Joder que puta es la guerra (2) Bosnia.
Bosnia los cascos azules llevando ayuda humanitaria
BOSNIA-ERZEGOVINA. DICIEMBRE 1993 MISION UNPROFOR. AGRUPACION “MADRID” CERCA DE SALAKOVAC. El soldado José reyes, se bamboleaba como sus otros siete compañeros dentro del BMR mientras avanzaban hacia el pueblo, nuestro protagonista pensaba que estarían mejor en cualquier otra zona, hacia unos días una mina había matado a un capitán de su misma agrupación, por allí cerca y el estaba entre los efectivos que fueron de refuerzo, había sido tremendamente duro verlo, pero lo peor es que con las minas nunca se sabe, aunque limpiaron la zona podía haber muchas más por allí cerca. Se detuvieron, el cabo Lucas grito: - ¡vamos nenes, fuera y de prisita! El jefe quiere un perímetro seguro, asegurad la calle. Todos excepto el conductor y el artillero salieron del vehículo, se dispersaron por la calle con los cetme en la mano apuntando a su alrededor, ellos eran el vehículo de cabeza, entraron en el pueblo un Land Rover y tres camiones Ebro 3050 de dos ejes con otro BMR detrás cerrando el convoy, apenas detenerse todo el mundo salió de los vehículos y tomaron el pueblo. Los habitantes del lugar se habían escondido, hacía tiempo que desconfiaban de cualquier militar que viesen, pero poco a poco fueron asomando al ver las banderas y los cascos azules, alguien dijo “espajnolo” y varios hombres mayores mujeres fueron acercándose, el teniente “listillo” seguido del intérprete se encaro al que parecía el alcalde del lugar, diciéndole que preparase a su gente pues se les distribuiría ayuda humanitaria por ordenes de la comandancia, el alcalde sonrió y gritó la buena noticia a sus conciudadanos, estos enseguida salieron de las casas y se acercaron al convoy, allí formaron una ordenada fila. Los soldados se distribuyeron rápido, la dotación del primer BMR se mantuvo de centinelas en el perímetro del pueblo, la del segundo y los conductores distribuyeron los paquetes de ayuda, entre la población (harina arroz legumbres etc.) otro grupito se arremolinaba cerca del médico que intentaba ayudar a los paisanos, pronto se dieron cuenta de que había demasiados refugiados en el pueblo y la ayuda no llegaría para todos, al menos no con la necesaria abundancia que esperaban, El soldado legionario José reyes, se acercó a Paco López y le dio un codazo diciendo: - Mira cuantas tías, los maridos y novios matándose por ahí y ellas aquí solitas. Paco contestó: - No tan solitas, casi todas tienen algún crio. A lo que José repuso: - Esas son las mejores, tranqui tío que hoy mojas. En el convoy no eran más de treinta soldados, en el pueblo había unas 500 personas y la ayuda que llevaban iría un poco justa para todos, el truco que sabia jose se lo había dicho un veterano que lo usaba habitualmente, antes de salir de la base pasaba por el economato, cargaba un macuto con varias latas de fabada, lentejas y albóndigas baratas, al ser de uso personal no entraban en la distribución de ayuda, él y varios más las usaban para intercambios “personales” con las aborígenes mas potables. Si un compañero protestaba le decían que el podía hacer lo mismo que ellos pero repartir su comida gratis, nadie se lo impedía solo le decían: - Eres libre de hacer el tonto cuanto quieras, te vaciaras los bolsillos por compasión, mientras a nosotros nos vacían los huevos. Cuando acabaron con la distribución ya eran las 18:30, el teniente llamo a la base y le autorizaron a acampar en el pueblo, pues la vuelta a la base por aquellos caminos donde se sospechaba había minas era peligrosa, en seguida se montaron algunas tiendas de campaña cerca de la salida del pueblo y estacionaron allí los vehículos, se distribuyeron las guardias y el resto del personal preparó una abundante cena a la que se invito al alcalde y a cuantos se fueran acercando, uno de los legionarios sacó una guitarra y comenzaron a cantar, mas paisanos se acercaron al oír la música, entre ellos Olga y Nadia con sus hijos, ellas sabían que con los legionarios se podían hacer ciertos tratos y la música solía ser la mejor señal. Olga se fijó en José un mocetón moreno, de pelo negro y de cara atractiva, era grande y fuerte, se hubiera liado con el de todas formas pues estaba caliente, llevaba mucho tiempo sin nadie a su lado desde que su marido se fuera a pegar tiros, lo que iba a hacer puede que no estuviera bien pero ella y su hijo tenían hambre, el legionario le devolvió la mirada y se acerco a esa chica de unos 22 años rubia y delgada, era maja sin ser muy guapa, lo mejor eran sus ojazos verdes y sus anchas caderas, pecho normal ni grande ni chico, hablando de chicos llevaba uno de un año más o menos en los brazos, llegó a su lado y empezaron a hablar sin apenas entenderse, mas por señas que por las palabras llegaron a un acuerdo, Olga le pasó el niño a su amiga y siguió al legionario a una de las tiendas de campaña, una vez dentro la regaló el macuto todo para ella, una lata de fabada otra de lentejas y otras dos de albóndigas, un brik de un litro de zumo de naranja completó su provisión de vitaminas, ella puso el macuto aparte y se abalanzó hacia el besándole apasionadamente. Se desvistieron entre besos y manoseos, metiéndose en el saco de dormir del soldado pues hacia bastante frio, sus cuerpos se frotaron y José le acaricio los pechos, chupo sus gruesos pezones notando el sabor de la leche materna, no se detuvo allí pues con sus manos la acariciaba el cuerpo, llegó a su vientre y metió su mano entre sus piernas, el coñito de Olga tenía una buena mata de pelo ya húmeda de flujo vaginal, el supo que ella no fingía su calentura y la introdujo dos dedos con facilidad sin dejar de chupar los pezones de la rubia, ella por su parte le abrazaba contra su cuerpo, suspirando de placer sintiendo sus dedos dentro de ella y la boca mamándola, estaba tan caliente que se corrió casi enseguida tras menos de un minuto de sentir los dedos dentro suyo, gimió en voz alta y le abrazó aun mas fuerte contra su cuerpo mientras sus caderas temblaban de placer. Olga se fue reponiendo tras su orgasmo, apartó las manos de José de su coñito y aun con la respiración agitada se subió sobre su cuerpo, le besó en la boca con furia, con mucha pasión sus lenguas se enredaban mientras ella notaba la erecta verga del soldado rondándola los empapados labios del coñito, José bajó las manos y sujetó los cachetes del culo de Olga empujándolos hacia su miembro al mismo tiempo que de un caderazo entraba en su empapado sexo, ella de la impresión le mordió en la lengua al sentirse llena del gordo miembro de José, le miro a los ojos y siguió besándola mientras se dejaba llevar por el ritmo que él la daba, empujaba con sus manos el culo y la impulsaba con las caderas a continuación, sintiendo el calor de sus tetas en el pecho, al mismo tiempo Olga mecía las caderas a los lados para aumentar el placer que sentía, la penetración se fue haciendo mas rápida e intensa ella gemía sin parar y se dejo llevar por la pasión del momento, se corrió otra vez y se dejo caer sobre José sin fuerzas sintiendo estremecimientos de gusto que la recorrían todo el cuerpo, su cuerpo temblaba y aquello ayudó a José que sin dejar de follarla con ganas se noto llegar al orgasmo, buscó la boca de ella y la beso con ganas mientras la llenaba de esperma caliente, Olga sintió una corrida abundante noto varios chorros en su interior, se estremecía al mismo tiempo que él y siguió besándolo con cariño. Al rato salieron de la tienda de campaña, ella recogió a su hijo y su amiga Nadia le dejo al suyo y se fue con otro soldado, José vio como Paco se alejaba con la amiga de Olga dejándola sola con aquellos niños, él se acerco a ella viendo que el interprete estaba cerca, se sentó a su lado y con su ayuda comenzaron a hablar, se gustaban. Al día siguiente se separaron, ella quedo en el pueblo y él se fue en el convoy en el bolsillo llevaba un papel con la dirección de Olga, ella se quedo con la dirección de él, durante un tiempo se escribieron e incluso se vieron otras veces, luego el volvió a España. Madrid primavera del 2002, José recibe una llamada, es la embajada ellos están aquí, - por fin. Exclama nuestro protagonista, sale de su casa y coge su coche, va al aeropuerto y espera ansioso, al rato llega el avión y por la salida de vuelos internacionales ve llegar a tres personas, dos niños de 10 y 8 años con su madre la delgada rubia de ojazos verdes, Olga. Los datos de la historia son ciertos, 8330 Españoles sirvieron en bosnia, 22 miembros de las fuerzas armadas y una intérprete murieron allí en acto de servicio desde 1992 a 1995, vaya por todos estos héroes casi olvidados un emocionado saludo, el resto de los personajes y hechos de la historia son ficticios. Cuidaros, un saludo.