Juegos de Familia Parte2

La familia sigue dando rienda suelta a sus deseos amparados en un juego...

...Todos volvimos a sentarnos jadeantes en las sillas para volver a tirar los dados cuando Sandra, mi hermanita más joven, salió disparada corriendo mientras con una mano se tapaba la boca. Unos segundos después oímos como vomitaba en el baño del salón.

Así terminó aquella velada. Nuestro padre sujetándole la cabeza mientras vomitaba y el resto arrastrando nuestros pesados y sudorosos cuerpos hasta nuestras respectivas camas. Me gustaría decir que fue sólo Sandra la que vomitó aquella noche, no fue así. Todos pasamos por el baño en algún momento de la madrugada, excepto mamá.

El lunes fue terrible, todos resacosos como zombis, sin ganas de nada más que dormir. El martes casi todo volvió a la normalidad y para el miércoles ya volvíamos a ser la familia de siempre. Todos se comportaban con normalidad a pesar de lo sucedido aquel fin de semana. No sé a ellos, pero a mí me costaba mucho sacarlo de la cabeza. Me resultaba casi imposible olvidar las tetas de mi hermana Ana, su chochito y mucho menos mi polla dentro de su apretado culito. El ver las tres mujeres de mi familia paseando medio en bolas todos los días por la casa, hacía que mi empalme fuese constante.

Aquel viernes llegaron por sorpresa, a casa mi tía Lola y su único hijo Luis. Venían a la ciudad cada seis meses más o menos, para las revisiones médicas de Luis. Lola era la hermana mayor de mi madre, aunque pasaba de largo los cincuenta se conservaba bastante bien. Con la excepción de unos kilitos de más era casi una calcomanía de mi madre. Luis había sufrido un accidente de coche tres años atrás en el que había fallecido su padre. Mi primo de quince años por aquel entonces, había quedado con secuelas importantes en las piernas que le hacían cojear de manera ostensible. Todos queríamos mucho a Lola y a su hijo, pues aparte de que eran geniales y muy divertidos, eran los únicos miembros de nuestra familia que seguían a nuestro lado después de arruinarnos.

El sábado el calor fue infernal otra vez. Más de 40 grados todo el día y muy cerca de los treinta ya bien entrada la noche. A mamá no se le ocurrió mejor idea durante la cena, que contarle a su hermana los pormenores de nuestro juego la semana antes. Mi tía no paraba de reírse mientras que Luis tenía los ojos como platos:

_ ¿Por qué no volvemos a jugar hoy? – todos miramos a mamá sorprendidos.

_ Sí, sí – contestó con rapidez mi tía mientras aplaudía con las manos – no tenemos nada mejor que hacer y no vamos a poder dormir.

Nos sentamos alrededor de la mesa del salón los siete. Mamá tenía a un lado a mi tía y al otro a Sandra, la benjamina de la familia. Al lado de Sandra estaba papá, luego Luis, Ana y yo. Como había ocurrido unos días antes mamá volvió a nombrar los chupitos para animar la velada. En un momento varias botellas de distintas bebidas alcohólicas, ron, algún que otro licor o champan estaban en la mesa para acompañar el juego. Las primeras rondas de chupitos ya habían aterrizado en nuestros cuerpos mucho antes de los dados comenzar a rodar. Luis, que se le veía muy poco experto a la hora de beber, le era más difícil disimular cuando miraba los cuerpos casi desnudos delas mujeres que nos rodeaban. Sobre todo, el de Ana y Sandra. Fue en la cuarta ronda, las botellas ya estaban por la mitad, las risas y el descontrol iban en aumento y apareció un claro perdedor, la tía lola. Dos fueron las mejores tiradas, las de mis padres. Papá dejó que fuese su esposa la encargada de poner el reto a su hermana:

_ Quiero un baile a lo Showgirls con… – se rascó la barbilla unos segundos- con Sandra.

Todos aplaudimos con fuerza, sobre todo Luis que ya había perdido su inhibición inicial. Sandra se puso en pie y contoneó exageradamente su bonito cuerpo lejos de la mesa mientras sujetaba de la mano a nuestra tía que la seguía. Las dos se susurraron algo al oído unos segundos y desaparecieron escaleras arriba. Aprovechamos para otra ronda de chupitos mientras esperábamos intrigados:

_ Poner la música- gritó Sandra desde el piso superior.

Ana dio al play y una música muy insinuante, qué mamá había elegido, comenzó a sonar. Ambas mujeres comenzaron un descenso de las escaleras lento, con los brazos en alto mientras sus piernas se movían de forma sexy. Los pasos se acompañaban por el contoneo exagerado, de sus cuerpos. Todos nos quedamos con la boca abierta cuando ambas llegaron a donde la penumbra del salón desaparecía. Las dos llevaban sendas camisas de hombre, tapando su cuerpo y unos zapatos de tacón infernal en los pies. Los tacones de quince centímetros no les impidieron comenzar a bailar, agachándose y levantándose de una manera extremadamente sexy. Fue Sandra la que pegada a la espalda de mi tía comenzó con una mano, a desabrochar uno a uno cada botón de la camisa mientras con la otra mano le acariciaba los pechos. Sandra tapó con su cuerpo el de su compañera de baile cuando los botones que quedaban por soltar, estaban a la altura del ombligo. Mi tía comenzó desde atrás el mismo ritual que había seguido mi hermana momentos antes. Con una mano le quitaba los botones, con la otra acariciaba sus pechos y con la boca besaba suavemente su cuello. Ambas se dieron la vuelta acercándose un poco a la penumbra, antes de quedarse pecho con pecho, cuando ya todos los botones se habían separado del trozo de tela que sujetaban. Todos silbamos y jaleamos a ambas mujeres mientras veíamos cómo sus bocas se acercaban poco a poco hasta que los labios de ambas se tocaron. El alcohol, junto con la penumbra del salón, dejaron a nuestra imaginación juzgar si solo había sido un piquito largo en los labios o algo mucho más profundo, donde sus lenguas habían estado enredadas un buen rato. Yo me incliné por lo último. Vi como la mano de Luis se posó en las nalgas de Ana desbordado en aquel momento por el alcohol, la lujuria y la excitación.

Fue un segundo. Ambas se dieron la vuelta al unísono y mirándonos dejaron que las camisas se deslizaran lentamente por sus cuerpos hasta que se posaron en el suelo. Un “o” fuerte seguido de varios “olés” salieron de nuestras bocas cuando vimos sus cuerpos completamente desnudos. Sus cuerpos estaban desnudos, sólo los zapatos de tacón tocaban la piel de ambas mujeres. Aquello les daba la apariencia de bailarinas de un club. Mi mirada se posó en los coños de ambas mujeres. Mientras que el de mi hermana era una fina rajita coronada en su vientre por una línea fina de pelo, el de mi tía eran unos gruesos labios completamente rasurados. Los dedos de mi tía comenzaron a jugar en el con la rajita de Sandra, mientras ambas bailaban lo más pegadas posibles. De nuevo la penumbra evitaba ver lo que sucedía al completo, todo quedaba a lo que nuestros ojos lograban captar y lo que nuestra imaginación iba añadiendo. No me quedó duda alguna que los dedos de mi tía estaban haciendo un gran trabajo cuando el cuerpo de Sandra comenzó a retorcerse. Mi hermana, que daba la espalda a su compañera de baile, dejo caer su cabeza hacia atrás y las bocas de ambas mujeres volvieron a juntarse. Creí ver como el cuerpo de mi hermana daba lentas sacudidas cuando la música paró y todos aplaudimos con fuerza a las dos bailarinas. Después de ponerse las camisas, ambas mujeres caminaron hacia la mesa. Sandra sonreía a su compañera de baile, mientras esta se metía en la boca los dedos que segundos antes habían estado dentro del coño de mi hermana. Los saboreó como quien se deleita con el mejor manjar de la tierra y se sentó.

Vi como Luis estaba completamente desbordado por la excitación, lo vi yo y todos los que estábamos allí. Todos se reían cada vez que el muchacho se pasaba la lengua por los labios o frotaba con ansia las manos mirando con ojos desorbitados, a todas las mujeres. El chico volvió a posar su mano sobre Ana, esta vez intentando llegar a su coño. Con disimulo, mi hermana se levantó de la silla y después de susurrarme algo ininteligible al oído se sentó sobre mis piernas. Mi polla volvía a rozar su culo.

Volvimos a tirar los dados un puñado de veces hasta que hubo otro claro perdedor. Mamá había caído, Sandra era la ganadora:

_ Ahora vas a jugar a la bomba. Tu compañero en este juego será Luis.

_ ¿La bomba? – dijo mamá -. ¿Qué cojones es eso?

_ Primero uno de los dos se pondrá de pie en el centro del salón y se quedará ahí completamente quieto. El otro tendrá un tiempo determinado, ¿Qué os parece cinco minutos? - está bien afirmamos todos al unísono – pues tendrá cinco minutos para, sin usar las manos, repito, sin usar las manos, tendrá ese tiempo para hacer que se mueva, jadee o se estremezca. Cada vez que haga algo de eso deberá tomar un chupito de algo que no os guste, por ejemplo, mamá el champán. Lo haréis hasta que pase el tiempo o se rinda.

Todos miramos a Luis que ya estaba de pie envalentonado por el alcohol que corría por su cuerpo. Se le veía dispuesto a hacer lo que fuese, incluso saltar de un quinto piso. Mamá que solo llevaba un tanga negro y una mini camiseta de tiras, caminó hacia el centro del salón seguida por Luis que casi dejaba sus babas en todo el suelo. El sería la estatua primero:

_ No va a durar más de un minuto-me susurró Ana.

_ ¿En rendirse? – contesté yo.

_ En correrse – ambos nos reímos.

La música comenzó a sonar y mamá comenzó a besar a Luis en el cuello, pasaba la lengua por sus orejas y dejaba que se deslizase hasta sus labios. El muchacho aguantó estoicamente hasta que los dientes de mamá le comenzaron a bajar el bóxer. Dos jadeos, dos chupitos de licor de almendras y dos arcadas. La polla de mi primo abandonó el bóxer aprisionador y quedó apuntando al cielo dura y desafiante. No miré la reacción de Luis cuando la lengua de mamá se paseó por su glande, aunque oí con claridad sus jadeos. Mamá fue benévola y perdonó aquellos chupitos que serían media botella. Ana, que seguía sentada en mi regazo, comenzó a mover su culo alrededor de mi polla al compás de la música, mientras Luis aguantaba las ganas cómo podía. Justo cuando la polla de mi primo abordaba la garganta de mi madre, mi polla se abría sitio por un lado del tanga de Ana y se introducía en su vagina extremadamente mojada. Un fuerte jadeo de Ana resonó en todo el salón cuando mis huevos chocaron con su culo, mi polla estaba toda dentro. Moví la cabeza con rapidez a un lado y otro para ver si el jadeo de Ana había centrado la atención en nosotros, no fue así. A mi izquierda la mano de mi tía se deslizaba arriba y abajo sobre la polla de mi padre, al otro lado mi hermanita lamía los pezones de mi tía. Nadie prestaba atención a nada más que a lo que tenía a su lado en aquel momento. Ana ajena a todo, se movía arriba y abajo sobre mi polla, acelerando el ritmo poco a poco. El ritmo puesto por mi hermana me iba hacer explotar de un momento a otro.

Volvía a levantar la vista cunado un quejido de mi primo chirrió en nuestros oídos como una puerta vieja. Las piernas enfermas de Luis habían flaqueado ante las duras envestidas de la boca de mi madre sobre su polla. Al intentar sujetarse en su compañera, ambos acabaron en el suelo de manera estrepitosa. Mamá acabó con las piernas abiertas, el tanga por las rodillas y su culo encima de la polla de Luis. El chico, desbordado por la excitación y completamente descentrado, comenzó a puntear con su polla el culo de mi madre, buscando algún agujero para que entrase. Mamá estaba intentado levantarse o moverse para zafarse de Luis, cuando su boca se abrió formando un circulo casi perfecto. La polla de mi primo había encontrado su agujero. Los brazos de Luis rodearon el cuerpo de mi madre como cepos, mientras su boca succionaba los pezones con fuerza, sus golpes de cadera levantaban el cuerpo de mamá en el aire. Fueron unas embestidas duras, por el ansia del chaval, que arrancaron varios sonoros quejidos de dolor a mi madre. No pasaron más que unos minutos cuando Luis comenzó a jadear y respirar con fuerza, su leche se desparramaba dentro de mi madre.

Cuando mamá se pudo librar del abrazo de oso de su desesperado compañero, se levantó y se dirigió al baño. Las nalgas dejaban ver como la leche brotaba a ríos de su culo. Mi primito había descargado todo su esperma en el culo de su tía. A mi izquierda mi tía se limpiaba con una servilleta la mano y parte de su cuerpo, donde papá había descargado su leche. Mi polla había soltado toda su semilla dentro del coño de mi hermana al mismo tiempo que esta se corría gritando con fuerza:

Todo esto sucedía mientras mi hermanita pequeña aplaudía y gritaba como loca:

_ Vaya puta orgía…