Juego de Gemelas I (Todo por un olvido)

Esta es una historia que raya entre la fantasía y la realidad, en parte es lo que me ha pasado y en parte lo que quisiera y en parte lo que va saliendo de mi imaginación

Ch 1 Todo por un olvido

Esta es una historia que raya entre la fantasía y la realidad, en parte es lo que me ha pasado y en parte lo que quisiera y en parte lo que va saliendo de mi imaginación y calentura.

Les contare que desde mi infancia no me identifique con el género masculino, pero poco a poco la sociedad me fue moldeando, aunque esa es otra historia. Les diré que cedí a las presiones sociales en incluso me case y aquí es donde comienza este relato.

Como muchos de nosotros la necesidad de vivir nuestro lado femenino va más allá del matrimonio o las familias. Tenía ya tres años de casado y me había vestido algunas ocasiones, aprovechando las salidas de mi esposa, pues su madre vivía en otro estado y la visitaba, aunque no con la frecuencia que yo hubiera deseado. En esos días, me preparaba con anterioridad cuidando mi dieta y consiguiendo algunos implementos. Tenía unos tacones de mi número y mi mujer es más o menos de mi estatura y aunque soy más robusto alguna de su ropa me quedaba por lo que no adolecía en ese aspecto. También, tenía un juguete de 20 cm replica de un famoso actor porno.

Normalmente, la dejaba en la central de autobuses y en cuanto la veía abordar salía disparado a casa para aprovechar el tiempo. En esa ocasión pase por una tienda de pelucas y compre una con la cabellera larga en un tono rubio cenizo, que contrastaba con el pelo negro de Erika.

Llegando a casa comencé el ritual de ponerme la ropa interior, con unos postizos simulados, medias con encaje y al espejo a maquillarse. Una vez lista me enfundaba en un vestido negro con blanco estampado con franjas felinas y con la peluca puesta parecía una mujer de buen ver pero con algo de sobrepeso. De ahí a la computadora a buscar algunos admiradores del chat y tener platicas eróticas con alguno que otro cibersex, donde podía mostrar mis virtudes con el juguete sexual que les mencione. Finalmente, dormía en cama ataviada con lencería, no sin antes hacer la llamada de buenas noches a casa de mi suegra, que por cierto olvide ese día. Lo normal era pararme temprano y arreglar todo para salir a hacer el super y algunos pendientes antes de que ella regresara. Pero ese fin de semana algo paso en trabajo del esposo de mi cuñada y como mi mujer tenía el pendiente de que no la hubiera llamado regreso antes de lo esperado, al menos fue lo que me dijo. Por fortuna me encontró bañándome, ya había guardado todo, se metió al baño como buscando algo y luego recorrió toda la casa.

-¿Paso algo? Te viniste antes de lo esperado. Pregunte

-Mucho antes diría yo.

Seguía buscando en el closet y debajo de la cama.

-¿Olvidaste algo?

No respondió inmediatamente. Satisfecha con la búsqueda, minutos después contesto.

-Quien ha olvidado algo es otra. Mientras señalaba mis tacones que estaban al pie de la cama y tomaba un pelo claro de la almohada. Y esto tampoco es mío. ¿Dónde está?

-¿Quién de que hablas? Trate de hacerme el loco.

-La mujer que estuvo aquí y que siempre supe ha estado en mis ausencia. Lo sospechaba de hace tiempo.

-Pero, ¿qué dices?

-Y, ¿Esos zapatos?

Dude y recordé que la verdad era mejor.

-Son míos. Me los puse para mostrar que eran mi número. Lo ves.

-Y, ¿el cabello?

-Una peluca. La saque del fondo del closet, debajo de algunas piezas del auto.

-Y, ¿debo creérmelo?

No pude hacer más que explicarle, que siempre había tenido esto desde niño y que simplemente era un deseo de sentir lo que las mujeres sienten, con telas hermosas y demás. Ella dijo que se había casado con un hombre y que como le había hecho esto. Me pidió que me quitara eso y que ya lo hablaríamos.

No paso nada esa tarde-noche, fue hasta el día siguiente  a la hora de la cena.

-Te creo pero no puedo admitirlo. Tengo muchas cosas que aclarar, por ahora he decidido que no te prestare mi ropa y no quiero verte vestida. Te permitiré, si así lo deseas comprarte tus propias cosas. Nada de hombres, al menos en casa, dijo esto con especial tono de enfado. No se lo diré a nadie conocido y necesito que me des tiempo para asimilarlo, así que no esperes mucha fogosidad de mi parte. ¿De acuerdo?

-Déjame explicarte.....

-No necesito escuchar mas, esos son mis términos.

No me quedo más remedio que tener paciencia y aceptarlos.

-Está bien entonces.

La cena transcurrió en silencio y aunque dormimos en la misma cama parecía que lo hacíamos en países diferentes.

Me dejo pensando en muchas cosas: ¿Seria una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre? ¿Algún hombre podría desearme? ¿Podría ser mujer? ¿Cómo sería tener unos lindos senos? ¿Y el sexo? ¿Era gay o lesbiana? Tantas interrogantes que siempre invadieron mi mente y que ahora me atormentaban por la posibilidad de conocer las respuestas y sobre todo vivir las experiencias.

Los días siguientes ella no dijo nada, fue el sábado por la noche. Se mostro extraña, una mezcla entre enojo y ganas de descubrir algo. Se me acerco sensualmente y me beso con fuerza tomándome de la nuca, como no lo había hecho antes. Me fue besando por el cuello y me llevo a la cama. Apago todas las luces y me fue desnudando besando cada parte de mi cuerpo, excepto por mi sexo. Me hizo voltear y beso también mi espalda, se detuvo en mis nalgas y de pronto con un dedo húmedo toco mi ano y me dijo al oído:

-¿Quieres saber que siente las mujercitas verdad? ¿Te gusta? Dijo mientras me introducía una falange.

No me moví ni para evitarlo, ni para coopera y me quede mudo, pero lo disfrutaba. Me excito más metiendo y sacando el dedo.

-Vaya que eres una nenita. Dijo mientras mi respiración se aceleraba.

Entonces me contonee un poco en señal de agrado. Solíamos tener sexo anal, así que ahora ella me fue metiendo un dedo mas para dilatarme, como yo se lo había hecho tantas veces. Se fue volteando hasta que su sexo quedo a la altura de mi cara y me giro, ahora estaba boca arriba y ella se encontraba desnuda ofreciéndome su jugoso sexo. Esto lo hizo sin sacarme los dedos y nos acomodamos en un 69. La lamí con maestría y bebí sus deliciosos jugos. Esta vez no toco ni por error mi sexo que parecía explotar, y yo tampoco le di mucha importancia y me dedique a disfrutar de sus dedos explorando mi interior, que por cierto ahora eran tres. Sentí como sus piernas se contraían, signo innegable de su inminente orgasmo. Aumente la velocidad de mis lamidas y exploto regalándome esos temblores. Prolongue su orgasmo presionando su clítoris. Saco sus dedos de mí y me dejo así. Lleve mi mano a mi sexo y ella lo evito, argumentando que las niñas no tienen esa cosa.

Al día siguiente se despertó con mejor semblante, al parecer juzgaba que era verdad que no había otra mujer, más que yo, claro está.

Sus visitas a "su madre" se hicieron algo más frecuentes y para evitar complicaciones prefería no llamarla, ni ella lo hacía. La primera vez pude evitar vestirme, así que pase la tarde viendo el futbol y tomando un par de cervezas. He de confesar que no fue lo más divertido, prendí la compu para chatear con mis admiradores del Messenger. Como siempre nos actualizábamos en cuanto los problemas con las parejas, para luego a cachondear, donde daba rienda suelta a mis deseos y terminábamos con una invitación para conocernos en persona, pero que al final no podía aceptar, pues no era lo que esperaban.

Las siguientes veces que la casa era para mí, me vestía y practicaba con los tacones mientras hacia los quehaceres de la casa, al punto que sentía extraño al regresar al calzado de piso. Los encuentros sexuales se volvieron muy esporádicos. Ella me trataba con firmeza, siempre sin tocar mi pene. Ahora terminábamos dedeándonos replicando los movimientos de la una en la cueva de la otra. Aprendí mucho de su placer, conocía mejor como tocarla con sutileza y mejore mi técnica para hacerle sexo oral. Además fui redescubriendo ese gusto propio que se incrementaba más y más. Aunque yo no terminaba me bastaba con complacerla para satisfacer mi placer, que de cuando en cuando terminaba en pequeños orgasmos provocados por su dedo deslizándose con maestría en mi interior.

En el siguiente capítulo les contare las sorpresas que Erika tenia para mí. No dejen de escribirme sus comentarios.