Juegos de Adultos
Relatos de las aventuras de un pequeño grupo de parejas.
Juegos de adultos
Somos una pareja del bajío mexicano que desde hace un año hemos participado en algunos juegos de adultos que llevamos a cabo un grupo de parejas una vez cada dos meses. Por supuesto los nombres están cambiados y el relato cuenta con la autorización de todo el grupo.
El grupo está compuesto por cuatro parejas: Ana y Carlos, Laura y Felipe, Sonia y Alex y mi esposa Carla y yo (Roberto. Casi todo en finales de los treintas o principios de los cuarentas con excepción de dos personas que están en los 29 años. Nada espectacular en cuanto a lo físico pero eso sí muy cachondos y con ganas de divertirnos sin complicaciones. El grupo es muy cerrado ya que queremos evitar enfermedades venéreas o mortales y que cada seis meses debemos hacernos un examen con Carlos, el médico del grupo.
Este relato corresponde con la reunión que tuvimos en abril de este año.
Esa noche se tenía una temperatura muy agradable de unos 22 grados por lo que se prestaba para que ellas vistieran muy sexy. A la reunión llegaron Ana vistiendo un minivestido blanco, sin medias, sin brasiere y con una tanga blanca que apenas se dibujaba debajo de su ropa. Laura con un vestido corto en color negro a la rodilla pero con aberturas laterales casi a la cadera y un generoso escote en V sin brasiere. Tampoco llevaba medias. Sonia vestía un traje sastre de dos piezas en azul marino con minifalda.
Debajo del jersey llevaba un coqueto brasiere de lycra negra muy transparente y una tanga del mismo material y color, según lo comentó su esposo. Por último Carla a quien yo vestí con un micro vestido rojo que encima se le agregaba encima un pareo de corte sesgado de tela transparente también roja que lo hacia ver un poco más largo. Para esa noche le pedí que usara sólo una tanga roja de hilo dental de encaje sin brasiere. Los hombres casi todo con pantalón y camisa de vestir casual con saco o chamarra ligera.
La reunión fue en casa de Ana y Carlos a la cual llegamos a las nueve de la noche. Después de un par de copas y una charla amena. Inició el juego. Todos iríamos a bailar un lugar donde toca un grupo cubano bastante bueno. Esto no tendría nada de raro si no fuera porque el juego consistía en ir acompañado por la esposa de otro como pareja según un sorteo. Después de las dos de la noche en que cierran el lugar cada pareja formada por el sorteo tendía la noche libre para lo que quisieran hacer reuniéndonos nuevamente al medio día del sábado en la casa de Ana y Carlos para tener una comida de celebración.
Para el sorteo se metió en una copa las llaves de cada uno de los cuatro automóviles. Cada mujer tenía que sacar una llave con la única regla que si sacaba la de su esposo la llave quedaba afuera y sacaba otra. De esa forma quedaron formadas las parejas de la siguiente manera: Laura y Alex, Sonia y Carlos, Carla y Felipe y por ultimo Ana y yo. Cada pareja abordó el auto correspondiente a la llave y nos fuimos al lobby-bar de ese hotel. El lugar estaba un poco lleno y por supuesto nuestras esposas llamaron la atención pero como hay mucha seguridad en el lugar no pasó nada.
Nuestra estancia en el bar fue platicar, beber y bailar son cubano por las siguientes tres horas. La penumbra del lugar nos permitió toquetear y a jugar con nuestras recién adquirida pareja. Yo me encargué de alterar a Ana sobándole las piernas y llegando a su panochita por encima de la tela de su tanga. Como era diminuta no me provoco problemas hacerla a un lado y juguetear su clítoris con mi dedo.
La panochita estaba depilada como a mí me gusta. No era el único que estaba haciendo lo mismo si bien a Alex le costo menos trabajo ya que la aberturas del vestido de Laura le permitían maniobrar perfectamente mientras disfrutaba del espectáculos de sus senos. De rato en rato dejábamos a una pareja sentada para que tuvieran mayor libertad. Cuando me toco a Ana y a mí quedarnos sentados ella se sentó de modo que se le veía la tanga ya que el vestido se le subí bastante. Estando así solicite otra botella al mesero y cuando el mesero llegó ella ni siquiera hizo nada para taparse por lo que le dio tremenda propina por anticipado al mesero que se puso nervioso. Al retirarse se sentó junto a mí dándome la espalda de modo que mi mano izquierda podía acariciar las piernas. Ella hizo a un lado su tanga por lo que mi dedo atacó de inmediato.
De no ser por la música sus gemidos podían haber sido escuchado perfectamente. Saber que estaba masturbando a Ana mientras observaba como mi esposa bailaba repegada a Felipe y él la manoseaba discretamente era muy morboso y por lo tanto excitante. El calor y la humedad abundante de Ana me indicó que acababa de tener un orgasmo. Descansamos un rato mientras bebíamos una copa. No paramos a bailar para dejarle el lugar a Sonia y Carlos.
Cerca de la una treinta de la mañana pagamos la cuenta y salimos cada pareja por su lado. Por mi parte salí con Ana con rumbo a uno de los moteles que están afuera de la ciudad. El aire tibio de la noche nos mareo un poco más y en el camino nos detuvimos varias veces. Primero nos detuvimos para tomar una fotos de Ana parada en una esquina como si fuera una prostituta. Antes de subir al la camioneta ella sola se quitó la tanga y la colgó del espejo retrovisor. Me pidió conducir la camioneta de su esposo desnuda a lo que accedí con la condición de que se quitara el vestido antes de subirse a la camioneta. Para mi sorpresa ella lo hizo aprovechando que aparentemente no había nadie en la calle. Era muy cachondo observar como una mujer desnuda iba manejando mientras yo me masturbaba.
Cuando no me faltaba mucho para eyacular se detuvo en una calle cerrada, me colocó un condón (primera regla de nuestro grupo) y se montó encima de mí. Era tal la calentura que en poco tiempo empañamos los vidrios de las ventanillas. Me di gusto acariciando sus senos erectos, sus caderas que sabían moverse muy bien. Es toda una experta en el arte amatorio. Insistía mucho en que le dijera en voz alta que le estaba haciendo. Por los movimientos me imagino que la camioneta se movía bastante. Sus jugos escurrían abundantemente al grado que humedecimos el asientos donde estábamos cogiendo. Finalmente su embestida me hizo terminar abundantemente y casi en seguida a ella. Pero la noche aun no terminaba por lo que la lleve al motel mientras ella descansaba desnuda y dormida a mi lado.
Al llegar al Motel hubieran visto los ojotes que peló el encargado cuando miró a mi acompañante desnuda, dormida y con la piernas abiertas ya que le iba metiendo el dedo. Al entrar a la cochera la desperté y medio somnolienta entramos a la habitación. Mientras recuperaba fuerzas la deje dormir otro poco más pero finalmente me venció el sueño y me dormí. Cerca de las cuatro ella se despertó y de inmediato con su mano empezó a juguetear con mi verga hasta que la endureció. Medio dormido disfrutaba lo que me hacia pero no hice por despertarme. Su juego continuó con su boca. Sentía como lo devoraba casi por completo y como deslizaba sus labios y lengua a lo largo del tronco en una riquísima mamada. Ya no podía seguir dormido por lo que abrí los ojos mientras le decía "que rico me la mamas".
Ella no se detuvo hasta que casi iba a terminar, entonces se detenía, apretaba la base de mi pene evitando que eyaculara. Así lo repitió varias veces con lo que me estaba volviendo loco de placer. Al cabo de un rato cuando ya no aguantaba nada me permitió que terminara llenándole la boca con mi leche que devoró hasta la ultima gota (porque será que siempre decimos esto?). Después de permitirme descansar me pidió que le regresara el favor, mismo que hice con mucho gusto.
Como estaba agotado y no quería quedar mal empecé a recorrer su cuerpo con mi lengua y mis dedos desde la nuca hasta la planta de los pies. Nunca lo había hecho pero me gustó. Recorrí cada centímetro de su piel descubriendo puntos sensibles que seguro ni su marido conocía. Acaricié con mis dedos los senos, los muslos y el dorso de los pies.
Ella gemía mientras sus pezones estaban tan duros que amenazaban con estallar. Estaban rojos como tomates. A propósito no hice nada en su panochita para ponerla más caliente (esto lo leí en el libro del Kamasutra y no lo creía hasta que lo hice). Verla así me lo puso duro nuevamente pero como había descubierto algo más placentero que la penetración seguí jugueteando con todo su cuerpo excepto la panocha. Cada vértebra de su columna resultó ser un punto sensual más activo que la anterior. Su cuerpo empezó a emanar un aroma muy agradable mientras observé que sus jugos empezaban a salir nuevamente de su panochita. Su piel había enrojecido de pies a cabeza. Estaba fuera de sí. Sin más me acostó y me la empezó a mamar mientras me ponía su panochita húmeda y terriblemente caliente en mi cara para que se la chupara. A gritos me pidió que la penetrara.
Como pude me coloqué el condón mientras ella mantenía su hornito caliente frotando sus muslos interiores con una mano y con la otra su clítoris. Estaba acomodándome cuando me haló hacia ella y me rodeo con sus piernas para penetrarla profundamente. Su calentura hizo que tuviera su orgasmo rápido, pero no se detuvo sino que siguió el ritmo cadencioso y a los pocos minutos volvió a terminar. Aflojó su cuerpo y sus piernas. Yo seguí por unos minutos más tranquilamente hasta que logre eyacular. Al terminar el sudor nos corría a chorros y ambos estábamos agotados. Me recosté a su lado y ella se volteó dándome la espalda. Me pareció muy tierna la escena por lo que la abracé y nos quedamos dormidos por un buen rato.
Cerca de las diez de la mañana nos despertamos. Nos metimos a dormir juntos donde nos lavamos el cuerpo mutuamente de modos que las caricias hicieron su trabajo y volvimos a tener sexo. Debo confesar que me dolía el pene pero como los buenos machos no me rajé. Ella estaba cansada y su panochita estaba algo rosada por lo que me apuré. Como no tenía a la mano ningún condón no me dejó terminar dentro de ella pero a cambio me dejó acabar en su boca. Terminamos de bañarnos, nos vestimos y salimos para su casa.
Al arribar a la casa ya habían llegado Sonia y Carlos así como mi esposa y Felipe, muy desvelados ya que después me dijo mi esposa se la pasaron cogiendo toda la noche hasta poco antes de regresar a la casa. Al poco rato llegaron Laura y Alex. El se veía agotado y ella muy sonriente. Comimos y cada pareja regresó con su cónyuge. No hubo preguntas ni comentarios. Nos despedimos y cada quien partió para su casa a descansar y dormir.
Disfruten su sexualidad con responsabilidad.