Juego de amigos

El verano, el calor y unos buenos amigos en casa.

Ya se acercaba el verano a nuestra ciudad y se empezaba a notar en todas partes, por la calle la gente ya iba más ligerita de ropa, las chicas ya empezaban de dejar entrever los pechos por debajo de los tops y ya se podía ir por la calle disfrutando de bonitos culos andando delante tuya.

Mi mujer y yo habíamos desechado ya los pijamas del armario e íbamos por casa desnudos como todos los veranos, pero este tenía algo especial, ella estaba embarazada, y aparte de disfrutar su preciosa carita al verla pasar, podía disfrutar esa cuerpazo con su barriguita de embarazada, sus tetas llenas de rica lecho, sus pezones negros y su prieto culo. Era fascinante verla tender la ropa en la terraza desnuda, expuesta a todas las miradas, a que cualquier vecino atento pudiera disfrutar de su bonito cuerpo, ver como se bamboleaban sus tetas al tender la ropa.

Ese fin de semana teníamos visita, venía a casa unos amigos nuestros de hace ya bastante tiempo, con los que hemos pasado grandes borracheras y fiestas. El día que llegaron hacía más calor de lo ya habitual y yo me moría de ganas de estar desnudo, pero claro por respeto a ellos, a que se fueran a sentir incómodos nos contuvimos, estuvimos paseando por la ciudad, llendo a tomar tapas y demás. Al final del día estábamos todos agotados, no por el cansancio sino por el calor.

La noche había empezado como el día muy caluroso, nos pusimos cómodos, mi mujer y yo nos quedamos en ropa interior, ella con unas diminutas braguitas blancas y con el sujetador a juego que dejaba ver los negros pezones, yo con un slip granate. Al entran en el salón donde estaban Cesar y Eugenia, se nos quedaron mirando, pero no dijeron nada, ellos estaban con ropa fresca pero no tanto. Estuvimos viendo una película con un alto contenido erótico, lo que hizo que yo cada nada me empalmara por debajo del slip, tocando a mi mujer de vez en cuando las tetas porque no me daba cuenta que había visita, alguna vez me fijé que nos miraban y no paraban de moverse en el sofá. Al terminar la película nos fuimos a dormir, los cuatro con un calentón increíble, ya que al igual que nosotros se les escuchó hacer el amor en su habitación, se la escuchaba a ella gemir y el ruido del colchón.

Parece que les gustó la película- le decía a mi mujer mientras ella me chupaba la polla.

Y a ti, aunque más te hubiera gustado que estuvieran ahora aquí, ¿verdad?- dijo.

Sí, como a ti, que ya me fijé como les mirabas cuando te tocaba las tetas, eh.

Sí, y como nos miraban ellos

A la mañana siguiente hacía aún más calor que el día anterior, se levantó mi mujer desnuda a hacer pis.

  • Estaba ya Cesar levantado, en la cocina bebiendo agua, se quedó algo cortado al verme entrar desnuda, no dejaba de mirarme las tetas, le dije que qué tal habían dormido, y me dijo que muy bien pero que habían pasado mucho calor- dijo al volver.

  • ¿Sí?, anda normal que hayan tenido calor, y que te mirara las tetas, las tienes preciosas.

A la hora de comer, volvimos a quedarnos en ropa interior, y Cesar también se animó, se puso unos calzoncillos azules, ella, se quedó en bragas pero con una camisa que la tapaba casi por debajo del culo, aún así era muy sexy verla la braga cuando se sentaba y se movía por casa. Cuando fuimos a tomar el cafelito después de comer, la deje a Inés que se pusiera una faldita corta y se quitara las bragas, que así nos divertíamos un poco. Fuimos los tres para al salón y al rato entró Inés, con las tetas al aire y una falda por debajo de la cintura.

  • Perdonar chicos pero me estaba dando un calor el sujetador- dijo riéndose.

  • Normal yo también me muero de calor- dijo Cesar sin dejar de mirarla.

  • Oye podíamos jugar a un juego, y así nos refrescamos. Dije.

  • ¿ A cuál cariño?- preguntó mi mujer con una voz muy inocente.

  • Podemos coger unos hielos y tratar de pasárnoslos unos a otros.

  • Vale, aunque eso no sé si nos refrescará- dijo Cesar.

  • Oye cuando alguno se caiga, a la persona que se le haya caído otro se lo tiene que pasar por el cuerpo como castigo- dije.

  • Ah! Es buena idea- dijo Eugenia.

Empezamos a pasarnos los hielos, primero entre los de la pareja, luego mi mujer a Eugenia, ella a mi, luego Cesar, hasta que a Inés se le "calló".

OooooH!, ahora a refrescarte- dijo.

Venga pues tu mismo- dijo Cesar.

No hombre, yo ya se lo he hecho muchas veces, hazlo tu, vamos si quieres- le dije.

Bueno- dije el algo sorprendido.

Empezó a pasar el hielo, por los brazos, subió por los hombres, por el cuello, bajó entre las tetas, (Inés soltó un gemido), siguió bajando, ella se recostó, y abrió las piernas, dejando ver su coño desde donde estábamos Eugenia y yo, ella al ver la escena se quitó la camisa, dejando ver sus enormes tetas, yo la sonreí, y acercando me a ella la dije -luego me dejaras que te lo haga, no?. Ella asintió con la cabeza. Mientras Cesar había llegado con el hielo a los muslos y se quedo mirando al coño de Inés ya que no se había dado cuenta hasta ese momento que no llevaba bragas, se acercó mi excitado a su vagina con el hielo en la boca y cuando iba a chuparla.

Terminó de momento el castigo- dijo Inés.

Venga seguimos entonces- dijo Eugenia, ya mucho más animada.

Seguimos con el mismo juego, pero ahora ya no solo nos pasábamos en hielo, sino que nos dábamos morreos en cada pasada, hasta que en uno de ellos a Eugenia se le calló también.

Vaya! Te tocó- la dije con una sonrisa pícara.

Sí- dijo ella complacida.

Se tumbó como antes había hecho Inés y empecé a pasarla el hielo, empecé por el cuello, bajé a sus tetas, donde me paré un poco alrededor de sus pezones, ella empezó a gemir, seguí bajando por la barriga hasta llegar al monte de Venus, no dejaba de moverse, cuando la pasé el hielo por encima de su vagina sentí el olor de ese coño afeitadillo y con ganas de que se lo comieran. Mientras Inés se había sentada al lado de Cesar y se estaba masturbando mirándonos, él se dio cuenta y se quitó los calzoncillos dejando la polla al descubierto y tiesa como un palo.

Bueno hasta aquí, ahora os toca a vosotras- dije mirando a Eugenia.

Vale!- dijo ella.

Nos tumbamos uno en cada sofá boca arriba, yo me quité también el slip, y Eugenia empezó a pasarme el hielo por el pecho, Inés hizo lo mismo a Cesar. Empezó a bajar y sentí como rozaban sus tetas en mi pecho, uhhh, me estaba poniendo a 100, cuando llegó a la altura del pene, lo tenía ya como una piedra, ella empezó a pasar el hielo alrededor, rozándolo con sus labios.

Eugenia, si quieres quita el hielo, no es necesario, ya- la susurré.

Ella muy obediente lo dejó a un lado y empezó a chuparme con la lengua, entre las piernas, me cogió la polla con una mano y se la empezó a meter en la boca, primero poco a poco y luego toda ella, aaahhh, me estaba poniendo muy caliente, sentir los labios de Eugenia entre mi polla, y el ver a Inés recostado al lado de Cesar y comiéndole también la polla mientras el se retorcía del gusto.

Yo me moría de ganas de meter mi lengua entre las piernas de Eugenia, el olor de su coño me había excitado mucho antes, y la dije que se tumbara en el sofá, ella se tumbó boca arriba, con las tetas calléndole a los lados y el coño chorreando flujos, empecé a besarla las pierna y los muslos mientras ella gemía, me agarraba la cabeza para que la comiera el conejo, empecé a chuparla su enorme coño por fuera, para luego ir metiendo mi lengua, separando sus labios vaginales y jugueteando con su clítoris, ella no para de gemir y de hundir mi cabeza más y más en su concha, uhhh, que rica, llena de flujo, no hacía más que beber flujo y chupar ese coño grande y rico. Entonces en uno de los empujones de Eugenia sobre si, noté que se corría. Al separarme pude ver a Inés subida de pies en el sofá, y abierta de piernas con Cesar metido entre ellas, chupándola el conejo, y con una mano tocándola el culo y la otra la barriguita, a ella la encanta que se lo coman así, mientras la soban bien. Mientras se me ponía aún más dura viendo como se ponía Cesar las botas con el conejo de Inés, sentí que Eugenia me echaba sobra ella.

Bueno, qué ¿me la metes bien?- me dijo.

Claro que sí, solo estaba contemplando lo bien que se lo pasaban estos- la dije.

Tu déjales, que ahora quiero que te corras tu.

No hacía más que mirar a Inés, ver la cara de gusto que estaba poniendo con Cesar metido entre sus piernas y se me ponía la polla como una piedra, luego miraba a Eugenia, bien abierta de piernas, tocándose sus enormes tetas con las manos y con el coño lleno de flujo chorreando, me miraba mientras con la lengua se humedecía los labios.

Venga cariño, métemela, que me muero de ganas- me decía.

Empecé a pasar la punta de mi polla por la entrada de su vagina, sentía como se humedecía con sus flujos, me recosté sobre ella y empecé a besarla, suavemente primero, jugueteando con nuestras lenguas, empezó a morderme el labio inferior, y no me pude contener más y la metí toda mi polla en su coño. Ella empezó a gemir más fuerte, en cada embestida mía sentía como su coño me devoraba la polla, como nuestro sudor se mezclaba, sentía sus tetas debajo de mi pecho, sus pezones rozarme, mientras me agarraba el culo y me empujaba hacia dentro.

Así, así, eso Oli, sigue metiéndomela, uhhh, que culo más duro, sí.

Sí, te gusta verdad?, ah, sí como me gusta este coño, como me gusta follarlo.

En ese momento mire a nuestro lado, y volví a ver a Inés con la polla en la boca de Cesar, se la metía toda entera, pasaba su lengua por el glande, la chupaba de arriba abajo, Cesar la empujaba con la mano la cabeza para que se la metiera toda entera, y de repente soltó un gemido, y la boca de Inés se inundo de líquido blanco.

Uuuuh, que rico Cesar, que pollita más rica, ¿me darás más luego, no?- le decía.

Cesar estaba recostado, tan relajado que no podía casi ni hablar, entonces Inés se levantó, me miro como estaba follando a Eugenia y se acercó a nosotros.

¿Le doy un poco de comer?- me dijo al oído.

Claro- respondí.

Se puso de pies en el sofá, encima de la cabeza de Eugenia mientras yo seguía metiéndola la polla, bajó poco a poco, hasta llegar a la altura de su boca, ella al ver el coño de Inés empezó a chuparlo, le metía la lengua, la pasaba arriba y abajo, mientras el coño de Inés empezaba a soltar su jueguito. Yo estaba a punto de correrme, el ver a mi mujer chupándose las enormes tetas de embarazada, mientras Eugenia la comía la concha me estaba poniendo a 1000. Cesar se puso a mi lado, y mirándolas a las dos empezó a frutarse la polla que en un momento se le puso otra vez dura.

Así, Eugenia, cómele ese coñito rico- le decía.

Eso, Eugenia cómeme todo el coño, así mete esa lengüita, uhh, que gusto.

Sí!!!, me corro!!- dije.

Inés se quitó de encima, y me corrí dentro de Eugenia, no podía parar de metérsela, entre los labios de su coño salía una mezcla de flujos y leche, la besé, y aún me excité más, al sentir el sabor de mi mujer en su boca.

Cesar estaba super caliente, aunque ya se había corrido, el ver a su chica comerle el coño a Inés le había encendido otra vez. Se acercó a Inés por detrás y cogiéndola de la cintura, empezó a frotarla la polla con la entrada de su vagina, la cual estaba muy húmeda de las chupaditas que la había dado Eu.

Necesito metértela, en ese coñazo, tranquila que solo un poco, si te duele me lo dices- la dijo.

Vale, pero despacio, no me despiertes a la nena.

Desde atrás, y con las vistas del preciosa culo de Inés, empezó a metérsela, estaba tan caliente, y tenía tantas ganas de metérsela a mi mujer, que al poco de sentir las paredes de su coño apretando su polla, mientras la tocaba las tetas y el culo, se corrió, sacó la polla y frotó todo el semen por la espalda de Inés, se acercó Eugenia que ya se había levantado y la chupó todo el semen de las espalda.

La leche toda para mi, que ella ya tiene en las tetas.

Y así termino la tarde, los cuatro desnudos y con ganas de más, pero eso ya es otra historia.