José folla con su primo y su hermanastra

José estaba probando la polla de su primo Sebastián cuando su hermanastra irrumpió en la habitación, no dando crédito a lo que observaba

José se llevaba muy mal con su hermanastra Gimena. Desde que tuvieron que vivir juntos por el casamiento de sus padres no lograron tener simpatía el uno con el otro. Ambos estaban en el último año del instituto pero asistían a distintos colegios y sus personalidades eran muy distintas. José era un jóven tranquilo, con escasa vida social y se mantenía virgen. Era un chico lindo pero no había tenido suerte en su vida sexual. Hasta el momento se consideraba heterosexual aunque desde hacía unos meses sintió curiosidad y empezó a explorar en el porno gay. Físicamente era un jóven de 1,70 de altura, delgado pero con unas lindas piernas y una cola redonda y parada. De tez blanca, cabello castaño y lampiño. Su polla era normal para su edad aunque tirando a pequeña, de 15 cm.

Gimena tenía una personalidad extrovertida y arrolladora. Era una de las populares de su curso y en el último año habían empezado a bajar sus calificaciones. Se la pasaba de juerga y a su edad ya había tenido relaciones sexuales con varios chicos aunque con nadie de su instituto. Guardaba las formas en su familia y con su entorno pero con un grupo de tres amigas salían a discotecas y tenían sexo ocasional cada vez que se daba una oportunidad. Las comparaciones con su hermanastro en su conducta y rendimiento académico era una de las razones que hacían tensa su relación. Gimena era una jóven de 1,65 de altura, pelo oscuro de tez blanca con lindos ojos verdes, algo rellenita con tetas grandes que era la atracción de chicas y chicos, un culo y piernas grandes que de más chica la acomplejaban un poco pero ahora se daba cuenta que también era un gran atractivo para los chicos.

A dos cuadras de su casa vivía Sebastián, el primo de José. Un jóven más grande, de 25 años. Estaba finalizando la universidad y vivía sólo en un departamento que alquilaba. Era un jóven muy lindo, morocho de 1,80 buen físico que mantenía con deporte y gimnasio, una sonrisa cautivadora y mirada penetrante. Siempre le había ido bien con las mujeres pero también con varones. Hacia al menos dos años que empezó a tener relaciones con chicos y desde que vivía sólo empezó a disfrutar libremente de su bisexualidad. No quería compromiso con nadie para no dar explicaciones. Todas las semanas pasaban chicos y chicas distintos por su departamento, ya sea que los conocía por aplicaciones o en bares. Mantenía oculta su bisexualidad pero la disfrutaba con plenitud en su intimidad. Era activo y muy sexual y le encantaban los encuentros con parejas y los tríos.

Desde que se mudó a su departamento pasaba más tiempo en la casa de José, ya sea en cenas y almuerzos familiares o colaborando con tareas domésticas. A Gimena le gustaba mucho el primo de José aunque por la tensa relación con éste nunca se conocieron más a fondo. A Sebastián le gustaba Gimena pero la veía demasiado adolescente en su personalidad. Últimamente se había fijado más en José. Si bien no pasaba por su cabeza tener nada con su primo, le parecía un lindo chico y estaba seguro que con algo de "ayuda" le podía hacer explorar el sexo entre chicos.

José y Gimena pasaban mucho tiempo solos en su casa ya que sus padres trabajaban todo el día y regresaban a la noche. Una de esas tardes Sebastián pasó a visitar a su primo. Gimena había salido con sus amigas y José se encontraba estudiando. Eran los primeros días de calor y Sebastián se puso a reparar el aire acondicionado de la sala mientras José hacia sus deberes. Sebastián se había quitado la remera por el calor y se había quedado sólo con unos shorts. José empezó a admirar el cuerpo de su primo, imaginaba que debía tener mucha suerte con mujeres. Sebastián también miraba de reojo a José. Admiraba sus piernas bien torneadas y lampiñas y su culito que se marcaba con los shorts apretados que traía. Le daba mucho morbo imaginarse penetrandolo. Nunca habían pasado esos pensamientos por su cabeza y se empezó a calentar. Intentaba borrar esa imágen porque se empezaba a empalmar. Se fue al baño para evitar que José lo noté y calmarse un poco, pero tenía esa idea en la cabeza. Esa noche por primera vez se masturbo pensando en su primo. Sabía que estaba mal pero no lo pudo evitar y el sólo hecho de imaginarselo lo hizo acabar a los segundos. Esa misma noche, mientras veía porno bisexual en la soledad de su cuarto, a José también se le vino en su mente el cuerpo de su primo. Su imaginación no llego a tanto pero pensó en estar follando con una chica mientras se la mamaba a su primo. El fragor de la masturbación le hizo volar su fantasía sin reprimirse y la imagen que estaba viendo en el vídeo la fue reemplazando por él y su primo como protagonistas y se terminó corriendo como nunca antes. Incluso no pudo evitar un leve gemido. Una vez que se corrió sintió mucha culpa y durante unos días no pudo borrarse esa imagen aunque trato de evitar pensar nuevamente en ello mientras se masturbaba. En cambio Sebastián siguió dándole vueltas a su fantasía y ya miraba a José con otros ojos.

Otra tarde en la que Sebastián estaba en casa de José y Gimena, su primo le quiso mostrar un vídeo en su celular, pero cuando abrió el explorador estaba en una página de porno gay que José había estado mirando un rato antes. Se puso muy nervioso y sacó el celular de la vista de su primo para cambiar rápidamente de página. Estaba colorado del pudor rogando que Sebastián no haya visto, pero éste logró observar quedándose pasmado aunque hizo como si nada hubiese pasado, pero por dentro no lograba incorporar que a su primo también le gustaban los chicos o que por lo menos sentía curiosidad. Ese episodio fue lo que le faltaba para animarse a cumplir su fantasía.

Esa tarde no intentó nada porque se encontraba Gimena pero regresó al día siguiente cuando la jóven estaba fuera de su casa. Hablaron de cosas triviales hasta que Sebastián le preguntó a José si estaba de novio. Éste quiso evadir la conversación pero su primo insistió y le pregunto si había tenido alguna experiencia sexual a lo que José respondió con un "no" moviendo su cabeza y mirando para el suelo sin poder ocultar el mal momento que estaba pasando. Sebastián fue más allá preguntándole si le gustaban los chicos, lo que hizo que José se pusiera muy nervioso pero esta vez respondió con más personalidad de que de ninguna manera y ni se le pasaba eso por la cabeza. Sebastián sonrió y cortó con el interrogatorio. Pero José se quedó muy perturbado, temía que su primo haya visto la página de porno gay y que por eso le estaba preguntando esto. No se podía quedar con la duda y le preguntó por qué le hacía esa pregunta.

Sebastián: es sólo curiosidad. No tiene nada de malo que te gusten los chicos. No tienes por qué sentirte mal por ello.

José: pero te digo que no

S: está bien, yo he probado con chicos y es muy rico. Me ha encantado.

Sebastián le confesó su bisexualidad a su primo con la intención de que se sienta en confianza. A José le impactaron las palabras de su primo pero no estaba en sus opciones decirle que tenía curiosidad en estar con un chico.

J: eres gay?

S: soy bisexual. Y la verdad es que la paso muy bien así.

J: alguien sabe?

S: no y te pido discreción. Yo también la voy a tener cuentes lo que me cuentes.

José se empezó a relajar y a dudar si contarle sus fantasías.

J: claro, claro. Esto no sale de acá.

S: bueno primo, me voy para mi casa que tengo mucho para hacer.

J: espera...

José se mantuvo unos segundos callado. Sebastián esperaba con ansias lo que le estaba por decir.

J: como te dije soy virgen, pero estoy un poco confundido. Me gustan las chicas pero soy tímido para tener algo con alguien. Y tengo cierta curiosidad por los chicos aunque nunca me fijé en ninguno. Creo que es sólo una fantasía.

Sebastián miraba a su primo, con sus shorts apretados y con muchas ganas de probar su cuerpo. Estaba dudando en decirle algo y se arriesgó

S: bueno primo, creo que estás un poco reprimido. A mí también me ha pasado. Pero si quieres explorar lo puedes hacer conmigo.

Un calor invadió el cuerpo de José. Nunca hubiese esperado esa propuesta. No sabía que responder. Algo que se le había cruzado en su imaginación una noche de auto satisfacción se volvía presente.

J: pero que dices...somos primos.

S: entonces el problema es que somos primos, no que soy hombre (y emitió una leve sonrisa)

J: las dos cosas. No me molestes por favor.

S: bueno, olvídate de esta conversación pero sólo te digo que el hecho de ser primos no lo considero un límite. Hay mucho primos que se gustan

Una parte de José quería experimentar. Sus hormonas invadian su cuerpo jóven y tenía una gran necesidad de sentir el contacto con otro cuerpo. Pero otra parte, dominada por sus prejuicios y temores le impedían aceptar la propuesta de su primo. José se quedó callado y Sebastián juntó sus cosas para irse. Al llegar a la puerta José lo frenó y fue la señal que estaba esperando. Para evitar más dudas de su primo más chico se abalanzó sobre él y lo besó. José estaba un poco paralizado pero se dejó hacer. Lo frenó y le pidió ir a su cuarto por las dudas de que llegar su hermanastra.

Al entrar Sebastián lo siguió besando y se sacó su remera. José lo abrazó tímidamente, no sabía cómo actuar, se sentía extraño aunque de a poco comenzaba a calentarse. Su primo le quitó su remera y llevó una de sus manos a su cola, pegando su cuerpo al de él. José sintió la erección de su primo contra su vientre. Eso lo calentó y empezó a relajarse. Las riendas las llevaba Sebastián que se acostó en la cama de su primo y lo invitó a que lo acompañara. Agarró una de las manos de José y la colocó sobre su paquete. Éste lo comenzó a tocar esperando el siguiente paso que no tardó en venir. Sebastián se quitó su pantalón junto a su boxer dejando a la vista de su primo una polla de 20 cm con un buen grosor, con el vello púbico perfectamente depilado. Sin esperar la señal José la empezó a tocar. El primer contacto con la polla de su primo lo estremeció. Sentir esa pija grande y caliente en su mano hizo que también se empalmara. Eso que tanto había visto en videos ahora le estaba sucediendo. Su mano no llegaba a abarcar el grosor de la polla de Sebastián. Éste le bajó sus shorts invitándolo a qué se desnude. José sentía cierta vergüenza ya que nunca había estado desnudo frente a alguien a la vez que su polla no tenía comparación con la de su primo. Pero no era momento de echarse atrás y estaba muy caliente. Ayudó a Sebastián y ambos quedaron completamente desnudos. De un movimiento el primo más grande lo colocó a José encima suyo. Sus cuerpos estaban pegados. Ambos sentían el calor del otro y las dos pollas estaban juntas. Empezaron a frotar sus cuerpos mientras se besaban y Sebastián acariciaba y apretaba la cola de José que tanto había deseado. La sentia muy suave. Ambos estaban muy calientes. El sólo contacto y fricción de sus cuerpos hizo que José casi se venga. Para evitarlo decidió ser él quien de el siguiente paso y bajó por el cuerpo de su primo para probar su polla. Ya sin ninguna timidez se la introdujo en su boca de a poco. Pasaba su lengua por su tronco y luego la engullia, imitando lo que había visto en tantos videos. Sebastián gemia de placer. Notaba un poco de torpeza pero le encantaba la suavidad de la boca de José. Pero sus intenciones eran otras. Quería probar la cola de su primo, por lo que luego de unos minutos recibiendo sexo oral se incorporó dejando a José boca abajo y se colocó detrás, besando su espalda y bajando lentamente, provocando que a José se le erice la piel.

Al llegar a la cola blanca y lampiña de su primo la apretó, besó y le dio suaves mordiscos, para luego pasar su lengua por el interior de sus nalgas. Esto estremeció a José que instintivamente levantó su cola. Sebastián estuvo unos minutos jugando con su lengua entre las nalgas de su primo y en su agujerito virgen. Probó introduciendo un dedo y José gimió y se dejó hacer. En ese momento no pensaba en nada. Sólo disfrutaba del placer que le estaba dando su primo. Hacia una hora ni se le hubiese pasado por la cabeza estar viviendo esta situación pero la curiosidad y las hormonas lo habían arrojado y ahora sólo quería disfrutar. Con paciencia Sebastián siguió introduciendo sus dedos y lubricando el agujerito de José con mucha saliva. Ya llevaba tres dedos dentro de la cola de José que aumentaba sus gemidos. Empezó a meterlos y sacarlos para que aumente la dilatación. José estaba sintiendo por primera vez el placer anal y deseando sentir la polla de su primo. No sé animaba a pedirla con su voz pero lo hacía con sus gestos corporales, acompañando con sus movimientos la masturbación anal que le estaba dando su primo. Sebastián se incorporó y se puso de costado a su primo. Creía que esa posición era menos dolorosa para una primera vez. Colocó su polla en la entrada de la cola de José, la lubrico bien y empezó a moverse frotandola entre las nalgas. José acompañaba sus movimientos. Puso su polla en la entrada del agujerito virgen y de manera muy suave la empezó a introducir. El primer intento generó un intenso dolor en José que se salió. Era un dolor muy agudo. Sebastián le pidió que se relaje, que le iba a doler un poquito pero luego lo iba a disfrutar. Sebastián probó de nuevo y esta vez José lo soportó. Entró el glande y freno ahí para que su primo se acostumbrara. Siguió entrando y el dolor iba en aumento pero José lo iba soportando hasta que entró toda. Se sentía lleno por la polla de su primo, muy abierto y eso lo comenzaba a excitar. De a poco empezaron a moverse y el dolor se iba pasando. José gemía y Sebastián estaba muy caliente observando como su polla gruesa entraba en el culito virgen de su primo. Eso con lo que tanto fantaseaba se había vuelto realidad. No pudo contener mucho tiempo su calentura y acelerando sus movimientos acabó ríos de leche al interior de José, quien sentía ese líquido caliente en su interior que lo calentó como nunca en su vida. Empezó a masturbarse y no tardó mucho en acabar.

Estaban los dos rendidos en su cama pero al pasarles la calentura se dieron cuenta que no podían demorarse mucho. En cualquier momento podía llegar Gimena, por lo que se cambiaron y de a uno fueron al baño y luego se despidieron. José estaba un poco aturdido por lo que había pasado. Fue todo muy rápido pero lo mejor es lo que no está planeado. Se sentía felíz por haberse animado aunque no estaba seguro si lo quería volver a repetir. Pero esa duda no duró mucho. Esa misma noche se masturbo pensando en lo que había vivido esa tarde y al día siguiente sentía muchos deseos de volver a ver a Sebastián. A partir de ese día no sólo Sebastián iba a verlo a José, sino que se encontraban en el departamento del primo mayor donde podían dar rienda suelta a su sexualidad. Las siguientes semanas José empezó a experimentar más con su primo. Descubrió que le gustaba mucho cabalgarlo y acabar con su polla en su culito, pero más le gustaba estar abierto de piernas y que Sebastián lo folle con buen ritmo. Mientras más probaba más se liberaba y lo que había empezado como una curiosidad se había transformado en un deseo permanente. Le encantaba sentirse lleno por la polla de su primo y más le gustaba cuando Sebastián le decía guarradas. A medida que tomaban más confianza Sebastián le preguntaba si quería su polla, si quería su leche en la cola o en la boca. Le gustaba decirle a su primo como se le habría la colita mientras lo estaba penetrando. José asumía su rol sumiso y pasaba los días pensando en la próxima vez que iba a recibir la polla de su primo. Pero Gimena empezó a sospechar. Si bien Sebastián iba seguido a visitarlos, notaba que la relación entre ellos era distinta y las visitas mutuas cada vez más recurrentes. Además siempre estaba Sebastián en su casa los días que ella se iba con sus amigas.

Para sacarse sus dudas, aunque en su mente ni se le cruzaba lo que realmente estaba sucediendo, una tarde en la que Sebastián llegó a su casa, les avisó que iba a salir pero sólo fue hasta un bar cercano y los 20 minutos regresó. Entró de manera silenciosa y no encontró a ninguno de los dos. Con cuidado y sin hacer ruido se dirigió hasta el cuarto de su hermanastro y comenzó a escuchar unos ruidos extraños. Posó su oído en la puerta y efectivamente eran gemidos. Su corazón se aceleró, no podía creer la posibilidad de que su hermanastro fuera gay y estuviera follando con Sebastián que a ella tanto le gustaba. Su impulso la llevó a abrir la puerta. José estaba probando la polla de su primo Sebastián cuando su hermanastra irrumpió en la habitación, no dando crédito a lo que observaba. Ella se quedó paralizada y ellos casi se mueren del susto. Intentaron cubrirse por instinto pero era demasiado tarde.

Gimena: que están haciendo putos! Así que te gusta la pija?! Tu papá sabe de esto José? Sabe que tu primo te da la pija?!

Ninguno de los dos sabía que decir. El primero en reaccionar fue Sebastián.

S: espera Gimena. Tranquilizate. No estamos haciendo nada malo.

G: entonces no tendrán problema en que lo sepa su familia!

S: por favor no cuentes nada. No seas así.

Gimena salió del cuarto y Sebastián la siguió. José se quedó en su cuarto y el miedo lo invadia. Sentía que su mundo se derrumbaba. Sebastián le rogó a Gimena que guardará el secreto pero que si no lo hacía le permitiera a él contarle al padre de José. Cuando Gimena se calmó, pensó con la mente más fría de cómo sacar provecho de la situación. No dejaba de darle morbo lo que había visto y sabía que le daba poder sobre su hermanastro que no quería y también le daba la oportunidad de probar el cuerpo de Sebastián que tanto le gustaba.

G: bueno Sebastián, hoy no diré nada. Dile al estúpido de José que se tranquilice. Pero mañana quiero hablar contigo a solas, espérame en tu departamento. Antes de que te vayas te hago una pregunta. Tu eres gay o bisexual, porque se que has estado con muchas chicas

S: bisexual, al igual que José

G: jajaja ese es bisexual? Si no debe haber tocado ni una teta. Cómo sea, espérame mañana.

Sebastián fue rápido para su casa y en el camino le escribió a José pidiéndole que se tranquilizara. Le dijo en lo que habían quedado con Gimena y que por favor evitará discusiones así sus padres no sospechaban. José no pudo tranquilizarse ni salir de su cuarto por temor a cruzarse a su hermanastra. Esa noche puso la excusa que se sentía descompuesto para no comer con su familia. Al día siguiente faltó al colegio. Por el contrario, Gimena estaba ansiosa y sonriente. No podía contener lo que pasaba a cada segundo por su cabeza. No estaba en sus planes decir nada de lo que había visto. Sólo sacarle provecho. Pero le gustaba que su hermanastro sufriera pensando lo peor.

Cuando llegó de clases almorzó y se tomó su tiempo para bañarse y darse retoques depilandose todo su coño. Cuando estaba lista le escribió a Sebastián avisándole que se dirigía a su casa. Iba vestida con una tanguita blanca de algodón que se perdía entre sus nalgas, una pollera negra suelta que se cortaba en la mitad de sus muslos y que cualquier inclinación hacia que se vea su tanguita y su culo. Una remera blanca con tiras y escotada dejaba ver sus grandes tetas. Si bien estaba ansiosa no dejaba de tener nervios, pero estaba decidida a estar con Sebastián y ponerle algunas condiciones. Al llegar a su departamento Sebastián se encontraba serio y perturbado, sin saber que esperar. Esa mañana había hablado con José especulando durante horas que podría hacer Gimena. En sus cálculos se tejían todo tipo de hipótesis menos que la jóven quisiera sexo con él.

S: hola Gimena, pasa. Quieres sentarte?

G: gracias así estoy bien. No quiero hablar mucho. Seré breve.

S: adelante...antes déjame aclararte que fue una sola vez y que...

G: no necesito explicaciones. La verdad es que no parecía la primera vez. Pero no me interesa. Te quiero preguntar algo. Te gusto?

Sebastián no entendía nada. Ni siquiera se había fijado en cómo iba vestida Gimena pero al verla no dejó de admirar su belleza exuberante.

S: no sé a qué vas, pero sí, eres linda chica

G: linda como una amiguita? Mira, el precio de mi silencio puede ser beneficioso para todos.

Mientras decía esto se dirigía al sillón meneando sus caderas atenta la atenta e incrédula mirada de Sebastián. Sin decir nada se sentó y abrió sus piernas levemente dejando ver el interior de sus muslos y la tanguita de algodón. Sus ojos brillaban mientras se dibujaba una sonrisa maliciosa en su rostro.

G: yo no soy lo que creen. Y si quieren que guarde silencio vos podés hacer algo.

Mientras decía esto colocó sus pies encima del sillón abriendo sus piernas y exponiendo su entrepierna en todo su esplendor. La situación era caliente y el miembro de Sebastián empezaba a reaccionar. Su miedo se había convertido en calentura y su preocupación en morbo. Sin decir nada se acercó a Gimena y se arrodilló colocando su cabeza entre sus piernas. Con sus manos agarró los muslos de la jóven y empezó a besarla por el interior casi llegando a su tanga. Gimena suspiraba mientras se mordía su labio inferior. Por fin tenía a ese chico dónde lo quería. Su entrepierna empezaba a mojarse y la exitaba la extorsión y su rol dominante en la situación. Sebastián empezó a comerle su coño por encima de la prenda de algodón que se humedecia entre sus fluidos y la saliva. Abría más sus piernas y acompañaba los besos del jóven con movimientos pélvicos. Sebastián colocó sus manos en la tanga y la arrancó de un sólo movimiento, dejando la conchita de Gimena al descubierto. La observó unos instantes. Le parecía un manjar sus labios gruesos y el interior rozado y brillante. Sin demorarse lo empezó a comer y masajear el clítoris con su lengua. Gimena gemía con más fuerza mientras apretaba su cabeza contra su chocho. "Si, si, así, cómeme la conchita". Se retorcía sobre el sofá mientras Sebastián acompañaba la comida con dos dedos que suavemente entraban en la vagina de Gimena. Su verga estaba a punto de explotar pero quería seguir ahí. Le encantaba el sabor y el aroma, le encantaba como disfrutaba esa jóven que se acercaba al orgasmo. Continuó con su labor hasta que sintió contracciones en los muslos de Gimena que gritaba de placer hasta acabar. Sebastián la miró y permanecía con los ojos cerrados y sonriendo. Esta lo miró con dulzura observando su rostro mojado por sus flujos. Se incorporó haciendo que ambos se paren. Se besaron mientras Sebastián le tocaba su cola por debajo de la pollera. Sentía sus nalgas grandes y firmes mientras su polla se pegaba al cuerpo de la jóven. Ésta empezó a tocarla por encima de sus shorts. La sentía grande y gruesa. Lo que había visto cuando entro al cuarto de su hermanastro no era una ilusión. Se moría de ganas de comerla. Dejó de besarlo, lo miró fijo a los ojos y sonriendo se arrodilló. No dejaba de mirarlo y le bajó de un movimiento sus shorts y su boxer, saltando la polla de Sebastián en todo su esplendor. Gimena puso cara de sorprendida, sonrió y volvió a mirar a su amante desde abajo.

G: es grandota. A las putitas como yo nos gustan así, bien grandotas.

Su voz era melosa e infantil. Se ensalivo la mano y empezó a masturbarlo lentamente.

G: vos no sabías, pero soy muy putita. Y me gusta mucho la lechita. Si me das lechita no voy a decir nada.

A Sebastián lo calentaba mucho cómo hablaba Gimena. No podía creer que esa jóven de apariencia "casta y pura" fuera así. De a poco Gimena se la empezó a chupar. Lo hacía de manera suave y profunda. Pasaba su lengua a lo largo de su tronco y luego se la metía en la boca. Intentaba que entre más en cada chupada. Así estuvo unos minutos pero Sebastián no quería acabar. Quería disfrutar del cuerpo de Gimena y ésta no se hizo esperar. Lo sentó en el sillón y lo empezó a cabalgar. Fue introduciendo su pija de a poco. Sentía como esa verga gruesa se abría lugar en su interior, sentía el roce de esa barra caliente que la estaba llenando. Fue bajando de a poco hasta que se sentó por completo en sus piernas y comenzó a moverse lentamente. Subía y bajaba. Sebastián agarraba sus nalgas con una de sus manos y con la otra levantó la remera de Gimena que no traía sostén, dejando al descubierto sus dos grandes tetas que contrastaban con sus pequeños pezones rozados. Sebastián las empezó a lamer y recorrer con su mano y su lengua mientras la jóven aumentaba su ritmo saltando sobre su pija. Gimena podía tener su segundo orgasmo en cualquier momento pero Sebastián se adelantó. No aguanto más y entre gemidos ahogados entre las tetas de la jóven agarró con fuerza las nalgas de su amante y empezó a descargar fuertes chorros de abundante y espesa leche en su interior. Gimena apretaba su cabeza contra sus pechos mientras el jóven descargaba entre largos espasmos de placer hasta que se fue calmando. Pero ella seguía muy caliente y no quería que todo termine ahí.

G: me calentado mucho, pero creo que te falta más aguante. Cómo sos putito imagino que te debe gustar la lechita. Así que haceme acabar chupandome la concha.

Gimena salió de encima de Sebastián y se recostó en el piso abriendo sus piernas. La leche de Sebastián salía del interior de la vagina y caía rozando las nalgas de la jóven hasta depositarse en el piso.

G: dale que se sale. Apurate bebé

Nunca había hecho eso, pero le daba morbo la idea. Sin más puso su cabeza entre las piernas de Gimena y empezó a chupar su concha sin poder evitar que parte de su semen mezclado con los flujos de la chica entraran en su boca.

G: así bebé, tomate la lechita. Se la tomaste a muchos chicos?

Gimena frotaba su clítoris mientras Sebastián pasaba su lengua por los pliegues de su vagina. La jóven no aguantó mucho más y acabó en un orgasmo más intenso que el anterior. Fueron varios segundos dónde una corriente de placer invadió su cuerpo, quedando en el piso descansando mientras que Sebastián se incorporó y se fue hasta el baño. Cuando salió, Gimena ya se había acomodado su remera pero no tenía pensado limpiarse. Le encantaba la sensación de ir caminando sintiendo como un pequeño hilo de flujos y semen caía por el interior de sus muslos.

G: bueno Seba, de ahora en más vamos a ser amantes. Si querés cogete todo lo que quieras al puto de José, mientras me des lo que necesito.

S: Gime, me gustó mucho lo que hicimos pero es una locura. Perdón pero no me puedo meter en esto. No estoy más con ninguno de los dos y listo.

G: no no. No es así. Cuando me canse podés hacer lo que quieras. Pero me gustas y me da morbo compartir un amante con el boludo de mi hermanastro. Por ahora no te queda otra.

S: y que le digo a José?

G: sos grande mi amor. Inventate algo. No tiene por qué enterarse. O sí. No me importa. Pero decile que ya está todo bien y que salga de su pieza. Eso sí, que no me joda ni me dirija la palabra. Nos vemos la próxima

Sin decir más nada se fue hasta la puerta. Sebastián no podía creer lo que había vivido. Cuando miró su móvil tenía decenas de mensajes de José preguntando cómo le había ido. Sin extenderse mucho le dijo que Gimena no iba a contar nada y le advirtió que no le dirija la palabra para que no haya problemas, pero que se quede tranquilo que iba a guardar el secreto. Para José esta noticia fue un gran alivio. No iba a poder mirar a los ojos a su hermanastra pero al menos podía volver a su vida. Después de más de 24hs recuperó algo de tranquilidad y salió de su cuarto. Estaba muerto de hambre y se preparó algo para comer. Mientras estaba terminando sintió que se abrió la puerta y llegó su hermanastra. Nuevamente se puso nervioso pero debía afrontar la situación.

G: hola putito, más tranquila? Mirá, no voy a decir nada pero tu silencio va a tener un costo. Aún no pensé en nada pero ya te voy a decir. Eso sí, no le digas nada de esto a Sebastián o fuiste. Todos tus amigos se van a enterar que te encanta le verga.

Sin decir más nada se fue a bañar. José se quedó en silencio. Creía que no iba a pasar más nada pero las palabras de Gimena lo volvieron a perturbar...


Pasaron las semanas y Gimena no le volvió a dirigir la palabra. José pensaba que ya había pasado todo. Había visto a Sebastián en una sola oportunidad. Habían tenido sexo intenso, sus cuerpos se extrañaban aunque preferían no verse con tanta frecuencia después de lo que había pasado. En cambio Gimena iba a ver a Sebastián cuando a ella le apetecía. Éste disfrutaba mucho junto a la jóven, pasaban tardes enteras cogiendo en su departamento.

Una tarde sin aviso previo, mientras José estaba estudiando en la sala, su hermanastra se acercó con su típica sonrisa maliciosa.

G: hola hermanito que hacías? No creas que me olvidé. Pensé en algo que te puede gustar. Anda a mi cuarto que hay algo para vos. Quiero que te pongas lo que hay encima de mi cama. Sólo eso y nada más. Avísame cuando estés lista. Por tu conveniencia no es una opción negarte.

José tardó unos segundos en reaccionar. Después de semanas esperando una reacción de Gimena, sus palabras fueron tan rápidas que casi no las llegó a escuchar. Lejos de protestar reaccionó de manera automática como un robot. Lentamente se dirigió hacia el cuarto de su hermanastra sin pensar con que podía encontrarse. La puerta estaba abierta pero entró con precaución. Miró hacia todos los rincones y se dirigió hasta la cama donde sólo había una pequeña tanga negra de encaje. Cuando la vio por primera vez no reaccionó, estaba buscando otra cosa. Cualquier otra cosa. Pero no había nada más. El corazón le empezó a latir más fuerte. Intento recordar las palabras de Gimena. "Está zorra quiere que me ponga esto?! Solo esto?!" Pensó para sí. Lo dudo, caminó alrededor del cuarto, estuvo a punto de ir a gritarle a Gimena. Sabía que estaba atrapado, pero a qué costó tenía que comprar el silencio? Que se traía entre manos? Pero de a poco se iba relajando. Se esperaba muchas cosas pero no esto. Sabía que colocarse esa prenda era entrar en un juego que no tenía vuelta atrás. Pero muy en el fondo sentía curiosidad. No tenía que presentar ninguna hombría ante su hermanastra. Lo había encontrado con la pija de su primo en la boca.

De a poco se quitó toda su ropa y se puso la tanga. Nunca había usado ropa femenina. Le gustó la textura, le gustaba como esa fina prenda se introducía entre sus nalgas. Le generó cierta exitación. Estaba como quería Gimena pero no estaba dispuesto a llamarla. Se quedó en silencio en el cuarto y se miraba en el espejo. Lo que veía no le disgustaba. Mientras esto sucedía...

G: que linda que estás hermanita!! No te avergüences. Mira, podemos ser muy buenas amigas. Además, nada nos une salvo la relación de nuestros padres. Si te relajas creo que no te voy a caer tan mal

J: no sé que querés Gimena. Se que no tengo opción. Pero que buscas con esto?

G: relájate hermanita, no tenes nada que mostrar ante mi. Es sólo un juego. Si no te gusta te prometo que no lo jugamos más. Vení...

Gimena hizo que José se acueste boca arriba en la cama. Empezó a acariciar de manera suave su espalda. Sus manos bajaban entre sus piernas y su cola. La suavidad de las manos de Gimena erizaban su piel. Nadie lo había tocado con tanta delicadeza. De a poco sus manos se concentraron en su cola. Corrió su tanguita y posó sobre su agujerito un dedo con saliva. Lo estremeció. Jugo en la superficie. Hacia círculos sin introducir su dedo. José empezó a querer que esté adentro. Levantó levemente su cola por instinto. Gimena lo notó, lo tenía dónde lo quería.

G: hermanita, cuando estés en casa quiero que estés con una tanguita. No importa la ropa que traigas encima. Y también quiero que te acostumbres a una cosa

Se paró y fue hasta un cajón. José seguía en esa posición. Sintió un objeto extraño en la entrada de su ano.

G: quiero que te relajes. Este es un plug anal. Lo vas a sentir un poquito frío. Es de metal. Y tiene un tope brillante.

De a poco lo empezó a introducir. José sentía esa entrañable sensación de su ano abriéndose. El plug entró con facilidad. Gimena colocó la tanguita en su lugar y le dijo que si quería se vistiera. Pero la tanga y el plug eran obligatorios. Y por último le advirtió que una sola palabra a Sebastián y el pacto se rompía. Esa noche José se masturbo frenéticamente con el plug en su cola. Le hacía recordar la sensación de acabar con la pija de su primo dentro suyo.

Día de por medio Gimena le dejaba Una tanguita debajo de la almohada y José la tenía que usar en la casa. Su hermanastra le pedía que se la mostrara y se aseguraba que el plug estuviera en su lugar. Éste juego empezó a gustarle mucho a José. La prenda femenina, el plug permanentemente en su ano y la perversión de su hermanastra. Así pasaron diez días. En ese transcurso Gimena no llamó a Sebastián y José tampoco lo vio. Una tarde, como cualquier otra, Gimena llamó a José a su cuarto. El creyó que era para mostrarle la tanguita puesta. Cuando entro se bajó un poco sus shorts. Pero esta vez Gimena le pidió que se los saque y se recueste en la cama boca abajo. José quedó con su remera, su tanguita y sus zapatillas. Siempre con el plug en su cola. Luego su hermanastra se acercó, corrió la tanguita y con suavidad le sacó el objeto metálico de su colita. José estaba confundido pero siguió el juego. Estaba temeroso pero también expectante. De repente sintió que su hermanastra se colocaba encima de él. Las gruesas y atractivas piernas de Gimena rodeaban las suyas. Las notaba desnudas. Y luego algo lo desconcertó. Otro objeto extraño se posaba en la entrada de su ano.

G: relajate hermanita. Esto de va a gustar...

José sintió cómo ese objeto se empezaba abrir camino en su cola. Lo hizo sin dificultad. Su cola estaba permanentemente dilatada. Un poco de saliva bastó para que entrara. Era grueso, pero no más que la pija de Sebastián. Entendió que era una verga de látex. Entendió que su hermanastra lo estaba follando con un arnés. Su reacción fue levantar su cola, recibir a la pervertida de su hermana.

Gimena estaba en las nubes. Todo este juego la calentaba mucho. Durante estos diez días no había parado de masturbarse. Uno de sus deseos más íntimos era follarse un hombre como lo estaba haciendo con su hermanastro. Su vagina chorreaba jugos. Sin siquiera tocarse casi estaba en el orgasmo. Introdujo con calma toda esa polla de goma hasta que entró toda. De a poco fue entrando y saliendo.

G: te gusta hermanita? Te gusta mi pija?

Se movía con más fuerza. José también estaba en las nubes. Su pija estaba más dura que en cualquier otro momento. Así estuvieron un rato pero Gimena no aguantaba más. Necesitaba algo dentro suyo. Giró a su hermanastro, le sacó la tanga y de manera brusca se quitó el arnés. De manera desesperada se subió encima de José y se clavó su pija moviéndose frenéticamente y frotandose el clítoris hasta acabar a los gritos junto con José que descargó abundante semen en su interior. Gimena lo miró, le sonrió con ternura y se fue al baño. José se quedó rendido en la cama. Había tenido su primera vez con una chica y había sido su hermanastra. Le había gustado mucho.

Sebastián no les había escrito. Si bien disfrutaba estar con su su primo y con Gimena, sabía que le podía traer muchos problemas si su familia se enteraba. Por un momento creyó que todo había acabado y se predispuso a seguir con su vida y volver con otros amantes. Mientras los juegos entre Gimena y José continuaban. Pasaban las tardes jugando. Cuando a Gimena se le antojaba se aparecía dónde estaba José con su arnés. A veces desnuda, a veces con su ropa del instituto pidiendo que José explore entre su ropa hasta empezar a jugar con esa polla de goma. Cogía a su hermanastro en la cocina, en su cuarto, en el baño y en el patio y de vez en cuando permitía que José la folle, pero le gustaba más que le chupe su coño mientras le decía guarradas. Su relación empezó a mejorar y los rencores pasados habían desaparecido. Gimena no lo quería feminizar más que con su tanguita, pero si le gustaba depilarlo, sacarlo los pocos bellos que tenía su hermanastro. Un día mientras lo estaba follando le preguntó si extrañaba la polla de Sebastián y éste afirmó con la cabeza. Cuando terminaron de follar Gimena le confesó a José que había cogido con Sebastián y que le apetecía una buena verga.

Al día siguiente le escribió a Sebastián, pidiéndole que vaya a su casa. Éste se quiso negar pero Gimena le recordó que no tenía opción. El jóven recordó que estaba atrapado y no sabía cómo terminar con esa situación. Pasó una hora y llegó a la casa de Gimena y José. Previo a esto, la chica le dijo a su hermanastro que esa tarde iban a tener algo especial y le dió una tanguita blanca para que se pusiera y que no usara nada más. Cuando Sebastián avisó que estaba en la puerta le dijo a José que vaya a su cuarto y esperara. Gimena fue a abrirle al otro chico y le pidió que en 5 minutos fuera a su cuarto. Fue rápido a la habitación donde estaba su hermanastro y se desnudó quedando sólo con su tanga.

G: vení hermanita, nos pongamos las dos en cuatro en la cama. Relajate

José obedeció, estaba nervioso pero intuía que era Sebastián quien había llegado. Le exitaba estar así junto a Gimena y extrañaba la textura, el grosor y la calidez de la pija de Seba en su cola.

Pasaron los minutos y el chico fue hasta el cuarto y al entrar no podía creer lo que veía. Ahí estaba frente a él el culazo de Gime y la hermosa cola de José con esa tanguita. La sóla imágen hizo que se empiece a empalmar. En ese instante se dio cuenta que lejos de querer terminar con ese juego quería que durase para siempre. Se sacó la remera y su pantalón y se acercó a ellos. Ambos sintieron las manos de Sebastián acariciando sus nalgas. Ambos se estremecieron.

G: acá tenés a las hermanitas para vos bebé. Extrañabamos tu pija

Sebastián se arrodilló, corrió la tanga de Gime y empezó a chupar su cola y su conchita. Lo fue haciendo alternativamente con José. Ambos gemian mientras seguían en cuatro parando la cola para Seba. La pija de éste estaba que estallaba. Se incorporó y fue frotando su verga por la cola de los dos hermanastros mientras estos se besaban y gemian de placer. Empezó por Gimena, penetrandola por la vagina que no paraba de largar flujos. Así estuvo un rato mientras que la nalgueaba con una mano y con la otras iba preparando la cola de José introduciendo dos dedos. Se salió de Gime y se dedicó a su primo. Penetrandolo suavemente. Si bien José estaba muy dilatado siempre costaba un poco que entrara la pija de Seba. Pero con lubricación entró toda. José gemia sin reparos mientras que Gime acariciaba su espalda y miraba con sus ojos brillantes a Seba. Éste penetraban a su primo agarrándolo fuerte de sus caderas, aumentando su ritmo. Luego Gime y José se pusieron boca arriba al borde de la cama abriendo sus piernas. Esa posición le encantaba a José.

Seba los siguió follando alternativamente, no iba a aguantar mucho más y decidió acabar dentro de Gime inundando su coño de abundante leche. Fueron 6 o 7 chorros gruesos acompañados de espasmos en todo su cuerpo, quedando momentáneamente fuera de combate. La chica sonreía y le hizo señas a José para que le chupara el coño y lo limpiara. José lo hizo con gusto, tragando la leche de su primo que tanto extrañaba. Gime acabó mientras su hermanastro la comía y Seba miraba atento. La escena lo volvió a calentar y le pidió a los jóvenes que se la chuparan. Éstos se arrodillaron y la fueron chupando alternativamente y de manera conjunta. La pija de Seba se iba poniendo muy dura entre sus bocas mientras miraba a los hermanastros como disfrutaban chupándolo. Gime se incorporó y fue en busca de su arnés para penetrar a José mientras se la seguía chupando a Seba. El jóven estaba en las nubes siendo penetrado con el juguete mientras se comía esa hermosa pija. Estuvieron un rato así hasta que Gime le pidió a Seba que se acueste para cabalgarlo. Éste la follaba agarrando sus nalgas y chupando sus grandes tetas que rebotaban al ritmo de la cogida.

G: hermanita, vení. Quiero que me la metas en la cola.

Nunca le había pedido eso. Pero la idea le encantó. Gime tampoco había disfrutado de una doble penetración en su vida y era una de sus fantasías. José no tenía experiencia pero fue haciendo lo que él había vivido. Lubrico bien su polla y el agujerito de su hermanastra. De a poco fue intentando entrar. A Gime le generaba molestia, sobretodo porque el glande de José era grande, pero su polla no tenía comparación con la de Seba. Se quedó quieta mientras José iba entrando. Seba también esperaba. Ella abría sus nalgas con sus manos para facilitarle la tarea mientras su cuerpo estaba pegado al de Seba. Una vez que José consiguió penetrarla Gime suspiró y se empezó a mover de a poco. Era mucha la excitación. Sus gemidos fueron en aumento. Los tres cuerpos desnudos estaban fusionados en un torbellino de placer que iba en aumento. José no pudo aguantar mucho más. A los pocos minutos su cuerpo se empezó a tensionar y acabó llenando la cola de su hermanastra de leche. Pero Gime le pidió que no la saque. Empezó a acelerar sus movimientos hasta acabar con las dos pollas adentro. Fue un orgasmo intenso, con abundantes jugos que empaparon la entrepierna de Seba. La chica cayó rendida al igual que José. Quedaron acostados uno al lado del otro. Se miraron tiernamente mientras se besaban. Pero Seba quería más. Les pidió que se la chupen y los hermanastros lo complacieron hasta que el chico acabó en la boquita de José. No fue tanto como la primera vez pero si despidió una buena cantidad de leche que José compartió en un caliente beso con su hermanastra.

La relación entre los tres continuó por unos meses. Las tardes en el departamento de Sebastián o en la casa de los hermanastros se volvieron cotidianas, pero de a poco Seba los dejó de frecuentar, aunque la relación entre José y Gime fue creciendo invitando a nuevos amigos y amigas a compartir la tarde. Pero esas son historias para otros relatos.

Espero que les haya gustado y si es así háganmelo saber con sus comentarios, mails y valoraciones.