Juan (II)

Jose va a casa de Juan y ni se imagina lo que este va a hacer con él.

Juan (II).

La cabeza me daba unas pocas vueltas, estaba con Juan en aquella escalera peleando en broma. Por supuesto yo no podía con él. Estuvimos dos minutos más y luego cada uno se retiró a su lugar de trabajo.

Llegué a casa hacia las 4 de la tarde. No tenía ninguna cita de amigos apuntada en mi agenda. Sin embargo, sabía que tenía que hacer algo aquella tarde, y al final se me encendió la bombilla. Había quedado con Juan por la tarde en su casa y además tenía que ir preparado para pasar la noche en ella. No recordaba exactamente cuándo quedamos en ello, pero lo sabía.

¿Dónde está la casa de Juan?- Me pregunté a mi mismo… para encontrarme que tampoco sabía por qué, pero conocía exactamente dónde se hallaba. En el barrio de al lado del mío. Así que sin más preámbulos, preparé una mochila con mi pijama, trastos de aseo, una muda completa y demás, y me encaminé a casa de mi conocido.

Llegué puntualmente a las 18.00 como habíamos quedado, llamé y Juan salió a abrirme con una sonrisa pícara. Es cierto que hacía un leve calor fuera, pero no era como para abrirme la puerta con unos pantalones de deporte extremadamente cortos, que dejaban ver bien unas piernas fuertes hasta decir basta, y con el torso descubierto, mostrando toda su musculatura.

Al mismo tiempo un olor a macho bien sudado me inundó los lóbulos olfativos, y en ese momento empecé a sentir una especie de debilidad y abandono que no conseguía explicar. Juan me hizo entrar y me invitó a ponerme cómodo en un sofá enorme que tenía en el salón. No dudé y lo hice. Mi sensación de abandono empezó a aumentar y me quedé sentado sobre el sofá, pero extrañamente relajado y sin deseos de moverme.

Juan no perdía el tiempo. Se sentó a mi lado, pero en un momento puso sus piernas estiradas encima de las mías, y después me pasó una de ellas por encima, de modo que su gemelo derecho, caliente por el entrenamiento, quedó sobre mi cuello por detrás, y su pie muy cerca de mi cara. Su otra pierna descansaba sobre las mías pero eso iba a durar poco.

  • Quítame la zapatilla derecha Jose- Me dijo Juan en un tono grave, tranquilo y dominante.

Bum. Algo en mi interior me hizo quitarle la zapatilla sin pensarlo. En cuanto lo hice, Juan aproximó su pie más a mi cara de modo que quedó justo en mi nariz con el calcetín puesto. Olía terriblemente fuerte, pero yo no podía hacerle quitar el pie y respiraba una y otra vez ese olor que me estaba volviendo loco. Juan se quitó la otra zapatilla y subió su pie a hacer compañía al otro.

  • Muy bien Jose, respira hondo el olor de mis pies… así… muy bien – Me decía Juan mientras yo absorbía literalmente todo el olor que podía. Era intoxicante, pero me estaba poniendo a cien y no quería parar. - Bien, ahora, quítame los calcetines y sigue respirando a través de los dedos de mis pies – me dijo… y yo volví a obedecer.

Un calor insano me subía por todo el cuerpo. Notaba que estaba empezando a tener una erección importante, pero no me dio mucho tiempo a pensar, pues Juan cambió de posición y me tumbó en el sofá para poner las plantas de sus pies exactamente sobre mi cara, cubriéndola completamente.

Fue totalmente irresistible. No tenia ni idea de lo que me estaba ocurriendo pero sabía que tenía que obedecer a Juan en todo lo que me dijera. Sus pies apretaban y aflojaban sobre mi cara muy despacio y al mismo tiempo sus dedos masajeaban la parte superior de mi frente.

  • Estás completamente en mi poder Jose, mis pies te tienen totalmente hipnotizado, cada segundo que pasas bajo mis pies te conviertes más y más en mi esclavo, y cuando te suelte no tendrás voluntad y me dejarás que te haga todo lo que yo quiera, no importa lo que sea

No sentía nada, no sabía si estaba despierto o estaba dormido, yo creía que era todo un sueño. Juan me tuvo un buen rato bajo sus pies, dándome esa especie de masaje que me aturdía y me hacía desear lo indeseable. El bulto de mi paquete no se podía ya ocultar, y yo estaba caliente como nunca lo había estado, y deseoso de complacer a mi amo Juan. Adoraba sus pies y adoraba su olor, que me incitaba a abandonarme a lo que quisiera que tuviera preparado.

Juan retiró sus pies y yo me quedé flojo y sin fuerzas. Cambió la posición y me puso boca abajo mientras él se tumbaba en el sofá boca arriba. Se había quitado el pantalón corto de deporte y mi cara descansaba directamente sobre su slip y su paquete . Mi boca estaba sobre su polla y olía fuertemente a sudor y a macho, lo cual me ponía aún más caliente si cabe.

-Ahora te voy a dominar más - Dijo, Y dicho esto, cerró sus muslos poderosos en torno a mi cabeza, apretando muy lentamente pero con una fuerza inmensa, obligándome a mantener el contacto con su miembro. De nuevo me apretaba y aflojaba muy lentamente, esta vez con los músculos de sus muslos, me hacía sentir la fuerza de sus piernas, mientras con su pelvis hacía un movimiento de follada.

Los músculos de las piernas de Juan se marcaban cada vez que me daba un nuevo apretón. Cerraba su presa y tensaba sus piernas, mantenía la tensión unos segundos y luego aflojaba, pero no demasiado, quería que me sintiera atrapado y dominado en todo momento, el olor era extremadamente fuerte y sofocante, pero al mismo tiempo como una droga. Embriagaba más que el alcohol sus piernas estaban calientes por el ejercicio, era un calor que mareaba.

-Siente el poder de mis piernas Jose, te domina y se va apoderando lentamente de tu voluntad - Dijo… y así era, no podía moverme, y aunque hubiera podido, no tenía ganas, era muy agradable el calor que emitían sus piernas y todo su cuerpo en general y los apretones, aunque muy fuertes, no me hacían daño y eran como una especie de masaje que me dejaba totalmente aturdido. No tuve que hacer nada. Sus constantes apretones y movimiento pélvico lo hacían todo, y Juan parecía no cansarse y tener un caudal ilimitado de fuerza.

Al mismo tiempo, yo notaba como su paquete se iba inflando cada vez más. En cada apretón su polla se apretaba contra mi boca y mi nariz. Juan emitía sonidos de placer. - Ahhhh… Ummmmm… siiii- todos en ese tono grave, tranquilo y seductor a tope. En uno de los apretones no me soltó y aumentó la fuerza de golpe, creo que perdí el conocimiento unos segundos, aunque yo ya estaba en plena ensoñación.

Lo veía todo como entre nubes, volví a ser consciente y seguía atrapado entre sus poderosos muslos, pero había una diferencia. Juan ya no llevaba el slip, y había algo dentro de mi boca. Era su polla. Juan siguió apretándome con sus piernas, esta vez sentí sus gemelos además en mi nuca, ya que había doblado las piernas para afianzar mi cabeza. Cuando apretaba, además de sus muslos se marcaban sus gemelos sobre mi nuca y estaban ardiendo. Era de nuevo como un masaje, tremendamente erótico y seductor, cada presión me apretaba contra sus genitales y el caramelo que había dentro de mi boca crecía un poco más.

-Vas a seguir así todo el tiempo que yo quiera Jose, te gusta tanto que no quieres que te suelte. Tus únicos deseos de ahora en adelante serán servirme y dejar que te domine y te controle a mi gusto.-

  • Si Juan- , contesté como pude. Estaba sintiendo oleadas de gusto cada vez que me apretaba y su miembro crecía más y se calentaba, hasta que se hizo enorme y duro como una piedra. Empezaba a notar una sensación de ahogo, pero no sé qué hizo Juan, que cambió ligeramente de posición y me dijo: - Tranquilo, no sientes ninguna sensación, todo está bien, respiras bien- Y empecé a notar cómo su polla se hinchaba más y bombeaba su elixir dentro de mi garganta mientras Juan emitía de nuevo sonidos de placer y apretaba más y más con una fuerza descomunal… - Siii… Ahhhh… Tragate mi leche, es una droga que te hace mío para siempre-

No conté las veces que eyaculó, pero más de ocho fueron seguras. Yo tragué todo como me dijo sintiéndome completamente satisfecho de servirle. Me invadía un deseo calenturiento e insano. Juan aflojó un poco la presión solamente para sacar su salchicha, durísima aún y cambiarme de posición de nuevo, esta vez dándome la vuelta de manera que quedé echado boca arriba en el enrome sofá, con él sentado encima de mí y sus piernas rodeándome y apretando de nuevo, y su polla descansando encima de mi cara, llegándome desde la barbilla hasta bien pasada la frente, y caliente, muy caliente.

  • Bien Jose, lo has hecho muy bien y me ha gustado y a tí también y mucho, tienes ganas de repetir, pero dentro de un buen rato porque ahora estás muy cansado y el calor de mi polla te va a hacer dormir profundamente. Y sólo vas a despertar cuando yo te lo diga. Duerme…. Duerme ahora...-

No pude ni siquiera pensar o darme cuenta. Caí en el sueño inmediatamente. No pude oír lo que me dijo después, sólo sé que soñaba con el rato que había pasado.

Continuará.