Jóvenes amigos en un camping nudista (2)

Continúa el relato de nuestro primer día en aquel camping tan especial...

Caía la tarde, y dejamos la piscina para ir a darnos una ducha. Ana y Virgina se adelantaron, mientras David y yo terminábamos de poner en orden las cosas de acampada, que eran escasas en comparación con la mayoría de nuestros vecinos de camping: una tienda para los cuatro, una manta para el suelo, velas para la noche… En unos minutos fuimos también hacia los baños.

¿Cómo serían los baños de un camping nudista? Pues, como es lógico, mixtos. Poco sentido tendría dividirlos por sexos para esconder las “vergüenzas” de quienes estaban todo el día juntos y0 desnudos. Y aunque empezábamos a acostumbrarnos a ello (acostumbrarse, es mucho decir, pero ya, al menos, no nos parecía todo tan surrealista como cuando entramos a la zona nudista apenas unas horas antes; incluso nuestras pollas nos daban algún respiro), nos daba morbo lo de compartir ducha con mujeres desnudas. ¡Cuántas veces habríamos soñado algo parecido con los vestuarios del instituto!

Las duchas en sí estaban sólo semi-abiertas, algo separadas una de otra por muretes de curiosas formas curvas. De detrás de uno de estos provenían las risitas de nuestras amigas. Sin pensárnoslo, nos asomamos, y lo que vimos nos dejó pasmados: Virginia, de frente a nosotros, tenía una pierna alzada y apoyada en una especie de banco; con una mano dejaba descubierto todo su coñito mientras Ana, en cuclillas y de espaldas a nosotros,

ofreciéndonos una preciosa visión de su redondeado culito, estaba terminando de rasurar el vello de su amiga.

Vir: - ¡Ah, ya habéis llegado! Pues es que, como nos hemos dado cuenta de que aquí casi todas las chicas van depiladas, no queríamos desentonar y, bueno… así sí que estamos ya “desnudas” ¡del todo! Ja ja ja. ¿Os gusta? -¿que si nos gusta? No podíamos apartar la mirada, boquiabiertos, mientras se estiraba con la mano buscando algún pelillo que se hubiera escapado a la cuchilla. Su coñito era increíble, pequeñito y rosado, y sus labios entreabiertos y el clítoris, que ahora se apreciaba perfectamente, permitían adivinar que estaba excitada.

David:- Sssí… sí, queda… muy bien.

Ana se puso de pie, y vimos que su pubis ya estaba también totalmente despejado.

Ana: - Pues sí que parece que os gusta -dijo, fijando la mirada en nuestras pollas, durísimas de nuevo-… ¿y si… vosotros también os desnudáis… del todo?

Vir: - ¡Síi! Venga, también hay bastantes chicos por aquí que lo llevan así, y a vosotros… seguro que os favorece.

Yo: - No sé… Joder, qué corte. A lo mejor recortar un poco… pero no tenemos tijeras, ¿no? Además, yo no sabría.

Ana: - Eso no es problema.

Esa frase terminó de convencernos en un segundo, y al siguiente ya estaban las dos agachadas, una delante de cada uno de nosotros. Bajo la ducha, primero nos enjabonaban y acto seguido sujetaban nuestra polla con una mano mientras con la otra se aplicaban a pasar la cuchilla. Sentir las pequeñas manos de Virginia en mi polla era una sensación

indescriptible. La visión era increíble, y el hecho de que en cualquier momento alguien pudiera asomarse añadía aún más excitación.

Vir:- Wow, ahora sí que está grande y dura… Y la de David no se queda atrás –dijo, intercambiando una sonrisa con Ana-

Ellas avanzaban en su tarea en unos minutos que hacían eternos. Ya casi habían terminado. Con la respiración entrecortada, suspirábamos de placer.

David: - Ahhh… no puedo más… me voy a correr, Ana

David hizo un amago de apartarse, pero ella no le dejó, cerró sus dedos sobre su polla y empezó a pajearle rápidamente. Como si fuera una señal, Virgina hizo lo mismo conmigo. Muy poco después David empezó a correrse entre contenidos jadeos, soltando chorros que iban a parar al menudo cuerpecito de Ana. Justo a continuación, yo también exploté, mientras Virginia me miraba fijamente con la boca entreabierta, con una expresión entre divertida y viciosa. Nunca me había corrido así, un chorro tras otro iban a parar a sus pechos y su vientre. Me vaciaba sobre mi amiga, la que, hasta el día de hoy había sido el sueño erótico de mi adolescencia.

Ana: - Vaya, se ve que teníais que descargar la “tensión” acumulada, ¿eh? Ja ja ja. Espero que no siempre seáis tan apresurados… Por cierto, me gusta mucho cómo han quedado vuestros “instrumentos” así, sin pelo. Se ven más grandes… y suaves. –Y mientras decía esto último, acarició brevemente mi polla y testículos.

Exhaustos como estábamos, este detalle nos dejó claro tanto a David como a mí que lo que había empezado en ese día iba a ir mucho más allá de un simple rollo de vacaciones, cada cual con la suya… Nos miramos cómplices. David y yo somos amigos desde niños, no

tenemos secretos ni vergüenza el uno del otro; incluso, en la pubertad, aprendimos juntos a masturbarnos  descubriendo furtivamente revistas o películas pornográficas o, sencillamente, imaginando a nuestras compañeras de clase, dos de las cuales ahora estaban desnudas frente a nosotros sin pudor. Aquello iba a ser algo realmente diferente… no sabíamos cuánto

La temperatura invitaba a permanecer desnudos, incluso de noche, y eso hicimos los cuatro, ya plenamente integrados en la sensación de tener tu cuerpo en libertad absoluta que podíamos por vez primera disfrutar allí. La brisa del anochecer nos acariciaba, y realmente era distinto, agradable, sentirla también en mi pubis depilado.

Estaba bastante oscuro cuando volvimos a nuestra parcela. Nos disponíamos a encender las velas y preparar algo para cenar cuando reparamos en un ligero ruido proveniente de la caravana de nuestros vecinos.  Las ventanas estaban abiertas por el calor, y en la penumbra del interior vimos a Juan, a quien conocimos por la mañana, que follaba lentamente a su mujer por detrás. Habíamos llegado de improviso, y ambos pararon un instante al vernos, sin embargo, algo en nosotros (quizá ver el cambio simultáneo en nuestros genitales depilados, quizá nuestras pollas aún morcillonas, acaso nuestra actitud, sorprendida pero no escandalizada, después de lo que acabábamos de hacer en la ducha) les hizo saber que podían seguir. Entre pequeñas risas, les mirábamos a cierta distancia, disimulando a duras penas mientras sacábamos las cosas de cenar. Sintiéndose observados, él aumentó el ritmo y la fuerza de sus embestidas, y, al poco, su pareja comenzó a emitir ahogados gemidos a su compás. Después de su orgasmo, ella se dio la vuelta, y comenzó a comer la polla de su marido; ahora estaban de perfil hacia nosotros, y veíamos las silueta de su gruesa polla recortada en la escasa luz que quedaba. Él sujetó la cabeza de su mujer y repitió los movimientos de antes, follándose su boca sin piedad hasta que explotó con un “Ahhh…” imposible de reprimir. Ella aún tuvo su polla dentro un rato, exprimiéndola lentamente con ayuda de una mano.

Extendimos nuestras provisiones sobre las mantas, al aire libre, y en poco tiempo dimos buena cuenta de ellas. Y a renglón seguido sacamos otro tipo de provisiones, ron y refrescos, que paulatinamente fueron animando la charla. Hacía una noche perfecta, tibia.

Ana: - Wow, vaya show que nos acaban de regalar, qué fuerte, ella se lo ha tragado todo… Al principio me ha dado corte, pero luego… parece que de alguna manera fuéramos parte de ello, no era capaz de dejar de mirar.

David: - ¿Os imagináis que alguien nos hubiera visto en la ducha antes? Bien podría haber pasado

Vir: - Parece que aquí todo el mundo puede mirar y ser mirado sin problema. Si no quieres enseñar… ya sea tu cuerpo o lo que haces con él, pues no lo muestras; y si no quieres ver, pues basta con que mires para otro lado. Nosotros podríamos haberles ingnorado ahora y no lo hemos hecho, ¿no?. Siempre que nadie se meta conmigo, a mí ya no me molesta que me miren, es increíble lo pronto que me he acostumbrado no sólo a estar totalmente desnuda sino a que me observen… con deseo. En realidad ¿a quién no le gusta gustar a otras personas?

Yo: - Es verdad. ¿Quién hubiera imaginado esto tan sólo ayer? Cuatro años de amigos, desde que éramos casi unos críos, creíamos conocernos de verdad, y sin embargo cuántas fronteras hemos pasado en un solo día… Entonces, ¿no os importa que os miremos?

Ana: - A estas alturas… además, aunque nos importara algo, no creo que pudierais evitarlo, ja ja ja.

David: - Ni nosotros, ni ningún hombre del camping. Hay otras chicas guapas, pero no como vosotras. Sois perfectas… del todo –añadió, fijando su vista en el coñito de Ana. Ella, en respuesta, recostada como estaba, abrió más sus piernas, y pudimos ver cómo estaba húmedo a la temblorosa y anaranjada luz de las velas.

Vir: - Con el calentón que llevabais a lo mejor no os habéis dado cuenta, pero a vosotros también os miraban. En la piscina habéis estado media tarde empalmados, y había sobre todo unas chicas de unos 14 o 15 años que no quitaban ojo de vuestros instrumentos.

Inevitablemente la conversación siguió por derroteros parecidos, y aunque en parte ya sabíamos de nuestras experiencias anteriores, nos las contamos con pelos y señales, sin pudor. Se sorprendieron cuando les dijimos que ellas nos gustaban desde el primer año de instituto, pero que nunca nos habíamos atrevido a intentar nada por no correr el riesgo de estropear nuestra amistad. "Pues habrá que recuperar el tiempo perdido..." -dijeron. Entre risas, animados por el alcohol, pero sobre todo por la libertad que respirábamos, nos fuimos contando cómo nos iniciamos en el sexo. Supimos que ellas habían dejado de ser vírgenes antes que nosotros, Virginia a los 15 y Ana a los 16, e incluso nos confesaron que habían “tonteado” entre ellas alguna que otra vez

Creo que ninguno queríamos que esa noche mágica acabase nunca, pero poco a poco el sueño nos fue venciendo, desnudos, recostados unos sobre otros. Mañana sería otro día. Nuestras vacaciones acababan de empezar.

CONTINUARÁ PRONTO