Juan Carlos y Mari-Carmen, amantes filiales

Relato corto del inicio de una relación madre-hijo.

Juan Carlos y Mari-Carmen, amantes filiales.-

Hola, me llamo Mari-Carmen y quiero comentar con los aficionados al amor incestuoso la relación que tuve con mi hijo, Juan Carlos. Empezaré diciendo que estoy separada de mi ex, por un tema de incompatibilidad de caracteres. Ni hemos sido infieles ni nada de eso, pero la convivencia no era posible. A pesar de todo seguimos siendo buenos amigos, entre otras cosas por el interés de nuestro hijo. Quiero aclarar que si bien yo soy una mujer fogosa, mi ex marido, Juan, era todo lo contrario, pasivo, sin iniciativa…y quizá esa fue una de las razones de la separación, si bien no la principal.

Cuando nos separamos, a final del verano del 2003, yo tenía 37 años, y Juan Carlos 15. Yo trabajaba y trabajo en un muy conocido gran almacén de Madrid, y con lo que gano y la paga que me pasa Juan, la verdad es que podemos vivir bastante desahogadamente.

El verano siguiente a nuestra separación, cuando me llegaron las vacaciones en agosto, había reservado un apartamento en Benidorm, para pasar allí un mes, sin sospechar jamás lo que llegó a suceder.

El apartamento tenía dos habitaciones, como es típico, una con cama de matrimonio y otra con dos camas individuales. Hicimos la repartición lógica, es decir, yo al dormitorio principal y Juan Carlos al doble. Salimos a comprar las cosas para comer, etc., ordenar y luego a la cama, a dormir.

Al día siguiente nos fuimos a la playa. He de admitir que sin ser espectacular conservo un tipo bastante aceptable para una mujer de 38 años que ha tenido un hijo, y una de las cosas que hago normalmente es top-less cuando voy a la playa, desde siempre, por lo que mi hijo está acostumbrado a verme las tetas desde niño. Tengo unas tetas que si bien no son enormes, tampoco son pequeñas, una 95 de sujetador, y sobre todo con un pezón muy grande con una aureola bastante oscura. Este año no iba a ser una excepción y después de colocar las cosas en la arena y extender la toalla, me quité el traje playero que llevaba y con toda naturalidad la parte superior del bikini. La parte de abajo sin llegar a ser un tanga, si que era bastante pequeña. Mi hijo por su parte llevaba un bañador normal, ni muy corto ni muy largo.

Estuvimos un rato a primera hora de la mañana y cuando empezó a pegar fuerte el sol nos fuimos, ya que era el primer día y no queríamos quemarnos. Por la tarde dimos una vuelta por Benidorm, comimos algo pronto, y a dormir.

Al día siguiente repetimos todo, estando un poco más en la playa.

Luego llegó el fin de semana decidimos dar una vuelta por la noche por lo locales de ambiente. Mi hijo es más alto que yo, y a veces parecemos pareja, de una mujer un poco mayor que el hombre (bueno, un poco bastante mayor).

Cenamos bien en un restaurante y salimos. Nos sentamos en una terraza y pedimos algo para beber. Como era verano y todo eso le permití a Juan Carlos tomar alcohol, cosa que sabía que hacía cuando salía con sus amigos en Madrid. El pidió un cubata de ron con cola y yo un gin-tonic. Una cosa que no hago a menudo es fumar. Se que es malo y la verdad, es que a pesar de que me gusta, lo controlo bastante: un cigarrillo después de comer, otro después de cenar y si salgo (cosa no muy habitual) pues un poco sin restricciones. Esa noche era una de las sin restricciones. Luego de la terraza nos fuimos a una discoteca. Allí volvimos a pedir lo mismo y nos pusimos a bailar. En una ocasión mientras estábamos descansando se me soltó el cordón de la zapatilla y le dije a mi hijo que me sujetara el cigarro. Cuando me levanté, vi que le daba una calada. No quise decirle nada, ya que la verdad no le estaba dando un buen ejemplo. Seguimos bebiendo y bailando. He de reconocer que íbamos un poco mal. En uno de los bailes yo agarré a mi hijo por la cintura y el respondió tomándome de los hombros. Seguimos bailando hasta que me quiso decir algo, pero con el ruido no lo podía oír, así que me acerqué a él, y sin querer, nuestros labios se unieron. Fue muy breve, pero a mi me puso como eléctrica. Me separé en seguida. Decidimos irnos. Ya en el apartamento yo quería olvidar un poco lo que había pasado, ya que estaba hasta mojada, y decidí ponerme una copa allí. Mi hijo dijo que me acompañaba. No pude negarme. El puso un poco de música en la radio. Al cabo de un rato dijo que podíamos seguir bailando, que tenía ganas de marcha…yo estaba a punto de decirle, que yo también quería marcha, pero de otro tipo, para lo cual él no era la persona adecuada.

Seguimos bailando y en la radio pusieron una balada. Como antes, pero ahora fue él el primer, me tomó por los hombros, y claro, yo agarré su cintura. Seguimos bailando, yo apoyé la cara sobre su pecho, y en un momento dado lo miré y vi que él hacía lo mismo. Nuestros labios volvieron a unirse, un poco más de tiempo que antes. Luego se abrieron las bocas para dejar paso a las lenguas, que se entrelazaron. Perdimos el control. Mi hijo empezó a amasar mis tetas con sus manos, mientras que yo ya no podía más. Parecía que me había orinado de lo mojada que estaba. Apagamos la radio y nos fuimos, basándonos, hasta el dormitorio grande. Nos quitamos la ropa rápidamente.

-¡Que buena estás, mamá!

-¿De verdad, no crees que soy un poco mayor?

-Que va. Ya le gustaría a las niñatas de 16 años tener estas tetas tan bonitas!

-¿Te gustan mis tetas?

-Me chiflan.

-Pues cómetelas!

La verdad es que no me podía creer lo que estaba pasando. Mi hijo me chupaba las tetas, y yo me dejaba hacer. La verdad es que me lo pasaba en grande. Pensaba en lo puta que era, disfrutando mientras mi propio hijo me excitaba. Todavía estábamos de pie, pero caímos sobre la cama. Mi hijo seguía con mis tetas. Yo me fui abriendo de piernas. En un momento dado, la polla de mi hijo me rozó el coño. Me puse a mil, y lo peor es que mi hijo lo notó.

Empezó a pasar su tranca por mi conejito, hasta que ya no pude más, la tomé con mis manos y me la metí en el coño. No follamos mucho, porque mi hijo se corrió en pocos minutos, pero he de reconocer que fue uno de los mejores polvos de mi vida.

La ventaja de un chico joven es que se recupera muy rápido, y esa noche me folló varias veces. Desde entonces mantenemos una relación mucho más estrecha.