Juego caliente: sábado

Final del relato.

Juego caliente: sábado

Comienzo el relato del último día de mi historia. Después de todo lo ocurrido el viernes, me levanté bastante tarde el sábado. A eso de las 12 de la mañana, recibí en mi móvil un mensaje de Matías: Te espero. 6 tarde.

A las 6 en punto llamaba a la puerta del piso. Matías no estaba solo. Le acompañaba una mujer y, por un momento, creí que pretendía una repetición de lo ocurrido ayer, pero estaba equivocada: era una especialista en maquillaje que tenía el propósito de prepararme. Me pidió que me desnudara completamente y que me tumbara en la camilla. El proceso duró casi hasta las 8 de la tarde, y el resultado fue espectacular. Tenía todo el cuerpo, incluso la cara, totalmente pintado. Los colores me hacían parecer un animal salvaje y Matías reconoció que el conjunto resultaba excitante. Otro detalle es que yo era totalmente irreconocible. Cuando se marchó la mujer, Matías me explicó que estaba esperando unos invitados, que tenía que hacer todo lo que se me ordenara pero, en ningún caso, debía hablar. Todo el tiempo permanecería callada. Me quedé esperando en el dormitorio.

Media hora después llamaron a la puerta y oí las voces de unos hombres. Al momento Matías vino a llamarme. Lo que me encontré en el comedor superaba todo lo imaginable. Matías había retirado algunos muebles y había colocado varios colchones en el suelo y una serie de sillas alrededor. Pero eso no era lo que me sorprendió: Matías había invitado a todo mi equipo de directivos de la empresa: Fernando, 52 años, algo regordete; Javier, 38 años, 1,90 de estatura, atlético, y Pedro, 26 años, que, además de ser el más joven de mis colaboradores, era mi cuñado, hermano de mi marido. De hecho, sólo faltaba Juan, mi marido. Afortunadamente, nadie me reconoció.

-Os traigo un regalo, chicos, anunció Matías. Espero que os guste.

-Es una sorpresa estupenda, dijo Fernando. Lástima que no esté Juan.

-Que se joda, replicó Pedro. Además, mi hermano es un soso. En todo el tiempo en que llevan casados esos dos, seguro que nunca le ha puesto los cuernos.

-¿Y Sonia?, preguntó Matías con intención.

-Tampoco. Mi cuñada es medio monja.

-Pero está buena, terció Fernando.

-No seas animal, Fernando, replicó Javier, y no digas eso delante de Pedro.

-No importa, contestó Pedro. La verdad es que mi cuñadita tiene un buen polvo.

Aprovechando lo que había dicho Pedro, Matías insistió:

-¿No os gustaría follaros a vuestra jefa?

-Sería de coña, dijo Fernando.

-Pues imagínate que es ella.

-Para empezar, que nos la chupe a todos. Luego, ya veremos.

-Venga, putita. Ya has oído.

Me arrodillé delante de mi cuñado, que se desabrochó el pantalón. Ya tenía el aparato preparado.

-Trágatelo todo, putita.

Empecé a lamer la polla de mi cuñado. Al cabo de un rato, me agarró de la cabeza para que aumentara el ritmo. Recibí todo el chorro en mi garganta. Seguí con todos los demás. Al terminar, me chorreaba el semen por la cara, el cuello y el pecho.

Al terminar con el último, descubrí que los demás estaban completamente desnudos.

-Hoy voy a hacer algo que siempre había deseado, dijo Pedro mientras me hacía agacharme sobre la mesa.

Con un poco del semen que me manchaba, lubricó mi ano.

-¿Eso es lo que siempre habías deseado?, se burló Javier. ¿Metérsela por el culo a una tía?

-Espera y verás.

Al introducirla me hizo un poco de daño. Al momento comenzó a moverse cada vez más rápido. Después de eyacular, la sacó y me dio la vuelta.

-¡Límpiamela bien, puta! Y me la metió en la boca y tuve que limpiársela con mi boca.

-¿Qué os parece si repetimos lo que sale en las porno? propuso Fernando. Vamos a follarla por todos los agujeros a la vez.

La propuesta les encantó. Pedro se tumbó y yo me coloqué sobre él. Javier introdujo su pene en mi ano y Fernando la metió en mi boca. Al cabo de unos minutos, Fernando eyaculó en mi boca y Matías le sustituyó. Eyacularon los tres casi a la vez. Yo me derrumbé totalmente agotada.

-Parece que la putita está cansada. Tendríamos que dejarla en paz.

-Se lo tiene que ganar, dijo Javier.

Me tapó los ojos con un pañuelo.

-Te vamos a meter la polla en la boca todos, anunció Javier. Si adivinas el orden sin equivocarte, dejaremos que te vayas a descansar.

En el fondo, la prueba no era difícil y la superé. Me había dado cuenta de que el pene de Pedro se curvaba un poco a la izquierda, que el de Fernando no era grande pero bastante grueso, el de Javier era muy delgado pero muy largo, y el de Matías era normal, así que logré señalar el orden que utilizaron.

La verdad es que estaba agotada y me quedé dormida al instante. Me desperté y vi que eran las 12 de la noche. Matías me contó que los chicos se habían marchado ya. Matías me dio una crema especial para que me ayudara a quitar la pintura. Lo hice y me duché.

Al regresar a casa me puse a pensar en todas las experiencias por las que había pasado durante ese fin de semana. Matías tenía razón: el hecho de obedecer todo lo que me había preparado había tenido el efecto de relajarme.

Tendría que probarlo otra vez. Hablaría con Matías.