Juegos calientes con M.

El juego con M. continua y las apuestas van subiendo cada vez más...

Juegos calientes con M.

Hace algún tiempo publiqué unos relatos basados en una apuesta que hice con mi mujer, a la que llamaré M para mantenernos en el anonimato. El tema consistió en que al perder ella una apuesta se vio obligada a satisfacer mis instintos exhibicionistas mediante tres pruebas con las que vi cumplida mi fantasía de que provocara y finalmente se acostara con otros hombres.

El caso es que después de aquello no se me ocurría como podríamos seguir llevando a cabo nuevos juegos hasta que un día, la oportunidad se presentó ante nosotros en bandeja.

Fue a principios de verano. Habíamos ido a la playa. Nos gusta ir a playas nudistas para disfrutar de sus ventajas, entre otras cosas mirar y ser mirados, uno de los placeres a los que ambos nos estábamos acostumbrando. Aunque he de confesar que lo que de verdad me gusta es que miren a mi esposa.

A ella no le importa y disfruta de la situación. Le encanta tumbarse al sol y notar como su piel se va calentando. Ella dice que le gusta notar como los rayos del sol elevan la temperatura de su vagina, una sensación muy agradable, por lo que procura ir siempre depilada, unas veces completamente y otras dejándose una minúscula matita de pelitos encima de donde acaba su rajita.

Ese día hacía mucho calor y no dejábamos de ir al agua cada cierto tiempo para refrescarnos. Además disfrutamos de saber que muchos ojos se fijan en ella mientras camina por la arena. Pensar en las miradas de deseo posándose sobre las tetas, el culo y el coño de mi mujer hacía que me sintiera especialmente excitado.

Después de varios baños más pensamos en irnos ya, de forma que nos acercamos a las duchas para eliminar toda la sal del cuerpo. La ducha esta situada cerca del chiringuito, junto a los aparcamientos, por lo que a veces resulta un poco violento ducharse desnudos ya que hay gente que pasa al lado que van vestidos, pero es otra de las cosas que nos gusta hacer, forma parte del juego de sentirnos observados por desconocidos.

Nos duchamos bien, para eliminar los restos de sal o humedad, muy incómodos durante el viaje de vuelta en coche.

Estábamos terminando de ducharnos cuando escuchamos una voz familiar a nuestras espaldas:

Hola vecinos, que alegría veros por aquí.

Me gire instintivamente y me quedé de piedra cuando vi que era Ramón, el vecino del tercero, un jubilado al que mi mujer no soporta porque siempre que se lo encuentra en el portal o el ascensor se le queda mirando el culo o las tetas con todo el descaro del mundo. El típico viejo verde. Seguro que venía a estas playas a disfrutar de los cuerpos de las chicas desnudas. No me extrañaría que llevara unos prismáticos por ahí ocultos

Iba vestido con un pantalón de deporte de color blanco muy ancho y una camisa verde pistacho. Y nosotros pues allí, desnudos delante de él, con mi mujer procurando darle la espalda mientras yo hablaba con él. Muchas veces habíamos imaginado que pasaría si nos encontráramos a alguien conocido en la playa, pero nunca pensamos en que podría ser algún vecino y menos aún que fuera Ramón.

El tipo me alargó la mano para estrechármela en un saludo y se acercó a M. para saludarla. Ella estaba colorada de vergüenza, no sabía que hacer y soltó un tímido "Hola Ramón" a lo que él, con todo el descaro del mundo, se acercó a darle dos besos. Ella no tuvo otra que responder al saludo y acercarse a darle los dos besos y vi como la mano de él se posaba en la parte superior de su brazo y descendía disimuladamente por la espalda mientras se saludaban.

M. se sintió incomoda y luego me dijo que fueron los dos besos más violentos que había dado en su vida y que el muy cerdo aprovechó para sobarle mientras se los daba.

Ramón comentó que estaba muy guapa, mientras la miraba de arriba abajo descaradamente. M. no sabía que decir ni como ponerse, solo quería que él desapareciera rápidamente y me miraba suplicando que me deshiciera de él lo más rápido posible

Oye Ramón – le dije – mira, perdona que te dejemos pero tenemos que volver a la playa….

Por mi no os preocupéis, os acompaño y vamos charlando, que ya estaba aburrido de andar por aquí solo

¡Tendrá cara el tio! La verdad es que no sabía como desembarazarme de él sin parece maleducado, así que le indiqué a M. que fuéramos para la playa a ver si así el se sentía fuera de lugar y se iba o al menos se desnudaba para estar todos en igualdad de condiciones

Mientras hablaba con él, M. iba junto a mi procurando ocultarse de sus miradas, aunque sabía perfectamente que él no le quitaba los ojos de encima.

Al llegar donde teníamos la toalla nos quedamos todos de pie, parados, esperando a ver lo que Ramón hacía, pero el muy imbecil no se movía, simplemente seguía hablando allí parado como si nada.

Vienes mucho por aquí – le pregunté.

Pues la verdad es que alguna vez, pero no demasiado, pilla un poco lejos de casa.

Nosotros si venimos a menudo – dije.

Ya lo veo – respondió – no se os nota la marca del bañador

Otra vez un comentario con doble sentido sin dejar de mirar a M. que seguía muy violenta en presencia del vecino. Se la notaba nerviosa y no dejaba de mirar suplicarme con los ojos que le dijera que se fuera. Pero a mi la situación estaba empezando a excitarme y me sentía juguetón. Le sonreí a Ramón y seguí charlando con él ante la mirada de cabreo de M. que ya se intuía por donde iba mi juego.

Le dije a M. que se tumbara tranquila que aun estaríamos un rato en la playa. Ella me hizo caso y se sentó, harta de la situación que se había provocado.

Eso sí, se sentó con las piernas exageradamente juntas, frente a nosotros, pero no sabía como colocarse y entre los nervios y la vergüenza que estaba sintiendo las separó un poco, de forma que durante unos segundos su coño quedó totalmente expuesto ante nosotros, rápidamente volvió a juntar las piernas bruscamente.

Por supuesto, Ramón no perdió detalle de lo que se había mostrado entre las piernas de mi mujer, y no se le ocurrió otra cosa que hablar de lo bien cuidado que llevaban ahora sus partes las chicas, no como antes, que era una mata de pelo. Decía que a él le gustaban depilados, bien cuidados, mientras M. no sabía donde meterse y se ocultaba detrás de una revista para disimular su incomodidad.

¿Tu no te desnudas? – le pregunté a Ramón, para cambiar de conversación.

Hay veces que sí, pero hoy no, estoy bien así. Además, si fuera desnudo no podría evitar que la cosa se me pusiera firme, jajajaja.

Eso ya fue demasiado, M. no aguantó más tonterias de ese degenerado, se levantó perdiendo la vergüenza se dirigió a Ramón en un tono bastante brusco:

Verás, me estoy sintiendo muy mal, cuando estoy desnuda no me gusta encontrarme gente conocida, así que creo que nos vamos a ir.

Se sentó en la toalla y comenzó a ponerse en sujetador y el tanga

Pero no te vayas – comentó Ramón sonrojado – perdona si te he incomodado, es que se te veía muy bien y no estoy acostumbrado a ver a una vecina de una forma poco habitual.

Recogimos las cosas rápidamente y me despedí de Ramón. Le dije que la perdonara pero que hoy no había tenido un buen día y que normalmente no se comporta así.

Ya en el coche, M. se tranquilizó. Estaba muy nerviosa. Me dijó que se sintió como un objeto a la vista de aquel viejo verde que se la quedaba babeando mientras le miraba las tetas y el culo.

Olvídalo M. – le dije – son cosas que pasan. Siempre te expones en una playa nudista a encontrarte a gente conocida. Unas veces son más agradables y otras unos maleducados, como este hombre. Pero entiende que el pobre a su edad no tiene otro placer que mirar los cuerpos de las chicas guapas como tu y disfrutar.

El resto del día lo paso M. muy nerviosa, pensando en la próxima vez que se lo encontrará en el edificio y como sería su reacción.

La cuestión es que toda aquella situación me había dado una idea maquiavélica para la próxima prueba que quería imponer a M., y comencé a darle vueltas en la cabeza

Los días siguientes fui preparando el terreno para que M. se viera obligada a realizar una de mis pruebas. De nuevo, el fútbol me sirvió en bandeja la excusa perfecta. Se celebraba el Mundial de Sudafrica y le sugerí que podríamos apostar como la última vez y el que perdiera se vería obligado a someterse a cualquier prueba que el otro le impusiera. Yo le dije que si España ganaba el Mundial ella tendría que someterse a mis caprichos. Si ganaba cualquier otra selección sería yo el que se prestaría a sus deseos.

Por fin, - exclamó ella. Ha llegado la hora de mi revancha… Seguro que no gana España y harás lo que yo te diga. Si gano yo, tengo pensado algo que te va a sorprender…jejeje

Se la veía feliz de volver a jugar, mejor dicho, de jugarse a si misma en una apuesta. Aceptamos las condiciones y, otra vez, M. perdió la apuesta. España se hizo con la Copa del Mundo por primera vez en la historia.

Esa noche, en la cama, me preguntó que quería que hiciera, pero yo la bese en la frente y le dije que esperara a mañana, que entonces sabría lo que le tenía preparado

A la mañana siguiente, mientras desayunábamos, le comenté lo que había pensado.

  • Esta es la prueba que te impongo M. Quiero que tu y Ramón vayáis mañana a la playa nudista. Solos. Yo pondré cualquier excusa para quitarme de en medio y allí quiero que lo provoques, que te exhibas ante él y que le ofrezcas a ese viejo verde un espectáculo que nunca olvidará.

M. me miró con cara de sorpresa.

  • ¡Estas loco! Como quieres que vuelva a desnudarme ante ese baboso, y que además me exhiba impúdicamente ante él. No estoy dispuesta a pasar otra vez por eso

  • No estas en disposición de decidir lo que quieres o no – argumenté – recuerda que has perdido una apuesta. Además, creo que te puede servir como terapia para superar la situación que se produjo hace unos días.

M. bajó la cabeza. Se la veía superada por la decisión de aquella prueba. Pese a que la había puesto en compromisos más fuertes anteriormente, nunca había sido con algún conocido, y eso a ella no le gustaba.

Pese a todo me miró resignada y casi con lágrimas en los ojos, aceptó la prueba.

Esa tarde hablé con Ramón y le comenté que al día siguiente íbamos a volver a la playa nudista, que no teníamos ningún inconveniente en llevarlo con nosotros y pasar el día en la playa. El, algo sorprendido e incluso reticente al principio, acabó aceptando la propuesta.

Lo cité temprano en el portal, a las ocho de la mañana, para coger el coche e irnos a la playa, que estaba a una hora y media de allí.

Pero cuando llegó la hora yo no aparecí. En lugar de eso acudió M., la cual es la que prosigue escribiendo el relato, ya que yo no estuve presente en nada de lo que sucedió a continuación

Llegué temprano y saludé fríamente a Ramón. La perspectiva de pasar el día con él en la playa no era especialmente divertida para mí, pero había perdido la apuesta y tendría que apechugar.

Le comenté que a mi marido le había surgido un asunto importante de última hora y que no podría acompañarnos.

Nos montamos los dos en el coche y hasta que salimos de la ciudad íbamos en silencio. El ambiente no era nada bueno entre nosotros dos

Ramón: Quiero pedirte disculpas por el incidente del otro día en la playa, me comporté como un crio y se que te incomode.

M: Pues ahora que lo dices, si. Te comportaste de forma maleducada y grosera, y ni siquiera te desvestiste

Ramón: Tengo que confesarte que estaba muy nervioso y me provocaste una erección terrible que no conseguía bajar. Por eso no me desnude y dije algunas cosas fuera de lugar. Te pido disculpas.

M: Vaya, pues lo siento. Te había juzgado mal. Pensaba que eras un viejo verde. Creo que me he equivocado.

Ramón: Tranquila, creo que deberíamos empezar de nuevo y olvidar lo de ese día. Además te prometo que hoy si me desnudaré, así estaremos en igualdad de condiciones.

Casi hasta me daba pena el pobre Ramón, avergonzado a sus años ante una chica como yo. A partir de ahí el viaje se hizo más ameno y estuvo contando chistes todo el rato, hasta que llegamos a la playa.

Nos fuimos hasta una pequeña cala donde no suele haber nadie. Caminamos unos metros por la arena y extendimos las toallas. Había llegado el momento de desnudarnos. Durante unos segundos me quedé pensando si hacerme la remolona y entretenerme para ver si de verdad estaba dispuesto a desnudarse. Pero finalmente decidí ser yo la que manejara la situación y ponérselo un poco más fácil. Se le veía nervioso. Mientras hablábamos me giré quedando de cara a él para que viera que esta vez no me sentía avergonzada, me bajé la cremallera lateral del vestido y de un solo movimiento éste cayó a mis pies. Me quedé tapada sólo por el tanga, ya que no llevaba sujetador, y él todavía se estaba desabrochando la camisa. Retiré el tanga y lo recogí junto con el vestido para guardarlo en la bolsa.

M: Bueno Ramón, ya me tienes otra vez desnuda frente a ti.

Ramón: Si, igual que el otro día.

M: No, igual no, esta vez me he depilado todo y no he dejado ni un pelo, dejando mi rajita libre…jajajaja

Me gustaba provocarle, ver como miraba a otro lado y tartamudeaba nervioso. Ese hombre tan experimentado se veía poco acostumbrado a tratar con mujeres jóvenes y ahora era él el que se sentía algo incomodo.

Se había quitado la camisa y se estaba bajando los pantalones. Llevaba unos calzoncillos tipo boxer y hacía esfuerzos por no mirar directamente mi coño.

Ramón: ¿Te vas a meter ya en el agua?

M: Todavía no, me gusta tomar un rato el sol primero.

Ramón: Si no te importa yo me voy a dar un baño antes.

Se quitó el boxer rápidamente y de espaldas a mí. Yo imaginaba que estaba teniendo una erección y que se quería bañar para evitar que lo viera. Estuvo dando unas brazadas y a los pocos minutos salió y vino hacía su toalla. Entonces pude verle desnudo, no estaba mal para sus años, un poco peludo para mi gusto, algo barrigón y con algunas arrugas surcando su piel.

Tengo que reconocer que también me fijé en su polla, no voy a negarlo. Se veía ligeramente morcillona, de un tamaño normal dado el estado en el que estaba, y un poco más gruesa de lo que esperaba.

Ramón: El agua esta estupenda. Un poco fría pero mejor así

"Si, ya, así te baja el calentón" pensé, pero no dije nada. Se tumbó boca arriba y yo giré mi cabeza para mirarlo. Me sorprendió justo en el momento que estaba mirándole el pene.

Ramón: Oye descarada ¿qué estas mirando? jajajaja

M: Sólo echaba un pequeño vistacito, jajaja, como el que tu me diste el otro día

Estuvimos hablando de cosas banales, de los vecinos, de mi marido…. y poco a poco fui sintiéndome más a gusto hablando con él. Pensé que era el momento para dar el siguiente paso para completar la prueba impuesta por mi marido.

M: Deberías ponerte algo de crema, o te vas a quemar.

Ramón: Tienes razón, pero es que no traje.

M: No te preocupes, yo te pongo de la mía.

Ramón: ¿Segura? No quiero incomodarte

M: Mira Ramón, cada vez que empiezas a quedarte seco corres de nuevo al agua, y yo ya se que no es por el calor sino porque no puedes evitar excitarte e intentas bajarla con el agua fría. No te preocupes más, es natural que la tengas. No quiero que sientas vergüenza por eso ante mí.

Ramón: Pensé que podrías sentirte ofendida

M: Todo lo contrario, me siento alagada. Venga, deja de hacer el tonto y no te preocupes más. Si tienes una erección la tienes y no pasa nada, y si no la tienes tampoco pasa nada. Estamos los dos solos en un paraje natural muy hermoso, disfrútalo y olvídate de sentirte avergonzado.

Ramón: Es que no quiero volver a comportarme como el otro día e intento respetarte al máximo.

M: Me parece muy bien, pero tampoco te pases, no hace falta que me respetes tanto.

Ramón: Vale, ¿me pones crema en la espalda entonces?

M: Claro que sí.

Cogí el bote de crema mientras él se tumbo boca abajo, me puse de rodillas en un lateral de su toalla y le esparcí bien la crema por toda su espalda, le puse también crema en las piernas y finalmente en el culo, aunque muy rápidamente para evitar malas interpretaciones.

M: Date la vuelta.

Ramón: Por delante ya puedo yo

M: Ya lo sé, pero quiero ponértela yo, si a ti no te importa.

Ramón: Como quieras.

Se giró y se quedó boca arriba totalmente plano sobre la toalla. Su polla estaba morcillona todavía. Me entraron unas ganas repentinas de provocarle y ver como crecía. Comencé el juego.

M: No me has dicho nada sobre si te gusta más mi depilado de hoy o el del otro día.

Ramón: Es que no me he fijado.

M: Espera, eso lo arreglo yo

Estando el tumbado boca arriba sobre la toalla me levanté y coloqué un pie a cada lado de su cuerpo, a la altura de sus hombros. Le dejé la raja de mi vagina totalmente expuesta ante sus ojos. Bajé mi cabeza para mirarle y vi su mirada fija en mi coño. Eso hizo que me excitara de golpe, note claramente como mi raja se humedeció en un momento y me inundó ese característico cosquilleo que me llega hasta el ombligo cada vez que me excito. Pensé en lo mucho que disfrutaría mi marido esta noche cuando le contara lo que estaba haciendo con Ramón.

Ramón: Bueno, ejem, así esta muy bien, pero el otro día me gustaba también mucho. No sería capaz decidirme por ninguna de las dos.

M: Es posible que necesites verlo mejor

Sin mover los pies doblé un poco las piernas separando todo lo que pude las rodillas y con mis propias manos me separé los labios exteriores de mi vagina ofreciéndole una visión interna de mi coño digna del mejor porno.

Ramón: Pues… visto así me quedo con lo que veo hoy, sin despreciar lo del otro día, por supuesto

Giré mi cabeza para ver su polla y me llevé la tremenda alegría de que estaba empezando a crecer. Cogí el bote de crema y me senté sobre su barriga, contiendo una rodilla a cada lado de su cuerpo. Sabía perfectamente que en cuanto su polla estuviera bien tiesa la iba a notar rozándome el culo y eso es lo que pretendía. En ese momento estaba muy excitada y, como siempre, se me va la cabeza y empiezo a perder el control de mis actos.

Le puse crema sobre el pecho y le estuve haciendo un buen masaje al extenderla, lo masajeaba muy lentamente, llenando el ambiente de erotismo, haciéndolo disfrutar como estoy segura que nunca ha disfrutado. Él mientras tanto, no dejaba de mirar mis tetas. Los movimientos de mi cuerpo mientras le hacía el masaje hacían que mi coño se estuviera frotando contra él, lo que me volvía loca de gusto y, cuando note la punta de su polla ronzando mi culo me volví loca de deseo y me empecé a dar cuenta que cada vez estaba más incontrolada. Luego me giré, me volví a poner en la misma postura sobre su barriga pero mirando hacía sus pies, pude notar como mis fluidos vaginales empezaban a llegar hasta su piel, que permanecía mojada gracias a todo lo que mi coño estaba lubricando. Le puse crema a lo largo de las dos piernas y a la hora de extenderla me tuve que inclinar tanto hacía adelante que le ofrecí una visión inmejorable del agujero de mi culo y de mi coño.

Ramón: La imagen que tengo de la naturaleza desde aquí es impresionante.

M: Disfrútala, disfruta de todo lo que te rodea.

Ramón: Ya lo hago, ya. Estoy viendo muchas cosas que no suelo ver habitualmente en la playa

M: Me alegro por ti, y espero que te gusten.

Ramón: Me gustan mucho, sin duda alguna… Es una pena que tu marido no haya podido venir… Se esta perdiendo un gran paisaje

M: No te preocupes, el está acostumbrado a verlo y ya no le produce el mismo efecto que a ti

Cuando terminé de ponerle crema en las piernas me quedé mirando su polla totalmente erecta, le llegaba casi hasta el ombligo. Me puse crema en las manos, me las froté y me agarré a su polla por la parte inferior para luego ir deslizándolas hasta su punta. A la vez iba moviendo mis caderas haciendo que mi coño se frotara contra su barriga. Estaba a mil, ya no podía hacer marcha atrás, me había descontrolado del todo

Ramón: Ahhhhh, ¿Qué haces M.?Ahhhh

M: Te estoy poniendo cremita para que no te quemes

Ramón: Ahhhh, me parece muy bien…¿Quieres que yo compruebe si te ha dejado algún pelito al depilarte? Ahhhhh

M: Por favor, hazlo… No me gusta que queden cosas pendientes

Empecé a notar como sus manos me tocaban el exterior del coño, que sensación tan agradable, sus dedos separaron mis labios externos y me sobaron la parte interior pero sin llegar a penetrarme. Estaba totalmente fuera de mi, necesitaba que me siguiera dando placer, me tenía al límite y quería más. No dejé en ningún momento de masajear su polla mientras permanecía totalmente inclinada hacía adelante, estábamos formando un perfecto 69 pero sin sexo oral. Empiezo a notar como sus dedos se acercan ya demasiado a la entrada de mi cueva… me sigue tocando pero no los mete…En un arranque de deseo por notar sus dedos en mi interior me agarro más fuerte a su polla y le empiezo a hacer un sube y baja a gran velocidad

M: ¡Metemelos ya cabrón! ¡Follame con tus dedos! Ahhhhhh, los necesito en mi interior….

Me introdujo dos dedos de golpe, el placer unido al dolor fue inmenso y casi me corro al instante, mestuvo tocando por todos lados, como si estuviera explorando el interior de mi vagina y yo me sentía chorreando en cantidades enormes

M: Siiiiiiiiiii, ahhhhhhhh, sigue, sigue cabrón, no pares….

Yo por mi parte continuaba atendiendo su polla, a ratos pasaba los dedos alrededor de su capullo desnudo, lo que le volvía loco, sobre todo cuando le pasaba la yema de los dedos por el frenillo, lo cual le hacía levantar sus caderas y suspirar. Yo ya no podía mas, notaba como el orgasmo comenzaba a subir por mis entrañas e intentaba aguantar lo máximo posible, pero se me estaba haciendo muy difícil. Noto como su polla se pone más dura todavía, estaba como una piedra y pienso que está a punto de correrse, igual que yo, acelero mis movimientos de sube y baja mientras él sigue metiendo los dedos en mi chocho a gran velocidad. De repente levanta mucho la cadera y su polla empieza a escupir semen, uno, dos, tres, hasta cinco grandes chorros que caen principalmente sobre su pecho y su barriga, aunque también sobre mi mano y sobre la arena

Ramón: Ahhhhhhhh…me corrooooooo…..no pares….ahhhhhh

Yo no puedo contenerme más y cuando veo su polla tan crecida y escupiendo de esa manera me corro a la vez que él, mi cuerpo se agita y tiembla de manera bestial

M: Ahhhhhhhh…yo también…..ahhhhhhh que bueno

Mientras me corro sigo cogida a su polla que termina de escurrir los últimos restos de leche resbalando por mi mano. Durante unos segundos permanecemos quietos, yo agarrada a su polla y el con los dedos en el interior de mi vagina. Mi cuerpo permanece inmóvil, tumbado parcialmente sobre el suyo y él debe estar disfrutando de estos momentos mientras tiene mi culo y mi coño a escasos centímetros de su cara

Finalmente me incorporo y me vuelvo a sentar en mi toalla, le miro, él me mira a mí, y le empiezo a hablar mientras relamo los restos de semen que han quedado en mis dedos.

M: Bueno, espero que ahora estés más tranquilo, ya no tendrás que irte a bañar cada diez minutos

Ramón: Mucho mejor, gracias…¿Por qué lo has hecho?

M: Es algo que le debía a mi marido, no le des más vueltas. Vamos a bañarnos.

Me levanté rápidamente y me fui al agua. Él se atraso unos metros y se metió detrás de mi. Estuvimos nadando un rato y finalmente salí del agua tan deprisa como había entrado sin haberle dejado que se me arrimara en ningún momento cuando estábamos en el agua. Me acosté en la toalla, con las piernas dobladas pero separadas, necesitaba airear mi coño y quería sentir el sol en mi sexo. Ramón llego al momento y se puso de pie junto a mis pies.

M: ¿Puedo pedirte un favor?

Ramón: Tu dirás.

M: Cómeme el coño.

Ramón: Pero

M: No hagas preguntas y cómemelo. No es lo mismo tener un orgasmo en el interior de mi vagina que tenerlo en el clítoris. Es muy diferente… Bueno, ¿me lo quieres comer o no?

Ramón: Por supuesto que sí. Por lo que veo eres una putona de mucho cuidado… vas a ver que comida de coño te voy a hacer zorra

Separé las piernas todo lo que pude y al instante su boca se pegó a mi coño, su lengua me lamió por todos lados antes de que sus dedos me abrieran el coño. Podía notar como con las dos manos me abrió totalmente el coño, ya lo tenía a su disposición y deliraba cuando su lengua se introdujo en mi vagina para impregnarse de mis jugos antes de recorrer toda mi vagina hasta llegar al clítoris. Estuvo varios minutos lamiendo, relamiendo y bebiéndose los jugos que no paraban de salir de mi chocho cuando por fin llegó al clítoris y me inundó un placer inmenso, me sentí como pocas veces me he sentido en la vida. Ahí estaba yo, desnuda en una playa, con un vecino que casi me doblaba la edad, que podría ser mi padre, totalmente abierta de piernas dejándole que me hiciera una comida de coño.

Repentinamente ya no pude aguantar más y me dejé llevar por el orgasmo

M: Ahhhhhhhh…..me corrooooo…..ahhhhhhhhhhh

El continuó lamiendo mi clítoris a pesar de cómo yo me retorcía, intenté cerrar las piernas pero su cabeza me lo impedía y él seguía frotando mi clítoris sin parar alargando mi orgasmo hasta límites en que llegué a pensar que iba a perder el conocimiento.

M: Basta ahhhhhh para ahhhhhhh por favor, no puedo más…..ahhhhh…me voy a desmayar de placer…ahhhhhh

Por fin paró con esta tortura tan placentera mientras yo me quedé extasiada mirando el cielo, terminando de disfrutar de aquel enorme orgasmo que acababa de proporcionarme. Cuando le miré, él estaba mirándome también y sonriendo en medio de mis rodillas con su cara manchada por mis jugos.

Me puso una de sus manos encima de una de mis piernas y todo me tembló.

M: Ahhh, no me toques nada, ni las piernas ni nada, me da todo escalofríos, ha sido un orgasmo bestial y estoy hipersensible.

Ramón: Me alegro habértelo dado yo.

Se levantó y pude ver su polla erecta.

M: Déjame que te pague lo que acabas de darme.

Me puse de rodillas frente a él y agarrándole la polla me la metí sin ningún preámbulo en la boca. Me entretuve pasando mi lengua por todo el alrededor de su capullo y frotándole el frenillo. Quería hacerle una mamada espectacular para devolverle el gran orgasmo que el me había dado. Estuve lamiendo varios minutos, a la vez que mi mano subía y bajaba por todo su tronco sin parar y con la otra mano le mantenía los testículos apretados pero sin hacerle daño. Su polla estaba muy tiesa y de nuevo pude notar como se puso dura como una piedra, sabía que estaba a punto de correrse. Dude un momento si dejarle que se corriera en mi boca o no, finalmente decidí darle todo el placer que estaba en mi mano, o debería decir en mi boca, y seguí mamando sin parar. Liberé sus huevos de la presión y acerqué mi mano a su ano. Tras estar unos segundos buscando uno de mis dedos logró introducirse en su esfínter trasero, él dobló ligeramente las rodillas y separó sus piernas un poco para facilitarme la labor y justo en ese momento se corrió en mi boca.

Ramón: Ahhhhhh no pares perra…ahhhhhh toma leche puta….ahhhh sigue bebiéndotelo, no dejes nada….

Le permití que se corriera totalmente en el interior de mi boca pero no me tragué su semen. Cuando terminó de correrse abrí la boca y dejé resbalar todo hacía el exterior cayendo su leche por mi pecho, impregnándome toda la piel con su semen, llegué a notar como algunas gotas resbalaban por mi cuerpo hasta que llegaron a mi raja camino de la arena. Le miré y los dos nos pusimos a reír. Nos fuimos al agua para lavarnos, estuvimos nadando y volvimos a las toallas.

Al rato recogimos las cosas y volvimos a casa.

Cuando llegué te encontré esperándome para saber como me había ido el día y si había cumplido con la apuesta ¿crees que lo he hecho bien?