Juego de poder
Un hombre maduro en la cima de su éxito profesional, cae atrapado por los encantos de una dominante y atractiva dama.
El teléfono vibró en mi bolsillo y sentí una sensación extraña en el estómago. Por un lado necesitaba su llamada, pero por otro quería que no fuera ella. Como el vértigo que produce el vacío a nuestros pies, cuando nuestra mente oscila entre el deseo del vuelo y el miedo de caer. Un sentimiento mezclado de atracción y repulsión como el que a veces, provocan algunas personas. Mi mano sacó el móvil, era ella, como imaginaba. Las letras la identificaban en la pantalla: "TU DUEÑA". Había grabado así su número en la agenda.
Contesté: Si, dígame.- No la gustó mi respuesta."
Si, dígame.- Repitió haciendo burla.- ¿Cuantas veces te he dicho que debes contestar si, señora?."
Repetí, esta vez bajando la voz: Si, señora."
Vas a venir a verme hoy.- Ordenó."
Intente explicarla: Es que mañana tengo que salir de viaje muy temprano, y debo preparar algunas cosas...- Sabía que no era suficiente."
No te preguntaba, te ordenaba. Vas a venir, te espero en una hora. Si no vienes...., puedes pensar en lo que te espera."
De acuerdo, lo intentaré, señora.- Contesté."
Así me gusta.- Respondió. - Pero no lo intentes, hazlo."
Indique al conductor el cambio de planes: Déjeme en el gimnasio, quiero hacer algo de ejercicio, luego volveré a casa dando un paseo."
Hablaba poco y conducía bien. El discreto chofer, por eso lo había elegido, me llevó al gimnasio sin comentarios. Allí en el vestíbulo llamé a mi mujer y la expliqué que llegaría bastante tarde. También llamé al despacho para dejar instrucciones: estaría ilocalizable por un par de horas, si había algo urgente debían hablar con mi segundo. Saludé al recepcionista, que ya me conocía , y pasé a los vestuarios. En la taquilla me cambié, vistiéndome con pantalón corto, camiseta, y calzado deportivo. El empleado me preguntó si quería sala privada como siempre y me indicó que la siete estaba libre.
Fui la sala siete, cerré la puerta por dentro; bajé las persianas. Me subí al asiento de la bicicleta estática y quité la rejilla del conducto de la climatización. Entré aupándome al pasillo de ventilación y empecé a gatear. El que crea que los conductos de aire son tan limpios como aparecen en las películas, está equivocado, son lugares llenos de pelusas y polvo que mancha. Me arrastre hasta el final del tubo, y llegué sobre su despacho. Por la rejilla podía verla, sentada en su sillón de piel, con la cara de quien espera una suculenta comida. Aparté la rejilla y caí al suelo delante de su mesa.
Vaya, por fin ha llegado mi esclavo.- Saludó."
Si, mi señora, obedeciendo tus órdenes."
Me gusta verte con ese aspecto de guarro, pero me da un poco de asco que te acerques a mi así, límpiate."
Pasé al baño privado del despacho y me asee. A pesar de ello, me sentía ridículo con mi ropa deportiva mientras ella estaba radiante con su impecable traje sastre.
Estoy a tus ordenes, señora.- Dije poniéndome ante ella, con la cabeza baja, en señal de sumisión como la gustaba. "
Empezaré por castigar tu falta.- Sabía que lo del teléfono no quedaría impune. -Bien, esclavo desnúdate y túmbate boca abajo en mi mesa.- Dijo arrojando con su brazo al suelo, en un gesto muy teatral, cuanto había en ella."
Obedecí, quitándome el calzado y la ropa, para tenderme después en el serio escritorio. Vi por el rabillo del ojo como se levantó del sillón y caminó pensativa por la estancia. De un cajón del escritorio saco algo que no pude ver. Escuché un clic extraño y sentí algo frío y metálico en mi nalga izquierda. Descargó un golpe sobre el objeto y sentí un intenso dolor. Me había clavado una grapa en el trasero, por fortuna no era de las grandes. A pesar de todas las molestias, y esa era parte de la atracción, sentí como mi pene se endurecía contra la mesa. Permanecí quieto aguardando sus indicaciones.
Espero que esto te enseñe la próxima vez que contestes al teléfono, y la respuesta sea adecuada."
Si señora.- Respondí sintiendo latir el mordisco de la grapa en mi piel."
Ahora quiero que con tus manazas asquerosas me quites las bragas con cuidado."
Si señora. Lo que tu desees.- Contesté."
Bajando de la mesa me arrodillé ante ella, que permanecía en pie aún. Con gran cuidado mis manos bajo la falda tiraron suavemente de la parte delantera de la prenda. Luego hice lo mismo por detrás, rozando sus deliciosas nalgas. La tela negra descendió dejando al aire la palpitante suave piel de mi dueña. Deslice las bragas por sus largas piernas, y disfruté del hermoso paisaje de su sexo. Se sentó en el lujoso sillón de dirección abriendo las piernas y me habló en tono autoritario:
Ahora me vas a comer el coño, como no me lo has comido nunca."
Me puse a cuatro patas y mi lengua rozo sus labios vaginales, cálidos y turgentes. Debía ir poco a poco, porque sino me castigaría. Sufrí un reglazo en la espalda a modo de aviso, no estaba haciendo lo que ella deseaba.
Empapa con tu saliva mi pubis, ya tenías que saber que me gusta que lo hagas."
Servilmente pasé mi lengua por el pelo oscuro, rizado y abundante, que cubría su triángulo del placer. Iba mojando el vello hasta que mi boca quedó casi seca y su bosque perlado de diminutas gotas. Me dio otro reglazo.
Ahora sigue con la vulva, inútil."
Lamí de nuevo los abultados labios, mi dueña estaba caliente y mojada, comenzaba a gemir suavemente, olía a sexo. Un nuevo golpe me indicó que debía meter la lengua dentro, así que la introduje profundamente en su coño, acariciando todos los rincones.
Más deprisa."
Me conminó, con voz grave y entre jadeos, acariciándose el clítoris con la mano. Dócilmente moví la lengua más rápido; y ella, entre espasmos, se corrió por primera vez. Luego me apartó de un empujón. Desnudo en el suelo, estaba pendiente de recibir sus nuevas instrucciones. Ese era nuestro juego. Ella me humillaba y yo me dejaba hacer. Los dos disfrutábamos con nuestros papeles.
Enciéndeme un cigarro, venga."
Recuerda que ya no fumo, señora."
Eres un insolente, enciéndelo. Pero aun así, te castigaré."
Busqué el tabaco y encendí el cigarro poniéndoselo en sus labios. Ahora ella decidiría cual era la penalización por mi titubeo.
Del segundo cajón del escritorio tráeme un par de pinzas para papeles.- Dijo con una sádica sonrisa. Me temía para que eran."
Si señora, tenga señora."
Ponte de pie, con los brazos en la nuca."
Si señora."
Con una mano estiró de mi pezón derecho, mientras con la otra colocó la pinza que apretaba como un perro de presa; luego hizo lo mismo con el izquierdo, me dolía mucho.
Así aprenderás a no cuestionar mis ordenes, cabrón."
Entendido, si señora, entendido."
Ahora quítame toda la ropa, con delicadeza, ya sabes."
Me agaché a los pies de su asiento y me dispuse a sacar uno de sus zapatos, de tacones finos. Mientras lo hacía, ella me clavó en la pierna el otro, luego me dejó seguir. Como si estuviera desactivando una bomba de relojería baje suavemente la media de la pierna derecha.
Bésame, perro."
Deposité pequeños besos en su sedosa pierna a medida que el tejido dejaba libre la apetitosa carne de mujer. Cuando terminé, me incorporé para quitarla su chaqueta; que dejé delicadamente sobre el respaldo de una silla, para evitar enfadarla.
Bien cabrón, te estas portando bien, quizá te quite una pinza luego, sigue, vas bien."
Proseguí despojándola de su vestimenta, desabrochando uno a uno, y con infinito cuidado los botones de la sutil blusa blanca. La prenda dejaba ver como un cristal empañado el sujetador negro. Bese la piel de sus hombros y baje hasta su tripa, mientras ella aprobaba mis acciones con sonidos de placer. Me quitó una de las pinzas. Rodee el sillón y besé su nuca a la vez que desabrochaba su sostén. Sus pechos quedaron libres y los acaricié ansioso con las manos. Me dio un manotazo.
Sigue desnudándome, imbecil, ya te diré cuando quiero que me toques."
Bajé la cremallera de la falda, deslice la tela por la piel desnuda de sus maravillosas piernas, la deseba mucho, y sabía que tardaría en poder hacerla mía, era uno de los poderes que tenía sobre mi. Totalmente desnuda estaba más bella y deseable todavía que vestida. La conocí un día que organizaron una pequeña fiesta para socios del gimnasio, María era la dueña del negocio y ahora la mía también, desde entonces empezamos con nuestro juego. Caí en sus redes, y me enseño a someterme a su voluntad para poder tener a mi alcance aquel delicioso cuerpo. Aunque a veces me harta, no soy capaz de decirla que no, sabe jugar muy bien sus cartas. María miró fijamente mi pene, que estaba en su máximo apogeo.
¿Mi esclavo quiere jugar con su rabito?. - Preguntó maliciosa, con un brillo diabólico en sus grandes ojos marrones."
Si señora."
Ven acércate, si te lo ganas, quien sabe..."
Me acerqué a ella que me ofreció sus enormes pechos. - Ponme a cien haciendo con mis tetas las cosas que sabes, y a lo mejor te quito la otra pinza."
Mis dedos acariciaron aquellas semiesferas perfectas de cálida materia viva. Sus pezones color chocolate se alzaron majestuosos. Mis labios besaron toda la superficie mamaria. Con precaución, junte sus pechos para que la proximidad de los pezones me dejase lamerlos simultáneamente. Primero suave, apenas un roce; luego un frenético movimiento, como si mi lengua fuese a borrarlos. Se agitaba nerviosa en el sillón. Luego los succione rozándolos con los dientes, la gustaba. Me quito la pinza de la tetilla, y acarició mi pene. Sentí un escalofrió de pies a cabeza.
Túmbate en el suelo cerdo salido."
Si señora."
Me tumbé, todavía me dolía la grapa. Se sentó sobre mi estómago dándome la espalda y jugando con mi pene. Acerco su trasero a mi cabeza. - Límpiame el agujerito, cabrón."
Acaricié sus nalgas con las manos y las separe con suavidad. Mi lengua lamió su esfínter, y ella se agitó encuclillas agarrada a mi pene. - Más cabrón, más dentro. - Mi lengua entro en su ano totalmente, estaba caliente. "
Muévela, cerdo. - Dijo retorciendo mi miembro y haciéndome daño. Moví la lengua, empujando, todo lo que podía. Ella entre jadeos se masturbaba, me estaba poniendo a cien, alcanzó el segundo clímax con un grito triunfal. "
Para, vete a lavarte la boca, no quiero que me ensucies. Voy a seguir usando tu lengua, perro."
Obediente me enjuague en el baño. - Túmbate en la mesa. - Ordenó."
Comenzó a lamerme con la punta de la lengua la frente, bajó por la nariz deteniéndose en mi boca y prosiguió por el mentón saltando al pecho. Jugo un rato con mis pezones y siguió rumbo a mi rabo que estaba necesitado de liberar la presión acumulada. Siguió el agradable martirio con la punta de su lengua, que paso por todo mi enhiesto sexo y jugó en mi escroto, ya no podía más. Se subió encima de mí meciéndosela y casi estuve a punto de correrme. Apoyó sus manos en mi pecho y agarro con fuerza mis pezones retorciéndolos, mientas sus caderas se movían lentamente. Yo sentía su sexo húmedo y caliente envolviéndome. Cada vez que yo iba a llegar al orgasmo, paraba, para luego empezar otra vez, era una deliciosa tortura.
De golpe paró. - No creas que vas a correrte cuando tu quieras, puto esclavo, lo harás cuando y donde yo desee.",
Si señora. - Respondí tartamudeando y sintiendo mis cuerpo flojo por la tensión sexual."
Quiero tu corrida en mis tetas. - Dijo con voz imperiosa."
Se bajó de la mesa y se echó sobre mi envolviendo mi polla con sus pechos. No sabía cuanto podría aguantar sin dejar salir mi semen. Empezó a mover sus tetas rozando mi glande y el resto de mi sexo. Con un gruñido eyaculé proyectando mi semen en su piel.
Bien cerdo, ahora limpiarás lo que has manchado."
Si señora. - Comencé a lamer sus pechos durante un rato hasta que no quedó rastro de las manchas. María suspiraba disfrutando."
Ponte de pie. - Me mando cansada de las carisias de mi lengua."
Si señora. Se coloco de rodillas ante mi metiendo mi polla algo blanda en su boca."
Aprovechó para darme unos azotes con la mano que me hicieron ver las estrellas, porque la grapa seguía alojada en mi nalga. La presión de sus labios sobre el cuerpo del pene hizo que se reanimase, su lengua cosquilleaba el glande, mientras acariciaba mis huevos con la mano. Con un dedo acarició mi ano mientras succionaba el miembro, metió el índice en mi orificio y lo movió suavemente a la par que se tragaba toda la longitud de la polla, que se puso tan dura como antes de correrme. Sabía que aquello se terminaría, y así fue, sacó el dedo y mi pene salió de su boca quedando al aire con ganas de más.
Fóllame por el culo. - Ordenó ofreciéndome su apetecible trasero - Ya sabes, con cuidado."
Maniobre apretando con la mano el glande sobre la estrella de su ano, despacio, metiéndolo poco a poco. Ella tumbada sobre la mesa abría las piernas y facilitaba la entrada.
Con voz jadeante apremió: Mas mételo más, pero sin hacerme daño."
Meti casi toda su longitud dentro de ella hasta que ordenó: Ahí, ahí, para. Pajéame con la mano, y muévete despacio.- Estimule su coño chorreante presionando con suavidad el clítoris, mientras empujaba suave y aflojaba la penetración. Tenía unas ganas inmensas de eyacular, pero ella advirtió: - Como se te caiga una sola gota te arrepentirás."
Me centré en darla placer hasta que sus movimientos y jadeos dejaron claro que se había corrido. Ella se dedico a apretar y aflojar su esfínter haciéndome un masaje sobre mi sexo que estuvo a punto de provocarme el orgasmo. Finalmente de un apretón me la saco de su ano.
Tu polla esta hecha una mierda. - Espetó me gritó. - Vete a lavarte y vuelve deprisa."
Si señora. - Me la lave con jabón abundante y agua, para volver raudo después."
Mira lo que he comprado. - Me dijo con una sonrisa de malicia enseñándome un cinturón con un doble pene. Sabía que algún día llegaría la hora de que mi culo perdiera su virginidad por decisión de mi ama, y era hoy."
Quiero que me lo pongas con cuidado. - Lo coloque con mimo, metiendo el pene de caucho más pequeño en su coño, que seguía dilatado y húmedo."
Era una visión extraña, un enorme miembro saliendo de su pubis. Ajuste las correas con suavidad pero al hacerlo debí encender involuntariamente el vibrador, lo que me valió un tirón de orejas.
Esos botones solo los toco yo. ¿Entendido cabrón?."
Si señora. Perdona mi torpeza."
Ahora quiero que me hagas una buena mamada. - Como pude empecé a meterme aquella cosa inmensa en la boca."
Fue a por su regla y me dio un par de golpes en la espalda. - ¡Hazlo mejor maricón! - Bramó."
Yo lamía con esmero aquel falso glande, recorría todo con mi lengua, lo engullía hasta que mi boca no daba más de sí. Ella disfrutaba del espectáculo, y se ponía cada vez más caliente. Encendió su vibrador, y yo notaba un suave movimiento en la parte del aparato que me ocupaba. Se tumbó en el suelo, y me ordenó colocarme para hacer un 69. La verdad es que el morbo de la situación y la penetración anal de antes me tenían muy caliente. Yo chupaba el falo de goma y ella se metía el mío en la boca. Pero claro yo no podía correrme hasta que ella lo ordenase y en ese momento me apetecía mucho. Una vez mi ama insaciable se corrió por tercera vez, lo celebró con pequeños mordiscos en mi pene de verdad.
Se lo sacó de la boca para decir: Me comes muy bien la polla, maricón. Vete preparando para que te rompa el culo. Pero antes tráeme un cigarro, quiero fumar. Encendido , ya sabes."
Si señora. - Obediente la proporcione el cigarro humeante."
Se sentó en su sillón y me mandó que la lamiese los pies, pero sin hacerla cosquillas. Mi lengua buscaba la presión justa para no acariciar ni ser demasiado brusco. Pero cuando la lamía la planta de un pie, un pequeño saltito me indicó que la había hecho cosquillas y que algún castigo me esperaba. Mi dueña coloco la brasa del cigarro ante su boca y soplando provocó una lluvia de chispas que cayeron sobre mi piel desnuda provocándome pequeños pinchazos de dolor. Cuando terminó de fumarse el cigarro, me ordenó que parase.
Me miro golosamente. - No sé que postura elegir, culito tierno. Anda trae un frasco de lubricante del baño mientras lo pienso."
Cuando regresé con el liquido, ya había elegido. - Pon el pecho sobre la mesa y el culo en pompa."
Si señora. Me ato las manos con una cuerda por debajo de la mesa. Después ato cada pierna a una de las patas. Así aumentaba la humillación."
Miró el resultado contenta. Juguetona tiro con fuerza de mi pene que colgaba algo blando. - No has sido muy bueno hoy. - Y me dio un reglazo en la nalga sin grapa. - Nada bueno. - Y esta vez me sacudió en toda la grapa."
Mi señora procuraré ser bueno, lo prometo."
Esta bien está bien. - Separó mi nalgas y me dio un reglazo en el ano cuya onda expansiva llegó hasta mi escroto. - Bueno, bueno, mi bujarrón, espero que estés listo."
Me untó lubricante generosamente, y debió de untárselo a su polla postiza. Note la punta presionando mi esfínter. Hizo un movimiento suave que me produjo una agradable pero rara sensación, y empezó a meterme aquellos veinte centímetros por detrás. En momentos dolía, pero en otros era algo placentero.
¿Te gusta esclavo?. Pídeme que te la meta."
Metemela del todo, me gusta, la deseo entera. - Animé obediente, y de un golpe de caderas me la clavo hasta dentro y sentí la suave piel de sus piernas en mis nalgas."
Se tumbo sobre mi y sentí sus tetas en mi espalda, y aquella cosa dentro de mi y que no podía expulsar. Me mordió el cuello con habilidad y un escalofrió recorrió mi columna dorsal mientras mi polla adquiría la mayor erección posible. Dio al botón del vibrador y sentí un cosquilleo inquietantemente agradable. Comenzó a moverse y a gritar, y agarro mi sexo masajeándolo. Una vez mas me vi en la elección de dar rienda suelta a mi organismo asumiendo el castigo, o esperar a que ella me dejase estallar. Era tanto el placer que ya no recordaba ni el dolor de la grapa. Pero ella por cuarta vez gozó de su éxtasis saliendo abruptamente de mi culo. Dejando una extraña sensación de vacío, una ligera irritación y ganas de ir al baño.
No has estado mal, puto cabrón. - Dijo dando un golpe en mi culo desvirgado. - Pero te dejaré atado un rato."
Me dolían las ligaduras y algún músculo por la postura forzada, pero dije: - Gracias señora."
Pasado un rato me soltó dejándome ir al baño para desahogar mis necesidades intestinales y asearme una vez más. Mi sexo se batía en retirada. Me ordeno tumbarme en la mesa boca arriba. Me miró a los ojos acercándose a mi cara y rozándome con sus abundante feminidad.
Con una mezcla de ternura y orgullo de posesión, me dijo: - ¿Sabes que eres mío mientras yo quiera, verdad?."
Si señora. - Respondí no por complacerla; sino porque era la verdad."
Acarició mi pecho con sus manos, besándolo. Después rodeó la mesa y tiro de mis piernas hasta dejarme con el trasero en el borde metiendo su cabeza entre ellas. Con suavidad comenzó a acariciar mi polla con sus manos y besar suavemente toda su piel. Me descapulló con delicadeza, lamió el glande.
Mientras murmuraba:- Mmm mi capullo preferido. - Mi sexo se erguía enhiesto otra vez."
Sus manos apretaban suavemente mis huevos mientras sus labios envolvían mi cilindro carnoso. Lamió desde la punta al escroto, tapizando con su saliva cálida, mientras me masturbaba con la mano. Glotonamente se tragó mis huevos cosquilleándolos con su lengua dentro de la boca. M estaba llevando al éxtasis, nadie sabía comerla como lo hacía ella. Subió dando sorbos de piel y se trago mi polla entera, era como si la hubiese metido en una nube. Sentía el calor mojado de su boca, la caricia de sus labios y su lengua juguetona, dándome un placer difícil de describir. Su cabeza asentía dándome permiso para correrme, y me descargue con un espasmo victorioso, mientras ella se tragaba mi semen y limpiaba cuidadosamente mi rabo.
Con la boca ya libre me repitió:- Eres mío, eres mi propiedad y harás siempre lo que yo quiera."
Si señora. Siempre."
Ahora puedes vestirte y marcharte por donde has venido."
Si señora. - Respondí, aunque habría preferido quedarme tumbado disfrutando de esa paz que otorga una buena corrida"
Obedecí rápido a mi dueña y señora. Hice el camino de vuelta por las conducciones, y salí del gimnasio privado. Curé mi herida de la grapa en los vestuarios y después de una ducha rápida volví a casa en un taxi porque llovía a mares.
Eran casi las once de la noche cuando llegué a casa. Mi mujer, en contra de mi opinión se empeño en que cenara, y como siempre no tuve más remedio que obedecer. Preparé el equipaje rápidamente y a las doce estaba en la cama, feliz y exhausto. Mi mujer trasteaba en el baño y a la penumbra de la luz se podía ver el impecable uniforme preparado para mañana.
Al amanecer saldría en un avión rumbo al extranjero, en las importantes maniobras de este año actuaría como comandante en jefe de la fuerza de acción rápida más poderosa del mundo. Era yo quien decidiría lo que tendrían que hacer cientos de aviones, decenas de barcos, miles de hombres, y millones de dólares en material bélico.