Juego con los dados

Nos conocimos en un rio en Asturias y terminamos jugando a los dados. Un juego muy sexual, erótico o como quieras llamarlo. Contiene normas del juego. Opiniones por favor.

Mi marido y yo nos fuimos de vacaciones a un pueblo de Asturias entre las montañas. Allí esperaba relajarme del trabajo de todo el año, pensaba no hacer nada, simplemente disfrutar del paisaje y del sonido del aire entre las ramas de los árboles. Cerca de ese pueblo había un río que en determinadas partes cubría lo suficiente como para nadar y flotar sobre la superficie.

Entre peñascos y arbustos encontramos un lugar acogedor, carente de personas que nos pudieran molestar, de la arena de la playa y de los chiquillos gritando, era justo lo que estábamos buscando.

Nos esperaban quince maravillosos días de tranquilidad. Durante los tres primeros días, nadie a nuestro alrededor y confiábamos que así fuera durante el resto de nuestra estancia.

Mi marido, Alfonso, viendo que nadie se acercaba por las inmediaciones, se quitó el bañador y paseaba por la orilla de arriba par abajo, escuchando la radio, música, entrevistas y todo aquello que le entretenía, de vez en cuando se tumbaba al sol y leía un libro.

Al verle sin ropa alguna, tomé la decisión de quitarme la parte de arriba del bikini dejando que el aire acariciara mis pechos. Un aire fresco y limpio que hacía endurecer mi piel dejándola tersa como la de una adolescente. El agua fría calmaba mi calor.

Miré a Alfonso que dejaba de leer durante unos segundos y exclamaba con una mueca, advirtiendo la presencia de alguien por las inmediaciones.

Se levantó y caminando unos metros río arriba, se detuvo para agacharse y mirar a través de un espeso matorral.

A su regreso le pregunté lo que había visto y con sonrisa picarona me confesó:

Una pareja está practicando el sexo, ¿quieres verlo? Decía en voz baja.

Mejor en otro momento. Le contesté.

Comencé a pensar que aquello podría ser muy interesante, además de morboso, sobre todo si alguien alcanzaba a vernos, quizás me moriría de vergüenza, pero no dejaba de atraerme el poder hacer algo así fuera de la rutina de todo el año.

Mientras Alfonso se daba un baño, acomodé las toallas detrás de los matorrales que teníamos al lado nuestro, me quité la braga y me tumbé. Llamé a mi marido y presto llegó dispuesto a complacer mi apetito sexual en ese momento.

Empezamos como lo hacemos siempre con caricias y besos, el me tocaba todo mi cuerpo y yo hacía lo mismo con él. En el silencio, solo roto por el arrullo del agua del río, oímos que alguien se acercaba, alguien que debería ir acompañado puesto que se les oía charlar despacio. Empecé a gemir artificialmente para que me oyeran y conseguí mi propósito, el chico que iba con su pareja, se acercó entre las ramas, igual que hizo mi marido un rato antes, nos vio desnudos abrazados. Yo me había colocado de frente al río para ver si mi interpretación daba el resultado apetecido y veo como ese chico, guapo y bien parecido, llamaba a su acompañante con la mano para que viera lo mismo que ellos habían hecho antes. Enseguida se marcharon dejando que nosotros termináramos lo que habíamos empezado.

La noche empezaba a asomarse y el frescor hacía acto de presencia. Nos limpiamos con el agua limpia del río, nos vestimos y nos fuimos hacia el pueblo, a casa. Allí una ducha y nos vestimos para salir a cenar y tomar unas copas.

Llegamos al restaurante. El camarero nos sentó cerca de la pareja del río y a mi se me escapó una ligera sonrisa al mirar a la cara a la chica y ella me correspondió con el mismo gesto.

Terminamos la cena y nos fuimos a tomar unas copas al pub que había próximo al restaurante.

Escuchamos música, manteníamos conversaciones divertidas, habábamos con el camarero, en fin, pasamos una velada entretenida. Al finalizar la copa, el camarero nos invitó a la segunda. En el instante que agarramos el vaso para dar el primer trago, entraron por la puerta, los vecinos de la tarde. Otro cruce de miradas y una nueva sonrisa salió de nuestras respectivas bocas. Se acercaron hasta nosotros y con un simple "hola" iniciamos una bonita y hasta hoy, duradera amistad.

Estuvimos charlando de todo un poco y como no podía ser de otra manera, también de sexo. A las seis de la mañana nos retiramos a dormir, no había prisa pero el sueño se apoderaba de nosotros y quedamos en vernos al día siguiente.

A las cuatro de la tarde nos vimos en la parte del río donde íbamos desde el primer día, llevamos unas latas de cerveza, botellas de agua y algo de aperitivo. Nada mas acomodarnos sobre unas piedras, Elena, nuestra nueva amiga, se quedó en bikini a la vez que yo también me desprendía de mi ropa para quedarme con la misma prenda. Sin que Alfonso lo supiera, me había puesto un tanga muy fino dejando mi trasero visible a los ojos de nuestros maridos. Elena se había puesto uno tradicional, aunque no demasiado grande. Los ojos de Arturo, el marido de Elena, no se retiraban de mi trasero conforme me metía en el agua, así me lo hizo saber mi marido poco tiempo después.

Después de nadar un rato, salí del agua relajada. Me senté al sol y Alfonso, como siempre, me decía:

María, quítate el sujetador que luego se te nota la marca con los vestidos.

Evidentemente, cargado de razón, me hizo pensar que estaba en lo cierto, pero no terminaba de atreverme, me daba un poco de vergüenza delante de Arturo, pero estaba deseándolo.

Entonces decidí esconderme entre los matorrales menos espesos y colocándome de espaldas a ellos, me quité el sujetador. Elena, al salir del agua y verme allí sentada sin la parte de arriba, me pidió que si podía acompañarme. Por mi encantada, al menos ya no estaría sola. Se sentó a mi lado con el sol sobre la cara, y se quitó la misma prenda que yo. La miré disimuladamente para quedarme maravillada del pecho tan bonito que tenía nuestra amiga.

Me giré hacia los chicos y me tumbé para taparme a la vez que le pedía a Alfonso:

Danos el tabaco que está en la bolsa.

Muy amablemente se levantó, cogió el tabaco y el mechero, se acercó hasta nosotras para darnos un cigarro y encenderlo, pero su intención, quizás igual que la mía, era verle el pecho a nuestra acompañante, pero no pudo con la claridad que pretendía, Elena había recogido las rodillas hacia sí tapándose.

Llamé la atención de nuestros muchachos y dirigiéndome a mi marido le dije:

Alfonso, ¿por qué no te quitas el bañador? Luego se te nota la marca y quedas feísimo.

Luego. Me contestaba entre risa y vergüenza.

Elena y Arturo se reían. Una provocación a la que suele caer Alfonso habitualmente, sobre todo cuando le insisto en que siempre se lo quita en el río.

De las risas pasamos a insistir y rogarle entre todos:

Venga Alfonso, quítatelo, además se te quedará el culo frío del agua. Le decía insistentemente.

De acuerdo, pero con una condición, que se lo quite también Arturo y vosotras tenéis que salir de ahí tal y como estáis. Contestó sonriente.

Elena y yo nos miramos y encogiéndonos de hombros aceptamos la propuesta. Nos acercamos hasta ellos y Elena comentó:

Ya estamos aquí, ahora cumplir vuestra palabra, quitaros el bañador, además no hay nadie por aquí cerca que nos pueda ver. Si lo hacéis me quito lo de abajo y María también.

De acuerdo. Dijo Arturo a la vez que se bajaba el bañador quedándose completamente desnudo. Ahora tu Alfonso. Añadió.

Mi marido echó mano al bañador y empezó a bajarlo.

Quedas tú María. Me recordó Alfonso.

De acuerdo me lo quito yo también. Respondí a la vez que me quitaba el tanga.

Los cuatro desnudos a la orilla del río, nos dimos un buen baño, salíamos de vez en cuando a fumar o a tomar unas cervezas.

Sentados en corro, empezamos a hablar del trabajo, de la familia, diversos temas entretenidos y no tocamos temas aburridos como el fútbol o la política.

Elena encaminó la conversación delicadamente hacia el sexo y todos entramos en ella sin darnos cuenta pero con naturalidad.

¿Habéis jugado alguna vez a los dados?. Comentó Elena.

¿A los dados? . Pregunté ignorantemente.

Si. Continuó. Es un juego que vi una noche en internet, simplemente hay que cambiar reglas según como nos guste y hasta donde queramos llegar.

Los juegos tradicionales en alguna ocasión pero relacionados con el sexo, nunca. Respondió Alfonso algo sorprendido mientras me miraba.

Tiene unas normas muy sencillas, pero para empezar hay que estar vestidos y todos tienen que tener las mismas prendas. Según los números que salgan así hay que actuar y son normas de obligado cumplimiento, eso se acuerda desde el principio. Añadió Arturo.

Podemos probar si queréis y ver como es. Dije muerta de curiosidad.

Se trata de lo siguiente. Empezó a explicar Elena el juego. Los dados tienen seis caras y cada una tiene un número. Un dado azul y otro blanco. Los dos son iguales. El blanco representa a los jugadores y el azul la prenda que debe pagar. Para eso tenemos que otorgar a cada uno de nosotros un número. Por ejemplo: Arturo el 2, María el 3, Alfonso el 4 y yo el 5. Como sobran dos números, el 1 y el 6, el primero significa que todos los jugadores tenemos que quitarnos una prenda y el 6 que todos nos podemos poner una prenda.

Dicho esto empecé a sospechar que querían hacer algo más que quitarnos las prendas, por que ya estábamos completamente desnudos los cuatro, luego había que esperar la continuación de las explicaciones y después aceptar o no las normas.

Ahora viene la explicación del dado azul. Entre todos tenemos que decidir lo que hay que hacer en el caso que salga cualquiera de los número. Supongamos que el 1 es quitarse una prenda, pues al que le toque deberá quitarse la que quiera. Continuó Arturo.

Una pregunta. Interrumpió Alfonso. Si ya estamos desnudos, no tenemos nada de ropa, ¿qué pruebas habría que hacer?

En este caso, lo que la mente te diga. ¿Se te ocurre alguna idea? Respondió Elena.

Se por donde vais y lo que pretendéis, pero eso es algo que nunca hemos hecho y además no lo hemos hablado entre nosotros, no sabemos si seremos capaces de llegar hasta vuestros propósitos. Comenté algo seria, pero dentro de mi creo que estaba dispuesta a que ocurriera cualquier cosa. Lo que no sabía es si Alfonso estaría dispuesto a llegar mas allá de vernos desnudos los unos a los otros.

En ese caso, no podemos continuar el juego, hablarlo y lo que decidáis nos lo decís, estamos dispuestos a que nos aceptéis y también al contrario, pero nos gustaría que fuerais francos y si no os apetece o no estáis dispuestos, no insistiremos en el asunto, aunque nos gustaría seguir viéndonos. Pensarlo, hablarlo y la decisión que toméis la respetaremos. Concluyó Elena.

Hice una señal a mi marido. Nos levantamos de allí y nos fuimos a dar una vuelta por el río. Comenzamos a charlar respecto al tema.

Sin lugar a dudas quieren un intercambio de parejas, quieren sexo con nosotros. Dijo Alfonso.

Cierto. Respondí. ¿Qué te parece la idea? Nunca hemos hecho algo así. Hemos ido a playas nudistas, hemos tomado el sol desnudos en la terraza de la casa y seguro que más de uno nos ha visto hacer el amor con la ventana abierta, pero de ahí al intercambio.....

¿Te gusta él? Me preguntó mirándome a los ojos.

Si, bastante, es un chico muy majo, además se les ve discretos y educados. A ti te gusta ella ¿verdad? Lo se por que la miras con muy buenos ojos.

No te voy a mentir, está estupenda y desde luego no me importaría hacer algo con ella, pero lo que me preocupa es el después. Que te acuestes con él y yo con ella, es algo que tenemos que tener muy claro para dar este paso y saber en todo momento que no influirá nada negativo en nuestra relación, por que una cosa es tener fantasías con otras mujeres y tu con otros hombres y otra cosa es la realidad que ahora se nos presenta. Expuso muy razonadamente.

Siempre hemos tenido fantasías sexuales que han hecho crecer nuestra relación y ahora se nos presenta la oportunidad de llevarlo a cabo. Creo que me gustaría seguir con este juego y ver si somos capaces de hacer algo. Lo mejor que podemos hacer es ir con ellos, decirles que estamos dispuestos, ya saben que nunca hemos tenido relaciones de este tipo y que si en alguna parte del juego no queremos hacer algo, pues que nos respeten.Es algo que deberíamos hacer y además me está empezando a apetecer igual que a ti. Afirmé.

Una duda. Interrumpe Alfonso. Y si en algún momento de la partida resulta que tienes que hacer algo con ella ¿estarías dispuesta? La verdad es que a mi me encantaría verte con otra mujer, es una fantasía que tenemos todos los hombres.

Creo que no me importaría. Si. Lo haría, se que lo pasarías bien viéndome con una mujer. Estoy dispuesta. Y ¿tu? Si te sale hacer algo con él ¿lo harías? Por ejemplo sexo oral.

No lo se, me dejas con la mente en blanco, no se que responder. ¿te gustaría verme con un hombre haciendo eso? Me preguntó envuelto en un mar de dudas.

Pues ahora que lo dices......, pues si. Una experiencia más en la vida, además recuerdo que una noche cuando estábamos haciendo el amor me pedías que fantaseara en voz alta lo que me gustaría estar viviendo en ese momento y yo te decía suavemente que me gustaría verte con otro hombre haciendo el 69.

¿cuándo fue eso? No lo recuerdo.

La semana pasada. Estabas tan excitado que seguro que ni te enteraste. Le dije sonriendo.

Puede ser. Entonces que hacemos ¿aceptamos?. Volvió a preguntarme.

Vale aceptamos y que sea lo que dios quiera, pero pase lo que pase, aunque me veas que otro me la está metiendo y yo disfrutando, prométeme que siempre seremos tu y yo, ¿de acuerdo?

Te lo prometo. Concluyó.

Nos dimos la vuelta y fuimos hasta donde estaban nuestros amigos y les comentamos nuestra conversación y nuestro recelo respecto a esta situación por ser nueva para nosotros. Lo entendieron y aceptaron.

Alfonso, ¿aceptarías practicar sexo oral conmigo si en el juego te toca hacerlo?. Preguntó Arturo.

Si, pero no puedo aceptar la penetración anal, es algo que me da miedo y de momento preferiría no hacerlo. Contestó mi marido muy seguro.

De acuerdo, lo demás vale todo, pero si hay algo que no queráis hacer o preferís no continuar mientras se está haciendo, lo decís y se deja de hacer. Comentó Elena.

En ese caso, dinos en que consiste las prendas a pagar con el dado blanco. Pregunté deseando de empezar el juego.

Número 1 el 69 con la otra pareja durante 3 minutos.

Número 2 meter en la boca el sexo de la otra pareja durante 3 minutos..

Número 3 Follar con la otra pareja durante 3 minutos.

Número 4 chupar el sexo de tu mismo sexo durante 3 minutos.

Numero 5 masturbar al de tu mismo sexo durante 3 minutos.

Numero 6 el 69 con el de tu mismo sexo durante 3 minutos.

El significado era el siguiente. Si salía el 1 o el 6 del dado blanco, al no poder quitarse prenda alguna al estar desnudos todos, deberían repetir la tirada hasta que saliera un número entre el 2 y el 5.

Los dados lo tira a la vez, cada vez uno de los cuatro. Las combinaciones posibles son las siguientes:

| | | | | | | | --- | --- | --- | --- | --- | --- | | 1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | | Arturo | 69 con María | Chupar sexo a María | Follar con María | Chuparsela a Alfonso | Masturbar a Alfonso | 69 con Alfonso | | Maria | 69 con Arturo | Chuparsela a Arturo | Follar con Arturo | Comer coño a Elena | Masturbar a Elena | 69 con Elena | | Alfonso | 69 con Elena | Chupar sexo a Elena | Follar con Elena | Chuparsela a Arturo | Masturbar a Arturo | 69 con Arturo | | Elena | 69 con Alfonso | Chuparsela a Alfonso | Follar con Alfonso | Comer coño a María | Masturbar a Elena | 69 con Elena |

El juego empezó y ¿terminó?

Continuará...... Tengo mas juegos.