Jontxu, un hombre de la Tierra

La historia de como conozco a Jontxu, un granjero que me enseña lo importante que es tener una buena alimentacion a base de productos naturales, como la leche.

Dicen que quien se alimenta de la tierra crece más fuerte y vigoroso. Pues os lo digo desde ya: es verdad. A partir de lo que me paso el pasado diciembre, tomo todo mucho más natural. Gracias a que Jontxu me enseño en camino para estar tan sano como él.

Todo comenzó cuando descubrí que en mi nueva ciudad, se podía conseguir leche, huevos, pan y quizás algunas pastas de un basetxe (caserío) cercano. Desde pequeño mi madre compraba las cosas en el súper y alguna vez que iba al pueblo de mi primo, donde su abuela tenía una pequeña granja, podía comer algo mas autentico, y realmente se notaba. Así que decidí ir a comprar algo para darme un pequeño lujo. Fui con la bici y una mochila ya que no estaba tan lejos, pero después al ver tantas cuestas, con sus subidas y bajadas respectivamente, me acorde de la madre del arquitecto de aquel sitio. Tras una hora caminando con la bici a cuestas (madre que la pario a la bici), llegue al sitio. Era el típico sitio que tenia olor fuerte, y su gran fachada de piedra y madera. Imponente. Además el jardín delantero no es que estaría bien cuidado, pero la hierba abundante tapaba la irregularidad del camino. Vi un cartel donde estaba la publicidad: Tienda de comestibles: leche de vaca, huevos frescos y más. Deje la bici a un lado y me acerque a la puerta principal. No había timbre pero si un chisme de esos para tocar las puertas como hacían antiguamente. Con suavidad lo cogí y lo deje caer. Hizo un gran ruido a pesar de que ni lo toque. Al de unos segundos escuche una gran voz decir "Lasai, ta egingo" (tranquilo, ya va). Di unos pasos atrás y la puerta se abrió. Un hombre de unos cuarenta años, muy alto, de unos 190 centímetros que casi daba al marco de la puerta, con unos hombros muy anchos al igual que sus brazos, me miro con unos ojitos alegres y verdes. Su nariz, típica anchota vasca, sobresalía de sus mejillas horondas. Su cabello rizado y corto y una barba arreglada de un color castaño no llegaba a tapar una leve sonrisa. Mire rápido hacia abajo, ya que siempre lo hago XD. Un pecho fornido y estomago sobresaliente pero seguramente duro de carnes. Llevaba una camisa de cuadros bien atada. Tus piernas cubiertas por un moderno vaquero, daban forma a unos muslos apetecibles.

  • Kaixo mutil, ¿qué quieres? - el hombre me saludo amigablemente.

  • Aupa, pues, vengo a ver esto de... - empecé a pensar que si decía quiero probar tu leche o tus huevos, empezaría a reírme y no pararía. - He visto el cartel y bueno me apetece comprar algo.

  • Claro chaval, hay que alimentarse. Si no haber como subes las cuestas del pueblo ¿eh? - el hombre se cruzo de brazos y rio levemente.

  • Si eso justo me ha pasado jejeje... - reí sin ganas.

El hombre se presento como Jon, pero que podía llamarlo Jontxu. Le pedí un litro de leche y una docena de huevos. Entonces me dijo que íbamos a ver a Itsaso, su vaca. Sonreí, porque curiosamente, si había sacado leche a bastante hombres pero nunca había visto a una vaca siendo ordeñada. Jontxu me llevo al establo y vi a Itsaso, que era enorme, con una cabeza más grande que una calabaza que cuando me acerque intento chuparme con una lengua que parecía un brazo. Al asustarme Jontxu se rio y me dijo que solo quería saludarme, que era muy simpática. La rasque entre los ojos algo más calmado. Jontxu se sentó en una mini banqueta a la altura de las tetillas. No pude evitar mirar su trasero bien apretadito en los jeans. Entonces la vaca aprovecho mi despiste para chuparme la cara entera. Casi me caigo del susto y vomito después. Qué asco. Jontxu comenzó a reírse pero seguía con su labor.

  • ¿Quieres intentarlo? - me dijo mientras ordeñaba.

  • ¿El qué? ¿Hacer eso? Naaaa.... igual le hago daño - dije serio.

  • No creas, solo es como si... le tocarías unas tetillas a una chica - me miro a la cara.

Mi cara fue totalmente como un libro abierto. Eso o que llevo en la frente escrito "las tetas de las chicas me dan yuyu". Jontxu de nuevo empezó a reír. Entonces se levanto rápido y cogió otro taburete pequeñajo y lo puso junto al suyo.

  • Ven siéntate aquí, te enseño rápidamente - dijo poniendo su gran mano en uno de sus muslazos.

  • Vale pero si me muerde te demando - me reí y fui donde él.

Deje la mochila a un lado y me senté junto a él. Me dijo que cogiera una de las tetillas y tirase con cuidado. Yo con algo de asquillo cogí una y con bastante cuidado tire pero mal. La vaca parecía molesta. Jontxu llevo sus manos a las mías y empezó a señalar como debía llevar el ritmo y demás. Me empezó a parecer menos asqueroso cuando sentí sus manos encima de las mías. Lo miraba de vez en cuando para preguntarle si lo hacía bien. El asentía sonriendo. Al final el cubo se lleno por completo.

  • Caray cuanta leche - dije sorprendido

  • Bueno pues eso no es nada - dijo Jontxu levantándose el y llevándose el cubo.

Lo seguí para que me diera una botella o algo, ya que no quería tooooda la leche. Me gustaba pero no tanto. Cuando llegamos a un apartado donde el tenía todos los accesorios para empaquetar, note que me faltaba algo: la mochila. Volví a por ella donde estaba la vaquita, y al entrar cogí la mochila. Mire mi móvil por si habían llamado y sin querer no vi un rastrillo que estaba allí enfrente, dándome un golpe en la cara, dejándome medio tonto. Vi las estrellas y a los pajaritos. Caí de culo al suelo manchándome de porquería mis pantalones. Al ver que tardaba en regresar, Jontxu fue a mirar que pasaba y cuando me vio en el suelo sentado con un golpe en la cara echo a correr hacia mí.

  • Ey txiki, ¿estás bien? Joder, que ostia te has metido, ¿pero que estabas haciendo pues? - me empezó a ayudar para levantarme del suelo.

  • Yo... no se... no vi nada y de repente... ¡plof! - decía medio ido. Notaba como se iba hinchando parte de mi cara.

Jontxu me llevo a la entrada y me echo una pomada para los golpes. Consiguió que no me doliera ni se hinchara finalmente. Pero aun así me sentía bastante mareado. Y mi ropa estaba hecha un asco.

  • Oye, mira si quieres te dejo la lavadora y un pantalón que tengo por ahí - dijo Jontxu poniéndose de cuclillas frente a mí. Sus ojos verdes me inundaron de ternura.

  • No gracias... además me estarán enormes. Soy muy pequeñajo - dije sonriendo.

  • Si eso es verdad, ¿cuánto mides 160? - dijo curioso

  • ¡¡Noooo!! Mido 171 y peso 73 kilos - dije orgulloso.

  • Pues deberías de comer más, ¿has visto que pequeñajo te has quedado? - Jontxu sonríe.

  • No todo se ha quedado así jajajaja - digo poniéndome colorado. Quizás el golpe me haya quitado la vergüenza.

  • Eso no lo creo - Dice Jontxu sonriendo - eres aun muy jovencito para tener nada ahí -.

  • Ya ya... - me rio - Lo que si se, es que creo que llevo unos pantalones de deporte en la mochila. ¿Te importa si...? -.

  • Oh, claro que no. - Jontxu se levanta y se estira un poco.

Jontxu me ayuda a levantarme. Aun tengo algún mareo pero finjo estar peor. Me gusta ir arrimado a él. Noto que tiene las carnes muy duras, cero flácidas. Y lo que más me fascina es que no usa colonia ni nada de eso. Como diría un amigo mío, olor a machote. Jontxu me acompaña a un cuarto, donde hay una cama grande, de matrimonio, con una mesilla de noche, su lámpara y cajones, un escritorio, con un ordenador, y el típico armario grandote.

  • Me quito los pantalones antes de sentarme ¿no? Si no voy a mancharlo todo - digo con las manos en el pantalón.

  • Si, pero si quieres salgo para que no estés incomodo

  • dice Jontxu.

  • No espera, igual me mareo y me doy con algo y es peor. Quédate - digo melosamente.

  • Esta... bien - dice Jontxu.

Me desabrocho el pantalón, estando de lado a Jontxu. El está mirando el ordenador que esta encendido, seguramente descargando películas o algo, no lo sé. Cuando me agacho a quitarme los zapatos me da un leve mareo.

  • Ostiaaa...
  • digo con voz alarmante.

  • Ehhhh ¿estás bien? - Jontxu se acerca a mí corriendo y me coge. Al sentir sus manos en mi cintura, sus brazos contra mi espalda, sus vaqueros en mis piernas desnudas... siento como mi polla empieza a empalmarse.

  • Si... esto... estoy bien - digo respirando algo fuerte y lo miro a los ojos.

Jontxu que me aprieta con sus manos como si fuera su muñeco, roza sin querer su paquete, ahora duro, contra mí. Involuntariamente lo abrazo contra mí, fingiendo un leve mareo. Quiero sentir su cuerpo contra mí. Esta duro, todo él es duro y grande. Lo miro a los ojos y pierdo totalmente la vergüenza para intentar besarlo pero es tan alto que no alcanzo a sus labios, por eso él, se agacha y me da el premio que anhelaba. Siento que esa barbita que al principio me araña, después me hace cosquillas y es un regalo de Dios. Juntamos nuestras lenguas, como si buscásemos un tesoro, alcanzando un clímax realmente fantástico. Finalmente, alzo los brazos alrededor de su cuello para que no se escape. El mucho más capaz, mete sus manos dentro de mi slip y me levanta levemente para que ambos relajemos los cuellos. Entonces noto que mi herramienta está a tope y esta contra su estupenda tripita. Lo dejo de besar.

  • Me tendré que terminar de cambiar ¿no? - sonrió.

  • Es verdad... te ayudo - Jontxu sonríe dejándome en el suelo poco a poco.

Me siento en la cama y Jontxu me quita las zapatillas y los calcetines. Después tira del pantalón y lo deja en el suelo. Me toco el paquete, que me duele de lo duro que lo tengo. Él se pone frente a mí y dejo caer mi cabeza a su entrepierna y respiro profundo, adoro ese olor. Entonces me retiro y abro mi regalo con ayuda de Jontxu. Se baja los pantalones y se los quita a la vez que las zapatillas y los calcetines. Veo que lleva un bóxer gris muy ajustado. Es maravilloso. Tiene unos muslos anchos y robustos. Veo que su paquete es bastante grande, muy grande. Su polla está colocada hacia arriba a la izquierda. Podría parecer un pepino de huerta. Tengo ganas de hacer de todo pero Jontxu entonces, me coge una mano y la lleva a su voluminoso paquete, y comienza a llevarla con suavidad como si de una mascota se tratara. Noto como palpita, como esa polla se mueve cuando llego a ciertos puntos. Con mi mano libre me aprieto la polla. Entonces Jontxu se sienta junto a mí y me pide que me siente encima. Extrañado lo hago. Me siento de nuevo un muñeco a manos de un niño grande. Me agarra de la cintura y empuja su paquete contra mi culo, el cual empiezo a mover levemente del calentamiento. Empieza a mover sus manos hacia mi paquete, y abre por encima, sacando la punta del nabo, para juguetear con él.

  • Es cierto que no todo es pequeño en ti - dice Jontxu mientras noto una respiración suave en mi oído.

  • No soy bajito pedazo cabrón - digo riendo y muy cachondo en bajo.

Nos quitamos las camisetas y me siento en sus rodillas pero mirando hacia él, quiero verlo completamente. Su pecho, de un vello castaño claro y sus tetillas rosáceas que apenas se distinguen con una tez tan sumamente pálida, es algo que me empieza a volver loco. Su tripa redonda y curvilínea es amplia y mis piernas lo rodean.

  • Te alimentas bien ¿eh? - sonrió mirándolo a la cara mientras lo abrazo y siento su polla palpitar debajo de mi.

  • Y veo que te gusta - Jontxu me besa y me levanta junto a él.

Estando ambos de pie, me agarro a él fuertemente. Noto que se ha quitado los calzoncillos pero ahora no logro ver su polla desde ahí. De nuevo se sienta conmigo encima. Lo tumbo hacia atrás y lo voy besando hacia el cuello, muy suavemente, los hombros, fuertes, su pecho, en el cual paso mi cara levemente como si fuera un campo de hierba de oro. Succiono sus tetillas como si fuera un lactante, cosa que hace que gima un par de veces. Continuo por el abdomen, que a pesar de haber visto abdominales de gimnasio, este tipo de estomago es muy complicado de ver, ya que no es la típica barriga cervecera, sino una tripa redondita y dura que me pone muy cachondo. Cuando finalmente llego al pubis, reacciono abriendo mucho los ojos al ver una enorme polla de 25 centímetros muy gruesa, demasiado, con las venas bien marcadas. Miro hacia los ojos de Jontxu serio.

  • Yo desde que era muy pequeño he tomado leche - Jontxu dice esto con una amplia sonrisa y con los brazos cruzados tras su cabeza.

  • Ya veo... menuda polla - digo mirando de nuevo su nabo.

Entonces, empiezo a lamer con suavidad semejante pepinazo, comenzando por un glande de un color fresa, dando pequeñas lamidas. Comienzo a bajar por el tronco hasta los huevos sin metérmela. Chupo sus huevos a conciencia y abre sus piernas para mover la cadera. Me pide que por favor hagamos un sesenta y nueve. Entonces ahora si me quito los slips, pero me da algo de palo acercar mi polla a la suya, porque la mía que mide solo 16 centímetros, a su lado parece la de un criajo. Me coloco sobre él y pongo el culo en pompa para no sacarle un ojo con la polla. Rápidamente se mete mi polla en su boca, como si nada. No me da tiempo a nada. Empiezo a respirar profundamente, pero veo desatendida esa gran polla, tan potente delante de mí y comienzo a comérmela como puedo. Siento una arcada y necesito respirar. Soy un glotón sin control. Me separa los glúteos y juega con mi ojete y mis pelotas. Intento agarrar sus muslos pero entre que son grandes, su polla esta frente a mi cara moviéndose por los movimientos de cadera, me es imposible. Finalmente la agarro con una mano y la manejo mucho mejor. Con mi otra mano libre, jugueteo con sus bolas y de vez en cuando deslizo mi dedo por su raja. De repente siento algo de dolor. Me ha metido dos dedos. Así que me relajo y muevo mis caderas suavemente. Me quiero dejar follar por ese gran Dios. No resisto pedirle que pare, y entonces dice que me ponga de rodillas encima de su cara. Cuando lo hago, siento que algo húmedo, caliente, suave y flexible se mete dentro de mi ano. Es su lengua juguetona. Empiezo a respirar muy fuerte. Mi orto esta en el jodido cielo. Con las manos separo más mis glúteos, tanto como puedo. Ese hombre debe de tener un diploma de lenguas o algo así. Finalmente decide añadir un dedo, del cual ni lo siento y pido otro más. Poco a poco añade tres. Ahora la cosa va mucho mejor. Mi culo está en la gloria. Entonces para y me aparta suavemente a un lado. Con uno de sus brazos abre un cajón de la mesilla de noche. De allí saca un condón que desenvuelve con maestría sobre su macuto. Jontxu me pide que me tumbe de nuevo sobre él. Yo obediente, me tumbo mirándolo a los ojos, esos ojos tiernos que me mira inocentemente. Él me dice al oído, bajito, casi que no lo oigo, que me vaya metiendo su polla, a mi ritmo y poco a poco. Me siento sobre su pubis y noto su polla como toca mi espalda. Es como si un puño amenazase para entrar dentro de mí. Pero extrañamente no estaba asustado sino deseoso de tenerla dentro. Poco a poco coloco la polla en la entrada de mi ojete. No pierdo de vista la cara de Jontxu, que me mira con expresión de cachorrito. La cabeza de esa temible polla comienza a entrar con algo de dificultad pero lo consigo. Respiro para no alterarme y poder tener una buena dilatación. Empiezo a mover suavemente mi culo hacia atrás, metiéndome milímetros de carne que van ensanchando mí agujero, con un intenso dolor. En mi cara es evidente, y a pesar de que Jontxu me dice que vaya poco a poco, yo la quiero ya. Tras unos minutos que parece que voy a llorar, al sentir que me rompo en dos, me quedo muy quieto. Jontxu me mira y me acaricia los muslos y mis brazos. Poco a poco mi cuerpo se ha hecho a la idea de que voy a follarme a Jontxu sea con su colaboración o no. Así que noto en un breve balanceo un cosquilleo en mi interior. Es algo tan agradable que mi polla, que se había quedado flácida, comienza a empalmarse de nuevo. Jontxu sonríe y empieza a moverse un poco, sacando la polla unos centímetros. Eso hace que me duela pero levemente, y de nuevo la meto dentro de mí. Es algo inexplicable. Ese gusto de tener una polla así dentro, que te haga sentir una cosa que jamás lo había hecho nadie. Pronto empiezo a mover las caderas junto a un vaivén para el placer de la polla de Jontxu. Su cara de felicidad es notable. Me agarra de la cintura y separo mis glúteos de nuevo para que la meta completamente. Siento como sus huevos golpean hasta llegar al límite. Entonces cuando creía que nada mejor podría pasar, Jontxu, me sube las piernas hacia él, me abraza y empieza a levantarse conmigo encima. Una vez de pie, me vuelve a penetrar. Tengo el culo mucho más que abierto, es totalmente para él. Pero en un par de minutos me suelta dejándome en el suelo de pie. Es fuerte pero eso cansa a cualquiera. Entonces ahora me coloco a cuatro patas en la cama. Para mi sorpresa, Jontxu abre una puerta del armario, y veo que tiene un espejo en dirección a la cama. Se pone tras de mí y lo veo mientras me jode. Su cara risueña agarrándome de la cintura mientras me folla me pone muy cachondo, tanto que noto como empiezo a soltar lefa por su edredón. Mis gemidos me dejan exhausto pero permito que Jontxu me siga follando, quiero ver su dulce cara en el espejo. Oigo como su cadera golpea mi trasero una y otra vez, ambos estamos sudados y pegajosos. Al final siento que no aguanto más y termino por tumbarme boca abajo. Jontxu sigue mi paso pero sin dejar su peso sobre mí, pero si metiendo su enorme polla en mi ya dilatado culo. Abro las piernas para que termine de saciar su lujuria. Respiro fuerte, al igual que él, mi machote. Huelo como su sudor se arrastra por mi cuerpo, y como cada vez sus metidas son más veloces. Se acerca su orgasmo. Finalmente, me da unos cuantos pollazos, haciendo que la cama haga un ruido fuerte, incluso llega a moverse, y se acerca a mi oído.

  • Aquí tienes la leche del día - dice con una voz dulce.

  • Enseguida la pruebo - sonrió.

Aun con su polla dentro, giro un poco la cabeza y beso al hombre que me ha dado tanto placer. Cuando saca su polla de mi, siento que me lo roban, que es parte de mi. Miro como Jontxu coge su condón y lo retira. Pero antes de cerrarlo, se lo quito, y le doy la vuelta, echando toda esa rica leche en mi boca. Jontxu sonriendo se acerca a mí para besarme.

  • ¿Te gusta mi leche? ¿A que es la mejor? - Jontxu sonríe de lado.

  • Sin duda, tengo que tomar más a menudo - digo seriamente mientras con un dedo paso por su glande para recoger una última gota.

Después de una ducha juntos, cambiarme y pagarle por la leche de su vaca y los huevos de sus gallinas, vi que empezó a llover y me invito a quedarme hasta que pasara. Llame a mi casa, para decir que esa noche la iba a pasar fuera, con un buen amigo y que... iba a tomar un buen vaso de leche.