Jóvenes calientes
Tres cuerpos calientes de hombres que se encuentran, sudan y se funden.
La hilera central de mesas de plástico, adhesivas por los residuos de cerveza y por los tacos de carne y demás líquidos que los jóvenes de pelo extracorto y de los cazadores, estos, casi todos de ademanes femeninos, chocan entre los cuerpos que van de un lado a otro, al baño de la parte trasera o a lucirse en las pasarelas.
Aquí nadie es puto, todos son bien machos, bien hombres, todos pertenecientes al ejército. La mayoría de niveles sociales bajos, los cazadores, todos de niveles económicos suficientes que permitan la propina o el costo del macho.
Mirar y ser mirado, admirar y ser admirado, olor a jabones y lociones fuertes, muchos morenos, la mayoría sin el síndrome del guapo.
Pretendo pasar inadvertido, yo solo he venido a observar, nada me llama la atención. Nada me mueve la hormona, ni mi balanza tiende a irse al papel pasivo y mucho menos al activo, saldría madreado.
Alguien me dijo, en las fuerzas armadas se da un alto nivel de homosexualidad y de enfermedades, todas ocultas tras el manto de la no información, salvo un caso reciente en derechos humanos, un marino corrido por tener HIV.
Juegos que no entiendo, les gusta o no les gusta, nadie se declara puto, pero que otra cosa somos todos los que venimos aquí.
Siento una mirada que se clava en mí, volteo y es un muchacho de veintitantos años, diferente pero a la vez igual a todos, todos con el mismo corte de pelo, la chamarra gruesa en un clima de ardor. Me muestra los dientes, sonríe mi cara y sonríe el objetivo. No es más que a mi que me sonríe. Moreno y velludo, distinto pero igual. Cuerpo de altitud, delgado y fuerte, me sigue viendo, me ilumina con sus ojos, me desnuda en mi camiseta y se levanta. Así como en las películas toda la iluminación cesa y lo sigo con la mirada, va al baño, rozándose con los camaradas, mostrando altivez y seriedad. Sabe que mi mente lo recorre y lo fotografía, pantalón de gabardina oscuro y camisa blanca, chamarra limpia, pero usada, gruesa y yo sudo.
Se queda a un lado de la estruendosa rockola, voltea y me sigue viendo, alza las cejas y yo me filtro en su piel, lo huelo y me derrito, me incomoda mi erección. Domino y le digo a la comadre, "ahorita me vengo, perdón, ahorita vengo". Sonrisa y carcajada. Me levanto y comienza la batalla por avanzar. Mis nalgas rozan hombros, hombres y no me incomoda. Paso a un lado de él y entro al baño. Desfloro mi pantalón, bajo el cierre y sale Doña rotonda, de regular tamaño y erecta, haber si chingados puedo orinar.
Tres lugares sin puertas, dos pamiar y uno quesque pacagar. No se quien se atrevería a lo último. Me ubico en un urinario, sintiendo que no puedo avanzar. Pero todo mi cuerpo esta erizado, entrará o no. Será o no será. Sería la locura hacer algo aquí, porqué al abrir la puerta, todo se ve. El guey de al lado, flaco y para variar, pelón como los otros, termina y deja el espacio. El que mia en el excusado, termina y yo no puedo ni empezar. Mi lujuria y concupiscencia, casi provoca que me imagine que entra y me abraza, me besa y me deja cachondo. Pero nada pasa, simplemente no puedo orinar. La puerta suena y yo no se quien entra, pero algo me dice que es el objetivo. Se ubica a mi lado, suena la cremallera y mi mirada lateral me indica que flexiona portentoso el cuerpo para sacar el arma de rigor.
Alcoholizada la concurrencia, se anima a todo. Siento que voltea y ve lo que porto. En mi oído suena una boca que se abre y una lengua con su aliento que recorre el labio. Una respiración que suena a caricia y que conmueve mi instinto. Yo en estos menesteres, ni necesidad, porqué el amante está lejos, yo ahora ando de "busca hombres". Yo solo estoy volteando a lo que no sale, pero la mezcla de olor a orín y a hombre, el sonido de una mano que se recorre la camisa y que entra en contacto con su piel, me indica que se está cachondeando el chamaco. Mientras que con una mano endereza más su vergota, con la otra deshace su camisa desde el ombligo y contra su pecho.
Ha logrado enderezarse todo y sin ánimo me voltea a ver, mi verga chorrea ya líquido blanco, transparente, sin pena y él lo está viendo. Pago con la misma moneda y volteo a ver el falo oscuro y rojo, que la mano izquierda recorre.
Si un puño en los nudillos mide más o menos 11 centímetros y a este le cuestan dos manos para cubrirlo todo, serán como 22 centímetros o un poquito más para realizar la cobertura completa, guau, que animal te traes mi vida.
Nadie ha entrado, solo él y yo estamos en el faje mental. Hago el honor y suelto una mano para recorrerme en el pecho y en el abdomen. Cierro los ojos y casi me vengo de pensar que está todito para mí. Oigo una respiración o un quejido, que me lleva a imaginar que no estamos ahí.
que pedo guey, me inquiere.
Aquí miando mi Rey.
Apoco???? me consulta.
Mas o menos mi chavo.
Con todo el trabajo del mundo me meto mi verga en el pantalón y me volteo, sigue fajándose y sobándose mi perdición.
Invítame una chela, cabrón... Me ordena.
Dos y lo que gustes, el puto que hay en mí, le dice.
Me sonríe, se voltea todavía con la verga en la mano y veo como la acomoda en la penumbra de su pantalón oscuro.
Salgo y la puta de mi comadre, ya se encabronó, porqué ya no está, mi chela a la mitad y la muy culera, agarró ya hombre, lo bueno, yo traigo las llaves del coche, si no, me la madreo.
No se si viene atrás de mí, pero yo si se que quiero estar con él y que me platique que pedo y su vieja, que ha de tener y el chamaco que acaba de nacer y que trabaja desde temprano y que se baña solo, porqué todos se burlan de semejante vergota.
Pues sin dejar de ser pitoniso, ni brujo, así pasó, como todos, tiene vieja y un chingo de ganas de seguir la peda, gratis para él. Veo hacia otra mesa y un adonis de hombre, de pelo lacio y largo para la concurrencia, de mi banda, me voltea a ver y alza su cerveza y me sonríe. Alzo la vista y me vale madres, le mando un beso. Que sonrisa culera, de las blancas y parejitas, de las que me gustan. Mi chavo nuevito, se enoja y me dice, "si quieres te lo presento", lanza el puñal.
Lo culero lo traigo desde pequeñito, por lo tanto, le contesto "pos no estaría mal".
Volteo y ya no está el adonis, me dirijo a mi chavo y lo veo que no me está viendo, que algo le llama la atención y está subiendo la mirada, hasta que oigo, "buenas noches". Salto en mi silla y volteo. Es el adonis. Se sienta junto a mí, me extiende el brazo y el chavo, sonríe.
Adonis, mucho gusto.
El chavo, otro tanto.
El puto, mamador, para servirles a los dos.
Sería una locura, pero entre la plática, me dedican canciones, me arropan sus brazos, alternadamente. El adonis, me abraza y me distrae, para robarme un beso rápido. Me sube al olimpo y me dice, ¿dónde andabas?.
275 pesos de cerveza, que rauda mi cartera, cumple. Salimos en avanzada, quien sabe a adonde. Bajamos y subimos, claro en la camionetota del adonis, el miedo me entra, atrás el chavo, dormitando, el adonis, sonriendo el maldito. Corroe mi miedo y me dice, "le entras al pedo?", contesto desaforadamente, "me entra todo". Carcajada, tras carcajada.
Amplia entrada, amplia imagen de la opulencia. ¿Y mi coche?, en la calle esperando a que baje la temperatura. Bajamos el cuerpo del delito, que sin mayor obstinación, se deja abrazar en el elevador, es el jamón de nuestro sándwich.
El cuerpo al sillón, yo al lado, huele a limpio el ojete. El adonis, se me arrima y me enclaustra, por detrás. Huele a loción chingona. Estira y afloja el cuerpo, me arrima al chavo, me besa por detrás, me calienta la espalda y siento como sus fuertes piernas engarzan mis no tan menos fuertes y semejantes.
Su música y su ronroneo me encantan, cierro los ojos. Sueño como su mano poderosa engulle mi pecho, mi abdomen y mi entrepierna. Me voltea y ubico mi cabeza en el abdomen del chavo, que acaricia mi pelo. El chavo ubica su cara y me besa, el adonis ubica su cuerpo y me muerde el pecho, las pieles descaradas, el masaje a cuatro manos me desubica mentalmente. Uno de almohada, otro como tálamo y uno mas hincado, me quita la ropa. Que bien mamas Adonis, que bien besas mi chavo. Mi verga en la boca de mi Adonis, roza y se siente absorbida. Las manos del Adonis en mis nalgas, las aprietan y su dedo medio penetra mi humanidad. Cuando no se lo propone uno, le sucede cada cosa. Eventos como el beso negro, el incontable, eventos como el beso del chavo en mi boca, absorbiéndome el alma y al encontrarme yo con la dureza del arma que vi en el baño, me indica que debo de dirigirme yo a probarla, a palparla.
Vuelan las botas negras de mi soldado, vuela su pantalón sobre la mesa de centro de la sala. Que podría yo decir, nada, absolutamente nada. Que puedo yo pensar, que la comadre pendeja me dejó y que encuentro el placer, sin marca en dos hombres. Que prefiero separarme y ponerme de rodillas, con un cabrón en mi culo y yo engullendo la dura masa de mi chavo. Nunca mis manos han dejado de moverse y por abajo ubico la masa de pelo de las nalgas del chavo y el placer de sus testículos.
Sentirme adorado, por dos hombres que sin restricción, ni sutilezas, me han dejado y me he dejado, hacer lo que queremos. Siento la ausencia del Adonis, por algo se ha levantado. Regresa medio vestido, mostrando su cuerpo sin vello, su falta de grasa y sus músculos no relajados. Que buen cuerpo, trae tres cervezas, de las panzoncitas y me da una, ofrece al soldado otra y él bebe la suya, apurando el saciamiento.
Nos indica con la mano que pasemos a otra arena, una más horizontal, sin estreches. Observo el cuerpo del dueño del local, nalgas de figura etérea, sin nada de vello, nalgas que arrancan mi quijada y que le dicen "que bárbaro". Sonríe, sin pena, con gloria, seguro de lo que porta. Su ropa interior ilumina mis ojos, las manos del chavo atraen mi cabeza y la ubican en su abdomen, yo nada más viendo que la película continúa. Que bello, que sabroso. Observo que todos los materiales se encuentran en una cómoda, aceite de masaje, de tienda cara, tubo de lubricante de agua y varios pares de condones de sabores.
Los tres nos unimos en un beso que me besa, en un beso que me sabe a armonía, que no entiende de celos, que las lenguas perpetúan, los tres nos estamos besando sin calma, ardiendo en la cama de blancos algodones, de mullida fragancia a limpio. Yo antes de salir de casa, lave y evacué todo lo que mis intestinos tenían. El adonis me quiere para él y no se ha quitado la truza, mientras nosotros estamos ya desnudos. Se mueve sobre mí, el chavo al lado besa mis oídos, mientras el otro, lame mi boca y restriega su poderoso y oloroso cuerpo sobre de mí. Si de sudores hablamos, él usa algo, que huele a menta, pero hasta el sudor huele a menta, preparación química que avienta gasolina en mi hoguera.
El chavo comienza a abrir frascos y a verter aromas, sobre nuestros cuerpos, sobre su cuerpo, su vergota y él de lado, la ubica entre nuestros vientres, yo abajo y el adonis arriba de mí, abriendo mis piernas. Su erección se introduce entre nuestros vientres, a la altura del ombligo. Nunca había sentido que eso, una verga pegada a la mía y otra acogiendo el bollo de nuestros cuerpos, como un hotdog que lo ubican entre el pan. Comienza a sacarla y meterla entre nuestros cuerpos. No necesita de agujeros, los dos recibimos la caricia de este tercero. Pegajoso el efecto.
En algún lugar de mi País, existen niños que juegan con su abdomen y figuran un baile, para que el eventual observador calme su necesidad con una moneda. Mi adonis, sobre de mí, semeja a esos niños, contrayendo sus músculos abdominales sobre de mí, para que sobre uno de sus surcos, sirvan de camino a la verga del chavo.
Ansío gritar, pero no puedo, los besos no me dejan, mi respiración agitada impide que tome aire para ahogar mi voz. Ya mi adonis ha dejado su ropa, estamos todos iguales, lo que siento en mi es un cuerpo magnífico de potentes músculos y totalmente rasurado, hasta en el pubis. Alzo la pierna que no está en contacto con el chavo y mi adonis entiende, estira la mano y toma un condón. Sin sentirlo yo se lo pone y mi pierna levantada permite que ubique el instrumento, ahora plastificado y protegido, contra mi húmeda caverna. En dimensiones pierdo yo, en dureza todos ganamos. Levanta al máximo mi pierna y me penetra, ni saliva usó.
Por increíble contorsión y sucesión de cuerpos, mi chavo cada vez que mete más entre nuestros cuerpos el pene, toca fugazmente mi pito, que no ha perdido dureza, cada vez más el evento prolonga los besos, mi adonis, me taladra y su respiración pegada a mi boca, enjuaga y limpia mi cara con su lengua. Creo que su mano que no está en mí, acerca más el cuerpo del chavo y le soba sus musculosas, peludas y sudorosas nalgas.
El chavo abandona ligeramente el ruedo, no lo puedo creer, que pretende, ubica sus nalgas en mi pecho, sube el torso de mi adonis e hincado, veo que lo besa desaforadamente. Mi vista observa su espalda y sus nalgas que se me acercan a mi boca. Yo penetrado por el adonis, el chavo siendo mamado en la verga por el adonis y yo besándole las nalgas al chavo. Con mis manos sobo las nalgas del chavo y las abro para que mis besos sean más profundos. Algo excitante ocurre, movimientos al mismo compás. Siento que una mano, creo que del adonis, me toma la verga y me ayuda para el cierre de fábula.
Siento como la descarga se me prepara y cierro mi ano, el cual se encuentra lleno de mi adonis, el chavo cada vez más abre y cierra su ano en mi lengua, creo que hasta de respirar me olvido, siento que la descarga me fluye, exploto en alguien, el chavo y sus pelos aromatizan mi bigote y siento que la verga del adonis, lampiño a fuerzas, se hunde en mí y me descarga la pasión. El culo del chavo pide más atención y mi lengua que ya duele, pide ayuda a mis dedos.
Siento como el chavo caliente como nunca, cierra sus nalgas y avienta sus líquidos a la boca del que no se ha salido de mí. Una, dos, tres veces.
Abandonan el foro, uno a uno los actores, yo me quedo hecho un pendejo, nunca y digo, nunca me había quedado sin pensamientos. Un cuerpo, tras otro, me abrazan. Soy su centro y ellos mi eterna compañía.
No podía haber repetición, sino descanso, me quedé hecho un mar de sensaciones y reflejos pesados. Sin dormir, bajo la luz tenue veo como poco a poco, me comienza a bajar el alma, que despavorida corrió y me abandonó.
No hubo ningún sobresalto después, cada quien fue dejado en donde debíamos, yo en mi coche frío, el soldado en su cuartel y el adonis, sonriendo como siempre y encantándome, como desde el primer momento. Viernes que no se me olvidará.