Juegos de matrimonio - Después del trabajo

Allí estaba esperando en el portal de casa, fumando un cigarro. Estaba nervioso, una vez más iba a poder disfrutar de mi sumisa y eso como siempre hacia que mi cabeza se abarrotara de mil pensamientos y diabluras

Allí estaba esperando en el portal de casa, fumando un cigarro. Estaba nervioso, una vez más iba  a poder disfrutar de mi sumisa y eso como siempre hacia que  mi cabeza se abarrotara de mil pensamientos y diabluras. Estaba concentrado mirando cómo la gente pasaba por la calle cuando oí el sonido de la puerta del portal. Me gire y la vi de pie frente al portal con su abrigo marrón y unos zapatos de tacón que hacía que alcanzara el 1.70.  Tenía el abrigo abrochado y solo se veían sus piernas desde donde acababa el abrigo hasta los zapatos de tacón.

-          Hola, estas muy guapa. ¿Estás preparada?

-          Si. ¿Dónde vamos?

-          Ya lo veremos. Ven acércate, quiero asegurarme que vas como te había ordenado.

Abrí levemente el abrigo y pude ver como llevaba un traje de enfermera porno sin sujetador y sin bragas.

-          Bien, veo que estas cumpliendo mis órdenes.

-          Siempre lo hago mi amo.

Mi polla ya estaba como un resorte, de tener a mi mujer tan dispuesta para mí. Así que decidí añadir un poco mas de morbo. Y nos dirigimos a un bar frecuentado por yupis de esos que trabajan en grandes consultoras, que se encontraba cerca de casa.

Llegamos al bar y para nuestra sorpresa había mucha más gente de lo que esperábamos. Nos acercamos a la barra Virgi iba agarrada a mí con su abrigo marrón y pude ver como varios de los chicos del bar se giraban para observarla. Pedimos una cerveza y un vaso de vino tinto y buscamos un sitio donde poder sentarnos tranquilamente y disfrutar.

-          Ven, vamos a sentarnos en esos sofás.

-          Donde tú quieras. ¿Cómo quieres que me ponga?

-          Ponte de espaldas a la barra y sentada con las piernas abiertas hacia mí.

Con esa posición podía ver todo el bar y podía disfrutar del coño de mi mujer a mi antojo. La aparte un poco el abrigo y empecé a juguetear con mis dedos por su piernas, Notaba como iba excitándose por flujo que emanaba de su coño.

-          ¿Qué le pasa a mi putita? Estas cachonda?

-          Mucho. Mira como me chorrea el coño

Aproxime mis dedos a su coño y empecé a jugar con él. Su boca se entreabría y ponía una cara de salida y putona, que mi polla empezaba a soltar el líquido pre seminal.  La gente nos miraba extrañados porque a pesar del calor del bar, Virgi no se había quitado el abrigo y seguramente mi cara y la de mi mujer les hacia imaginar que algo raro estaba sucediendo.

Seguí masajeando un rato más el clítoris de Virgi, mientras me acercaba a besarla.

-          Me encanta, que estés así de cachonda para mí. Te voy a follar por todos los sitios. ¿lo sabes verdad?

-          Soy toda tuya. Ya lo sabes, puedes hacer conmigo lo que quieras.

-          Eso me gusta, creo que deberíamos irnos a casa. Parece que tu coño está deseando sentir mi polla.

Nos levantamos y pasamos a través de un grupo de chicos que miraron descaradamente  a Virgi, seguramente porque sus flujos se habían resbalado por las piernas y llevaba una cara de zorra que era imposible que pasara desapercibida.

Afortunadamente nuestra casa quedaba a menos de 5 minutos de aquel bar, así que enseguida llegamos. Nada más abrir la puerta de casa, la quite el abrigo y la empecé a besar con fuerza. Mientras mis manos recorrían sus tetas y su culo. Su respiración estaba acelerada y podía notar su deseo por cómo me besaba.

-          Virgi, te estás portando muy bien. Si sigues así no voy a castigarte más de la cuenta. Ahora voy a quitarme el traje. Sabes lo que tienes que hacer verdad?

-          Si mi amo, quiere que me ponga aquí en posición de espera.

-          Si, no tardare.

Según iba andando por el pasillo, eche la vista atrás y pude ver como se quedaba de rodillas mirando hacia la puerta  con los tacones puestos y la cabeza sobre sus manos. El traje de enfermera en esa postura dejaba su precioso coño totalmente expuesto a mí.

Me quite el traje y salí de la habitación con mis calzoncillos negros y la polla dura como una piedra, y fui aproximándome a ella, que seguía en posición de espera. Acerque mis dedos por detrás acariciando su coño desde el clítoris hasta el culo.

-          Mmm, veo que te ha puesto cachonda estar así en la calle. Y que te tocase el coño delante de todo el bar

-          Si amo, me he puesto muy cachonda.

-          Bien, ven hasta el salón. Creo que quieres comerte esta polla verdad?

-          Amo, yo hago lo que tú quieras.

-          Claro que si por eso eres mi putita. Así que ven aquí que vas a comerte un poco esta polla.

Me senté en el sofá y me quite los calzoncillos, saltando mi polla como si tuviera un muelle dentro. Mientras Virgi estaba de rodillas sobre la alfombra mirándome con esos ojos de lujuria. (Hubiese jurado que estaba hasta salivando de pensar que iba a meterse mi polla en la boca.)

La agarre de la cabeza y la acerque hacia mí. Ahora ya puedes comerte tu polla. Que se que estabas deseándolo.

Empezó a comerme la polla suavemente, veía su lengua recorrer toda su base desde los  huevos hasta que terminaba engulléndola entera. Su boca desprendía tanta saliva que estaba mi polla empapada (me encanta cuando lo hace), mis manos empezaron a pellizcar  sus pezones mientras ella incrementaba el ritmo de su mamada.

-          Te gusta comerme la polla, verdad mi putita

-          Me encanta señor.  Puede apretarme un poco más los pezones.

Mis dedos intentaban juntarse apretando con tanta fuerza que pensé que iba a reventarla el pezón. Pero comprobé con mi otra mano que lo único que estaba reventándola era el coño de lo cachonda que se estaba poniendo.   Tenía el clítoris hinchado y mi mano estaba empapada de sus flujos.

-          Bueno creo que voy a tener que follar a esta putita, porque tiene el coño muy cachondo.

-          Si por favor, follame. Necesito que me folles.

Oír eso mientras tiene su boca llena con  tu polla hace que no te retrases ni un segundo. Así que la incorpore de la alfombra y poniéndola a cuatro patas sobre el sofá, comencé a meter mi polla con fuerza en su coño. Sus gemidos se mezclaban con el retumbar de mis huevos en su culo. Y con los azotes que la propinaba con cada nueva embestida.  Agarrándola fuerte del cuello desde atrás sentí como comenzó mi orgasmo y se fundía con el suyo. Quedando ambos exhaustos sobre el sofá.

-          Me ha encantado, vida.

-          A mí también.

-          Aunque sabes una cosa

-          Que

-          Aun sigues siendo mi putita y creo que te dije que iba a follarte por todos los sitios