Jóvenes Centinelas: Vuelo eléctrico
Tras la derrota del Barón Fire, Guardian pilota el jet en dirección a la isla, dispuesto a salvar el alma de su hermana. Pero la visita de una persona de su pasado puede trastocar sus planes.
Anteriormente en Jóvenes Centinelas…
El Barón Fire, que había capturado a Akva/Chica Acuática, ha sido vencido y muerto… pero a un alto precio. Celia Escolano liberó a su parte más oscura, el demonio Beliar. Su hermano Eloy, también conocido como Guardian, consiguió sedarla, pero no antes que hubiera corrompido a la inocente Akva sin que ellos lo supieran.
Ajeno a la amenaza a la que ha tenido que hacer frente su gran amor Raquel en la zona de pasajeros, Eloy se propone llevarlos a todos sanos y salvos hacia la isla de Alveare, donde vive el Maestro, el único capaz de salvar el alma de su hermana.
Introducción
El Galeón, el jet de los Jóvenes Centinelas, se mantenía con rumbo estable en el cielo, pilotado con pericia por Eloy Escolano. La nave no era excesivamente grande, pero tenía todas las comodidades que podían requerir sus viajeros.
Akva y Raquel estaban en la cabina de pasajeros, mientras Celia se encontraba en una cápsula de estasis que la mantenía dormida en la zona de carga. Chica Acuática se encontraba suspendida en el interior de su “pecera”, una urna llena de agua, similar a la que usan los escapistas, pero que disponía de una serie de botones para acomodarla a las necesidades de su usuaria a cada momento.
— Estamos sobrevolando el Atlántico, a cinco horas de la isla de Alveare. Poneos cómodas – Dijo Eloy a través del telefonillo del avión desde su asiento de piloto.
Vuelo eléctrico
El chico volvió a pulsar el botón, cortando la comunicación con las pasajeras, y tomó los mandos, comprobando cada dos por tres los testigos y las dos pantallas de información con las que contaba el jet. En un rincón había colocado un pequeño cofre donde había guardado su armadura, cuando llegaran a la isla tenía que hacerle una buena puesta a punto. Sin su traje de batalla había tenido que echar mano a unos pantalones de chándal y una camiseta gris lisa.
Todos los sistemas de la nave habían estado a punto desde el primer momento y ni siquiera hubo que repostar. Lo único que debía hacer era revisar las pantallas y corregir el rumbo en caso de que el sistema de navegación fallara en sus cálculos. Pan comido.
La primera señal de peligro llegó cuando los pelos de sus brazos empezaron a erizarse, la cabina se estaba llenando de electricidad estática. Poco a poco, la sensación fue en aumento y, de repente, varios campos eléctricos empezaron a recorrer los sistemas, lanzando pequeñas chispas. Los rayos empezaron a concentrarse en un único punto y, tras un fogonazo, Olga Quiroga se materializó justo a su lado.
Su pelo rubio había crecido hasta llegar por debajo de su espalda y ya no lo llevaba recogido en trenzas. Fueron sus ojos, de un profundo verde turquesa, los que le hicieron reconocerla, a pesar de llevarlos ocultos tras unas gafas similares a las de los esquiadores, tintadas de un color amarillo claro. Llevaba puesto la malla azul de cuerpo entero que había elegido justo después de decidir empezar a llamarse Quickwire, su nombre real ya aparecía en demasiados registros policiales. Eloy la había querido olvidar cuando decidió enmendar su vida y dedicar sus dones en ingeniería en cosas legales.
La chica miró con interés las pantallas de navegación fingiendo no hacer caso al piloto.
— ¿Qué haces aquí, Olga? – Dijo malhumorado Eloy mirando de reojo el baúl, donde tenía la única defensa contra un ataque.
— Oh… Hola, Eloy. ¡Qué casualidad encontrarte aquí! – Dijo mirándole divertida —. Resulta que iba de aquí para allá y PLUSSS… resulta que llego al jet de los Centinelas que justo conduce mi exnovio.
El chico se movió inquieto. Hacía más de siete años que no la veía, y lo último que había oído de ella no era nada bueno. Algunos informes decían que se había unido a la Tríada del Ocaso, si ese extraño y cerrado grupo realmente existía.
— Ya que estoy aquí, podríamos retomar viejas costumbres – Dijo la mujer pasando su dedo por el mentón de Eloy.
— Lo siento, Olga. Ahora todo es distinto…
— ¿Distinto cómo, corazón? – Preguntó, sin perder la sonrisa.
— Estoy… con alguien.
— Eso nunca nos ha importado a ninguno de los dos.
La mujer se acercó y comenzó a jugar con la melena negra de Eloy, haciendo varios remolinos con su pelo, antes de que el chico la apartara de un manotazo.
— Jooo, eres muy malo conmigo – Dijo con voz aguda, antes de cambiarla por completo para convertirla en un susurro —. Me encanta.
Olga cruzó sus brazos por detrás de la espalda y comenzó a bambolear la cintura, mirando todos y cada uno de los controles y pantallas de la cabina de forma distraída.
— Guardian… — Sonó de improviso la voz de Akva desde la cabina de pasajeros a través del telefonillo, sobresaltando a ambos —. Jilguero se ha dormido y yo también echaré una cabezadita. Por favor, no nos molestes hasta que lleguemos.
— Entendido – Dijo Eloy, girándose y pulsando el botón del comunicador desde su asiento pero sin dejar de mirar ni un momento la reacción de Olga.
— Vaya… — Dijo la chica, pasando pensativa su dedo por los labios —. ¿Así que esa es tu nueva chica? Suena… un poco joven para ti.
— Ella sólo es mi compañera… y sólo tiene cinco años menos que nosotros.
— Oh… entonces… ¿es ese Jilguero del que habla? Creía que era un hombre… ¿tanto has cambiado, corazón?
— Lo que yo haga o deje de hacer ya no es de tu incumbencia. ¿Qué has venido a hacer aquí?
— La verdad es que te misseo…
Quickwire pasó la mano cerca de la melena del chico, haciendo que la electricidad estática los pusiera durante unos segundos de punta.
— … Tanto que haría cualquier cosa por recuperarte – La rubia se dejó caer sobre el regazo del piloto, interponiéndose entre él y los mandos.
— Apártate, necesito mantener fijos los mandos.
— No mientas, conozco los planos de esta nave. Vuestro sistema de piloto automático es la hostia. Ahora bien… si yo hiciera esto.
Olga acercó un puño al techo del jet y lanzó un rayo que recorrió toda la cabina hasta los mandos. Un pitido de alerta indicó que el sistema de pilotaje automático estaba frito. Eloy se vio obligado a apartar a la villana y a coger con fuerza los mandos, apretando hasta volver blanco sus nudillos para no perder el control del vehículo.
— ¿Sabes?, podría dejar la Tríada para unirme a los Jóvenes Centinelas.
— Jamás aceptaríamos a alguien con un pasado como el tuyo.
— Eso también es mentira, te aceptaron a ti… Oh… espera – Una sonrisa pícara se dibujó en su angelical rostro —. ¿No le has contado a nadie todo lo que hicimos juntos?
— No te atrevas a…
— Corazón – Olga se colocó detrás del respaldo de su silla y lo abrazó rodeándole el cuello —. Deberías saber que yo me atrevo a todo por un chico como tú. Podría desclasificar tus informes del juzgado de menores, literalmente con un chasquido de dedos… ¿Cómo le sentaría a tu jilguerito saber lo de aquella bomba en el zoo?
— He dicho que te marches, ya me has complicado la vida lo suficiente como para meter también a Raquel en esto.
— ¿Raquel?, bonito nombre. Dime… ¿te ama ella más que yo?
— Ella no es como tú… Sí, me ama.
Olga besó la sien del piloto de forma cariñosa.
— ¿Y te la chupa mejor que yo? – Dijo, muy cerca de su oído.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Eloy que, no obstante, consiguió mantener la calma.
— Si no te bajas ahora mismo del jet te juro que…
— ¿Que qué? — Preguntó ella con una sonrisa —. Si sueltas las manos de ese timón, estrellarás el avión y matarás a tu novia mientras yo me voy por donde he venido. No puedes amenazarme con nada.
Tiró con fuerza del pelo moreno hasta conseguir que Eloy levantara un poco la cabeza y la mirarla directamente a los ojos.
— Soy yo la que amenaza aquí… Así que, o me respondes con la verdad o te juro yo a ti que haré pedazos este avión.
— ¿La verdad?
— ¿Raquel la chupa mejor que yo?
Eloy ignoró por completo la pregunta y volvió a mirar hacia el frente.
Olga comenzó a acariciar el pecho del superhéroe por encima de la ropa, bajando con su mano hasta la altura de su ombligo mientras colocaba su cara justo sobre el hombro.
— ¿No? – Le susurró la chica, apartando un poco el pelo moreno y besándole el lóbulo de la oreja —. Es una auténtica pena… con ese rabo que tienes.
— Para...Olga. Te lo pido.
La chica volvió a besar su oreja varias veces seguidas, obligando a Eloy a apartar la cabeza y haciendo girar el timón un poco hacia la izquierda.
— Cuidado, conductor… No pierdas la calma – Dijo divertida, mordiéndose los labios.
Olga se retiró de su lado, aprovechando para acariciar su estómago una última vez. Dejando su dedo índice en el hombro del piloto, le dio la vuelta y se agachó por debajo de sus brazos estirados, colocándose justo frente a sus rodillas.
— ¿Qué haces?
— Recordar viejos tiempos – Respondió escuetamente la chica, recorriendo con su índice la pierna derecha de Eloy para a continuación subir hasta el elástico del pantalón, que recorrió hasta llegar a la altura de su entrepierna.
— Quickwire… o te marchas ahora o llamaré a mis compañeras y se ocuparán de ti – Amenazó Eloy mientras movía sus piernas para esquivar la mano de su ex, sabedor de que le era imposible cumplir su amenaza sin apartar las manos de los mandos.
— Hazlo… La verdad es que me pondría mucho que me vieran mientras hago esto…
Olga desató el cordón de los pantalones con una sola mano mientras el piloto intentaba en vano esquivar con sus piernas los intentos de desnudarlo a la vez que mantenía fijo el timón. Muy lentamente debido a las dificultades que le ofrecían los continuos movimientos, la chica fue bajando el elástico hasta mostrar parte de la ropa interior. La joven villana acercó entonces su cara al bóxer azul marino que llevaba puesto Eloy, por completo ajena a los rodillazos que le estaba intentando propinar el chico.
— Mmm… Deberías cambiarte los calzoncillos, todavía huelen a semen – Dijo con voz pícara aspirando con fuerza —. Déjame que te ayude a hacerlo.
Introduciendo, aún con dificultad, sus manos por debajo de los calzoncillos comenzó a acariciar el tronco. Eloy notó un cosquilleo en la zona mientras su cara se ponía cada vez más enrojecida y una gota de sudor empezaba a recorrerle la frente.
— No pareces muy contento de verme… — Dijo Olga rodeando entre el pulgar y el índice una polla bastante flácida —. ¿Voy a tener que recordarte a ti también los viejos tiempos, corazón?
Eloy no respondió, limitándose a agarrar el timón cada vez más preocupado. Hizo un nuevo intento de evitarlo, intentando cruzar sus piernas, pero Olga las volvió a separar sin demasiado esfuerzo.
Luchando con la goma elástica del bóxer, Quickwire consiguió sacar el pene todavía flácido y, sin mediar palabra, colocó sus labios justo en la punta y la besó por varios segundos. La polla palpitó brevemente y Olga sonrió complacida.
— Parece que tu amigo sí que se acuerda.
La chica levantó la cabeza para mirarlo directamente a la cara. Por entre sus brazos, rígidos por la tensión, comprobó que Guardian había cerrado un poco sus párpados y había ladeado su cabeza.
— Por favor… no hagas esto, Olga.
— ¿Por qué no? Tengo que demostrar mi valía para entrar en el grupo – Dio un veloz lengüetazo al glande antes de continuar —. Debo demostrar que soy muy buena…
Eloy intentó de nuevo cruzar las piernas, esta vez con menos ímpetu, para posteriormente taconear nervioso contra el suelo tras no conseguir su objetivo.
— Raquel no te conoce tan bien como yo, Eloy. No sabe lo que realmente te pone.
Metió nuevamente su mano por debajo de la ropa interior y comenzó a masajear con enorme destreza sus testículos mientras no perdía detalle de los gestos faciales del piloto. Muy lentamente, fue recorriéndolos con sus dedos, rozándolos y creando una sensación de electricidad estática que hacía estremecerse a Eloy cada pocos segundos. Sonrió al verle cerrar los ojos y pegar su barbilla al pecho, intentando controlar su cuerpo.
— Vista al frente, no querrás estrellar el Galeón, sobre todo sin el indicativo de altitud está jodido —. Quickwire puso su puño contra el suelo y, lanzando una pequeña descarga, recorrió toda la cabina hasta hacer explotar una de las pantallas en la que aparecía la altitud.
Siguió acariciando sus testículos, viendo cómo su pene iba creciendo a bastante velocidad. Volvió a dar varios lengüetazos, esta vez recorriendo mayor superficie y más lentamente, manteniendo su lengua durante varios segundos presionando contra el glande, para luego observar muy de cerca los dieciséis centímetros de su polla en toda su erección.
— Tal y como la recordaba – Dijo la chica, bajándole los calzoncillos poco a poco hasta la mitad de los muslos.
Usando ambas manos comenzó a masturbarlo muy lentamente, mojándose los labios al notar el líquido preseminal en sus manos. Mientras aún seguía moviendo su mano izquierda, se llevó la derecha a la boca y se la lamió sin apartar la mirada de la cara de Eloy.
— Síp… Lo echaba de menos – Dijo Olga, volviéndose a pasar la lengua por entre sus dedos.
Comenzó a lamer en grandes círculos el glande, moviendo después su lengua con gran soltura a lo largo de todo el tronco y disminuyendo la velocidad de sus manos.
Eloy, con ojos entrecerrados, intentó mantener la compostura lo mejor posible, concentrándose tan sólo en mantener la nave recta e intentando evadirse de lo que estaba ocurriendo en su entrepierna mientras su excitación iba aumentando.
Quickwire soltó una risita por lo bajo y finalmente introdujo todo el glande dentro de su boca. Sin dejar de observar la reacción en el rostro del chico, usó su lengua para recorrer lo mejor posible la punta una y otra vez. Volvió a usar una de sus manos para recorrer los testículos, usando su poder para enviar pequeñas descargas que sólo le causaban un leve cosquilleo. De forma ruidosa, y apretando sus labios, se sacó el glande de la boca y comenzó a pasárselo por ellos de lado a lado.
— Te está encantando lo que estoy haciéndote…
— No – Dijo tajante Eloy, con la cara totalmente compungida y moviendo sus manos de arriba abajo sin soltar en ningún momento el timón.
— Mentiroso.
Volvió a introducirse la polla en la boca con rapidez, rozándola con los dientes y provocando un sobresalto de dolor en el piloto. Olga, con algo menos de la mitad del miembro dentro de su boca, murmuró algo similar a una disculpa. Sujetando en alto el pene con una mano, empezó a recorrerlo de arriba abajo con sus labios, sin sacárselo por completo en ningún momento y nunca llegando más allá de la mitad del falo. La mujer fue cerrando progresivamente sus ojos mientras disfrutaba del sabor.
Eloy varió imperceptiblemente el rumbo hacia el norte, pero volviendo en sí, retomó la dirección. Sus brazos empezaban a dolerle debido a la tensión que debía ejercer sin la ayuda de los instrumentos automáticos.
Olga se metió más y más el pene en la boca con cada uno de sus cabeceos, provocando un sonido de gorgoteo a causa de los fluidos que se iban amontonando tras cada acometida. Sus gemidos de placer, apagados, crecieron en intensidad contra más profundo y más rápido se lo introducía en la boca, hasta casi volverse loca. Notó en sus labios cómo la polla volvía a palpitar.
Eloy sintió nuevamente un escalofrío recorrer su espalda segundos antes de llegar al clímax y correrse en la boca de Quickwire, casi pillándola por sorpresa.
La mujer intentó sacar la polla de su boca rápidamente y comenzó a toser con fuerza, expulsando gran cantidad de semen hacia el suelo. Se limpió la cara con el dorso de la mano, aprovechando para saborear un poco más el líquido que arrastraba.
— Has perdido aguante, corazón.
Al bajar la vista, Eloy vio cómo parte de su semen manchaba las gafas de esquiadora y mojaba por completo la boca de la chica, cayendo varias gotas de su comisura derecha, sin que a ella pareciera molestarle lo más mínimo.
La mujer tragó con fuerza lo que había quedado en el interior de su boca y, sin parar de besar hasta el último momento el pene de Eloy, volvió a subirle la ropa interior y el pantalón. Su boca y gafas aún permanecían manchadas mientras seguía hablando.
— Ahora sí que deberías cambiarte la ropa interior… o no, si quieres dentro de un rato puedo terminar de limpiarte – Olga acarició por encima de la ropa la entrepierna del muchacho, aún algo abultada y notando cómo incluso la ropa exterior empezaba ya a humedecerse por el semen.
Eloy miró la última pantalla encendida, aún quedaban alrededor de dos horas y media para llegar a la isla. Su esperanza era mantener las fuerzas de sus brazos hasta entonces, aguantando los inevitables calambres lo mejor posible, o amerizar y esperar que su señal de ayuda atrajera con rapidez a quien la recibiera.
— Dime… ¿esa Raquel es capaz de provocarte esto? – Preguntó la mujer, aún frente a sus rodillas, frotándose los restos de la cara con despreocupación.
— Te he dicho que no metas a Raquel en esto… ella no es como tú.
— Ya me lo imagino… — Dijo Olga con desdén, apoyándose en el muslo del superhéroe para ponerse en pie y aprovechando para sobárselo unos segundos —. Seguro que es una mojigata niña de papá incapaz de preguntar a su chico qué es lo que le gusta hacer, ¿eh?
Eloy se enfureció e, incapaz de soltar el timón, se limitó a mover sus dedos, sin perder de vista el horizonte.
— ¡Eres una zorra y siempre lo serás!, ¡vete a que te follen alguno de esos lunáticos con los que te juntas!
— Tsss, tsss, tsss… Esa boquita – Dijo Olga, colocando su índice en la barbilla del chico y enviando una pequeña descarga que le hizo bastante daño —. No finjas que no te gustó. Además, si mis amigos quisieran, podrían hacerte mucho daño a ti y a tu hermanita. Por cierto… ¿cómo está ese pequeño demonio?
Olga sonrió de manera perversa mientras jugaba con uno de los mechones de Eloy situado en la parte superior de su oreja.
— Lo cierto es que los de la Tríada del Ocaso parecen tener muuucho interés en Celia… Parece que les ha sonado una pequeña alarma en la base y están como locos por conocerla.
— ¿Por eso has venido? ¿Para secuestrarla? – Preguntó el superhéroe, escupiendo las palabras.
— Te lo he dicho… he venido a recordar los viejos tiempos – Olga dejó de acariciar la cabeza de su ex para mirar por la ventana algo intranquila —. Si ellos supieran que he estado aquí...
Eloy notó por primera vez miedo en la voz de Quickwire, pero a la velocidad del rayo, Olga volvió a sonreír de forma siniestra para mirar a Eloy.
Abrazó por la espalda al chico, hundiendo su boca y nariz en la melena oscura y aspirando con fuerza.
— Debes tener los brazos muy doloridos… Yo podría ayudarte a relajarlos.
Extendió sus largos brazos por los del piloto, recorriéndolos de forma bastante similar a cómo lo había hecho con su pene no hacía demasiado. La chica emitió un provocativo gemido.
— Sólo deja a Raquel y yo te ayudaré a llevar este avión adonde sea – Comenzó a fantasear la mujer, usando una voz muy sensual que hizo que un nuevo escalofrío recorriera al chico —. Podríamos ir juntos, los dos solos, a una isla muy alejada… y disfrutar día y noche con nuestros cuerpos. Recuperaríamos poco a poco tu resistencia, ya has visto lo que…
— Para, Olga – Cortó Eloy —. Nunca vamos a estar juntos, acéptalo o huye donde sea… tú sola. A mí me da igual lo que hagas o dejes de hacer. Me da igual lo que te hagan o dejen de hacer esos a los que les lames ahora las botas. Me da igual todo de ti.
La chica agarró furiosa de la melena de Eloy y tiró con fuerza, causándole gran daño, mientras la electricidad estática dentro de la cabina subía a una velocidad increíble.
— Eres gilipollas… Guardian. Yo te ofrezco una salida a tu vida de mierda y a una mujer de mierda que está claro que no te merece y tú me insultas. Tu problema es que tu polla es más sincera que tú mismo…
Varios rayos comenzaron a salir desde el cuerpo de la joven, recorriendo por todas partes la cabina, causando que varios pilotos luminosos estallasen en pedazos. Las pupilas tras las gafas emitieron chispas.
— Pues muérete con tu puta novia y con tu maldita hermana… que os jodan a todos. Yo me voy lejos.
Un estallido sónico reverberó en toda la cabina, haciendo volar todos los mandos y la última pantalla que se mantenía encendida. Todas las alarmas empezaron a pitar a la vez y, cuando Eloy recuperó la visión tras el fogonazo, comprobó que Olga había desaparecido de la misma forma en la que había aparecido. Intentó recuperar el control, pero los mandos no respondían y el jet comenzó a caer en picado directamente contra el océano. Lo último que pudo hacer fue golpear con fuerza una y otra vez el botón que mandaba la señal de SOS, cruzando los dedos para que aún funcionara.
Antes de perder la consciencia por completo, como si estuviera en mitad de un sueño, percibió cómo varias figuras similares a sirenas y desprovistas de cualquier traje de buceo, parecían nadar a través de las ventanillas rotas de la cabina, dispuestas a salvarlo.