de su pareja amiga liberaría la tensión sexual que llevaba acumulando durante semanas y que esa misma tarde empezaba a brotar imparablemente. Y es este estado mental el que precipitó el resto de las acciones de la tarde.

  • “Contesa Carla”, le dijo Paula.

  • “De lo preciosa e increíble que es tu polla”, contestó Carla mirando fijamente la polla de Pablo (la cual ante sus ojos estaba poniéndose cada vez más dura y logrando unas dimensiones que nunca había imaginado).

  • mirando fijamente a Carla y sonriendo Pablo preguntó desde su posición, “¿te gustaría tocarla?”.

Y esta vez Carla no contesto simplemente se levantó de su silla, se acercó a Pablo, se arrodillo a su lado y empezó a acariciar la polla de Pablo. Acarició el mástil que era esa polla con las dos manos, recorriendo el capullo y la erección en toda su plenitud. Pero apenas tras uno o dos minutos acariciandola y sin pedir permiso ni a Pablo, ni a su amiga acercó su boca a esa polla y empezó a lamerla: primero por los lados, recorriendo de arriba a abajo la polla con su lengua, luego empezó a lamer el capullo -que era casi tan grueso y suave como un pequeño melocotón- y, finalmente, se incorporó algo más para intentar meter la polla en su boca. Paula hasta entonces no se había movido de su silla, miraba sonriente a Carla e intercambiaba miradas con su marido mientras terminada su vaso de licor. Pero al ver que Carla iba a meterse toda la polla de Pablo en la boca la interrumpió y dijo:

  • ”Para Carla, puedes tocar y lamer la polla de Pablo pero solo yo puedo chuparla completamente”.  Carla obedeció, sacó la polla de su boca -sin dejar de agarrarla- y miró a Paula. Entonces Paula siguió hablando. “Si quieres hoy puedes follar con Pablo y sentir esa polla dentro de tí, eres mi mejor amiga y quiero que sepas de primera mano de lo que estoy hablando cada vez que hago un comentario sobre su polla” y contínuo, “pero si aceptas, es con estas reglas: Nº1: hoy será la primera y única vez que folles con Pablo; Nº2: Pablo no se va a mover de esa silla; Nº3: No puedes quitarte la ropa, sólo las bragas y medias para poder ser penetrada; Nº4: No puedes besar a Pablo pero puedes hacer lo que quieras con tus manos.

Sin decir palabra, Carla asintió a estas condiciones y se levantó para quitarse las medias y las bragas. Estaba desatada, sólo quería sentir la polla de Pablo dentro de ella. Así que teniendo a Pablo desnudo, con la polla más grande y más dura que había visto en su vida, sentado en la silla, se sentó sobre él dándole la espalda y se dejó impalar por la increíble polla de Pablo. Carla estaba muy húmeda y lubricada, así que la polla entró con facilidad, aunque Carla dejó caerse suavemente para poder sentir como cada centímetro de esta nuevo polla entraba en su cuerpo y la dilataba poco a poco como nunca había sentido durante el acto sexual.

Así estuvo unos minutos disfrutando descontroladamente montando ella a Pablo y haciendo todo el movimiento. Entonces Paula se levantó y le dijo a Carla que se levantara: “date la vuelta y vuelve a montar sobre Pablo”. Así hizo Carla y se encontró sentada y penetrada por Pablo con sus cuerpos pegados y en una posición tan íntima que parecía difícil no romper la regla Nº4. Pero entonces Paula se acercó con una silla y se colocó sentada soportando la espalda de Carla y ayudó a Carla a levantar sus piernas  y ponerlas apoyadas en los hombros de Pablo. La postura era de “kamasutra avanzado”, pero con Paula sujetando su espalda y con el cuerpo reclinado hacia atrás, Carla se sentía tremendamente cómoda (y, por supuesto, excitadísima). Y entonces dijo Paula: “ahora no te muevas, Pablo te va a follar de una manera en la vas a sentir una polla lo más profundo que has sentido en tu vida”. Fue decir esto y Pablo empezó a moverse él: levantaba y bajaba su culo de la silla mientras agarraba las piernas de Carla y la penetraba con una profundidad inusitada. Pablo no follaba muy rápido, no la estaba taladrando, de hecho se movía más despacio de lo que había estado moviéndose Carla antes sobre él. Pero la penetraba con fuerza y muy profundamente. Apenas pasaron unos minutos del mejor sexo que, sin duda, Carla había tenido en su vida cuando Carla sintió su primer orgasmo. Se corrió intensamente, chillando, agarrando las manos de su amiga Paula que en ese momento acariciaba sus pechos por encima de su ropa. Sin embargo, al terminar este primer orgasmo Pablo no hizo ningún ademán por parar y continuó follandola.

Carla pensó que sería cuestión de algunos momentos más hasta que Pablo también se corriera, pero no fue así. Por el contrario, Carla lejos de sentirse molesta empezó a excitarse de nuevo y sentir como se acumulaba un nuevo orgasmo y a los pocos minutos volvió a correrse. Esta vez en un orgamso menos explosivo, pero igualmente intenso y más largo. Poco después, ahora sí, Pablo se corrió: sacó su enorme polla y levantó ligeramente la falda de Carla para depositar varios chorros de semen espeso sobre el pubis meticulosamente depilado de Carla.

IV

Unos instantes después, sin apenas intentos por tener un momento íntimo post-coito que no tenía sentido, Paula sin más preámbulo le dijo a su amiga: “ponte las bragas, las medias me las quedo yo, no te limpies, ni arregles, coge tus cosas y vete a casa”. Carla obedeció sin decir palabra - de hecho desde que contestó a la última pregunta que la habían hecho no había vuelto a hablar. Unos instantes después estaba en su coche de camino a casa pensando que tenía que contarle con todo lujo de detalles lo que acababa de suceder a su marido. No sabía exactamente cómo se lo tomaría, pero tenía una sospecha más que razonable de que iba a agradarle mucho la noticia.