Joel

No me llames putita...

Estaba en casa, un miércoles por la tarde cuando el sol ya se había puesto cuando recibí un whapp…

-Estás en casa?

Era Joel. Normalmente nuestros encuentros empezaban así. A él le entraban ganas y me buscaba. Lo raro es que fuera entre semana, eso significaba que el “problema” era grave.

-Si, aquí tirado -Respondí teniendo pinchazos en el pene.

-Estoy cerca, baja en 20 min

Y así empezaban nuestras citas. Nunca preguntaba si me apetecía ni si estaba libre, simplemente me informaba de lo que iba a pasar.

Desde la primera vez que nos vimos, después de haber chateado durante un rato, supe cuál iba a ser mi rol. Él es el típico machote, alto, fuertote, de pelo en pecho y paquete generoso y evidentemente sus gustos van acorde, le gustan las putitas y siempre presume de ello… A mí, para ser una zorra de las que él usa me faltan y me sobran varias cosas. Soy un chaval normal, ni alto ni bajo, delgado pero sin grandes músculos, un rabo decente y, eso sí, mucho vicio.

Me desperecé y pensé qué hacer. No tenía tiempo de ducharme y, para ser francos, tampoco hacía falta. Sin más me puse mis New Balance, un chándal, una camiseta y una sudadera gris con las letras de alguna universidad americana. Me miré al espejo, me había rapado el pelo al 3 dos días antes, cogí el cepillo de dientes y mientras me lavaba me metí la mano bajo los bóxer. Mi polla ya sabía cómo iba a seguir la tarde, había adquirido volumen y estaba bien hermosa. Escupí y me enjuagué.

Rebusqué en mis cajones y encontré el bote que buscaba. Me bajé pantalón y calzoncillo hasta las rodillas, me llené los dedos de lubricante y me acaricié el agujero. Sinceramente, eso no me da ningún placer. A mí solo me da placer una polla rabiosa agujereándome. Me metí un dedo fácilmente hasta el fondo. Lo saqué y me puse más lubricante. Ésta vez entraron 2 dedos. Y a la siguiente dosis, entró el 3º de rigor. Todo listo.

whapp

-Estoy en el bar de la esquina, baja ya

-Voy

Cogí las llaves y el móvil, nada más, me puse la capucha de la sudadera y bajé las escaleras. En la calle hacía frío, puse las manos en los bolsillos y llegué al bar.

Ahí estaba Joel, de pie en la barra, con una cerveza en la mano picoteando cacahuetes. Cuando me vio entrar dio un golpe de cabeza y pidió otra cerveza para mí, alargando al mismo tiempo unos euros para pagarlo todo.

-Cómo vas chaval?

-De puta madre, tú qué?

-Ya ves –dijo abriendo una sonrisa- buscando algo de carne.

-Carne la tuya –dije pellizcando disimuladamente su paquete.

Sin más me dirigí a los servicios. Estaban separados hombres y mujeres, me metí en el de tíos y sin pasar el cerrojo esperé unos segundos.

Un solo golpe en la puerta y abrí, Joel se metió mientras mis manos se dirigían a su abultado paquetón y me iba inclinando.

-Así me gusta chaval, ya sabes lo que tienes que hacer…

-Lo dudabas? –Dije sacando con algo de dificultad ese aparato de su slip y metiéndomelo directamente en la boca.

-Nnoohhh… -Respondió.

Me dispuse a hacer un buen trabajo, rápido y eficaz, a ese bonito pollón que ya desafiaba la gravedad apuntando hacia el techo. Unas cuantas mamadas en el capullo y una buena metida a fondo, eso es lo que a ése, y a mi, nos gustaba.

-Vale, vale –dijo apartándome la cabeza- no querrás acabártelo todo ya, no?

-Solo un poco más… -me quejé volviéndome a meter su polla hasta la garganta- que hoy está muy rico esto.

Unos segundos más tarde me apartó definitivamente y se guardó el rabo, de lado, dentro del pantalón. Yo fui saliendo y le esperé en la calle. Al llegar a mi lado me cogió una nalga y me dio un buen apretón.

-Cómo lo tenemos esto?

-Ya lo verás… -Dije iniciando la marcha- Dónde vamos?

-Tengo el coche cerca, no nos alejemos mucho.

-Vamos al parque?

-Sí.

Eso era lo bueno de ése cabrón. Venía a lo que venía. Sabía seguro que con él llegaría a casa satisfecho como un bebé y sin dar ninguna explicación.

-A ver si ahora que hace frío hay menos niños tocando los cojones –dijo mientras caminábamos por el parque. –Métete por ese caminito.

Su mano se estaba metiendo por debajo de mi pantalón, buscando la goma del calzoncillo para colarse. Sin prejuicio alguno palpó mi culo y pasó los dedos entre mis nalgas.

-Pero bueno… -dijo acariciando mi agujero- veo que has tenido tiempo para prepararte!

Sin aviso empujo su dedo adentro por mi culo. Lo notaba mojado y resbalaba fácil, eso le dio coraje y me paró contra un árbol. Me metió otro dedo a fondo y me clavó una follada con los dedos que me hizo temblar. Cuando los sacó me arrodille y le saqué la polla con ansias, no había terminado se desenfundarla que ya tenía la lengua por ahí. Directa al fondo, le cogía de los muslos y le follaba la polla con la boca.

-Qué cerda estas hoy, putita –me dijo metiéndomela varias veces hasta la garganta. Cuando llegué a mi límite me aparté, le miré a los ojos y le dije:

-No me llames putita…

-Jajjajjajaja –se reía- menos quejarse y mas chupar!

Me esforcé en ello, la tragué todo lo que pude y aguanté mientras me empujaba con la cadera contra la cara, me soltó un poco y le di unas buenas chupadas hasta que, de repente, me empujó y se la guardó. Se puso a caminar cabizbajo y yo, que no entendía qué ocurría, miré hacia atrás y vi 3 chavales en un banco cercano que antes estaba solitario, sentados mirándonos. Cuando se dieron cuenta de que les hemos visto mirándonos empezaron a gritar:

-Eh, tío, aquí tienes 3 más! –me gritaron cogiéndose los paquetes y sobándolos exageradamente.

Me asusté un poco, me levanté y me fui rápidamente a por Joel que me llevaba unos pasos de ventaja.

-Joder, nos han pillado –me dijo flojito pero sonriente

-Jejeje, hasta eso te pone –respondí sorprendido

Caminamos unos metros más hasta que, sin ver a nadie alrededor le paré y le levanté la camiseta, debajo de la cual asomaba su capullo enrojecido, y me incliné adelante para metérmelo en la boca y succionarlo fuertemente.

-AAahhh, joder –me gimió apartándome- espera un poco que ésos seguirán por aquí

-Venga, coño, quiero polla ya! –me quejé- y me volví a acercar y cazar su pollón otra vez

-Buffff, vienes hambriento –relajándose un poco más y dejando que la totalidad de su polla sobresaliera, cogiéndome la cabeza y dándome metidas largas y lentas –qué forma de tragar.

30 segundos más tarde me levantó, me cogió de la nuca y me dio un morreo metiéndome la lengua todo lo que pudo. Se puso a caminar con la polla fuera, yo se la cogía y le daba unas meneadas de vez en cuando.

Me adelanté un poco me bajé el chándal y los bóxer hasta justo debajo de las nalgas y puse las manos sobre un murete que había por ahí. Él se acercó por detrás con cara furiosa. Se cogió la polla y me la puso en la raja buscando la entrada.

-Mmmm vienes lubricado…

-Y dilatado –respondí mientras me rodeaba la tripa con un brazo y empezaba a empujar. Se colaba perfectamente, presionaba y abría camino pero no ofrecía resistencia. De esa forma de un empujón largo la metió entera. Hasta los huevos, cogiéndome con fuerza y manteniendo su empuje aun estando a fondo.

-Ooohh Dios –resopló, y se echó ligeramente para atrás sacando más de medio tronco- que gusto da eso en la polla –empujando a fondo otra vez y sacando al mismo ritmo- dos metidas más y paro- dijo dándomelas. –Ahora sigamos el paseo.

-No me jodas –me quejé cabreado- fóllame hostia.

-Que no, seguimos, que se un buen sitio.

Decepcionado me incorpore y me puse bien el pantalón, Joel me esperaba y seguimos el paseo. Mi calentón era tal que unos metros más allá le cogí el rabo, me incliné un poco y lo apunté a mi agujero pero él enseguida se apartó y me dio un empujón

-Te he dicho que no!

-Venga por favor…

-Hazme caso y sígueme –dijo con un tonillo de suficiencia.

A lo lejos había un claro y una construcción. Cuatro paredes roídas y desconchadas y un techo. Dos puertas y algo que colgaba que en algún momento habría sido una lámpara. Con un golpe de frente me señaló ése lugar. En las puertas había las típicas señales de wc. Me abrió la puerta del baño de hombres y me dejó pasar. Al cerrarla nos dimos cuenta de cómo apestaba ese lugar. A meado, a humedad, a cerrado. Nadie había limpiado ahí en años y miles de personas lo habían usado sin compasión. No había un centímetro cuadrado de pared sin alguna pintada, básicamente cerdadas y números de teléfono, algún dibujo y muchas frases hechas.

Sin miramiento alguno me bajó el pantalón y el bóxer de un tirón hasta los tobillos, me empujó contra la pared y se sacó la polla. Dio unos pasos lentamente hacia mi pajeándose.

-Te vas a enterar –dijo masticando las palabras- Ahora te daré lo que querías –poniendo la punta entre mis cachetes.

-AAaaaahhhh… -gemí al sentir su pedazo entrar sin pausa por mi culo. Giré la cabeza de lado para alcanzar a verle la cara. Estaba desencajado. Su cerebro ya no funcionaba, por lo menos el de la cabeza, y las riendas las llevaban su polla y sus pelotas.

Puso una mano alrededor de mi muslo y me agarró fuerte, con la otra me cogió del codo y empezó el bombeo. Un ritmo aceptable que me tenía por las nubes. Cada ciertas metidas se quedaba dentro, me agarraba bien y empujaba aun más, quería asegurarse de llegar cuanto más a fondo mejor. Cuando su polla no podía hundirse más seguía con caderazos. Parecía que me estuviera castigando.

-FFffff joderrrr –gruñíamos

Me cogió de la cadera y el pecho y me pegó a él, y con un pié pisó la ropa que tenía en los tobillos y me la sacó, me levantó y me empujó sobre una de las tazas de wc que, por suerte, tenía tapa. Ahí medio se inclinó y me cogió de los pies. En esa posición me metía más a fondo. Su vello púbico me golpeaba los huevos. Mi polla, tiesa y bamboleante me rozaba la tripa.

-Chupa un rato –dijo sacándomela y levantándose. Le cogí los huevos con una mano y el muslo con la otra y me puse a mamar. Me sujetó la nuca y salió del cubículo, yo, medio a 4 patas medio de rodillas le seguía amorrado a su pollón. Dio un vistazo al lugar, una pila y los restos de un espejo a un lado, 3 puertas al otro y 3 meaderos al fondo. Dio una ojeada al segundo escusado y al asomarse al tercero pegó un sobresalto.

-¡¡HOSTIAS!!- gritó apartándome. Me levanté y miré qué había. Ahí medio sentado, en el suelo, había un vagabundo, seguramente un yonki que se acababa de picar que nos miraba pero no cambiaba de expresión, que levantó las cejas a modo de saludo- Joder qué susto macho! –Le dijo levantándome. –Este tío no se entera -dijo mirándome- inclínate chaval.

Me incliné sobre la pared del fondo, poniendo las manos sobre los azulejos de la pared, y me la volvió a meter. –Jajajjaja, el drogata nos mira –me comentó pasando la mano y cogiéndome mi polla. Empezó a machacármela rápido y fuerte. Mientras me resoplaba en la espalda me follaba rápido y sin tregua.

-Hhhhhhmm suéltame la polla ufffff que me corroo!- le pedí

-Tu cállate- respondió levantándome del suelo y acercándome al yonki. –Vamos a sacar leche- dijo acelerando el ritmo de su mano y el de su cadera y posándome al lado del tío.

El tío del suelo parpadeaba lentamente, no se si realmente nos veía o estaba en su mundo de colores y felicidad. Le tenía a poca distancia y mi corrida se acercaba, puse una mano en la pared y empujé para alejarme pero Joel me tenía bien cogido y no me daba espacio, loco perdido me reventaba el culo, agravando sus gruñidos, acercándose peligrosamente a la corrida cuando no aguanté más y, sin querer, empecé a lanzar chorros de leche que se perdieron entre la taza y las ropas del yonki, dejándolo estampado de manchas blancas. Mi follador me metió a fondo y empezó a descargar. A cada empujón sentía un disparo dentro de mí. No había acabado de expulsar semen cuando me la sacó y apuntó a la cara del yonki, que recibió un par de chorros en la mejilla sin inmutarse. Cuando las reservas se le habían acabado Joel volvió a meterme. Dejándola dentro y respirando pesadamente.

Unos segundos más tarde la sacó y se la guardó. Yo fui a por mi chándal que se había manchado de mugre del suelo.

Le echamos un último vistazo al yonki, que sacaba la lengua y se lamía los labios. Quizás le gustaba el sabor de nuestra leche, quizás ni se daba cuenta de lo que hacía.

Al salir de los baños caminamos silenciosos hacia la salida del parque y le acompañé a su coche. Se metió y sacando el brazo me agarró el culo.

-Gracias chaval –mirándome a los ojos- tu sí que me trabajas bien.

-Hasta la próxima, cuídate.