Juegos

Le gustaba jugar, con sus propias normas. Jugar aprovechandose de mis juegos.

Juegos

La dije que debía ir vestida de rojo. Quedamos en la puerta del tanatorio. No iba a ser demasiado difícil reconocerla vestida de rojo entre tantos colores neutros, pretendida expresión textil de un sentimiento. Pero no lo hizo.. Le gustaba jugar, con sus propias normas. Jugar aprovechandose de mis juegos. Nunca la había visto antes, nos cruzamos unos cuantos correos electrónicos y decidimos quedar en el tanatorio. Os preguntareis del motivo de quedar en un lugar tan lóbrego y poco dado a establecer una nueva relación (del tipo que sea). Quedar para conocer gente en un lugar donde la gente se despide… resultaba divertido. Ella me llamó al móvil.

-Soy yo –dijo- y no voy vestida de rojo sino de negro, encuéntrame.

Después colgó.

Me gustan los juegos, pero solo los juegos donde yo soy el ganador. El resto de juegos no son juegos, solo son pedazos de tiempo desperdiciado. Siempre he tenido alma de ganador y suerte del perdedor. Ahora iba a ser diferente. Aquella mujer me atraía como ninguna otra mujer que hubiese conocido antes por Internet. Había conocido a muchas mujeres antes por Internet. ¿Cuántas? Si le preguntaseis a mi mujer os diría que demasiadas pero si me preguntaseis a mi os diría que demasiadas pocas. Porque me gustaba quedar con ellas, jugar y ganar. Siempre. Fuese guapas o feas, gordas o delgadas, jóvenes o viejas, madres o hijas. Todas tenían su encanto.

Estuve un rato vagando por entre los velatorios, el bar-restaurante, los jardines y parte del parking. Me crucé con varias mujeres que hubiesen podido ser ella. Pero ninguna me parecía ella.

Volvió a sonar el móvil.

-Bonita corbata –me dijo- ¿es regalo de tu mujer?

-Si.

-Has cruzado dos veces por delante mío. ¿Tan desorientado estás?

Me encantan los juegos.

-Dame una pista.

-Pelo rubio

-Eso ya lo se.

-No llevo bragas.

-Eso ya lo imaginaba.

-Si en media hora no has dado conmigo me tiraré al primer hombre que encuentre.

-¿Y si resultó ser yo?

-No. Buscaré uno que tenga los ojos rojos por haber llorado. Un tipo así no podrías ser tu.

-Ya, un tipo así no querría hacer el amor contigo.

-Pero yo si con el. Y es un hombre: eso es lo que importa.

Después colgó.

Solo sabia de ella que se llamaba Marisa, tenía 39 años, el pelo rubio y vestía de negro. Quizás estuviese casada, quizás separada. Con hijos o no. Todo eso daba igual. Miré mi reloj, me quedaban 29 minutos para encontrarla. Quizás tampoco fuese rubia.

Me dediqué a buscarla de nuevo por todo el velatorio hasta que finalmente me fijé en una mujer morena y delgada, recostada contra una columna en la entrada del bar, de pelo corto, vestida con un traje chaqueta verde oscuro, falda por encima de la rodilla. Debía rondar los 40 a juzgar por las arrugas de su cuello y de sus manos, pero de lejos no aparentaba más de 30. Desde luego le gustaba jugar. Me agazape tras una columna y la llamé por teléfono. Vi como la mujer de verde metía su mano en el bolso y sacaba un móvil.

-Bonito vestido verde –le dije.

-Lo se.

-¿Te has teñido o en realidad no eres rubia?

-Descubrámoslo.

Después colgó y salió caminando del lugar en dirección a una puerta. El lavabo de mujeres.

De acuerdo, juguemos.

Entré en el lavabo de mujeres. Habían dos compartimentos cerrados y tres abiertos. Me arrodille y vi cuatro pies. Los de ella eran fácilmente identificables. No por mejores ni peores. Eran simplemente diferentes. Me metí en el compartimiento de al lado y esperé. Al poco escuche que alguien salía del lavabo. La llame por el móvil. Sonó en el compartimiento de al lado.

-¿Vas a dejarme pasar?

-Estoy meando… ¿no me vas a dejar acabar?

Colgué el teléfono, salí del lavabo y abrí el compartimiento contiguo. No estaba cerrado.

-No –dije sin dejar de mirar su coño rubio –no voy a dejarte acabar.

Una rubia teñida de morena. Fascinante. Mientras yo cerraba la puerta ella se levantó de la taza y se quitó el vestido con un rápido movimiento sacándolo por la cabeza. Podrían haber sonado centenares de trompetas anunciando el dia del jucicio final, incluso podia haber estado frente a mi mujer, mi suegra y mis hijas. Pero no. Estaba allí, delante de aquella desconocida, juguetona y atractiva. Sus pechos eran medianos, redondos y razonablemente hermosos. Su cara tambien era hermosa, pizpireta y madura. Una niña y una mujer al tiempo. Juguetona.

-¿Tu no vas a quitarte la ropa? –me preguntó.

-Solo lo imprescindible –dije bajandome los pantalones.

Ella se arrodilló y metió su boca en mi polla (¿o fue al revés?). Me encanta el sexo con las mujeres de pelo corto. Siempre puedes observar detalladamente como te comen la polla. Su boca era la de una experta, succionaba con cuidado pero con firmeza, cogiendo mi pene por la base, utilizando la lengua a modo de palanca. Desde luego habia chupado muchisimas pollas.

Pero en aquel momento estaba chupando la mia.

Mientras me chupaba no dejaba de mirarme a los ojos.

-¿Sigo? –pregunto despues de haberse sacado la polla de su boca (evidentemente).

Menuda pregunta… no me molesté en contestar y ella no se molesto en seguir esperando una respuesta demasiado evidente. Su mamada estaba haciendome estremecer por momentos obligandome a apoyar en las paredes, no pude reprimirme y en menos de cinco minutos descargué toda mi leche que ella se dedico a tragar con autentico esmero, sin dejar escapar ni una sola gota. Despues se levanto, se limpió la comisura de los labios y me tendió la mano.

-Encantada .dijo guiñandome un ojo.

-No… el gusto es mio

Me encantan los juegos.