Juanita (4: Nuevas experiencias)

¿con tres al mismo tiempo?...¡adelante! y además me pagan?...

Nuevas experiencias.

Como adornos unos aros largos colgantes de perlas, collar corto de perlas y un cinturón ancho de cuero negro que marca mi cintura. El maquillaje es discreto destacando los ojos sombreados y bien delineados y los labios pintados de un rojo intenso, que me dan una expresión levemente disoluta y pícara.

Bueno, digámoslo con todas sus letras: ¡Parezco puta! Pero elegante.

Complementa la tenida un chal de lana angora, una cartera pequeña de cuero negro y unas gotas de fino perfume detrás de mis orejas, mis muñecas y los muslos.

Antes de salir coloco hacia atrás y entre mis nalgas, mi pene y testículos sujetándolos con un pequeño calzoncito elástico para que no se forme un bulto indecoroso.

Ya en la calle camino hasta mi coche y emprendo rumbo hacia lo que la noche me pueda deparar. Espero que sea algo inolvidable y poder volver al amanecer cansado, adolorido, pero feliz y satisfecho, como gata en agosto, porque ya no le tengo miedo a lo que la noche me pueda dar, estoy dispuesto a enfrentar lo que venga y sacarle provecho aunque me duela.

Después de dar vueltas por las calles sin rumbo fijo, decido pasar a saludar a Michelle en su esquina de trabajo.

Al verme llegar entra al coche saludándome con un beso suave para no manchar nuestros maquillajes y me dice con su ronca voz que siga porque la policía está haciendo controles y que tiene ganas de beber unos tragos y nos vamos hasta el pequeño pub que no rechaza clientes como nosotros siempre que nos comportemos como señoritas educadas.

Una vez en su interior y sentados en una mesita en el rincón próximo a la entrada y bebiendo lentamente nuestros whiskys con agua, conversamos como buenos amigos sobre lo que nos ha ocurrido desde la última vez que estuvimos juntos.

Al poco rato se acerca el camarero, que nos conoce, con una sonrisa pícara y pone sobre la mesa dos whiskys con agua, enviados por los caballeros de la mesa cuatro, dice indicándonos la que está ocupada por tres hombres maduros de elegancia tranquila que sonriendo nos saludan con sus copas en alto.

Contestamos el saludo con una sonrisa, y yo le pregunto a Michelle:

"¿Qué hacemos?"

"Invitémoslos a nuestra mesa"

"¿Y después?"

"No puede pasar nada que ya no te haya pasado, y esos tipos parece que tienen bastante dinero, y yo lo necesito. No te preocupes putita, y sígueme la corriente, que sé como manejarlos. Total, una buena chupada y quedan felices. Sus mujeres no les dan en el gusto como nosotros. Y si quieren metértelo es cosa de cobrar más y todos contentos"

"Pero..."

"Nada de peros putita, te conozco bien y sé que andas con ganas de comerte un macho, y además van a pagar la cuenta de nuestros tragos y no tendrás que pagarlos tú"

Así diciendo, con una gran sonrisa les hace gestos de invitación a nuestra mesa que los impulsa a pararse como con un resorte y venir con paso de conquistadores tratando de entrar sus barrigas y parecer más jóvenes de lo que realmente son.

Se presentan como Carlos, Alfonso y Patricio y nosotros como Juanita y Michelle, y se distribuyen en la mesa de forma que cada uno de nosotros tiene uno a cada lado e iniciamos una conversación en que muestran abiertamente sus intenciones de conquista rápida.

Como mis piernas están a la vista por el corte de mi falda, me encuentro de inmediato con una mano caliente en cada uno de mis muslos, deslizándose suavemente hacia arriba mientras conversamos.

Abro las piernas para darles espacio, lo que los estimula a subir más sus manos hasta que se encuentran y se ríen abiertamente, y empiezan descaradamente a masturbarme mientras yo trato que el resto del público no se dé cuenta.

A Michelle le están dando el mismo tratamiento, pero él se ríe y contorsiona coquetamente su cuerpo y empieza a explorar con sus manos las entrepiernas de sus vecinos, lo que me estimula a imitarlo, con lo que me encuentro con un paquete en cada mano, y empiezo a sobarlos y apretarlos suavemente para que sepan que van por buen camino.

Carlos, que parece ser el jefe del grupo, plantea que vayamos a un lugar discreto ofreciendo pagarnos, a lo que Michelle pide una suma de dinero increíblemente alta que ellos después de mirarse, aceptan, pero declarando que todos participarán y que tenemos que estar dispuestos a darles el gusto en todo lo que se les ocurra.

Michelle acepta riéndose, y me dice:

"Putita, prepárate, porque esta noche parece que va a ser inolvidable!"

Carlos canceló nuestros consumos y salimos hacia la calle, donde decidimos usar mi coche más uno de los de ellos como apoyo.

En el camino hacia el hotel que acepta grupos, Carlos y Alfonso van con nosotros y yo manejo con una mano en el volante y la otra en el pene erecto de Carlos que es de dimensiones bastante aceptables lo que promete que tendremos acción de primera clase, mientras sus manos recorren mis piernas y me aprietan tratando de sacar mi pene.

En el asiento trasero Michelle está a punto de ser desnudado por los afanes de Alfonso y escucho risas y forcejeo, lo que me indica que se están haciendo amigos.

Nos detenemos en un mercado y Carlos se baja para comprar un par de botellas de whisky ya que el licor que venden en los hoteles es de mala calidad, y seguimos nuestro camino con el auto impregnado con el olor que despiden los penes y los perfumes que todos usamos, lo que aumenta mi excitación.

Estoy ligeramente preocupado porque es casi seguro que seré poseído por los tres hombres, lo cual excede mi capacidad de aguante, no así Michelle, que para ella tres son un aperitivo.

Bueno... ¡Deberé aprender a sufrir! Y mi corazón late apresuradamente porque esta noche, otra vez soy prostituta, y bien pagada además.

La habitación que nos asignan es muy amplia con una cama enorme y un pequeño estar con dos sillones y una mesa. En los muros que rodean la cama cuelgan grandes espejos que la reflejan desde varios ángulos. Una puerta lateral conduce a una sala de baños completa. El conjunto es agradable, de buena calidad, y está gratamente temperado.

Michelle pide y recibe el dinero convenido y se lo entrega a la camarera que es una amiga de confianza para que se lo tenga en custodia. Entramos al baño para asearnos, perfumarnos y orinar, y volvemos a la habitación en enaguas, medias y zapatos de tacos altos, caminando coquetamente.

Nuestros clientes están en calzoncillos sin esconder sus erecciones y nos ofrecen un vaso de whisky casi puro, lo que me agrada porque mis nervios necesitan un buen estimulante. Piden que caminemos para observarnos y lo hacemos como si fuéramos modelos de alta costura tomados del brazo, y aproximándonos a ellos les bajamos los calzoncillos, lo que me produce una agradable sorpresa porque los tres tienen penes gruesos y de buen tamaño, los que empezamos a lamer y chupar con ganas, alternadamente, cambiándonos de uno a otro sin detenernos más que para beber.

Sus fuertes olores sexuales se mezclan en mis narices con sus perfumes formando una amalgama que me excita y empiezo a mordisquearlos suavemente mientras los masturbo con suavidad porque no quiero que acaben rápido, contra el consejo que me dio Michelle: "¡Hagámoslo rápido porque si no, estaremos toda la noche con el culo ocupado!" Y eso es lo que ahora quiero que ocurra, porque estoy muy caliente y no me importa lo que quieran hacer con mi cuerpo, total para eso vine, ¡y me pagan más encima!.

Carlos le ordena a Michelle que me lo chupe estado yo parado, mientras él me lo mete con fuerza en el ano y se sienta en la cama atrayéndome pegado a su cuerpo sobre el que caigo, haciendo que su pene me penetre con fuerza increíblemente excitante, por lo que me felicito de haberme lubricado el ano con crema, de otro modo habría sido muy doloroso.

Michelle sigue chupando inclinada sobre mí, tratando de no hacerme acabar, lo que aprovecha Alfonso para metérselo con fuerza y empezar a bombearlo, mientras lo masturba enérgicamente, haciendo que su boca se mueva sobre mi pene que ya está moviéndose por los espasmos de Carlos que me está poseyendo por el ano.

Patricio que estaba mirando muy excitado decide incorporarse al grupo metiéndome su pene en la boca el que yo empiezo a lamer y succionar, disfrutándolo y haciéndolo gemir de gusto mientras se mira en los espejos.

¡Tengo un pene en la boca, otro en mi ano, una boca en mi pene y una bolsa de testículos en mis manos! Ni siquiera puedo gritar por lo que mis gemidos de placer salen por mis narices.

Alfonso eyacula dentro de Michelle y se sale, lo que es aprovechado por Patricio para introducirse de inmediato en su ano, y yo debo chupárselo a Alfonso y extraer hasta última gota de semen de su pene, provocándole espasmos post coito que casi lo hacen caer al piso.

Carlos, que sé que está a punto de explotar dada la fuerza con que me abraza, el ritmo con que mete y saca su herramienta por mi ano y los fuertes mordiscos en mi espalda arañada por su dura barba, inicia una larga eyaculación en medio de fuertes gritos, a la que yo colaboro apretando fuertemente mi ano alrededor de su pene y haciendo subir y bajar con fuerza mis nalgas contra sus muslos.

Al pararme con las piernas chorreando semen de Carlos, Patricio se sale de Michelle y me lo mete con fuerza empezando a gritar con cada empujón que me da, y ordenan que se lo meta a Michelle, y que ella se lo chupe a Carlos.

Esta situación continúa hasta que Patricio eyacula dentro de mí en medio de fuertes gritos mientras yo entro y salgo del ano de Michelle. Una vez que Patricio acaba dentro de mí me obliga a chupárselo mientras se acuesta a descansar al lado de sus amigos que ya están agotados y observando por los espejos mientras beben generosas porciones de whisky.

Nosotros, que logramos retener nuestras reacciones y conservar nuestros ímpetus y erecciones, entramos al baño para evacuar el semen acumulado en nuestros rectos y asearnos y reparar nuestros maquillajes.

"Oye putita, si quieren más hay que cobrarles extra, porque si no reclamamos van a estar pescándonos hasta la próxima semana" Dice Michelle con su ronca voz.

Al volver a la habitación fue nuestro turno de mirar porque los tres están hechos un montón de piernas, cabezas y brazos, en que no se sabe quien se lo esta metiendo o chupando a quien.

Mientras bebemos whisky con agua los miramos y nos reímos de las posiciones que adoptan y los gemidos y gruñidos que salen del montón, sin decidirnos a participar.

De pronto se dan cuenta que estamos de vuelta y nos ordenan subir a la cama y colaborar con sus juegos. Michelle les pide más dinero, a lo que acceden dado el estado de excitación en que se encuentran.

Al incorporarme al grupo, me meten un pene en el ano empujando con fuerza y sin miramientos mientras otro se ensarta el culo con mi pene erecto por lo que estoy como un trozo de mortadela entre dos panes de molde. El que me lo tiene mentido por atrás cuando empuja me hace entrar con fuerza en el de adelante y viceversa, y todos miramos el conjunto reflejado desde los espejos en distintos ángulos.

El tercero se hace penetrar por Michelle, y se van intercambiando por turnos de modo que en un momento estoy con uno, al que ensarto o me tiene ensartado, y al otro momento estoy otra vez entre dos, nunca los mismos o en la misma posición, y si me quejo me dicen:

"¡Para eso te estoy pagando, maricón, eres una puta y tienes que aguantar lo que yo quiera hacer!"

Mi cuerpo está mojado con la transpiración de los otros cuatro cuerpos y siento un olor animal, mezcla de sudor, semen, excrementos, alcohol y perfumes, que me impregna las narices y me hace reaccionar enfriándome la mente y perder el ardor, y empezar a mover mis caderas para cumplir con lo que, por pagar, esperan de mi cuerpo, pero sin hacer participar a mi mente.

Al mirar a Michelle, observo que tiene una mirada indiferente y distante y que al cruzarse nuestros ojos nos sonreímos con una complicidad que no necesita palabras.

Nos ponemos de acuerdo sin hablar e iniciamos movimientos agresivos con el fin de hacerlos eyacular y librarnos de ellos lo más pronto posible. Dada nuestras acciones lo conseguimos rápidamente en medio de sus gritos de verdad y nuestros gemidos de mentira.

Nos bebemos el resto de una de las botellas mientras reposamos tendidos unos encima de otros, conversando de cualquier cosa pero sin interesarnos en nada que dijeran.

Una vez que los tres están vestidos y recuperan su disfraz de respetabilidad, es evidente que lo único que quieren es irse rápido para que no los vean con nosotros, a lo que cooperamos decidiendo quedarnos para arreglarnos con calma, por lo que se despiden, nos entregan el dinero extra, y parten saliendo de mi ano para siempre, perdón, de mi vida.

Al quedar solos nos desnudamos y compartimos una ducha de agua bien caliente para sacar de nuestra piel los olores que nos impregnan.

Mientras nos jabonamos mutuamente Michelle experimenta una erección lo que me hace sonreír y preguntarle:

"¿Quieres meterlo?"

"¿Te quedan ganas putita?"

"Si es para ti, siempre me quedan ganas"

Riendo pícaramente empieza a meter su pene en mi ano adolorido como quien se pone un zapato viejo al que le conoce todas sus arrugas por el largo uso, moviendo sus caderas como sabe que me gusta, e inicia un movimiento que lo hace penetrarme hasta el fondo del recto y luego lo saca hasta el borde de mi ano que yo aprieto con fuerza, iniciando la aplicación de brutalidad que tanto me gusta en él, llevándome a gemir y pedir que me lo meta aún más fuerte, hasta que en una explosión violenta y en medio de nuestros gritos, eyaculamos al mismo tiempo, como viejos amantes que somos, y yo me recuerdo de cuando me violó en un baño público.

Se lo menciono y empezamos a reír sin poder parar, con lágrimas corriendo por nuestras caras y abrazados como buenos amigos, libres de la tensión provocada por ese trío de imbéciles.

Ya vestidos y maquillados salimos de la habitación, recuperamos el dinero que estaba en custodia de la camarera, lo repartimos como buenos socios y nos fuimos a dormir a casa de Michelle donde...........