Jornada familiar en la playa (3)

Tanto mi tía como mi madre demuestran que su sexualidad es mucho más intensa y desinhibida de lo que yo nunca hubiera imaginado, incluso al aire libre y con sus parientes más cercanos.

Tras su polvete al aire libre con mi tío, mi madre había venido hasta donde estábamos mi tía, mi primo y yo. Ella acababa de tener un orgasmo follando con mi tío, tal como nosotros habíamos visto y oído, y mi madre sin duda también se percataba de que nosotros habíamos estado follando puesto que los restos de semen en nuestras pollas y sobre la oronda anatomía de mi tía Diana lo hacían bien evidente. Nos había preguntado con picardía qué tal nuestra siesta y mi tía, recogiendo el guante, también le respondió sonriendo y con picardía:

-Igual de satisfactoria que la vuestra ¿no?

Todos reímos y entonces pudimos apreciar que mi madre también tenía restos evidentes de semen en un muslo. Por su parte mi tía lucía un chorretón de lefa en el pecho y toda la entrada del coño rezumando semen de mi corrida.

-Pues nada, chicos; venía a curiosear un poco. Como he oído que esta cerda estaba chillando... A ver qué te hacen estos dos... Te habrán tratado bien, ¿eh?

-Los dos me tratan fenomenal –contestó mi tía con evidente picardía a la vez que ponía sus manos sobre nuestros muslos muy cerca de nuestras pollas.

-Esperamos que a ti también te esté tratando bien el tío Aurelio, ¿eh, mamá? –Intervine yo con igual tono cómplice de voz mientras todos reíamos.

-Y en cualquier caso también intentaremos ser nosotros los que te tratemos bien, tía. -Dijo Pedro con malicia.

-Encantada; y seguro que no tengo queja con vosotros. –Fue la prometedora respuesta de mi madre.

-Bonitas tetas, mamá –Le dije yo a mí vez guiñándole un ojo y haciendo referencia al hecho de que mi madre sólo llevaba puesta la braguita del bikini mostrando sus redondas y caídas tetas sin ningún rubor.

Ella me sonrió, me lanzó un beso con los dedos y todos volvimos a reír antes de que mi madre ya se fuera por donde había venido hacia donde estaba mi tío regalándonos la espectacular vista de su culazo cubierto de mala manera por la braguita de su bikini.

Nosotros volvimos a magrear a la tía Diana y ella a tocarnos los huevos y las pollas y así estábamos cuando empezamos a oír fuertes resoplidos de mi tío y cómo le decía a mi madre:

-Así, cerda, así. Chúpalo todo bien.

Nos incorporamos llenos de curiosidad y también excitación, claro, y mirando sobre los arbustos que nos ocultaban pudimos ver a mi tío a cuatro patas y cómo mi madre, desde atrás, le estaba chupando el culo.

-¡Pero será cerda la tía! – exclamé yo aunque no molesto sino absolutamente excitado por ver a mi madre hacer algo que nunca hubiera siquiera imaginado en ella.

-¡Joder! Sí que es cerda tu madre, sí –comentó Pedro también visiblemente excitado ante el espectáculo que estaban protagonizando mi madre y su padre-. Y a mí que sea tan guarra me está poniendo tan caliente que no voy a tener más remedio que ir allá a joder bien jodida a la muy puta.

-Pues venga, hijo. Vete y jódete a la puerca de tu tía, -le instó su madre,- que se lo está mereciendo bien por cerda. Además está en la posición adecuada, con todo el culazo ese tan gordo que tiene ahí en pompa mientras le come el ojete a tu padre.

Pedro no lo pensó más y se dirigió hacia donde estaba la otra pareja. Ambos se dieron cuenta de la llegada de Pedro pero no se inmutaron lo más mínimo y siguieron con lo que estaban. Mi madre al ver llegar a su sobrino le sonrió, le guiñó y volvió a meterle la lengua en el culo a mi tío. Pedro entonces se puso detrás de mi madre y le empezó a sobar el culo y a meterle mano en el conejo haciendo que ella gimiera de gusto mientras seguía chupándole el culo a mi tío.

-Así, así, Pedrito; sigue así, cariño –le animaba ella-. Dale gustito a tu tía, sóbame bien todo el potorro, que estoy calentorra perdida.

Instantes después Pedro arrimaba su cipote al coño de mi madre y se la clavaba empezando a follarla a ritmo creciente.

La escena era tan caliente que mi tía me dijo:

-Parece que se lo pasan bien ¿eh? ¿Quieres que también te chupe yo a ti el ojete?

-La verdad es que me gustaría mucho, tía. Y también me gustaría mucho comértelo yo a ti, que tienes un culo cojonudo. Nunca lo hubiera pensado, pero ver a mi madre hacer semejante guarrada me ha puesto cachondo del todo y me apetece una barbaridad comeros el culo a las dos, zorras. Y que me lo comáis a mí también, putonas.

-Te pone cachondo descubrir todo lo guarra y puta que es tu madre, ¿eh? –Me decía mi tía mientras ya me estaba pasando un dedo por el culo acariciando suavemente mi ano.

-Ya lo creo; es como una sorpresa. Uno nunca piensa que su madre pueda ser una guarra de tomo y lomo, pero lo cierto es que una madre no deja de ser una mujer, y cualquier mujer gusta del sexo y cualquiera puede ser una golfa viciosa. Y por lo que se ve, mi madre y tú tía, también, de lo cual me alegro mucho.

Los dos sonreímos tras mi reflexión y mi tía me dio un intenso beso con lengua para decirme a continuación:

-Pues venga, ponte a cuatro patas que te voy a meter la lengua hasta dentro y te vas a enterar de lo guarra que también es tu tía. Pero primero dame otro beso y saborea la lengua que enseguida te voy a meter en el culo, sobrinito.

Y así lo hice. Nos dimos otro tremendo morreo que disfruté enormemente y con gran excitación sólo de pensar que aquella lengua tibia, húmeda, larga y blanda de mi tía enseguida me iba a estar chupando el culo.

Y vaya si me enteré de lo guarra que podía también llegar a ser mi tía comiéndome el culo. Esta, que era una nueva práctica para mi, resultó de lo más placentera. Era tremendamente morboso sentir la lengua de mi tía trabajándome el ano y mi polla se puso dura a más no poder. Además, mientras mi tía se ocupaba de mi culo, por entre los matorrales podía ver cómo mi madre le estaba haciendo lo mismo a mi tío mientras era follada por mi primo y esa visión contribuía a calentarme aún más, muchísimo más. Después de un rato de recibir las lamidas de mi tía en el culo me apeteció ser yo el que le chupara el culo a ella. Así se lo hice saber y tras situarse en la postura adecuada empecé a lamerle con ganas su agujero marrón mientras ella gemía de gusto y me llamaba guarro.

-Es la primera vez que me comen el culo y vaya guarrada más rica que es. –Decía mi tía disfrutando intensamente de mi caricia bucal en su ano-. Después de hacerme esto como si quieres darme por el culo; no creas que te iba a decir que no. Estoy salida del todo y puedes hacerme lo que quieras, cariño.

-Todo se andará, tía, todo se andará, que la verdad es que no me disgusta la idea de penetrarte este culazo tan gordo y macizo que tienes, putona.

Yo llevaba unos minutos lamiéndole el culo a mi tía cuando aparecieron a nuestro lado mi tío, mi madre y Pedro. Como yo había estado comiéndole el culo a mi tía, no había podido seguir siendo testigo de la escena entre mi madre, mi tío y mi primo, pero al parecer, según comentó mi primo, la comida de culo de mi tío a cargo de mi madre había concluido con una corrida a cargo de éste ya que mi madre, además de chuparle el ano, le había estado cascando una paja. Por su parte Pedro había follado también suficientemente el conejo de mi madre y ésta había alcanzado un nuevo orgasmo debido tanto a las embestidas de la polla de mi primo en su chocho como a las caricias que éste le había aplicado en el clítoris. Pedro a su vez también había llegado al orgasmo eyaculando abundantemente sobre las nalgas de mi madre.

-¿Ah, y este te estaba comiendo el culo a ti? –le preguntó mi madre a mi tía al vernos en aquella posición.

-Sí, hija, y no veas lo bien que lo hace y el gusto que da. Ahora que yo también se lo he estado comiendo a él a base de bien ¿eh? Nos habéis dado envidia y nos hemos puesto nosotros a lamernos el culo, ja, ja, ja…

-Pues habrá que probarlo, que yo bien que se lo he comido al cerdo de tu marido pero a mi todavía nadie me ha dado una lengüetada en el culo.

-Ven aquí, mamá. Ponte con el culo en pompa que te lo voy a rechupetear a ti también, cerdita. –Dije yo entonces completamente cachondo y salido ante la perspectiva de chuparle el culo, aquel soberano culazo, a la viciosa de mi madre.

Mi madre dudó un poco pero, completamente excitada como estaba, terminó por seguir mis indicaciones y allí, delante de todos, se colocó a cuatro patas a la par de mi tía y con todo su gordo culazo en pompa. Yo me situé tras su redondo y extraordinario panderazo, le abrí suavemente sus gordas nalgas para descubrir su rico agujero marrón y se lo empecé a chupar con ganas. Primero le pasé la lengua arriba y abajo un par de veces por toda la raja que dividía su gordo pandero en dos deliciosas esferas de carne, y luego ya me centré en su ano; lamí con la puntita el agujero suavemente haciendo círculos con mi lengua en su ano para luego ya empezar a meter la punta de lengua todo lo que podía en su agujero alternando esa acción con lamidas en el ano y todo el área cercana con la lengua bien ancha para degustar mejor su culazo. Ella gemía como una cerda y me decía:

-Chúpame, hijo, chúpame el culo que me matas de gusto. ¡Uy, pero que cerda soy que hasta me gusta que mi hijo me chupe todo el culo! ¡Qué putaaaaaaa…! ¡Y cómo me gustaaaaa…! Así, así, bien adentro, cariño. Métele la lengua a mamá en el culo todo lo adentro que puedas. Así, así, dame con la lengüita en el agujero. Dale gusto en el culo a la puta de tu madre.

Se lo seguí comiendo un buen rato más y luego ya nos incorporamos ambos sonriendo lascivamente, sobre todo mi madre, que se me abalanzó para darme un morreo de impresión con el que degustó con ansia mi lengua, la lengua que hacía unos instantes había estado lamiéndole el culo.

-Soy muy puta incluso contigo, hijo –me decía mi madre mientras morreábamos- pero te gusta que mamá sea así de golfa, ¿a que sí, cariño?

-Ya lo creo, mamá. Cuanto más puta veo que eres, más me gustas y más me gusta que lo seas, zorrona.

Todos los demás rieron divertidos con nuestras declaraciones y luego ya fue mi tío el que dijo:

-Bueno, después de este banquetazo de culo ¿qué, bajamos a la playa?

-Id bajando vosotros si queréis –respondió Pedro sorprendiéndonos un poco a todos -que yo me quedo a charlar un rato con la tía Carmela, bueno si a ella le parece, claro.

-Desde luego que me parece bien – respondió mi madre con malicia, siendo consciente, al igual que todos de lo que Pedro quería decir con aquello de “quedarse a charlar con ella”. Y por ello añadió con picardía-: Y si los demás quieren, que se queden también a… charlar… ji, ji, ji… y luego ya bajamos todos juntos, que ahora el sol aprieta mucho.

Entonces Pedro volvió a tocarle el chocho a mi madre y allí, con su completa aquiescencia y delante de los demás, tras darle un buen morreo, la puso a cuatro patas y la empezó a joder de nuevo con ganas haciendo que las colgonas tetas de mi madre se balancearan violentamente adelante y atrás.

-No se me han pasado las ganas de follarte, cacho puta –le decía él mientras la jodía a todo ritmo-. Y me apetecía hacerlo delante de tu hijo; para que vea la madre tan puta y tan golfa que tiene.

A mi tanto la escena como las palabras de mi primo y la complaciente actitud de mi madre acabaron por empinarme la polla hasta límites nunca antes conocidos, cosa que no pasó desapercibida a mi tía, que me empezó a masajear el prepucio mientras estábamos sentados contemplando la escena del polvo que Pedro le estaba pegando a mi madre allí mismo delante de nosotros.

Momentos después mi madre alcanzaba un violento orgasmo y después era Pedro el que soltaba toda su crema de nuevo esta vez en el peludo chocho de mi madre. Y yo también en ese momento, merced a los humedísimos manoseos de mi tía, me corrí abundantemente en su mano.

Cuando acabaron, mi madre me preguntó qué me había parecido y yo le contesté que era una de las escenas más excitantes que había visto y que me había encantado verla follar y gozar como una guarra. Y también le expliqué que yo también había disfrutado gracias a la paja que me había estado haciendo la tía Diana mientras veíamos cómo follaban ella y Pedro. Para mostrarle las evidencias de la paja, mi tía, que aún tenía restos de mi semen en la mano, entonces le pasó una de sus pringosas manos por las tetas a mi madre, gesto que provocó las lujuriosas risas de todos nosotros. Mi madre sonrió y me dio un beso en la boca mientras se refrotaba las tetas contra mí con evidente lascivia.

Después sí que ya nos pusimos todos nuestros bañadores y bikinis y ya bajamos a la playa. Una vez allí mi tío se quedó tumbado bajo la sombrilla y Pedro y yo nos fuimos con nuestras madres a dar una vuelta por la arena. Mientras caminábamos, mi tía dijo:

-Bueno, después de todo lo que ha pasado no creo que tengamos que cortarnos por nada pero de todas maneras yo todavía tengo ganas de algo que no hemos hecho.

-¿De qué? –Preguntó mi madre.

-Pues yo de follar con Pedro. No me digas que a ti no te apetece joder con tu hijo.

Mi madre me miró entonces con una mezcla de picardía, lujuria y quizá también prevención ante aquella idea de mi tía Diana. Como yo le sonreí, también llevado por la excitación, mi madre enseguida le respondió a mi tía:

-La verdad que sí, chica. Me pone muy cachonda pensar en eso después de todo lo que he hecho delante de él. –Reconoció mi madre acercándose a mí para darme un beso con una sonrisa llena de vicio. Y añadió de forma retórica-: pero no sé qué opinará él...

-Pues te lo puedes imaginar, mamá, después de todo lo que hemos hecho en el pinar. ¿O es que piensas que te he comido el culazo ese tan bueno que tienes pero que no me apeteces como hembra?

-¿Y tú, cariño? –Le preguntó mi tía a su hijo:- ¿Quieres cepillarte a la golfa de tu madre?

-Ya lo creo, mamá. No sabes las ganas que tengo de gozar con este cuerpazo de golfa jamona que tienes y de meterte la polla hasta los huevos.

Los cuatro reímos y mi tía le dijo a Pedro:

-A ver qué opina tu padre...

-Hombre, supongo que no le parecerá mal pero en todo caso, si no le gustara pues nada, allá él. No creas que por eso te voy a dejar de joder bien jodida como te mereces, mamá. Eres una putona de tomo y lomo y eso ningún hijo lo puede pasar por alto. No hay nada como tener una madre bien golfa. –Contestó Pedro mientras le apretaba el culo con ganas a su madre.

Seguimos hablando sobre la jodienda entre madres e hijos poniéndonos los cuatro más cachondos cada vez. Hasta el punto de que mi tía apuntó la posibilidad de echar el incestuoso polvo aquel mismo día a la vuelta en su casa aunque no sabíamos si sería posible. En todo caso todos convinimos en que era necesario buscar una ocasión para ello porque la idea sencillamente nos ponía cachondos por completo. Tras el paseíto sobre la arena nos metimos todos en el agua y allí jugamos y nos metimos mano de lo lindo entre los cuatro hasta el punto de que varias veces ellas se quedaron con las tetas al aire y nuestros dedos visitaron sus chochos indistintamente con gran placer para todos. No teníamos otros bañistas demasiado cerca de nosotros, pero alguno que estaba a cierta distancia yo creo que sí se dio cuenta de que nos estábamos metiendo mano y que pudo observar incluso en algún momento las tetas de mi tía y de mi madre cuando nosotros jugando les bajábamos o levantábamos el sostén de sus bikinis.

Cuando finalmente nos reunimos con mi tío seguimos hablando de la jodienda y mi tía le planteó de buenas a primeras que le apetecía follar con su hijo y le preguntó que a él que le parecía. Mi tío se rió y dijo que por él estupendo, que no esperaba otra cosa de una zorra como mi tía y que si después de todo lo que estaba sucediendo aquel día, no acaban follando con nosotros también, aunque fuéramos sus hijos, sería raro.

-Y vosotros –nos dijo.- Si no les echáis un buen polvazo a este par de putas, a las dos, es que seríais tontos. Ahora que sabéis y habéis comprobado que son dos calentorras de cojones, no os andéis con tonterías, dadles polla a tope y disfrutad de ellas, que son dos buenas golfas.

-No te preocupes, papá; vamos a seguir tus consejos al pie de la letra. -Le contestó mi primo haciendo que todos riéramos divertidos.

Cuando dimos por acabado el día de playa era poco más de media tarde. Decidimos entonces volver a casa para así evitar las previsibles caravanas de última hora para entrar en nuestra ciudad. En el camino, por supuesto íbamos hablando de sexo. Mi tía iba sentada al lado de Pedro, en el puesto del copiloto y él no dejaba pasar ocasión de tocarle sus gruesos muslos. Atrás íbamos mi tío y yo y mi madre entre ambos. La verdad es que durante todo el camino fuimos metiéndole mano mientras ella reía complacida por nuestras caricias. Le tocábamos las tetas, los muslos, el chocho y mi tío hasta le metió la mano por debajo del culo para tocarle el ojete según dijo. Entonces apuntó que estaba esperando el momento de penetrar a mi madre por el culo y ella contestó fingiéndose escandalizada:

-¡Serás guarro! ¿Por el culo me vas a dar? Si por ahí debe hacer un daño terrible...

-No me digas que nunca te han penetrado por el culo con lo bueno que lo tienes. –Le decía mi tío mientras sus dedos acariciaban el ojete de mi madre bajo el bikini.

-Pues no, nunca.

-Pues entonces razón demás para desearlo. Quiero ser el primero que te joda este panderazo tan cojonudo que tienes, golfa. Y tranquila, que no te va a doler nada. Ya verás cómo te lo hago muy bien y gozas como una cerda. Primero te comeremos el culo a base de bien y luego te la enchufo suavecito para gozar con este culazo tan bueno que tienes, cuñadita.

-¿Dices que me lo comeréis? ¿Así, en plural? ¿Quieres decir entre todos, los tres? –decía mi madre con el brillo de la lujuria en los ojos.

-Desde luego, putona.

-Pues a mí no me lo comías cuando me jodías por el culo, cacho cabrón. Como mucho me escupías en el ojete y hala... todo para dentro. –Intervino entonces mi tía.

-No me digas que a ti ya te han dado por el culo. –Le preguntó mi madre un tanto incrédula.

-Este cabrón, pero ya hace tiempo. Ahora parece que mi culo no le excita tanto. Seguro que hace más de diez años que no me encula.

-Pues tranquila, tía, que si lo echas de menos seguro que nosotros estaremos encantados de ocuparnos de tu ojete. –Me atreví a decirle yo.

Ella rió con ganas y apostilló:

-Pues hombre; prefiero que me la enchufen por el coño, la verdad, pero tampoco me disgustaba sentir una polla en el culo, no creáis... Ya verás, Carmela, si mi marido te jode por el culo, como acabas encontrándole el gustillo.

-Tu marido sólo no. –Intervino Pedro-. Que yo también quiero probar el culazo de la tía Carmela ¿eh?

  • Pues yo también –dije yo.

-Hijo, ¿tú también? –Repuso mi madre con humor-. Querer follar con tu madre pase, pero querer darle también por el culo...

-Es que mamá, con el culazo que tienes… Que bien sabes tú que lo tienes bien atractivo, ¿eh, cachonda?

-Claro que lo sabe la muy puta –intervino mi tío.- Todas las mujeres saben lo que tienen bueno y que gusta a los hombres. Y tu madre no creas que no es consciente de que los hombres se dan la vuelta para mirarle el culazo cuando lleva esas faldas tan ajustadas que le marcan todas estas nalgazas.

Y diciendo esto mi tío le volvió a meter mano a mi madre en el culo introduciendo su mano por entre el asiento y el culo de mi madre. Además aprovechó para sacarle la braga del bikini por los pies con lo que mi madre se quedó con el vestidito de playa arremangado en la cintura y todo el coño al aire. Mi tío le metía mano en el chocho y también en el culo y yo empecé a hacer lo mismo también. Mi madre se dejaba tocar por ambos absolutamente complacida y empezó a morrearnos a los dos alternativamente mientras la sobábamos en los asientos traseros del coche. Mi tío le daba unos morreos realmente guarros, metiéndole la lengua una barbaridad y salivando ambos mucho durante sus morreos. Cuando mi madre, tras besar de aquella manera a mi tío, se volvía hacia mí, su boca era un mar de babas y así me besaba, metiéndome también la lengua en la boca y repasándome la lengua y las encías con su boca babosa. A mí no me daba ningún tipo de repugnancia que mi madre me besara con la lengua llena de las babas de mi tío; la extrema lujuria y vicio de aquellos besos con mi madre hacían que cualquier otra consideración fuera de mínima importancia. Mi madre, además de morrear con nosotros y de dejarse meter mano, también nos sacó tanto a mi tío como a mí las pollas del bañador y nos empezó a masajear los cipotes poniéndonos a ambos al borde la eyaculación. En un momento dado mi madre incluso dijo:

-Qué buenos rabos tenéis, cabrones.

-Para que tú los disfrutes, putona. –Le respondió mi tío dándole uno de aquellos besos babosos y guarrísimos que hizo que a mi madre le resbalaran babas por la comisura de los labios y la barbilla.

-¡Joder, qué cachonda estoy! –Decía ella-. Mira que he tenido ya hoy unos cuantos orgasmos pero creo que estoy más caliente cada vez. No veo el momento de llegar a casa y de poneros el culo en pompa para que me lo penetréis con estos cipotazos tan buenos, cabrones.

-Pedro, acelera –dijo entonces en tono de broma mi tío,- que tenemos que llegar cuanto antes a casa para taladrar a la marranaza de tu tía.

Y así transcurrió nuestro viaje de vuelta. Al llegar al barrio de mis tíos, Pedro aparcó el coche y subimos todos al piso de mis tíos. Como nos habíamos ido pronto de la playa, aún era pronto y si pasábamos otro ratito en casa de mis tíos aún llegaríamos mi madre y yo a nuestra casa a una razonable. La cachondura general era tan grande que nada más entrar en casa mi tío le quitó de golpe a mi madre su vestidito y el bikini dejándola completamente en cueros. Mientras tanto, Pedro y yo estábamos haciendo lo mismo con mi tía. El tío Aurelio enseguida le dio instrucciones a mi madre para que se pusiera en el sofá apoyada con las rodillas en los cojines y de cara al respaldo, es decir, dejando su inmenso culazo completamente a nuestra disposición. Y entonces le dio un buen lametazo en toda la raja del culo a mi madre y nos dijo Pedro y a mí:

-Hala, chavales; ablandadle con la lengua el ojete a esta golfa que le vamos a dar por el culo como se merece la muy puta.

Y así estuvimos un rato, turnándonos los tres en lamerle el ojete a mi madre mientras ella se deshacía de gusto con nuestras caricias en su ano. Al poco rato mi tío dijo:

-Venga, que ya lo debe tener listo.

Y entonces mi tío le dijo a mi madre que se bajara del sofá y que le siguiera hasta su dormitorio. Allí le indicó que se subiese a la cama y se pusiera a cuatro patas:

-Y ahora, si no os importa, voy a ser el primero en penetrar este panderazo tan espectacular. Voy a desvirgarle el culo a Carmela.

Mi tío apoyó su cipote en el ano de mi madre y empezó a penetrarla suavemente; enseguida tuvo todo su capullo alojado en el culo de mi madre y entonces empezó un muy suave y lento mete-saca que a ella pareció gustarle mucho. Poco a poco mi tío iba haciendo más profunda la penetración anal y en un momento dado mi madre creo que nos sorprendió a todos diciéndonos a Pedro y a mí:

-Chicos, poneos aquí delante y traed vuestras pollas, que quiero chupároslas mientras Aurelio me encula.

-¡Pero qué puta! –decía mi tía riendo mientras nosotros nos situábamos delante de mi madre siguiendo sus indicaciones.

Nos empezó a chupar las pollas mientras mi tío le perforaba el ojete y así estuvo unos minutos. Sin embargo, a medida que las enculadas de mi tío se iban haciendo más profundas y rápidas, mi madre ya no podía mamarnos las pollas cómodamente y dejó de hacerlo aunque dijo entre intensos gemidos de placer:

-Luego acabo con vuestras pollas, chicos. ¡Ahhhhh…qué bueno es esto! ¡Cómo me gusta que me den por el culo! Asíííí…. Ahhhhh…. Ummmmm…. Síííí….

Instantes después, entre bramidos, mi tío se corría en el ano de mi madre y yo diría, a juzgar por sus gemidos, que ella experimentó una especie de orgasmo anal pues desde luego sus gestos, gemidos y demás eran de puro placer por la enculada experimentada.

Cuando mi tío le sacó el cipote del culo. Ella se volvió y le dio un intensísimo beso, como de agradecimiento por haberla desvirgado analmente. Entonces mi primo Pedro le empezó a tocar el culo a mi madre, pasándole los dedos por toda la raja por donde resbalaba el semen de su padre que poco a poco le iba saliendo del culo a mi madre, y le dijo a ésta:

-Tía, ya sabes que yo también quiero darte por el culo, pero igual ahora ya no te apetece o no es del día, pero que no se te olvide, porfa…

-¡Cómo que no es el día! ¡Y cómo que no me apetece! Me apetece que me la metáis los tres por el culo y por donde queráis. Joder, si es que estoy más cachonda a cada minuto que pasa.

-¡Qué putona! –le respondió mi primo asombrado por la extrema cachondez de mi madre.

-Venga, sobrinito; dame por el culo –le dijo mi madre. Y añadió dirigiéndose a mí-: ¿A ti, hijo, te importa ser el último en metérmela por el ojete?

-Claro que no, mamá –le respondí yo dándole otro profundo morreo-. Me encantará meterme la polla en el culo cuando lo tengas bien relleno de la lefa de estos dos cerdos, que así seguro que lo tienes más blandito y lubricado y a ti te da más gusto.

Mi madre me sonrió con una mirada de lujuria y vicio increíble y sacando su lengua me chupo los labios y la lengua que yo también asomaba. Seguidamente volvió a ponerse a cuatro patas y ella misma se abrió las nalgas con una mano mostrándole a mi primo el ojete e instándole a que la penetrara. Así lo hizo Pedro y empezó a encularla con gran placer. La excitación de mi primo debía ser tremenda porque apenas aguantó follando a mi madre por el culo unos minutos. Se corrió entre alaridos y ella también disfrutó y se sintió satisfecha de recibir en su recto la andanada de lefa de su sobrino. Cuando éste se la sacó también se dieron un buen morreo y acto seguido mi madre me dijo:

-Y ahora, mi amor, es tu turno. Dale por el culo a la puta de tu madre y disfruta de mi ojete de guarra, cariño.

Yo entonces le repasé también la raja de su imponente culazo con los dedos, que estaba tremendamente resbaladiza del semen que allí quedaba tanto de mi tío como de mi primo, y me disponía a penetrarla cuando ella me cogió la mano con la que yo le había estado acariciando la raja del culo y tal como tenía los dedos, impregnados de lefa, se los llevó a la boca y me los rechupeteó con enorme vicio. Estaba claro que mi madre era una guarraza de primer nivel y que estaba disfrutando enormemente su desvirgamiento anal por triplicado. No contenta con eso también me dio un morreo y me dijo riendo:

-Disfruta tú también de tu mamá, guarrete.

Se volvió a situar a cuatro patas sobre la cama de matrimonio de mis tíos y con éstos y mi primo como espectadores, me dispuse a penetrar analmente a mi madre. Las folladas anales previas de mi tío y mi primo, y sobre todo sus corridas, habían hecho que follar a mi madre ahora por el culo fuera absolutamente sencillo y así entro mi polla en su ojete, como cuchillo en mantequilla. Empecé un suave vaivén disfrutando de aquel culazo agarrado a las amplias y apetitosas caderazas de mi madre. Mientras yo la enculaba ella retomó la idea de chupar pollas a la vez, como había hecho conmigo y con mi primo mientras mi tío, la sodomizaba. Así se lo propuso ahora a ellos y como mi enculada era bastante más suave que la primera de mi tío, estuvo comiéndoles las pollas a Pedro y a mi tío Aurelio un buen rato mientras yo la jodía por el culo. Cuando mi orgasmo estaba cerca yo aceleré los movimientos  de penetración anal y entonces mi madre, como antes con mi primo y conmigo, no pudo seguir la mamada de pollas y las tuvo que dejar mientras era yo ahora el que con inmensísimo placer me corría en el culazo de mi madre.

Cuando se la estaba sacando del culo a mi madre y mientras ella se abalanzaba para besarme pude ver que mi tío se estaba follando a cuatro patas a mi tía y que ésta le estaba comiendo la polla a su hijo. Mi madre y yo nos besamos con vicio y pasión y estábamos en plena degustación de nuestras lenguas babosas cuando ya mi tía empezó a chillar de gusto porque su marido se estaba corriendo en su interior y a la vez mi primo le estaba soltando un ya breve chorro de lefa en la cara porque mucho más semen ya no debía quedarle en los huevos.

Todos reíamos satisfechos ante aquel final de fiesta y ya, tras descansar brevemente, nos recompusimos y mi madre y yo nos dispusimos a irnos paseando hasta nuestra casa mientras mis tíos y mi primo se quedaban duchándose, los tres juntos, por cierto.

Cuando mi madre y yo llegamos a casa, mi padre nos recibió bostezando y diciéndonos que se había pasado el día entero viendo la tele. Le dio un breve beso en la mejilla a mi madre y le dijo:

-Hueles muy salado.

-Claro, de tanto salitre y agua de mar –respondió mi madre hábilmente-. Pero ahora nos duchamos y como nuevos. Y hasta la próxima jornada que tengamos como esta, que espero que sea pronto porque lo hemos pasado muy bien.

-Todo un día en la playa; menudo aburrimiento –replicó mi padre mientras abría otra cerveza y cambiaba de canal.

Y así acabó esta jornada familiar de playa.