Juan de Colonia del sacramento (día 3)

Como despedida Juan me llevó a recorrer Colonia Suiza y en un parque cerca del Hotel Nirvana tuvimos nuestro último encuentro disfrutando ambos con su verga fabulosa.

JUAN DE COLONIA DEL SACRAMENTO-DÍA 3

Después que dejé a Juan en el lugar de siempre volví a mi hotel, donde vi que estaba abierto el bar por eso me tomé un vodka con jugo de frutas antes de irme a dormir satisfecho, saciado y feliz por el tan bello "viaje" a Carmelo.

Dormí como un lirón pero como a las 8 AM ya no pude seguir haciéndolo más porque me dolía todo el cuerpo por el extremo tensar de mis músculos al forzarlos con las furiosas embestidas que le había dado a Juan dentro de mi auto.

Aunque había dormido unas 7 horas y deseaba por lo menos descansar un poco más para estar descansado para la agotadora jornada que me esperaba en mi último día allí, rápidamente me levanté para darme una ducha de agua caliente antes de bajar a desayunar.

Muy reparador fue ese baño caliente porque aflojó bastante la rigidez que tenían mis músculos y luego de una media hora bajo la ducha bajé a desayunar antes de salir a la calle.

Bajo el sol mañanero la ciudad histórica me pareció mucho más hermosa de cómo la recordaba por eso arremetí contra ella con mi cámara, pudiendo tomar magníficas fotografías del lugar.

Con la caminata mi apetito comenzó a arañar mi estómago, pero como estaba cerca del puerto almorcé en un restaurante que había por allí e inmediatamente después de saciar mi hambruna me fui hasta el hotel donde descansé una media hora antes de bajar con mi equipaje para saldar la cuenta.

Puntualmente a las 14 PM estaba Juan esperándome en nuestro habitual sitio de encuentro o sea la Plaza de Toros de Colonia, ésta vez vestía equipo deportivo azul con rayas grises, un sombrero discreto cubría su cabeza y unos lentes de sol ocultaban su rostro pero igualmente sus conocidos podían identificarlo ataviado de esa manera tan informal.

Mientras subía a mi coche me dio los buenos días, pero a la a luz del sol no sé animó a darme un beso fogoso como el de la noche anterior, cuando le pregunté hacia donde iríamos ese día, me respondió:

-Podemos ir a dar una vuelta por Rosario así conocés la iglesia y después vamos a dar unas vueltas por Colonia Suiza y Nueva Helvecia.

-Bueno, porque ya pagué el hotel y después de este viaje vuelvo a Montevideo...

-¿Desde allí te vas? No me vas a traer de vuelta.....

-Haré todos esos kilómetros extras por ti, te merecés que te traiga hasta aquí porque me hiciste gozar muchísimo en los dos días que te conozco...

-Y vos no te quedaste atrás, como me diste por culo haciéndome acabar dos veces seguidas.....

Por Rosario había pasado infinidad de veces porque cada vez que iba a Buenos Aires el bus pasaba por allí, pero nunca había bajado en ese lugar el cual me pareció muy bonito, lamentablemente hicimos una muy breve visita porque Juan quería llevarme hasta el Hotel Nirvana.

En el camino visitamos Nueva Helvecia pasando un rato tranquilo en un parque que hay al lado de un arroyo con un puente donde Juan me tomó una fotografía y luego me mostró las queserías y otros lugares de interés.

Llegamos como a las seis de la tarde a Colonia Suiza e inmediatamente me indicó por que camino tenía que ir para llegar al hotel, donde se hospedaban varios de los clientes de su empresa y por eso él conocía muy bien al personal.

Un empleado muy amable nos mostró las comodidades del hotel y luego fuimos al bar donde nos tomamos una cerveza la cual nos refrescó bastante.

En todo el camino Juan no me había dicho ni una palabra de que quería repetir las experiencias de los dos últimos días, por eso pensé que ya estaría saciado y no pensaba proponerme nada pero al salir el hotel me dijo:

-Ves allá que hay dos caminos, seguí el de la derecha... vamos al parque.

Ni idea tengo de si era un parque o tal vez era una propiedad abandonada, porque Juan ni siquiera me dijo el nombre simplemente seguí su orden, cuando vimos el parque el cual tenía una estrecha entrada estacioné el coche y al bajar me dijo:

-Traé los condone y el gel, porque acá es un lugar tranquilo y podemos hacer de todo.

Yo que creía que no tenía más ganas de sexo, y él muy granuja lo tenía todo muy bien planeado al llevarme a conocer esos lugares, pero con la alevosía total de un encuentro a solas en un parque muy poco frecuentado y distante de los sitios turísticos.

Al traspasar el umbral vi un estrecho pasadizo todo tapado por la abundante vegetación lo que me hizo pensar que ese sitio no tenía nada de parque y al seguir internándonos en su interior nos encontramos con una cañada con muy poca agua.

-Seguí un poco más hasta donde encuentres un tablón que sirve de puente, lo cruzamos y del otro lado vamos a estar más tranquilos... aunque acá nunca viene nadie...

Se notaba que Juan conocía el lugar porque todo sucedió como él lo había anticipado.

Allí dentro de esa madriguera comenzamos a besarnos con toda la pasión de la cual éramos capaces y luego de varios minutos en los cuales nuestras manos hurgaron por todo los rincones de nuestros cuerpos que tuvieron a su alcance sentí como la mano de Juan se apoderaba de mi verga haciéndome doler por el brusco movimiento que hizo para dejar mi glande sin la protección del prepucio que habitualmente lo cubre.

Ni tiempo me dio a quitarme la ropa porque por la pierna de mi pantalón extrajo mi dura herramienta y agachándose se puso a chuparla con toda la desesperación que no había tenido en nuestro primer encuentro.

Mientras me relajaba teniendo mi verga dentro de su boca me quité la remera y después le dije que cesase de mamármela porque quería que nos desnudásemos para disfrutar más ampliamente de su cuerpo.

Qué divina que tenía la verga bajo las escuetas ráfagas de luz que traspasaban el tupido follaje!!!

Lamenté muchísimo que no me dejase tomarle fotografías porque semejante verga parada apuntado hacia el frente, con algún hilillo de luz rodeándole el glande húmedo por el precum se presentaba como un manjar para cualquier catador de buena mercadería.

Esa verga era una delicatessen para cualquier gourmet yo lo sabía muy bien por experiencia propia, porque hacía casi tres días que venía gozando con ella aunque fuese a hurtadillas sin el confort de una mullida cama donde dar rienda suelta a nuestros deseos.

Transcurrieron alrededor de quince minutos de lamidas en las cuales las mamadas se fueron acentuando pero como nuestras vergas se excitaron extremadamente demostrando con sus latidos, sin pedir autorización proseguimos lamiéndonos las bolas hasta que instintivamente nuestras lenguas se acercaron a nuestros hoyitos anales.

Juan me dilató tanto el ano con su lengua acompañada de profundas introducciones de sus dedos cosa que me hizo pensar " me la va a meter nuevamente", aunque lo deseba tenía miedo porque su verga estaba parada al máximo de su extensión.

En un susurro desesperado me dijo:

-¡Metémela otra vez ¡ !Mi culo arde por sentirla dentro!!!

La oscuridad de la noche se iba acercando aunque todavía faltaba un poco para no tener visión ninguna en ese enmarañado lugar, por eso me apuré en busca del gel con la xilocaína y luego de untarle su recto con mis dedos humedecidos en ese ungüento me puse un condón al que le apliqué otra capa de ese dilatador.

Lo hice poner de espaldas sobre las hojas amarillentas que pululaban por el suelo de ese sitio, haciéndole sostener las piernas lo más alto posible, luego me fui acercando a ese maravilloso agujero rosadito y expectante.

Él miraba como mi pija se iba aproximando y cuando ésta tocó su agujero me dijo.

-Hácelo despacio!! Que no me duela porque... quiero disfrutarlo de la misma forma que me hiciste gozar cuando volvimos de Carmelo.

Sus temores eran infundados porque con la xilocaína ya tenía todo el recto adormecido así que no iba a sentir nada, pero yo tenía mis temores de que hubiese puesto mucha cantidad y por ese motivo perdiese la sensibilidad de sus esfínteres sin darle tiempo a disfrutar de los golpes que pensaba darle a su próstata desde el interior de su casi recién inaugurado canal.

Felizmente se abrió en todos su esplendor para agasajar al visitante que lo haría gozar inmensamente después de que mi glande hubiese pasado por su esfínter.

Al tocar su esfínter con mi balano éste se dilató un poco más para dejar pasar el reborde de mi glande y finalmente con un empujón logré introducir todo el tronco dentro del recto de mi anfitrión.

Juan miraba con los ojos en blanco mientras yo trataba de calzar toda mi herramienta en su interior para luego comenzar a besarlo y a pajearlo con todos los vaivenes de ir metiendo y sacando mi pija de tan cálido hospedante

En pocos minutos más mi verga comenzó a explotar inundándole el culo de leche a mi amigo coloniense, eso es un decir porque el que quedó repleto de leche fue el condón que separaba mi piel de la suya.

Ni con mi boca pegada a la suya pude contener el alto voltaje de sus gemidos porque él berreaba estrepitosamente, jadeando cada vez más intensamente cuando sentía los golpes de mi leche contra las paredes de su recto los cuales repercutían en su próstata.

Luego de mi eyaculación no me permitió sacar mi verga de su interior porque quería acabar sintiendo las contracciones de su esfínter el cual había quedado muy dilatado por la terrible y total penetración que le había efectuado.

Comencé a pajearlo mientras él se acariciaba el pecho para luego terminar pellizcándose las tetillas cuando sintió que finalmente iba acabar.

Su leche pegó sobre mí pecho con unos golpes que casi me hicieron doler por el impacto que produjo el blanquecino líquido condensado al estrellarse contra ese parte de mi cuerpo.

Cuando nos repusimos de todos esos agitados movimientos que hicieron nuestros cuerpos, me asusté un poco al ver que el lugar estaba muy oscuro solamente algún rayo lunar se filtraba por la densa vegetación y por eso le propuse al tipo que me había hecho disfrutar de las profundidades de sus intestinos que nos fuésemos rápidamente de allí.

Juan trató de calmarme diciéndome que a esas horas no vendría nadie por allí y como seguí insistiendo de como íbamos a encontrar la salida con esa oscuridad trató de tranquilizarme diciéndome que él conocía muy bien ese sitio..

Como volví a insistir, me complació abandonando el recoveco donde aun permanecíamos desnudos y haciéndome salir a un claro donde por lo menos podía ver a la luna que iluminaba torpemente todo en derredor me dijo:

-Aun es temprano, vení chupámela otra vez porque quiero disfrutar más tiempo de la última noche contigo.

Realmente tenía razón porque la noche estaba muy serena sin ningún rastro de frío, ni de viento por eso accedí a seguir disfrutando porque tal vez no nos veríamos nunca más y mi cuerpo pedía que esa verga de campeonato estuviese más tiempo en contacto con todas las partes mi anatomía.

Allí en ese claro él se tumbó sobre el pasto con su verga entre sus manos, la cual estaba bobona como consecuencia de la gran eyaculación que había sufrido unos instantes antes y si pensarlo me abalancé sobre ella para chupársela con toda la fuerza que fui capaz.

Volvió a gemir fuertemente cuando mi lengua trataba de distenderle el agujero uretral estimulándole esa parte y las cercanías de su frenillo fueron alcanzadas también por mi pícara lengua que se movía vertiginosamente saboreando todo el contorno de su glande.

Con un frágil susurro de voz me dijo que antes de despedirnos quería gozar nuevamente de las profundidades de mi orto por eso no pude negarme y luego de lubricármelo bien con el gel me senté sobre su enhiesta vara y comencé a cabalgarlo lentamente hasta que mi ano se hubo acostumbrado a semejante ejemplar de carne maciza.

Luego de que mi recto se adaptó al tamaño de lo que estaba dentro de él, frenéticamente comencé a moverme para todos lados viendo como la luna iluminaba su rostro el cual estaba contraído por el gozo inconmensurable que estaba recibiendo su cerebro desde las terminales de su verga.

Entre gemidos, aullido y todo los sonidos que se puedan imaginar acabé disparando una gran descarga sobre su pecho y al poco rato mi esfínter sintió las contracciones de su pija expulsando otra ración dentro del condón que la cubría.

Quedé por un rato clavado en esa estaca maravillosa besándolo lentamente hasta que su verga se salió porque su excitación había finalizado.

Luego de que salí de arriba suyo Juan se sacó el condón dejándolo a un lado de nuestros cuerpos, a continuación nos secamos con unos papeles los charcos de semen que cubrían nuestros vientres y nos vestimos para irnos.

Como él conocía el lugar me condujo hasta la salida donde encontramos mi auto sin ninguna novedad ya que ni los perros pasaban por eso solitario lugar.

Pero antes de llegar a mi auto sentimos ruidos de jadeos y nos dimos cuenta de que otra pareja, pero esta vez hetero estaba haciendo lo mismo que nosotros en ese aislado sitio.

Una vez ubicados dentro de mi auto reímos inmensamente por el temor que nos habían dado esos sonidos, pero esa pareja estaban en lo suyo y ni se dio cuenta de que alguien pasaba por allí aunque al entrar habrán visto el coche ni se percataron de nuestra presencia.

A toda velocidad partimos hacia Colonia del Sacramento porque tenía que dejar a Juan en la Plaza de Toros y luego volver hacia Montevideo, aunque de buena gana me hubiese quedado descansando esa noche en el hotel pero ya había saldado la cuenta...

Antes de entrar a la ciudad detuve en coche porque Juan me pidió un beso antes de despedirnos y no quería que lo hiciésemos en las cercanías de la Plaza, por eso el postrer ósculo de despedida se produjo en ese sito durando unos cinco minutos de intercambios de fluidos acompañados por toqueteos de verga.

Con todo ese calor casi nos excitamos nuevamente pero nuestras pijas apenas se levantaron a pesar de tantos manoseo por eso dejamos de hacerlo y arranqué para llegar al destino en unos pocos minutos más.

Dejé al tipo que me había dado tanto placer con esa verga fabulosa en el lugar acostumbrado pero sin saber por donde vivía y si ese era su nombre verdadero.

Cansado y soñoliento como estaba le dije que si iba alguna vez por Montevideo que me avisase para agasajarlo como es debido y luego de hacerle adiós con la mano partí rumbo a mi casa.

Traté de conducir lo más lento posible porque temía tener algún accidente, pero por suerte llegué a casa un poco después de las 3 a.m. sano y salvo.

Sano es un decir, llegué con el culo hecho polvo pero satisfecho por lo que había gozado y conocido con mi cicerone coloniense.

Hasta hoy no lo encontré más en el chat, ignoro si habrá quedado desconforme con lo sucedido o tal vez andará con los taxiboy que acostumbra a contratar en Buenos Aires.

OMAR

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