Juego en la playa

Cuando decides ir a la playa a divertirte

Vivía en una ciudad costera, con una playa preciosa pero muy abundante de gente, y ese fin de semana pintaba muy aburrido. Por lo que se me ocurrió jugar un poco con el morbo y la travesura de las personas. Bajé a la playa con la intención de ligar con una mujer mayor que yo, solitaria y con ganas de disfrutar de un buen fin de semana. Pero al llegar casi a la orilla del mar, vi un hueco hecho para mi, justo al lado de dos tumbonas, una sombrilla y dos mujeres de cincuenta y pocos años cada una. Era mi momento y tenía que aprovecharlo.

Decidí colocar mi toalla al lado de ellas, y quitarme la camiseta poco a poco, a cámara lenta para que pudieran ver mi cuerpo y empezaran a pensar en sus cosas. El juego se me ocurrió nada más verlas, y consistía en tener una libreta y un bolígrafo a mano, e intentar que pensaran que era sordo-mudo, para poder escuchar sus diálogos sin que ellas supieran que les estaba oyendo.

Las dos mujeres no llevaban bikini, sino un bañador donde a una de ellas se le notaba sus grandes seno y algo entrada en carnes, y la otra tenía mejor cuerpo con unos pechos más pequeños, pero las dos tenían un morbo especial.

Por lo que decidí empezar el juego, acercándome a ellas con la libreta y escribiendo la siguiente nota:

  • Buenos días, soy sordomudo, y me gustaría pediros si podéis vigilarme las cosas mientras me pego un chapuzón en el mar.

La mujer flaca, me quitó el bolígrafo enseguida y escribió:

  • No te preocupes cariño, que nosotras te vigilamos las cosas (mientras sonreía a su amiga)

Empezaba bien el juego, y me fui al agua riendome, ya que sabía que me estaban mirando y estaban disfrutando de tener cerca a un chico joven... pero no sabían todo lo que les esperaba.

Al volver del baño, me tumbé en la toalla boca-abajo, con las gafas de sol puestas para observarlas sin que lo supieran. Las dos mujeres me creaban un morbo muy grande, y mientras observaba a una de ellas que siempre se estaba riendo, con su pelo largo moreno y sus grandes curvas... escuché como la otra le decia:

  • Aprovecho que no me escucha el chico para decirte que vaya culito tiene, y menudo repaso que le pegaba ahora mismo.

Tuve que aguantar la risa, y hacerme el sordo pero me encantaba la situación. A los 10 minutos de darme el sol en la espalda, me levanté de la toalla y escribi en la libreta:

  • ¿Alguna de las dos sería tan amable de ponerme crema en la espalda? Por cierto me llamo Ángel.

La mujer rubia con pechos pequeños, cogió la libreta y escribió:

  • Yo te pongo crema, que seria una lástima que te quemarás y te tuvieras que ir.

Se levantó y se puso crema en sus manos. Colocándose encima mía, empezó un masaje muy sensual a la vez que me echaba crema en la espalda. Yo ya estaba a 1000 pero tenía que controlar mis instintos... Mientras estaba con el masaje, y pensando que yo no la oía, le dijo a su amiga:

  • Que sepas que pienso hacer todo lo que me pida, tengo que aprovechar mi tiempo perdido.

Otra vez tuve que aguantarme la risa, y hacerles pensar que no escuchaba nada, pero por dentro me daba muchísimo morbo la situación. Al terminar el masaje, cogió la libreta y escribió:

  • Espero que te haya gustado y quiero otro masaje igual o mejor. Por cierto me llamo Elena.

  • Me ha encantado, y cuando quieras hazme un gesto o escríbeme en la libreta, y tendrás tu recompensa. Encantado Elena.

Ya tenía a una mujer dentro del juego, pero la amiga no perdía detalle de las notas, y le dijo a su amiga que ella también quería una recompensa, pensando que yo seguía sin oír nada.

Mientras estaba tumbado y haciéndome el dormido, escuchaba la conversación de ellas, diciendo:

  • Pues yo adoptaría al chico todo el fin de semana, se le ve tan guapo y tierno...

  • La verdad es que se le nota que hace deporte, y tiene un cuerpo joven y caliente.

  • Pues este fin de semana estamos las dos solas, todo es proponerle al chico que se venga al apartamento.

  • Calla loca, no creo que quiera venirse con dos muchachas.

Al rato de estar tumbado, se acercó Elena y me escribió en la libreta:

  • Cariño, es el turno de mi masaje.

Yo me levanté y cogí la crema, me puse un poco en las manos, y me coloqué con cuidado encima de ella.

No me lo podía creer, pero ya estaba rozando mi polla en su culo, con el bañador de por medio, pero comenzando una erección difícil de controlar. Empecé a masajear la parte de arriba, y poco a poco iba bajando por toda su espalda sin ninguna prisa. La amiga miraba con ganas de ser ella la manoseada, mientras Elena le decía

  • Marta, este chico tiene una manos de escándalo, y encima no me oye como te digo que me lo follaba aquí mismo, estoy poniéndome muy cachonda con este masaje.

Así que Marta se llamaba la amiga... Ella se reía mientras le decía a Elena que estaba pasando mucha envidia por la situación.

Yo seguía a lo mío, haciéndome el sordo, y manoseando el cuerpo de Elena de arriba a abajo, mientras la erección ya era bastante notable.

  • Marta no te lo vas a creer, pero fíjate como está el chico...

  • Madre mía que empalmado está...

  • Me está clavando toda su polla en mi culo y no quiero que se quite nunca de encima!

  • Ya lo sé Elena, menudo juguete tiene ahí abajo, y nosotras diciendo estas burradas sin que el chico se entere.

  • Yo no sé que le voy a hacer al chaval como siga así mucho tiempo.

Continuará...