Juegos de Matrimonio, (Inicio bisexual de Carlos)
Mis primeros momentos bisex.
JUEGOS DE MATRIMONIO (Inicio bisexual de Carlos)
En nuestro relato inicial anterior, hacía mención a algunas experiencias personales en época anterior a la relación de pareja con Ana. Era un joven de 16 años y acudíamos a una fiesta popular de verano en un famoso y turístico pueblo marinero asturiano. Por razones evidentes, que en aquellos años se realizaba con frecuencia, nos alojábamos en tiendas de camping en una zona playera próxima al pueblo. Éramos 4 amigos, dos de 16, otro 19 y otro de 21, que era el que tenía las tiendas de camping. Este, que era guapo y ligón, siempre conseguía alguna chica turista con la que se enrollaba en las fiestas, al resto nos tocaba intentar y luchar para conseguir algo interesante.
El segundo día, nuestro amigo ligó con una chica francesa que acudía a las fiestas en compañía de un grupo de amigos. No hubo suerte para el resto y había que conformarse con tomar copas y seguir intentándolo.
Nos avisó que, tras la verbena, irían los dos a la tienda donde se ubicaban los dos mayores, pidiendo que el resto nos mantuviéramos en la otra. Cuando llegamos, ellos ya estaban en plena faena y podíamos oír como se reían y algún que otro gemido.
Algo calientes por las copas y el festín que se estaban dando, nuestra excitación fue en aumento y prestábamos mucha atención a sus gemidos. No hace falta expresar la dureza de nuestros penes, deseosos de sexo, que abultaban nuestros bañadores.
El otro amigo, de 19 años, que se había visto desplazado de su tienda para favorecer a la pareja, tenía más experiencia que nosotros, estudiaba medicina en Santiago y siempre se declaraba abierto al mundo del sexo. Nos contaba de algunas fiestas estudiantiles de colegio Mayor y de pisos de compañeros de facultad, donde, en grupos reducidos y con gente de confianza, se montaban algunas pequeñas orgías. Había reconocido incluso su bisexualidad.
En aquel momento de la noche, y dado que cada vez estábamos más calientes con lo que oíamos, nos animó a hacernos unas pajas para paliar aquella situación. Yo nunca me había masturbado delante de nadie y la posibilidad de ver a otros hacerlo en mi presencia, me pareció morboso y excitante. El, se quitó el bañador, que era lo único que llevábamos puesto, y apareció ante nosotros una gran polla, dura, erecta y mojada que llamó mi atención.
Comenzó a acariciarse y al ver que no le seguíamos el juego, nos animó a hacerlo
- Quitaros los bañadores, no seáis tímidos
Los dos jóvenes, tras mirarnos, asentimos y nos quedamos desnudos mostrando, también, nuestras pollas en igualdad de situación.
Los gemidos de al lado seguían y estábamos a punto de reventar los tres; Luís, nuestro amigo mayor, nos preguntó
- Nunca os han hecho una paja otras manos?
- No, dije yo, al igual que mi otro amigo
- Pues ya va siendo hora, es el momento y el lugar apropiado.
Y dicho esto colocó su mano sobre mi polla y cogió la mía para ponerla en la suya, mientras el otro nos miraba y se masturbaba.
Luís se puso en medio de los dos y agarró una polla en cada mano, pidiendo que nosotros cogiéramos la suya. Ya había tal calentura que obedecimos sin rechistar y le proporcionamos una corrida tremenda, llenándonos las manos y brazos de su caliente y abundante leche. Aquello me excitó muchísimo y sentí un deseo inmenso de tragarme aquella atractiva polla. Con un dedo recogió parte del semen y lo metió en mi boca, mientras nuestro amigo se corría por la insistencia de la paja que Luís se propiciaba.
Ahora, con dos de sus dedos llenos de semen, abre de nuevo mi boca y los mueve en el interior, actuando como un mete saca, para a continuación dirigir mi cabeza a su polla. La mamé con ganas y dejé que la mano de mi amigo, aún mojada de mi boca, comenzase a acariciar mi culo, con un dedo juguetón que aumentaba mi excitación. Un grito, producido por el dolor de su entrada, hizo que Luís relajara un poco su entrada manual en mi culo, pero mantenía esa caricia continua que me llevó al éxtasis.
Una vez satisfecha nuestra calentura y dado que a esa hora de la madrugada no había nadie a la vista, salimos desnudos y nos dimos un baño en el fresquito Cantábrico. Nos pusimos el bañador y nos metimos a dormir. Ahora el silencio era total lo que indicaba que nuestra pareja vecina habían concluido con su actividad.
Me costó dormirme, asimilando la experiencia placentera que había vivido y notando como mi pene se volvía a empinar; pasado un tiempo y ante el profundo sueño de mis compañeros, me masturbé en mi soledad, cubierto con mi toalla de playa.
Ya habían pasado unos días cuando Luís me propuso que lo acompañase a ver a un amigo suyo, Rafael, pintor y escultor, ya cargado de años, que tenía un estudio en nuestra ciudad y donde él acudía con cierta frecuencia para hacer algún posado.
- Es encantador, amable, educado y nos invita a copas, dándonos, además, algunas pesetillas, moneda en vigor en aquellos años, por realizar unos posados para él, me comentó mi amigo.
Y allí nos encontramos con el artista quien me examinó con su visión profesional, alabando algunas cualidades de mi cara y mi cuerpo. Me preguntó si querría posar para un boceto y acepté. Me desnudé y seguí sus instrucciones para hacer un boceto mientras Luís le hacía comentarios sobre mi cuerpo y como me había gustado el juego bisexual; Rafael le animó a que posara sus manos sobre mi anatomía e iniciase un juego erótico conmigo. Yo acepté y me deje ir. Poco después, estaba totalmente empalmado y pidiendo caricias y buscando la polla de mí amigo. Rafael se despojó de una bata que llevaba como única prenda, quedando completamente desnudo ante nosotros. Se acercó y acarició mi polla, la besó, y comenzó a jugar con su lengua por ella, llegando a mis huevos hasta que la metió entera en la boca arrancándome una corrida descomunal; después me pidió que le hiciera lo mismo y acepté encantado. Sentí su semen en mi boca que me tuve que tragar, recordándome aquel sabor de poco tiempo atrás.
Volví en más ocasiones, ya si mi amigo Luís, a visitar a Rafaél. Es curioso pero, jamás me propuso la penetración, con lo cual, salvo inserciones digitales, seguí virgen.
A ninguna de las chicas con las que salía la hablé de mis apetencias bisexuales, sin que esto mermara en absoluto mi deseo continuo de sexo con mujeres.
Pero, supongo que algunos entenderán como yo, si han pasado por ello, que esa apetencia bisex, te lleva en ciertos momentos, a dar salida a tus deseos y buscar lugares para ello.
Esto me llevó a aquellas tiendas X, con cabinas de proyecciones privadas, que en su momento se pusieron de moda en todas partes. Elegías una cinta, pagabas el alquiler y entrabas en un habitáculo de reducidas dimensiones con una silla, un papel higiénico y una pequeña pantalla donde se proyectaba tu selección. En una de mis frecuentes visitas y seleccionando una de tres machos, se me acercó un chico haciéndome valoraciones sobre la cinta y ofreciéndose, cuando lo deseara. Al cabo de un tiempo, ya completamente excitado, abrí la puerta e invité al chico a entrar. Me hizo una mamada descomunal.
Este juego, también se produjo en otras ocasiones.
Ahora, con Ana, hacemos juegos bisex que ya he explicado en otra ocasión y dependiendo de los intercambios que practicamos.
Matricam (Carlos)
Abril de 2020