Joven diosa y esclavo maduro 2

Una Diosa de 19 años somete y humilla a un esclavo madurito de 42.

-Ponte a 4 patas, voy a montar sobre tu lomo.

-Si, Ama Beatriz.

-Dirígete al dormitorio, al fondo à la derecha, vamos.

Una vez en la habitación, Ama Beatriz se colocó frente al esclavo.

-De rodillas ante mi, siervo.

-Si, Ama Beatriz.

-Voy a hacerte sufrir un poco más. ¡Observa!

Ama Beatriz se llevo las manos a la espalda, desabrochando su sujetador, y quitándoselo después, dejando al descubierto dos grandes y duras tetas.

-Míralas, esclavo, ¿te gustan?

-Mucho, Ama, Beatriz, son preciosas.

-Sé que te mueres por chuparlas, ¿no es así?

-Si, Ama Beatriz,-dijo el esclavo, avergonzado.

-Pues tendrás que quedarte con las ganas. Pon las manos a la espalda ahora mismo.

-Si, Ama Beatriz.

A continuación, Ama Beatriz cogió su sostén y ato con el las manos del esclavo à la espalda.

-Indefenso total. ¿Asustado?

-Mucho, Ama Beatriz.

-Lame mis pies.

-Si, Ama Beatriz.

-En pie, tu suplicio comienza ahora.

Ama Beatriz, a continuación, cogió 4 pinzas de un cesto y coloco una en cada pezón del esclavo. Éste se retorció. Finalmente, le puso otras dos en los testículos, lo cual hizo que el siervo exhalara un grito.

-Te duele, ¿verdad? A mi me encanta hacer sufrir a los hombres, y voy a hacer contigo todo lo que me de la gana. Vuelve a arrodillarte ante mi.

-Si, Ama Beatriz.

-Chúpame los pies un rato, quiero que los cubras con tu baba.

Entonces, sonó el timbre del palacio. Otro de los esclavos se apresuró a abrir. Una joven apartó con el pie al sirviente, que estaba arrodillado, y fue directa al encuentro de Ama Beatriz.

-Beatriz, querida, ¿como estas? Supongo que debe ser este-dijo, mirando a su nuevo esclavo, que se retorcía de dolor en el suelo por las pinzas.

-Así es. Es mono, ¿verdad?

-Bastante. Madurito, pero sexy, y me encantan sus musculitos … y su culito.

-Esclavo, te presento a mi amiga, Ama Natalia. Tiene 22 años y, al igual que a mi, le encanta ver a un hombre arrodillado a sus pies … y totalmente desnudito. Te ordeno que le beses y lamas los pies inmediatamente.

-Si, Ama Beatriz, lo que vos ordenéis.

El esclavo, totalmente avergonzado por la situación de verse humillado por dos mujeres tan jóvenes, comenzó a besar y lamer los pies de la recién llegada. Lo hizo con sumisión y temor, mientras las dos jóvenes le miraban satisfechas y con aire de superioridad. Después de un rato, Ama Beatriz le ordeno parar.

-Ahora, esclavo, viene la sorpresa que tengo para ti. Habrás visto que no eres el único siervo de mi palacio. Tengo varios más. He hecho venir a uno de ellos. Es homosexual y se encuentra detrás de ti. Date la vuelta y mírale.

-Si, Ama Beatriz.

El esclavo, aterrorizado, contemplo al otro sumiso. Al igual que el, estaba totalmente desnudo, de pie frente a el, y le dirigía miradas tan lujuriosas que el siervo se asusto aún más.

-He hecho llamar a Ama Natalia para que nos divirtamos juntas. Voy a decirte lo que vas a hacer para entreternos. Primero vas a comerle la polla al esclavo hasta que se corra en tu cara. Cuando eso ocurra, te tragarás toda su leche. Después, chuparás sus pies e irás subiendo. Le besaras con lengua en la boca, y, por ultimo, lamerás su culo, limpiando toda la mierda que pueda tener entre sus nalgas. Para terminar, te pondrás a cuatro patas y el te penetrará el culo todo el tiempo que él quiera. Nosotras vamos a sentarnos aquí para ver el espectáculo. Comienza, esclavo.

-¡Piedad, Ama Beatriz, Ama Natalia! No puedo hacerlo, señoras, me resulta demasiado repugnante, por favor, por favor, os lo suplico, piedad.

-No hay piedad con un perro esclavo-dijo Ama Natalia, levantándose y propinando un bofetón al esclavo-. Se te ha dado una orden y la vas a cumplir inmediatamente, o te corto el pene ahora mismo. ¡Vamos!

-El esclavo, derrotado, procedió a obedecer. De rodillas frente al otro siervo, aún con las manos atadas à la espalda y con las pinzas en pezones y testículos, se introdujo el pene del sumiso en la boca, con gran asco, y comenzó a chuparlo hasta notar que iba creciendo. Por orden de Ama Beatriz, lamió tambien sus testículos, y siguió chupando el pene mientras el otro sumiso mostraba su satisfacción. Finalmente, el esclavo se corrió, y toda la leche que salió de su miembro fue dentro de la boca del perro. Las jóvenes amas aplaudieron con malicia.

-Los pies ahora, perro, chupáselos.

-Si, Amas, a vuestras ordenes.

El esclavo, asqueado, comenzó a chupar los pies del otro siervo, que ya había recuperado la erección. Una y otra vez paso su lengua por sus dedos, el sudor que salía de ellos le daba arcadas.

-Ahora sube, lame todo su cuerpo y bésale en la boca con lengua.

El esclavo obedeció. De frente al otro sumiso, tuvo que meter su lengua en la boca del esclavo y besarse durante varios minutos con el. Las dos amas disfrutaban enormemente con la escena. Ama Natalia paró la escena:

-Bien, perro, ahora colocate detrás de el y lámele el culo. Creo que no se ha limpiado después de ir al baño, así que tendrás que hacerlo tú con la lengua, metiéndola entre las nalgas. Empieza y esfuérzate o tus huevos lo pagarán.

-Si, mi Ama, inmediatamente.

El siervo, humillado como nunca podría imaginarse, tuvo que cumplir con la orden. El olor de las nalgas del otro esclavo era insoportable; sin embargo, lamió sus nalgas una y otra vez, e introdujo su lengua entre ellas. Efectivamente, después de hacer sus necesidades no se había limpiado, y fue su lengua la que hizo el trabajo. Resultó repugnante tragar toda la mierda, y cuando termino recibió un nuevo aplauso de las Diosas.

-Bien, muy bien, a lo mejor como premio luego te dejo ver mis tetas de nuevo. Pero ahora cumplirás con la ultima orden, te vas a poner a 4 patas y vas a agitar tus nalgas frente al esclavo, provocándole, y el te penetrará ese culito tan mono que tienes. ¡Obedece!

-Si, mi Ama, inmediatamente.

El esclavo adoptó la posición ordenada. A cuatro patas, movió su culo a los lados, agitando las nalgas como una puta, y ello provocó que el otro sumiso tuviera una nueva erección. Sin dudarlo, le agarró de ambos lados del culo y se la clavó con todas sus fuerzas. Le penetró una y otra vez, y, cuando se corrió, le obligo, como antes, a limpiarle el pene de leche con su lengua.

-Así me gusta, esclavos, habéis estado muy bien. Ahora id al baño y bañaos … juntos, más tarde os reclamaremos de nuevo.