Juegos de Matrimonio: De turismo con Juan

Escapada de fin de semana, amigos, fiesta y el whatsapp, que hizo de catalizador.

JUEGOS DE MATRIMONIO:  De turismo con Juan

Juan y Dora se han separado; ella tiene un carácter fuerte y el llegó al límite, así qué han puesto fin a su relación. El sigue saliendo con nuestro grupo y ella ha optado por alejarse, pues, en realidad,  Juan ha sido nuestro amigo desde jóvenes e inicialmente novio de Ana. (Véase el relato “Juegos de Matrimonio: Los comienzos con Ana”).

Ana y yo continuamos con nuestro plan de escapadas cortas de fin de semana y a lugares no excesivamente distantes. En la página de Swingers a la que pertenecemos, contactamos con otras parejas y quedamos en sitios intermedios o en su residencia, si estos pueden alojar. Unas veces hay plan y otras no surge nada.

En el mes de Junio del  pasado año comenzamos a preparar una escapada de fin de semana, como hacemos en algunas ocasiones y nos decidimos por turismo interior, siendo el lugar elegido la cercana ciudad de Cangas, una villa minera en el interior de Asturias, donde tenemos algunos amigos verticales. Como siempre, colgamos nuestro proyecto de viaje en la webb y nadie estaba por la zona o no les interesaba, por lo que decidimos ir solos.

Juan, que sigue solo y libre, estaba algo depre y dándole vueltas a su separación reciente, mientras nosotros lo animamos a superarlo. Fue Ana la que me comentó, en una noche de sexo en casa, la posibilidad de invitarlo a acompañarnos en dicha escapada.

-          Seguro que le viene bien salir de su rutina y disfrutar de los buenos vinos y gastronomía  de esa zona, comentó Ana.

-          Pones cara de pícara, le dije yo, seguro que buscas algo.., le dije

-          Ya sabes, en ocasiones surgen cosas imprevistas que resultan geniales, y se rió provocativa.

Así fue, que le comenté a Juan el plan y consultando sus compromisos para esa fecha, aceptó encantado

Reservamos en un bonito y conocido Parador Nacional que hay muy cercano,  a donde llegamos al mediodía del sábado. Nos instalamos en nuestras habitaciones y nos desplazamos en taxi al centro de la ciudad,  y allí nos encontramos con algunos amigos del lugar.

Las típicas rondas de los buenos vinos de Cangas, las tapas y el buen humor nos hicieron pasar de forma rápida las horas y fuimos llenando de alcohol nuestros cuerpos.

Ana, se encontraba feliz, disfrutando del ambiente distendido y sus ojos empezaban a delatar que estaba en plenitud de deseo. Me miraba sonriente y me lanzaba besitos provocadores.

Dado que había varios amigos verticales (no swingers), y viendo que estaba algo calentita, me comuniqué con ella a través del whatsapp; yo miraba como leía mis mensajes y seguía su juego.

-          Estás caliente?, le pregunté

-          Sí, bastante caliente me respondió

-          Quieres polla?

-          Ummmm, por supuesto, me la das?

-          Quieres jugar en la distancia?

-          Sí, pero ojo, que hay gente ajena..me respondió. Que quieres?

-          Vete al baño y quítate el sujetador, quiero disfrutar de tus tetas sin ataduras.

-          Carlos, con esta camiseta blanca que llevo, se me van a notar mucho los pezones..

-          Mejor, Ana, quiero ver cómo te miran, los tíos y las tías

-          Tu mandas

Ana desapareció al baño, regresó y se quitó una rebeca que llevaba puesta, dejando  como prenda exterior su camiseta blanca que mostraba el contorno de sus buenas tetas, lo que no pasó  inadvertido para el resto de amigos, incluido Juan, que le lanzó una pícara sonrisa.

Seguimos de rondas y vuelta al whatsapp:

-          Estás buenísima, quiero darte lo tuyo..le dije

-          Si continúo tomando vinos, me voy a pasar de vueltas

-          Quiero que te quites las bragas, le propuse

-          ¿Las bragas?, voy a estar incómoda sin ellas, te recuerdo que llevo falda vaquera..respondió

-          Mejor, así si te abres bien, podemos verte el coñito rico.

-          Jajajaja, eres un pervertido y me llevas por el mal camino..

Y de nuevo, en otro bar, vuelta al baño y en la distancia me muestra sus bragas metidas en el bolso

-      Tus deseos están cumplidos

Le lancé un beso cariñoso y le dije

-      En cuanto tengas ocasión, te sientas frente a mí y abres disimuladamente las piernas para verte

-          Me estoy poniendo muy caliente y ya sabes lo que quiero..

Poco después la observé, me miro con ojos brillantes, abrió ligeramente las piernas y remangó un poquito su falda vaquera. Pude ver, con cierto cuidado, su coñito depilado y húmedo. Pero no era yo el único pues Juan, que se había percatado del juego, también la vio y se rieron entre sí.

Seguimos de rondas y ya con menos amigos. Vi como Juan se acercaba a Ana y disimuladamente le acariciaba el culo; ella, en cuanto tuvo ocasión y como si mantuviera una conversación con él, le apoyó las tetas en su espada. Verla juguetear con disimulo me ponía muy caliente y, hasta pude observar como Paloma, la mujer de un amigo, se fijaba continuamente en sus tetas.

Poco después, fue Paloma la que sintió el apoyo de Ana en su espalda, sus tetas clavadas sobre ella y el roce de su cuerpo por detrás.  Verlas juntas, con sus camisetas marcando las tetas era algo que daba placer. He visto tetas buenas, apetecibles, provocadoras, pero he de admitir que las de Paloma me volvieron a causar sensación.

Quise imaginar un trío con Paloma, Ana y yo, pero, aunque sé que a Paloma podría ponerle estar con Ana, no se atrevería a dar el paso, y mucho menos en el Parador donde estábamos alojados, pues en muy conocida en la ciudad.

En un bar hicimos por coincidir Ana y yo en la entrada del baño, le metí la mano entre sus piernas y pude apreciar lo mojada que estaba.

-          Entre las miradas que me lanzan, los piropos de los amigos, como se queda Paloma conmigo, ir sin sujetador, sin bragas y los vinos me estoy poniendo a tope

-          Sabes que vas a tener sexo toda la tarde

-          Si, lo sé, pero es que estoy muy caliente, así que voy a hacer una cosa: Voy a coger un taxi e irme al Parador, darme una ducha y prepararme para cuando vuelvas. No tardes mucho, vale?

-          Por qué no le dices a Paloma que te acompañe?

-          Ufff, estás loco?  Cómo le explica a su marido que se va conmigo al Parador?  además, tampoco es seguro que quiera follar contigo y conmigo; a mí me come con la mirada, pero… no sé si llegaría a tanto.

-          Pues me había imaginado algunas escenas…jajaja.

-          Lo supongo, a mí también me apetece, pero en esta ocasión no me parece prudente.

Ana, se despidió del grupo entre negativas a que se fuese, pero si continuaba bebiendo se pasaría de vueltas y no era plan.

-          No tardes mucho, me dijo

-          Tranquila, otra ronda y me voy.

Así fue, visitamos otro bar y al poco después recibo un whatsapp de Ana

-          Cuando vienes?, me he duchado, untado en crema y estoy dispuesta para follar.

-          En unos minutos me voy, le dije

No habían pasado 5 minutos cuando recibo otro más.

-          Qué prefieres, los vinos o esto?

La frase venía acompaña de una foto suya, totalmente desnuda, tumbada en la cama y con los brazos y las piernas abiertas, como reclamando que alguien se metiera entre ellos.

No pude evitar una inminente excitación y una sonrisa de morbo; cuando Ana provoca lo hace de forma vehemente. Pero, cuál sería mi sorpresa cuando observo que a Juan también le llega otro whatsapp, lo mira, se ríe, me mira a mí y dice.

-          Cuando te vayas, yo me voy contigo

También Paloma, curiosamente, recibe otro, lo mira y cierra el móvil con rapidez; a los dos minutos otros más y su marido le pregunta

-          Paloma, quien te manda tantos whatsapps?

-          Mi madre, dice ella, ya sabes que a veces es muy pesada.

Juan y yo nos dirigimos a la parada de taxis para irnos al Parador y, sentados atrás, me enseña el móvil con la misma foto que Ana me envió a mí. Verla así, de nuevo, me excitó muchísimo

-          Está para la mano, hay que hacerla gozar, le dije

-          Me muero de ganas, dijo Juan

-          Tengo en el hotel un kit de sexo que siempre llevamos con nosotros, a saber: Preservativos, consoladores, lubricantes y también algo de viagra, así que nos tomaremos una para estar a buen tono.

Llegamos al Parador y nos fuimos de frente a nuestra habitación, que estaba en penumbra, pues Ana había corrido las cortinas y entraba poca luz, lo que daba un ambiente muy morboso.

Juan, se quedó junto a la puerta de entrada, cerca del baño, según habíamos planeado él y yo, donde se desnudaría y esperaría mi señal para acercarse a la cama. Yo me acerqué a Ana, que destapó la sábana para mostrarse igual que en la foto que me había enviado. Sobre la cama estaba abierta la bolsa del sexo, de donde había extraído un consolador con el que mantenía su calentura y también el tubo de gel, imprescindible para una buena lubricación

-          Voy a tomarme una viagra, le dije, así me ayudará a mantener la erección más tiempo

-          Vienes sólo, me preguntó?

-          Claro, esperabas a alguien más?

-          Pensé que Juan se animaría a venir.

-          No, se ha quedado con la gente tomando una copa

Cogí otra pastilla y fui hacia el baño, en el pasillo de entrada de la habitación, donde Juan, ya desnudo, esperaba mi aviso. Le di la píldora y volví junto a Ana para empezar a desnudarme. Desnuda, abierta, caliente y deseando placer, Ana parecía una diosa del sexo.

Me tumbé junto a ella y comencé a besarla, a lamerla, a acariciarla, mientras ella comenzaba a contornear su cuerpo buscando rozarse con el mío. Besé sus pezones, su cuello, su vientre, su boca, metí mi polla dura entre sus maravillosos pechos y comencé rozarla contra ellos; la típica “cubana” en el mundo del sexo.

En cuanto pudo, agarró mi miembro y se lo llevó a la boca, tragándolo con ansia, para seguir como unas lamidas a todo lo largo mientras mis manos iniciaban la exploración de tu entrepierna.

-          Cómo necesitaba esta polla, mi susurró.

-          Te gustaría que estuviera también Juan?, pregunté

-          Ummm, sabes que sí, que me encanta estar con los dos, y sé que tu también lo disfrutas, ¿sabes si vendrá más tarde?.

-          Puedo invocarlo si quieres, tal vez por arte de magia aparezca, y dije: Juan, aparece.

Ella se rió y dijo: No estaría de más, hoy tengo el día sucio, sucio

Me di la vuelta, tumbándome boca arriba y ella se subió encima, rozando su coño con mi polla y notando su humedad total.

Juan, se acercó sigiloso y se encontró a Ana cabalgando sobre mí y de espaldas a él. Posicionó sus manos sobre las tetas de ella, la cual pegó un gritito del susto recibido.

-          Joder, que susto me has dado Juan, de donde has salido?

-          Siempre he estado aquí, deseándote. Ahora llegó el momento

Se arrodillo sobre la cama, a mi lado, y coloco su, ya dura, verga frente a la boca de Ana, que también engulló con avidez.

La tumbamos en la cama, boca arriba y mientras yo atacaba su parte alta, el lo hacía en su parte baja, mientras que Ana se entregaba jadeante al placer que estaba recibiendo.

Ana y yo no usamos preservativos, pero el resto está obligado, así que le proporciones uno a mi amigo en espera de una penetración inminente.

-          Que gana tenía de volver a teneros a los dos para mí. Quiero que me folleis sin reparos.

Mientras yo situaba mis piernas en torno a la cabeza de Ana, tumbada boca arriba, Juan le abrió sus piernas y la penetró con ansia. Ella, acusó el impacto y comenzó a gemir, se tocaba sus pezones, los pellizcaba mientras su boca degustaba mi polla. Se corrió en unos minutos.

Juan siguió su bombeo hasta que presentía su eyaculación, entonces saco su pene de la vagina de ella y se corrió sobre sus pechos, su cara y su boca. Yo, mientras, me acariciaba mi polla, tratando de aguantar para ocupar el puesto de Juan. Este se apartó y yo me entregué a ese cuerpo de mujer, recién follada, empapada en sudor y olor seminal, que cerró sus piernas abrazando mi cuerpo, fajándome contra ella y sus manos apretando mi culo para que no sacara mi polla de dentro hasta que juntos arrancamos mi orgasmo. Con su mano, guió mi cabeza y mi boca a sus pechos y su boca para que lamiera el semen de Juan. Así lo hice y sentí un inmenso placer al tragarlo.

Nos quedamos un rato relajados y descansando los tres juntos sobre la cama, Ana en medio de los dos y acariciando nuestras pollas, mientras nuestras manos recorrían con delicadeza su cuerpo: sus tetas, su culo, su coño..

Cuando íbamos a retomar otra embestida, sonó mí móvil. Era el marido de Paloma, Alberto, que estaba reservando para cenar y nos contaba los planes para la noche.

-          La noche es joven, comentó Ana,.

Dijimos que sí y quedamos en vernos una hora más tarde para tomar algo antes de ir al restaurante.

Acordamos posponer la fiesta para el regreso al Parador después de la cena y nos dispusimos a ducharnos y prepararnos para regresar a la ciudad.

De nuevo en Cangas, y ya con el grupo, tomamos unas cervezas y volví a fijarme en Paloma, que esta vez, según pude apreciar yo, y así me lo confirmó Ana, tampoco traía sujetador, lo que permitía, a través de su camisa algo abierta, intuir que sus buenas tetas seguían pidiendo guerra.

Todo transcurrió con normalidad, nos fuimos a cenar y después a tomar una copa, con algo de baile y fiesta clásica. Ana y Paloma bailaban y se reían, estaban disfrutando.

Al poco, Paloma derrama una copa sobre la camisa de Ana, dejándola empapada y con un claro marcaje de sus pechos. Se disculpó con gran pesar, tratando de limpiar el daño causado, pero no había manera. Entonces Paloma le dijo:

-          Vente un momento a casa, (ellos vivían a 100 metros del lugar que estábamos), limpiamos la camisa y si no se quita te dejo yo una mía.

-          No pasa nada, Paloma, no importa.

-          Ni lo sueñes, no puedes estar así hasta que vuelvas al Parador.

Y así fue que Ana y Paloma se dirigieron a casa de ésta.

A mí me extrañó que tardasen tanto, pero, cuando dos mujeres se ponen a hablar y a mostrarle la casa y esas cosas, el tiempo no cuenta.

Al cabo de más de una hora regresaron. Ana traía una bonita camisa que Paloma le había dejado y se unieron al grupo. Nadie, o casi nadie, se percató del tiempo transcurrido.

Serían las 2 de la madrugada cuando Ana nos propuso, a Juan y a mí, retirarnos al hotel, pues decía estar agotada, pero pensando en lo que deseaba volver a estar con los dos de nuevo.

-          ¿Qué os parece si vamos dando un paseo hasta el Parador?, hace una bonita noche y así nos despejamos un poco.

Nosotros estuvimos de acuerdo y comenzamos a caminar con Ana en medio agarrada a nuestras cinturas y nuestros brazos sobre los hombros de ella.

-          Tengo que contaros una cosa, dijo Ana…y comenzó a hacerlo.

Lo que cuento a continuación es el relato que Ana nos hizo, cuando volvimos caminando, los tres, al Parador.

Cuando nos envió los whatsapp a Juan y a mí, lo hizo también a Paloma, con la misma foto y el mismo texto. En vista de que ella no reaccionaba al mensaje, le envió otro posterior diciendo:

-          Perdona Paloma, era para Carlos, mi marido, y sin querer se fue el dedo a tu contacto.

-          Jajajaja, respondió Paloma, es una pena, si pudiera yo sí que cambiaba los vinos por ese cuerpazo. Espero que lo disfrutes, me excita esa foto.

De regreso  para la cena, cuando nos encontramos con el grupo, Paloma le preguntó en un aparte:

-          Qué tal?. Espero que lo hayas disfrutado mucho, tienes cara de felicidad.

-          No sabes cómo lo lamento, Paloma, perdona, pero bueno, a lo hecho..pecho, jajajaja.

-          Tranquila, me gustó verte, estás muy apetecible y también se rió.

La noche prosiguió tranquila hasta que Paloma derrama, intencionadamente según confesó, la copa sobre la camisa de Ana.

Van a su casa y Paloma cierra la puerta con llave, la lleva al baño e intenta limpiarle la mancha de la camisa, para lo que no deja de tocarle las tetas torpemente. Al final, decide que se quite la camisa, porque será más fácil hacerlo, y ella misma, procede a despojarla de la prenda y se queda mirando las tetas de Ana.

-           Al natural, son mejores que en la foto, y pasa suavemente sus dedos por el contorno de ellas.

De inmediato, Ana, acusa la caricia y se pone la piel de gallina, acompañado por una erección de sus pezones.

-          Desde que vi esa foto, no he podido quitarme de la cabeza tu imagen, dijo Paloma

-          No te quejes, dijo Ana, los tuyos son mejores, según apreciación de los chicos.

-          Tú crees?, y procedió a quitarse su camisa para mostrar sus, sin duda, maravillosos pechos.

-          Ana, que ya sentía el latido del sexo en su coño, puso la mano sobre ellos para definir lo duros, tersos y apetitosos que estaban.

Sin más preámbulo, la boca de Paloma se fue a los pezones de Ana y ésta se dejó hacer, jugando con sus manos por el pelo de su amiga, por su espalda y besando su cuello, sus hombros hasta que se fundieron en un apasionado beso juntando sus cuerpos ardientes.

Paloma desnudó a Ana con destreza, la cogió de la mano y le llevó a su habitación, a su cama matrimonial, la tumbó en ella y comenzó a quitarse el resto de ropa que le quedaba: su pantalón y su tanga, quedando expuesta totalmente desnuda ante los ojos brillantes de Ana.

Comenzó a besarle las piernas, los muslos y acarició suavemente su pubis, ya lubricado por el deseo y que tan recientemente habíamos perforado Juan y yo.

La lamió, introdujo su lengua, sus dedos, chupó el clítoris, le magreó los pechos, pellizcó sus pezones ante una Ana totalmente entregada y le dijo:

-          Voy  a follarte en la cama donde lo hace mi marido, y quiero que tu me folles a mi.

-          Primero quiero devorarte yo también

-          Desde que vi tus tetas esta mañana libres de sujetador, no he podido quitarte de la cabeza, no sabía cómo atacarte. Menos mal que tu error de whatsapp me dio la oportunidad.

-          No fue un error, Paloma, lo envié a propósito, esperando tu reacción, pero no estaba segura.

Se devoraron mutuamente y con sus bocas, sus dedos, sus manos; Ana, le preguntó si tenía algún juguete sexual, a lo que le dijo que no, porque Antonio lo revuelve todo y no quería arriesgarse a que lo encontrara en casa.

-          Cuando estoy caliente y necesito consuelo, utilizo algo que tenemos aquí.

Se levantó y regresó con un plátano, verde y duro, de considerable tamaño, al que cubrió con una fina bolsita de plástico transparente. Lo untó de aceite y comenzó a introducirse en su propia vagina, acariciándose con la otra mano sus tetas.

-          Ves?. Así me consuelo; ven, métemelo tú

Ana se acercó a ella, lamió el plátano en señal obscena y se lo introdujo entero, se tumbó sobre ella y mientras su mano movía la banana, su otra mano y su boca, devoraron vorazmente el cuerpo de Paloma, quien se corrió en poco tiempo.

-           Es mi turno, indicó Ana

Y hubo cambio de postura, pero no de placeres. Ana, se corrió fogosamente entre las caricias de una Paloma ansiosa por hacerse con los jugos de su amiga. Cuando se  corrió, reemplazó el plátano por su boca y se bebió todo el éxtasis de Ana.

Ordenaron la cama, se arreglaron y volvieron a la cita del disco-bar.

Paloma le comentó que ella, nunca hace nada en su ciudad, pero que dos veces al mes, acude a la Capital, donde visita un chalet de ambiente, con mujeres  afines, donde disfruta del placer prohibido en su ciudad.

-          Te llevaré la próxima vez y conocerás mujeres encantadoras. Lo pasaremos bien, prometió Ana.

No cabe duda que aquella vivencia nos excitó. Terminó de contarla a las puertas del hotel y pusimos rumbo a nuestras habitaciones. Ana nos comentó en el ascensor:

-          Chicos, estoy molida, entre los vinos de la mañana, el sexo de la tarde, el tute con Paloma, el baile y la caminata hasta aquí, me ha dejado sin fuerzas. Si no os importa, me voy a descansar.

-          Vale, sin problemas, dijimos Juan y yo.

Y nos fuimos a nuestras habitaciones. Yo me puse un rato a navegar por el móvil mientras Ana se quedaba dormida plácidamente. Permanecí así un buen rato, recordando la experiencia de Ana y Paloma y no conseguía dormirme. Entonces veo que Juan está en línea y le comento:

-          Que pasa, no tienes sueño?

-          No, tío, no me puedo dormir y estoy dándole vueltas a tema de las chicas. Además, la jodida viagra, me tiene con un empalme de polla brutal. Que tal vosotros?

-          Ana dormida y yo, al igual que tú, caliente y con la polla dura

-          Pues habrá que hacer algo, porque no nos dormiremos así.

-          ¿Quieres venir?, le dije

-          Te apetece?, me preguntó.

-          A ver, mejor dos que solo, respondí.

-          Ábreme la puerta, que paso.

Y así hice, me levante con mi slip abultado y abrí con sigilo la puerta. Juan se deslizó desde su contigua habitación y se metió en la nuestra. Juan se quitó el albornoz que cubría su desnudez y yo mi slip, quedando ambos en bolas y empalmados.

Nos sentamos en la cama y destapamos a Ana, que dormía tranquila con su braguita y una camisetita de tirantes muy sexy.

Empezamos a masturbarnos mirando para ella y nuestros jadeos debieron despertar a Ana, que nos miró sorprendida.

-          Que hacéis?

-          Ya ves, tratando de bajar esta excitación. No hay forma de dormirse, le dije

-          Anda, y tú Juan?

-          Lo mismo, y masturbarse solo es menos divertido.

-          Vais a acabar conmigo, comentó Ana con cara de pena.

-          Solo verte ya nos motiva, dijo Juan

-          Pero mejor disfrutarte, añadí yo.

-          Vale, pero, tengo el coño super sensible de tanto trajín. Además, el plátano de Paloma me lo dejó muy irritado

-          Respetaremos tu coño, tranquila, dije yo

Se quitó la camiseta y dejó a nuestro alcance sus dos preciosas tetas que comenzamos a magrear con la mano libre, la otra en nuestras pollas.

Ella puso sus manos, una en cada uno de nuestros falos, y comenzó una  lenta masturbación, mientras lamíamos sus pechos. Ana se quejó de sus pezones..

-          Joder, Paloma me los mordió con ansia, los tengo doloridos, menuda caña me dio.

Se levantó y fue al baño buscando una crema para ponerse sobre ellos y Juan y yo la seguimos, para observar cómo se untaba.

Mirándose en el gran espejo del baño comenzó a untarse la crema por los hombros, los pechos, los pezones y nosotros detrás de ella, con el rabo tieso,  acariciando sus nalgas y su culo.  Comenzamos a rozar nuestras pollas contra ella y yo deslicé sus bragas hasta hacerlas caer a sus pies, lo que aprovechó Juan para agacharse y lamerle el culo; lo hizo con delicadeza, moviendo su lengua en torno a su esfínter y haciendo que ella soltase un primer gemido.  Sus manos seguían dándose crema en los pechos, acariciándolos con deseo, abriendo su parte de atrás para facilitar la lubricación de la lengua de Juan. Viendo el cariz que tomaba el momento, me apresuré a buscar el gel lubricante en el kit de sexo del armario.

Me unté mis dedos, separé la cara de Juan y comencé a meter uno en el culo de Ana, dejándolo bien lubricado mientras ella abría mas sus piernas y desplazaba su culo hacía atrás, pidiendo una polla dentro. Juan me apartó y colocó su verga dura, brillante y jugosa sobre el culo de Ana; bombeó despacio hasta meter el glande un poquito lo que requirió la ayuda de Ana, que con sus manos, separaba sus nalgas para facilitar la penetración. Se escaparon algunos gemidos, algún alarido de dolor hasta que entró toda ella; Ana empujó su culo hacia atrás hasta que acopló totalmente su trasero contra la pelvis de Juan, que no paraba de bombear, ahora agarrando los pechos de Ana con sus dos manos, mientras ella, apoyaba las suyas contra el lavabo para aguantar la embestida

Yo no podía más, viendo aquella escena de lujuria y placer; ellos a punto de correrse juntos, así que me situé detrás de Juan y forcé la postura hasta abocar mi polla en su culo.

El gritó de dolor un momento..

-          Joder, despacio que duele

-          Ya está dentro, ahora solo disfruta

Y comencé a bombear al igual que ellos hasta que sus orgasmos me arrastraron a mí también.

Aquella escena de los tres, en cadena, frente al espejo, ha sido y será de las más eróticas y excitantes que he vivido

Ahora, recordando y escribiendo el momento, tengo una erección tremenda que me llevará a una masturbación inmediata.

Dormimos hasta casi las 12 del mediodía. Abandonamos el Parador y regresamos a nuestra ciudad, con una parada intermedia para comer. Exhaustos pero felices, nos despedimos coincidiendo en que había sido un fin de semana muy placentero y Juan, había desconectado por un tiempo de su separación matrimonial.

Gracias por leer y valorar nuestras experiencias

Volveremos con alguna más.

Besos de Carlos y Ana (Matricam)