Juego de Medianoche
Ahora sonrío como un estúpido mientras te imagino frente a mi, completamente desnuda, llevando tus manos alrededor de mi cuello y acercándote hasta besarme; casi logro sentir tus pequeños pechos cuando me abrazas, esos de los que tanto te quejas pero que a mi me encantan.
<> Desfogo brevemente mi malestar mientras el agua fría golpea mi cabeza y recorre mi cuerpo. Apoyo mis manos sobre las blancas baldosas que cubren las paredes del baño y cierro mis ojos. En ese momento tu imagen viene a mi mente haciéndome olvidarme del asunto.
Ahora sonrío como un estúpido mientras te imagino frente a mi, completamente desnuda, llevando tus manos alrededor de mi cuello y acercándote hasta besarme; casi logro sentir tus pequeños pechos cuando me abrazas, esos de los que tanto te quejas pero que a mi me encantan. Abro mis ojos y descubro mi polla erguida, buscándote.
Termino de secarme y tomo mi reloj para ver la hora. Debes dormir profundamente, pasan de las dos; quizá si no hubiera demorado tanto en la ducha, pero me ha servido para relajarme después de tan ardua y atípica jornada de trabajo.
Salgo del cuarto de baño envuelto en mi albornoz, ese que me regalaste con mis iniciales bordadas en el pecho. Abro lentamente la puerta de la habitación y entro en la habitación con cierto sigilo, como no queriendo despertarte, pero me muero por que me regales una de esas seductoras sonrisas que esbozas cuando te penetro. Duermes de lado, recostada sobre tu costado izquierdo, y me das la espalda.
La alfombra que cubre el suelo de la habitación me ayuda a acercarme a la cama sin hacer ruido. Compruebo que duermes y no hago más que observarte por un rato, verte dormir es casi hipnotizante. Me embelesa verte tan tranquila, tan ajena a mi presencia, sin poses y disfrutando de tus sueños; mas allá de la espectacular vista de tu silueta perfectamente dibujada por la delgada y fina sábana que cubre tu cuerpo.
Por un momento pienso en desistir de mis deseos, pero escucharte decir mi nombre acompañado de un suspiro en medio de tus sueños hace que mi polla, que se ocultaba morcillona bajo la única prenda que cubre mi cuerpo, cobre una rigidez descomunal que la obliga a asomarse.
Me deshago del albornoz y me meto a la cama intentando no perturbar tu estado, quiero que sean mis manos recorriendo tu cuerpo las que te despierten y te digan que estoy aquí.
Apenas me he recostado a tu lado mi mano derecha explora bajo la sábana hasta que encuentra tu pierna derecha y la rozo suavemente con las yemas de mis dedos. Tu piel se siente suave. Pierdo el contacto con tu piel cuando llego a la seda de tu bata y mi mano sigue su recorrido hasta llegar a tu cadera; en ese momento adivino tus bragas tipo Brief bajo la bata.
Mi mano baja de nueva cuenta hasta tu pierna y vuelve en sus pasos una vez más hasta que decide explorar bajo tu bata en su segundo recorrido. Sentir la piel de tus muslos me hace perder el control y la caricia se convierte en un magreo que te despierta.
Tu respiración ha cambiado y siento como tus muslos se tensan levemente al contacto de mi mano, pero pretendes seguir durmiendo. Decido aceptar tu juego.
Subo hasta llegar a tu vientre y lo recorro suevamente mientras siento que se contrae. Pienso que tal vez has decidido despertar cuando te giras hacia tu derecha, quedando boca arriba y con las piernas ligeramente separadas, pero vuelves a respirar profundamente y tus ojos se mantienen cerrados.
Acepto tu invitación y llevo mi mano entre tus piernas, a la cara interna de tus muslos, asegurándome de rozar tu pubis en el viaje. Los masajeo suavemente y regreso a tu vientre solo para bajar nuevamente, como si fuera a tu entrepierna, pero desviando mi mano hacia uno de tus muslos. Repito el movimiento varias veces hasta que te sorprendo deslizando mis dedos por tu rajita por encima de tus ya húmedas braguitas. A pesar de que continuas dormida no puedes ahogar completamente tu gemido.
A pesar del corpiño que llevas puedo notar como tus pezones se endurecen y se marcan a través de la tela. Continuo con el masaje en tu entrepierna, siento tu respiración cada vez más agitada y siento también como, inconscientemente, intentas aprisionar mi mano entre tus piernas.
Mientras, con mi mano izquierda tomo el tirante de la bata junto al del corpiño y tiro de ellos hasta bajarlos por tu brazo y dejando al descubierto uno de tus hermosos pechos. Inmediatamente aprisiono el pezón con mis labios y te escucho suspirar. Recorro el borde de tu pequeña aureola con mi lengua y muerdo suavemente el pezón. No puedes evitar arquear tu espalda ligeramente.
Abres tus ojos, decidiendo dar por terminado el juego, y me miras fijamente mientras tu mano acaricia mi polla. Muerdes tu labio disimuladamente mientras frotas mi ardiente falo y llevas tu otra mano a tu entrepierna haciendo que me detenga. Abres completamente tus piernas al momento que tiras de tu braga, ofreciéndome tu coño.
Me poso entre tus piernas y te envisto, penetrándote completamente de una sola vez y siento como tu interior se adapta a mí, abrazando cada centímetro que te introduzco.
Me abrazas fuertemente y escucho como intentas contenerte mientras mi polla entra y sale una y otra vez. Tu abrazo se vuelve tan fuerte que casi me hace daño. Sé que estás por llegar y acelero mi vaivén al tiempo que te beso para ahogar tu grito. Sentirte de esa forma me hace no poder soportar más y termino por correrme en tu interior.
Me recuesto a tu lado, completamente exhausto, y tú posas tu cabeza sobre mi pecho mientras recobramos el aliento. Disfrutamos del silencio, del momento, pero no puede ser más que eso precisamente.
Beso tus labios suavemente y me pongo de pie.
"¿A dónde vas?" me preguntas mientras me colocó el albornoz. Quisiera que no me vieras de esa forma, como si imploraras por que me quede contigo toda la noche.
"Debo amanecer en la cama con tu madre" te respondo con un aire de melancolía, quisiera no tener que irme.
"Buenas noches papá", alcanzo a escuchar cuando salgo de tu habitación.