Jon me hizo disfrutar
Un hetero descubre lo bien que se la puede chupar su amigo gay
Este es un relato corto de una experiencia que tuve hace unos años y que se me ha ocurrido compartir ya que creo que les hará ilusión a algunos. Los nombres de los protagonistas han sido alterados para preservar cierto punto de privacidad.
La historia ocurrió hace unos nueve años con unos amigos del colegio un fin de semana decidimos pasar en un apartamento de la costa catalana. Éramos un grupo de cuatro amigos que nos conocíamos desde el colegio y que, tras un par de años de universidad, manteníamos el contacto con cenas y escapadas de fin de semana una vez al mes o así.
Éramos Alex, Ricky, Jon y yo (Tom). Tres éramos heteros y teníamos cada uno pareja, mientras que el Jon era gay, de hecho había salido del armario unos meses antes y no tenía pareja en ese momento.
Nos apreciábamos mucho y aunque fuésemos tres parejas y uno soltero, lo pasábamos bien juntos y Jon no se sentía incómodo en los planes que hacíamos, ni por supuesto nosotros.
Yo personalmente llevaba dos años de relación con mi novia y la cosa estaba en un punto algo estancado. El sexo entre nosotros hacía tiempo que había bajado mucho hasta el punto de que como mucho lo hacíamos una vez al mes.
Habíamos discutido sobre el tema pero siempre acabábamos sin resolver nada ya que ella no tenía nada de ganas aunque me quería mucho. Yo también la quería a ella y me sabía mal porque ella no tenía control sobre su lívido y entendía que era frustrante para ella. Pese a práctica ausencia de sexo yo siempre he sido una persona muy sexual. Me masturbaba muy a menudo con porno y había llegado hasta el punto de masturbarme con porno gay. Era en momentos de extrema calentura cuando ya había visto mil videos porno hetero y de repente me daba por ver dos tíos musculados y bien depilados follando con ganas. Pero tenía claro que no me iban los tíos (no por falta de curiosidad ni que fuese a nivel audiovisual).
Digamos que nos queríamos mucho y yo vivía a nivel sexual como un adolescente pajillero por un exceso de compresión y negarme a mí mismo el volumen y calidad de sexo que quería. Porque, a todo esto, tampoco le gustaba hacerme pajas o chupármela porque no le gustaba y yo no la forzaba. Pero ahí tampoco sabía lo que me perdía porque nunca me la habían chupado más de dos succiones y por tanto no me había corrido ni en la boca, ni en la cara ni en el pecho de nadie.
Por su parte, Jon era una persona súper educada, buen amigo, atento y generoso. De esos amigos que aprecias porque de verdad quieren hacerte bien y no tienen maldad. Lo que también veías, cuando hablabas en confianza, es que al tío le molaba el sexo tanto como a mí; en ocasiones veías que el nivel de consumo de porno y pajas que se hacía estaba muy a la par de lo que yo me dedicaba. Su carácter bondadoso coincidía con su aspecto de rasgos finos, con pelo castaño claro, poco vello corporal y algo que sí me había percatado. Tenía un culito respingón que, aunque no me ponía, podía reconocer que estaba bien puesto.
Volviendo a la historia del fin de semana en la costa.
Llegamos por la tarde con el tiempo justo para comprar cena y bebidas para tomar unas copas después. El plan consistía en cenar y beber en casa, ninguno teníamos ganas de salir de discoteca después.
Al llegar al apartamento nos repartimos las tres habitaciones que había con cama para las parejas y una cama hinchable provisional para el pobre Jon.
La cena fue sencilla, como muchas cenas de universitarios poco dados a cocinar, y pasamos pronto a las copas y los juegos de beber. No entraré en detalle porque entre risas y juegos estuvimos hasta las 2:00.
Pero hubo un momento clave en el transcurso de la noche.
En un momento dado las chicas quisieron preguntarle a Jon quien era, desde su punto de vista, el más atractivo de los chicos. Cabe decir que Hacía escasos meses que había salido del armario por lo que aún era un poco la novedad y a las chicas les vino ese arrebato de curiosidad.
Jon se reía al tiempo que se ponía rojo como un tomate. Se intentó resistir pero acabó respondiendo
- ¡A Tom!
Fue una sorpresa para todos; las parejas de los otros dos en tono jocoso decían que como no podía ser su el suyo el más guapo. Mientras la mía le daba la razón.
Para mí lo fue en tanto que siempre había considerado a Alex y Ricky más guapos que yo. Tampoco es que me considerase feo, sé que tengo mi atractivo; 1’86 m, barba, moreno de piel y de complexión atlética.
En cualquier caso me sentí halagado y, en un momento de egolatría, pensé que Jon se habría hecho unas buenas pajas a mi salud imaginando que me la chupaba o que yo me follaba ese culo respingón agarrándole las nalgas para a continuación llenarle el culo de leche.
Dimos por finalizada la noche y cada pareja se fue a su habitación a dormir; seguramente con un buen polvo antes, ya que entonces todos vivíamos con nuestros padres y estas ocasiones no se desaprovechan.
Yo en mi caso iba muy caliente pero, como ya esperaba, mi novia no estaba por la labor y nos limitamos a un beso de buenas noches. Pero claro yo no podía dormir, había bebido lo justo como para ir tocado pero no para caer dormido en coma profundo. Lo peor era que no sabía qué hacer con el calentón que llevaba. Hacía más de un mes que no teníamos sexo y yo no me había masturbado en los últimos 5 días para disfrutar más en caso de que ese fin de semana tocase.
A la media hora mi novia estaba durmiendo y decidí que me iría al lavabo a hacer una paja ya que si no los huevos me iban a empezar a doler.
Salí de la habitación pasando en silencio por el salón para no despertar a Jon, que parecía bien dormido. Era verano por lo que dormía en calzoncillos y nada más, igual que yo.
Una vez en el baño me saqué la polla, que estaba durísima, y empecé a masturbarme pensando en que me follaba a alguna chica que me viniese a la cabeza cuando en una de estas se me encendió una bombilla.
Sabía que a Jon le gustaban más las pollas que a un tonto un lápiz y después de saber que yo le parecía atractivo, era lógico pensar que si le ofreciese mi polla estaría encantado de chuparla. Si me ponía en su lugar, imaginando que alguna chica que me gustase me ofreciese comerle el coño porque está mu salida, yo lo haría encantado.
No es que me gustase Jon ni lo viese con deseo, pero estaba muy cachondo y necesitaba un agujero donde descargar mi leche. Había confianza y si no le interesaba sabía que me lo diría educadamente y sin problema.
No me lo pensé mucho y decidí salir sin un plan pero con una idea clara.
Me acerqué a la cama de Jon sigilosamente, no se oía ruido de ninguna de las habitaciones. Aunque estaban las luces apagadas, las ventanas no tenían persianas por lo que se veía bastante bien siendo como era una noche de luna llena.
Jon dormía. Le toque levemente el hombro moviéndolo para despertarlo.
Él estaba también destapado y en calzoncillos. Abrió los ojos sobresaltado pero sin moverse al mismo tiempo que yo le tapaba la boca con una mano y con la otra me ponía el dedo en los labios para que no dijese nada.
Me devolvió una mirada de comprensión y le destapé la boca.
El colchón estaba a ras de suelo yo de cuclillas. Me levanté y me bajé los calzoncillos por completo dejando al aire mi polla visiblemente erecta. Una polla larga (17/18cm) no excesivamente gorda y con el glande bien descubierto al estar circuncidado.
La cara de Jon era un poema, miraba fijamente mi miembro y luego me miraba a los ojos con sorpresa. Le hice un gesto con la cabeza como diciendo “¿te apetece comérmela?”.
Asintió con la cabeza.
Me puse de rodillas y el recostado sobre el lado se la metió en la boca con deseo.
Dios que gozada, de repente notaba mi polla húmeda y caliente dentro de su boca. No sé qué hacía pero movía su lengua por todo mi glande a la vez que succionaba arriba y abajo.
El chupaba y yo miraba al cielo de placer, baje la vista y me estaba mirando mientras gozaba en silencio.
Lo separé y le hice un gesto para que me siguiese a la cocina.
Allí en silencio le hice un gesto para que se quitase los calzoncillos, él estaba en una actitud sumisa, sentía que le podía pedir lo que quisiera.
Lo giré para ver su culo respingón y lo agarre bien. Arrimé mi polla a sus nalgas, la pasee apretando bien su culo contra la base de mi polla. Pero ya está, no tenía tiempo y era peligroso.
Lo giré y le hice un gesto de nuevo para que se pusiese de rodillas y acabase esa mamada tan buena que había empezado.
Se puso a ello enseguida.
Chupaba y chupaba, le daba lametones desde la base hasta la punta y se la metía de nuevo. Notaba como su lengua caliente bordeaba el pliegue de mi glande y me daba un placer inmenso.
Noté que me iba a correr y le hice un gesto como que ya iba a correrme e imaginé que querría apartarse a tiempo. Pero no hizo nada, chupo con más ganas.
No puede aguantar más y sentí como un torrente de semen le llenaba la boca. Me temblaban las piernas de placer mientras me corría dentro de su boca y vi como acto seguido se tragó mi leche.
Pasó la boca de nuevo delicadamente por mi polla para dejarla limpia y se puso en pie.
Nos miramos durante unos segundos y le dije con un hilo de voz:
- Gracias
Él sonrió y asintió con la cabeza con lo que parecía decir “A ti”.
Me puse de nuevo los calzoncillos al igual que él y me dirigí hacia mi habitación. El volvió para su cama, espero que para hacerse una buena paja de buenas noches rememorando lo que acababa de pasar.
Yo entré sigilosamente y volví a la cama sin despertar a mi novia.
Aún confuso con lo que acababa de pasar una cosa tenía clara;
Me acababan de hacer la mejor mamada de mi vida.