Josefina una excelente mujer en la cama
Aquellos días de gloria en el sexo, sólo son un recuerdo con ese amor prohibio que me pone a mil con solo pensar en ella cuando hacíamos ese excelente 69.
Josefina una excelente mujer en la cama
Mi primer esposa (2)
Aquellos días de gloria en el sexo, sólo son un excelente recuerdo.
Como les prometí en mi anterior entrega, Patricia se fue a su pueblo debido a que deseaba olvidarse de tantos ajetreos de la ciudad, además de que debía hacerse cargo de sus pequeños hijos a los que por cuestiones de trabajo, estaban al cuidado de su madre.
Josefina era otra de las amigas de la persona que en aquel entonces era mi mujer y que por salir tan tarde de sus trabajo y no poder viajar a su casa, se queda en mi hogar y que se portó excelentemente cariñosa conmigo, dándome los jugos de su conchita, que eran un manjar delicioso.
Un día se me acercó Josefina y me dijo: Necesito que me des una mamada como la que le das a tu mujer y así como a ella la transportas al paraíso con esa excelente lengua, quiero sentir ese mismo placer que durante muchas noches escucho le brindas a mi amiga y que disfruta, porque sus jadeos así lo comprueban.
Me dejó estupefacto porque a pesar de que desde que la conocí tenía muchos deseos de mamarle los senos y tragarme sus enormes pezones que se veían por sobre su top cuando salía de bañarse, nunca imaginé que sería el afortunado para hacerle el amor y tragarme sus jugos que más tarde supe le salían a chorros, como si se tratara de un manantial.
Le dijo que por favor no hiciera ese tipo de bromas que solo me hacían sentir mal porque creía que sólo estaba jugando con mis sentimientos, a lo que respondió que no, que si quería probarlo, esa noche estaba dispuesta a hacerlo, porque mi mujer le había dicho que trabajaría horas extras y por tanto llegaría después de la media noche.
Efectivamente Josefina resultó ser una hembra excelente en la cama, ella que me pedía ser transportada al éxtasis y disfrutar lo que en las noches escuchaba cuando hacíamos el amor con mi mujer, fue ella la que me enseñó las mieles del amor y me condujo por el placer que cuando es prohibido se disfruta de manera hermosa, porque además ella era una de esas pocas mujeres que he conocido, a las que el semen tarda en salírseles de la vagina. Se trata de una vagina que parece aspiradora, que todo se lo traga y tiempo más tarde lo empieza a soltar de manera pausada.
Nuestra primer noche de sexo fue de lo más maravilloso, ya que nos metimos a bañar y ambos disfrutamos de besarnos todas las partes del nuestro cuerpo, además de hacer el amor bajo la regadera, donde Josefina se me entregó en su totalidad, porque ambos nos comimos nuestros fluidos. Ella tuvo tantos orgasmos en mi boca, lo mismo que yo deposité mi semen en su ano y en su boca.
Casi a las tres de la mañana me retiré a mi recámara, porque sabía que en cualquier momento llegaría mi esposa de trabajar. Efectivamente, hicimos los cálculos exactos, porque a los diez o quince minutos de habernos despedido, se oyó que mi mujer abría la puerta principal. Apenas me había dado tiempo de lavarme el pene y los jugos que tenía en la cara, revueltos con mi semen.
Afortunadamente como iba cansada no me pidió su dotación de leche, lo cual me salvó porque después de haber hecho el amor durante varias veces con Josefina, tenía secos los testículos y no había disponible para atenderla.
En la mañana no me salvé y como todo hombre, tuve que cumplirle a mi mujercita con la que mi mejor platillo era hacer la posición del misionero, pero en lugar de metérsela por la vagina, se la metía por el ano, porque yo lo disfrutaba bastante, al igual que ella porque tenía muchos orgasmos, además de que en varias ocasiones me lo había dicho, que se la metiera por el culo porque eso la excitaba bastante.
Pero volviendo a mi relación con Josefina, fueron muchos meses de gloria, de tener a mi disposición a esa mujer con la que hacíamos un excelente 69 y de sentir cómo su vagina pasaba por mi cara, dejándome ese néctar caliente que me ponía a mil.
Lamentablemente esa hermosa relación terminó porque su madre sufrió un accidente y tuvo que regresar a su ciudad para brindarle todos los cuidados, además de que, según me explicó mucho tiempo después, fue una oportunidad para terminar lo nuestro que no tenía futuro porque a pesar de lo nuestro, no estaba dispuesta a quitarle el marido a su mejor amiga.
En los próximos días les narraré otros relatos verídicos, al igual que este y los otros, porque necesito contar esas hermosas vivencias con las mujeres, que son lo más maravilloso que creó la naturaleza, porque he de decirles que no hay mujer fea.