Joder con la suegra!!!! - 9

La madre de mi novia, se ha metido en un buen fregado, y hay que intentar resolverlo.

CAPITULO IX

CARLA Y EMMA

Por la mañana, le puse un wasap a Berta,

"Hola Cari, buenos días. ¿Me invitas a desayunar?

"Si, súbete churritos", me contestó.

"¿Cuántos?, la pregunté.

"Estamos hambrientas, mejor que sobren a que falten", me dijo.

"Ese “estamos”, quería decir que Estefanía iba también a desayunar con nosotros", bueno teníamos la necesidad de compartir mucho tiempo. Aún no sabía cuándo le diría quien era realmente su amo, pero no podía tardar mucho.

Subí con mi bolsa de churros y porras, me abrió la puerta Estefanía.

Si no supieras lo que hacía, parecía la mujer más normal del mundo.

Me saludo diciendo,

"Hola Rubén, churritos, que ricos, y aún están calientes", me dijo.

Pues si, como tú, pensé para mí, aunque aparentemente a ella la gustaban más las porras.

Se fue para la cocina con los churros, a preparar los cafés, y yo aproveché para hablar con Berta.

"Hablaste con ella anoche?", la pregunté.

"Ja, ja, menuda historia me contó. La pregunté que donde se había metido toda la tarde, y me dice la colega sin titubear que ha estado en la junta de distrito, que le había dicho una vecina que estaban dando cursillos varios, y que como ella pasaba tanto tiempo sola había ido a ver qué había, y que se había apuntado a uno de pastelería. Ja, ja. Encima con cachondeo, y que ya había estado haciendo pasteles incluso algún bollo. ¿Tú te crees?, Pero eso sí, se la veía “feliz como una perdiz", se calló Berta porque la oímos venir con los desayunos.

Se sentó con nosotros y empezamos a comer los churros y las porras.

Estefanía, se deleitaba metiéndose la porra en la boca.

Yo pensaba hay putón si supieras que ayer te comiste mi porra…. Bueno la mía y algunas más.

Era inevitable tenerlas a mi lado y verlas la tarde/noche anterior, siendo sometidas las dos. Como puede cambiar una persona, y cuantas cosas ocultan cada una.

Desayunamos, sin grandes conversaciones. Ya casi terminando, se me ocurrió intentar tirarla un poco más de la lengua a ver que decía.

“Oye, Estefanía, y tu pasando tanto tiempo sola, ¿no te aburres?, la pregunté.

Patada de Berta por debajo de la mesa.

“Si, ¿pero que quieres que haga?, Ahora me he apuntado a unos cursillos en la junta de distrito para matar un poco el tiempo, nada más.”, me dijo ratificándose en lo que me contó Berta.

“Ya, ¿y no tienes amigas, para poder salir alguna tarde?, seguí mi interrogatorio.

“Sí, alguna tarde he salido con ellas, pero es bastante monótono. Además, estés donde estés, siempre hay alguno que se cree con derecho a intentar ligar con nosotras, y como le des un poco de carrete, no te lo quitas de encima en toda la tarde. Bueno lo quitártelo de encima es un decir, claro”, me contestó un poco ruborizada.

“Ya, ya supongo que no os pondréis a hacer sexo como locas con un desconocido”, la dije.

“Pues alguna si lo ha hecho”, me dijo ella.

“¿Alguna?, ¿no serás tú?, la preguntó Berta.

“Calla niña, yo ya no estoy para esos trotes, aunque si he de reconoceros que algunas veces nos han entrado yogurines, que luego hasta nos hemos arrepentido de no darles carrete, ja, ja, ja”, respondió Estefanía.

Se estaba soltando Estefanía.

“Bueno tú tienes tus años, pero estas mejor que muchas chicas jóvenes”, la dije.

“Berta, tienes un novio de lo más halagador. El otro día me dice que tengo un cuerpo 10, hoy esto, consérvalo, me regala los oídos”, le dijo a Beta.

Berta debió de pensar lo que yo. Buena follada te pegó ayer.

La conversación no tenía más recorrido a no ser que la dijera que se levantara y se quitara la ropa, y no era el momento de descubrirnos.

Se levantó a llevar los platos a la cocina momento en que aprovechó Berta para decirme,

“Tío, ¿ya está bien de flirtear con mi madre, ¿no?

“Estaba tirándola de la lengua, a ver si contaba algo más”; la dije.

“Si hay algo más no nos lo va a contar así sin más”, dijo ella.

“Ya tienes razón. Bueno me voy para casa que quiero hablar con el tío de ayer, el tal Amo Carlos. Mañana volveremos a que tu madre haga bollos, y me dijo que le avisara si volvíamos”, la dije a Berta.

“Oh, si ese tío me encantó. Aun me duele todo tetas coño y culo, pero me encantó”, me dijo ella con cara salida.

De camino para casa, llame al tal Amo Carlos. No quise hacerlo en casa, porque seguro que no estaba solo, y quería algo de intimidad para hablar con el.

“Amo Carlos?”, pegunté.

“Sí, ¿quién es?”, me contestó.

“Soy Amo Richard. Nos conocimos ayer en el obrador de la pastelería”, le dije.

“Ah, si recuerdo. El Amo de las dos perras la jovencita y la madura. Dos buenas hembras. Te felicito”, me dijo.

“Gracias Amo Carlos. Comentamos que si volvía te avisara, porque querías que las conociera un colega”, le dije.

“Si cierto, ¿vas a volver a llevarlas?”, me preguntó.

“Si, ayer se quedaron bastantes interesados en usarlas sin poder hacerlo, y quiero darles la oportunidad, así es que he pensado en ir mañana otra vez por la tarde”, le dije.

“Vaya, mañana Master Melvin, que es el que quiero que las conozca, no le es posible. Tiene sesión en el club”, me dijo.

“Bueno, no pasa nada, ya será otro día”, le dije.

“No, no espera, quizás haya otra posibilidad”, me dijo.

“Supongo que, al poder disponer de la madura de seguido, es que su marido no está, está de viaje”, me dijo.

“Sí, así es”, le respondí.

“Bien pues a ver cómo te suena esto. Tú las llevas al obrador, que las usen allí quien quiera, y a una hora que te tendría que confirmar, mando un coche para recogeros y traeros al club, así lo conoces, y Master Melvin, puede también conocer a las sumisas”, me dijo.

“Bueno, no suena mal, pero no sé nada de ese club, digamos que voy a ciegas”, le contesté.

“Ya, te entiendo, pero no hablamos del club a cualquiera. Por eso si decides venir, ya aquí te contaré todo lo que hay que contar del club”, me dijo.

“Al menos podré saber dónde está, si está muy lejos, o aquí en Madrid, o donde”, le dije.

“Si claro está ubicado en la zona norte de Madrid, concretamente en el Monte del Pardo.

Es un chalé de lujo de 470 m. construidos, en la planta superior, y 300 en la parte inferior. Antiguamente era una bodega, pero nosotros hemos hecho ahí varias mazmorras totalmente insonorizadas.   1.000 m de parcela con jardines, piscina y jacuzzi y gran pradera de césped arbolada, porche de verano. El chalé posee 8 dormitorios con baño, gran salón con amplios ventanales, comedor independiente, gran cocina con office acristalado, lavandería. Gran ático con vistas panorámicas a Madrid, con dormitorio, salón y baño. Porche exterior acondicionado con zona de cenador. Piscina exterior con cascada y lámina de agua rodeada de una gran pradera de césped, zona de barbacoa y un excelente jardín consolidado con grandes árboles, garaje exterior. calefacción por gas natural, aire acondicionado, suelos de tarima. Está a menos de 20 minutos de Madrid. El acceso al chale es totalmente privado, y todo el recinto está perfectamente protegido de miradas indiscretas. Te gustará ya lo veras”, me dijo.

“Joder tal como lo pintas, me llevaré las maletas para quedarme a vivir allí”, le contesté.

Los dos reímos la tontería.

“Bueno pues entonces hablo con Master Melvin y o esta tarde o mañana te digo algo”, me contestó.

“Ok, en eso quedamos. Un abrazo Amo Carlos”, le dije.

“Otro para ti Amo Richard”.

Llamé también a la Pastelería para reservar el obrador como el lunes. Era el tipo que me atendió ayer, y le dije que, si podía correr la voz de que las dos del lunes volvían el miércoles, me hacía un favor.

Ahora ya sí me subí para casa. Había que poner un poco en orden todas las ideas, aunque tenía que avisar a Estefanía que el miércoles tenía sesión, pero ya habría tiempo.

Me metí en mi cuarto, aparentemente no había nadie en casa. Mejor. Mas tranquilo.

Hacía tiempo que no revisaba los móviles de las hembras de la familia y ya tocaba.

Empecé por el de mi madre, a sabiendas que iba a ser el más rápido de ver, y que seguiría sin haber nada digno de mención. Así fue.

Luego le tocó el turno a Emma.

Coño, había un vídeo de una tía haciéndose un dedo. ¿Sería ella?

Me lo descargue. Intenté recabar toda la información posible del video. No podía asegurar que era Emma, no recuero de que color lleva pintadas las uñas, y no se ve nada dl cuarto o cama donde está. Aunque también puede ser ella y no tendría porque ser su cuarto, y aunque le viera el color de las uñas cuando viniera, tampoco quería decir nada, era un color verde pálido liso y también se lo había podido cambiar desde que hiciera el video, así es que poca información podía tener, al margen de que se veía un chochete muy jugoso y apetecible.

No había nada más reseñable. Me faltaba por mirar el de la loca. Seguro que Carla, me aportaba alguna nueva fotito nueva interesante.

Cómo era de esperar, Carla no me defraudó, había fotos de ella con varios tíos follando. Me impresionó una en la que tenía tres pollas dentro. Coño, culo y boca, se ve que el abrirla yo el ojete, lo estaba aprovechando bien.

Esta hermanita era todo un putón, y a mí se me acababa de poner la polla como un mástil.

También había un vídeo que al verlo tuve la necesidad de pajearme. La trataban cinco tíos creí contar entre los que no estaba el novio, o el novio era el que grababa, la trataban casi peor que Amo Carlos a las dos sumisas, abofeteándola, haciendo que les lamiera el ano, restregándoselo por la cara y follándola como si no hubiera un mañana, y sobre todo uno cogiéndola del cuello que seguro tenía que producirle un efecto de asfixia.

En plena paja oí que entraba alguien en casa.

"Hola", entró diciendo.

Era ella.

No la contesté.

Seguí viendo el vídeo y pajeándome. La oí entrar en su habitación y casi al momento salir. Y sin apenas tiempo estaba en la puerta de mi habitación mirándome divertida.

"Pasa, puta, y sigue tú", la dije.

Se acercó y me cogió la polla con una mano, apretándola más que masturbándola,

"¿Cómo llamas eso a tu hermanita?", me dijo con voz ñoña.

"Calla y chupa, zorra", la dije cogiéndola la cabeza y llevándosela hacia mi polla.

"Uhmmm", fue toda su respuesta empezando a mamarla como loca.

Esta iba a tardar "na y menos", en ir a visitar a mi colega del sex-shop, pensé para mí.

La cogí la cabeza y la marcaba yo el ritmo de la mamada. Me entretenía en mantenerla la cabeza pegada contra mi cuerpo, con toda la polla dentro de su boca.

Sólo de vez en cuando, la dejaba coger aire. Aunque, eso sí, antes echaba medallones de babas fruto de sus arcadas.

Se la volví a meter y aproveché para sacarla la camiseta hasta el cuello, y desabrocharle el sujetador.

Sus tetas salieron como dos resortes. Con la mano izquierda la cogí la teta derecha, estrujándosela igual que había visto que la hacían en el vídeo. No olvide el pezón.

A la siguiente vez que la permití respirar, la saqué la camiseta por la cabeza, utilizándola para limpiar su cara de las babas.

Con el sujetador, le saque un brazo, se lo lleve a la espalda juntándole también el otro brazo y medio atándolos entre sí.

Jadeaba constantemente.

La incorporé, y la tiré sobre la cama boca arriba. Necesitaba esa postura para desabrocharle los vaqueros y quitarlos junto al tanga.

La quite también las deportivas y los calcetines para dejarla totalmente desnuda.

Ya con el coño al aire, la traje hasta el borde de la cama, la separé las piernas, y la hundí mi cabeza entre sus piernas empezando, casi literalmente, a comerla el coño. No sabía dónde tenía más babas si en la boca cuando se la follaba o en el coño, antes incluso de empezar a comérselo.

La mordí el clítoris estirando lo con los dientes, hice lo mismo en los labios menores y en los mayores. Se los mordía con fuerza y estiraba lo que podía. Carla jadeaba intensamente y se retorcía.

Repetí los mordiscos en los pezones. Se los estiraba a tope tirando de él con los dientes y luego me gustaba ver como la teta votaba sobre su base al soltarlos. Tenía que dolerla, pero de su garganta solo salían jadeos y gemidos.

De vez en cuando le dedicaba un

¿Te gusta puta?

No hacía falta que contestará, tenía que estar a punto de correrse.

Cogí una de sus deportivas,

“Saca la lengua perra”, la ordené.

Obediente la sacó.

Le puse la suela de la deportiva sobre la boca y la dije,

“Lamela”

Puso cierta cara de desagrado, pero la apreté la zapatilla contra su cara, y empezó a lamerla. Cuando me pareció que ya era suficiente, la restregué la suela por la cara.

A continuación, se la bajé hacia el coño, y se lo restregué también por él. El primer contacto de la suela áspera y rugoso sobre su clítoris y labios, la hizo estremecerse de arriba abajo. Se lo restregué varias veces y luego la di unos cuantos azotes en el coño, digamos que con una intensidad media. Se corrió como una cerda.

“Cabrón, Cerdo”, me decía mientras se doblaba casi sin parar de echar flujo por el coño. Cuando terminó la limpié todo el coño con la camiseta que antes había limpiado sus babas.

Terminé de quitarme la ropa que me quedaba, la puse a cuatro patas con las rodillas en el suelo y el cuerpo en la cama, seguía con las manos atadas a la espalda, y no hacía nada por liberarse que hubiera sido muy sencillo, y empecé a follarla lo más duro que pude, alternando coño y culo. También lo aderezaba con azotes en las nalgas. Estaba con las tetas apoyadas en la cama la cara girada hacia un lado y gimiendo y jadeando sin parar. Era increíble lo bien que la entraba ahora la polla en el culo. Se ve que se lo habían abierto bien aquellos tipos.

Sus suspiros, jadeos y gemidos, dieron paso a otro orgasmo, no tan intenso, peor casi igual de copioso.

Cuando estaba. A punto de correrme, vi que se giraba hacia la puerta de la habitación,

"Tenemos espectadora", me dijo.

Me giré.

En la puerta como un pasmarote, estaba Emma, tapándose la boca con una mano como no queriendo chillar.

"Pero que hacéis, joder, que sois hermanos", nos dijo abroncándonos.

"A ver Emmita, guapa, no te hagas la digna", salto Carla cómo con un resorte mientras se soltaba las manos, "que yo prefiero que me folle mi hermano humano, que no mi hermano canino, como otras".

Se quedó tan ancha.

La cara de Emma paso en un minuto por un son fin de colores, desde el blanco hasta el rojo más intenso.

"Así es que eres tú la que se folla al perro", la dije.

"No a ver, no sé porque dices eso Carla", balbuceo Emma.

"Porque te visto, guapa, el día que yo tendría que haber estado en la universidad, pero me levanté con dolor de cabeza y me quedé en la cama", le espetó Carla.

"Vale, vale no sigas", le dijo Emma.

"Pues yo nunca he visto a un perro follarse a una tía, podía hacernos Emma una demostración, ¿no te parece Carla?", Dije yo.

"Ni de coña hago yo eso con vosotros mirando", salto Emma.

"Uhyy, lo que van a pensar los papis cuando se enteren que Emmita es zoofílica", dijo Carla.

"Pues lo mismo que pensaran cuando se enteren que vosotros folláis", dijo Emma.

Dicen que la mejor defensa es un buen ataque, y eso hacia Emma.

“Sin duda pensaran que tienen tres hijos que son unos degenerados. Pero en un orden de prioridades, creo que verán menos mal que follemos entre nosotros a que tú te folles al puto Sansón”, le dijo Carla.

Su argumentación, había sido rápida, corta y concluyente. Y así lo entendió también Emma que salió de la habitación, volviendo al momento con Sansón.

Al entrar en el cuarto, Sansón por olfato, se fue a olisquear a Carla, que lo echó con cajas destempladas,

“Quita chucho, que ahí tienes a tu perra”, le dijo señalándole a Emma.

Emma se puso en el centro de la habitación, se quitó a regañadientes los leggins y el tanga y se puso a cuatro patas.

A mí todo aquello, me tenía a mil, y aún no me había corrido, y no estaba dispuesto a desperdiciar ese coño que se ofrecía al perro, así es que antes de que pudiera reaccionar, ya estaba detrás de ella, metiéndola la polla en el coño. Protestó un momento,

“Quita, esto no es lo que habíamos hablado, quita”, me decía.

Empecé a follarla duro mientras Carla se reía. Las protestas, se fueron tornando en jadeos y gemidos. Carla se había bajado de la cama y se había puesto espatarrada delante de ella ofreciéndola el coño para que se lo comiera.

Emma, apartó la cabeza, pero Carla se la cogió y se la bajó hasta su coño. Emma al tener la boca en el coño de Carla empezó a darla besitos como quien besa a un bebe.

“Coño, déjate de besitos y usa tu lengua”, la dijo Carla.

Emma, tímidamente, empezó a darle cortas y superficiales lamidas por la raja a Carla.

Sansón, andaba como loco oliendo a coño por todos lados dando vueltas por la habitación como diciendo y ¿a mi cuando me toca?

Seguía follando a Emma con fuerza, y esta iba aumentando también las lamidas en el coño de Carla.

Pero claro para mí ya era demasiado, y me corrí con todas mis ganas dentro de su coño. La verdad es que, pese a que suponía que tomaría algo para no quedarse preñada, en ese momento me importó un huevo.

Me aparté de ella, y el cabrón de Sansón no tardo ni 5 segundos en olisquearla el coño, darle cuatro lamidas, y montarla.

Al cabrón del perro, no había que decirle que tenía que hacer. Ya se había subido encima de Emma, y la tenía sujeta por las caderas.

Carla se había levantado y no se perdía nada de lo que pasaba, incluso se tiró al suelo para grabar como Sansón se la metía a Emma.

Le bastaron un par de intentos para meter su pene en el coño de Emma.

En el momento en que Sansón notó que la tenía metida en caliente, empezó a follarla con una velocidad increíble. Yo le grababa la cara que era un poema recibiendo las embestidas de Sansón.

En un momento dado, puso los ojos en blanco y se mordió los labios.

"Acaba de meterla el nudo", grito Carla que parecía entusiasmada ante tal situación.

Sansón aún siguió bombeándola un rato más y al final se quedó quieto poniendo Emma una cara de éxtasis como notando la leche de Sansón inundándola el coño.

Pero no se bajaba, era evidente que se había quedado pegado.

Yo ya tenía otra vez la polla a tope, pese a haberme corrido hacia nada, si no fuera porque Sansón tapaba la entrada la había enviado tal y como estaba.

Carla, que era más mala que un dolor le bajó las patas al suelo y Sansón no tardó en pasar una de sus patas traseras por encima de Emma y quedarse cultura con culo con ella.

Allí lo tenía, todo el ojete abultado sin duda por el efecto del nudo dentro de su coño se me ofrecía totalmente indefenso.

No me lo pensé dos veces, me puse sobre ella y se la metí por el culo sin grandes esfuerzos.

"Que jodía,", dijo Carla. "Ahora tiene al hermano humano y al perruno follándola a la vez".

La debió de parecer demasiado placer para Emma, y empezó a estimular a Sansón, ofreciéndole golosinas y una zapatilla con la que le gustaba mucho jugar y se la tiraba delante de su morro alejada, para que intentara ir a por ellas y así tirar del coño de Emma, que estaba bien sujeta por mis manos en las caderas mientras la enculaba.

Yo notaba el bulto moverse bajo mi polla intentando salir y retrocediendo otra vez.

Yo no tarde mucho en vaciarme nuevamente dentro del culo de Emma. Todo aquello era demasiado morboso y excitante.

Al final Sansón terminó por sacar la polla del coño de Emma.

Menudo pollón sacó y menudo bulto en la base de la polla, y eso que ya le había bajado lo suficiente para sacarlo del coño y eso sí, dejárselo bien abierto. Ahora mismo su coño parecía una fuente echando la leche del perro mezclada con la mía.

Emma se levantó, se giró hacia nosotros,

"¿Ya estáis contentos?, nos dijo.

"Yo al menos si", la dije acompañada por las risas de Carla que no solo había disfrutado la situación, sino que además la había inmortalizado.

"Oye, máquina", me dijo mientras Emma se iba al baño, "luego te paso mi vídeo y haces un montaje chulo de dando vueltas follándola y de sus caras. Tiene que quedar chulísimo".

Me daba miedo Carla, está era capaz de colgarlo en algunas de sus redes, o por lo menos enseñárselo a todos los que le apeteciera, y eso no me parecía bien así es que en el vídeo que le montara a ella la pondría una máscara a Emma para que no se la conociera.

Esperé a que Emma saliera de la ducha para ducharme yo. Mientras Carla tuvo que estar apartando continuamente a Sansón que se ve que quería más coño. Me dijo que se vestía y bajaba a la calle que tenía que comprar.

Cuando me duché me fui al cuarto de Emma, para hablar con ella.

La expliqué que lo que había pasado tenía la importancia que quisiéramos darla.

Me dijo que ya lo sabía y que no pasaba nada, pero que la había humillado mucho el tener que hacerlo con Sansón con nosotros mirando y cachondeándonos.

La dí dos besitos en las mejillas, y la dije,

“Tonta si lo has pasado muy bien”.

“Si claro, pero esto se hace de otra forma. Lo que si es verdad es que somos unos pervertidos. Eso sin duda”, me dijo ella.

“Son todo tabúes sociales, tanto el incesto como lo de Sansón. A mí me parece genial practicar sexo como, donde y con quien se quiera. Por cierto, ¿tomas pastillas no?”, la dije.

“Si cl aro, cada vez os gusta más a los tíos hacerlo sin condón”, me respondió.

“¿Cómo?, ¿A los tíos? Yo pensé que tú eras fiel a tu novio.”, la dije.

“Como dices tú, tabúes sociales”, me respondió muy digna.

“Ya veo, ya”, la respondí.

Aún estaba con el albornoz, y por consiguiente desnuda debajo.

Yo no sé que me pasaba, pero solo pensaba y quería sexo.

“Que decía yo que antes he tenido poco tiempo de disfrutar viendo tu cuerpo. ¿Te importa que lo haga ahora?”, la dije esperando que me mandara a la mierda.

“Que pasa que no has tenido bastante?”, me preguntó.

“Si, si, perdona, ha sido una pregunta fuera de lugar”, la dije.

Cuando terminaba de decírselo, ya se había soltado el cinturón del albornoz, abriéndoselo y mostrando todo lo que tenía, recostada en el cabecero de la cama.

“Guau, eres realmente preciosa, tienes un cuerpo de muerte. ¿Puedo?”, la dije dirigiendo una mano hacia una de sus tetas.

Aunque eran gemelas Carla y ella, y se parecían bastante de cara, el cuerpo era más bonito el de Emma.

“¿Ahora vienes pidiendo permiso?”, me dijo Emma.

La cogí una teta palpándosela. Tenía más tetas que Carla y por supuesto igual de duras que ella. El pezón muy rosado, se erguía sobre una areola no excesivamente grande. Se lo cogí con dos dedos estirándoselo un poco. Emma me cogió la mano apartándola y me dijo,

“Los tengo muy sensibles”.

Cambié los dedos por la lengua, dándole lengüetazos y succionándoles ligerísimamente con los labios. Por primera vez, Emma mostró sentir algo de placer que no lo había visto en toda la mañana.

Pase al otro pezón haciendo lo mismo. Me cogió la cabeza como queriendo regular la presión que pudiera ejercer sobre su pezón.

Cuando terminé con el fui bajando por su cuerpo, recorriéndoselo con la lengua, metiéndosela en el ombligo y siguiendo hasta su pubis. Los jadeos de Emma empezaban a ser más frecuentes e intensos. Llegué hasta su vulva. Me quedé un rato mirándola. Con los dos dedos gordos le abrí los labios.

“Uhmmm, que bonito. Quiero saber dónde la he metido”, la dije.

“¿Sabes?, cuando eras pequeña, muchas veces miraba como te cambiaba mama, y me hacía mucha gracia verte la rajita. En aquel entonces yo también era muy pequeño, y no suponía ni para que servía esto, solo que era diferente a lo que tenía yo”, la dije.

“Toda la vida has sido un guarro y a las dos nos ha gustado provocarte, que para eso eras el mayor. Por cierto, ¿no está la loca?”, me dijo.

“Carla, no. Se ha bajado a comprar”, la dije.

“Bues ven tu aquí que yo también quiero saber que es lo que me has metido”, me dijo echando mano a los calzoncillos que es lo único que llevaba, y bajándolos de un tirón. Mi polla totalmente erecta otra vez, salió disparada hacia arriba. La cogió con una mano, y dijo,

“No está mal, ya decía yo que me gustaba”, me dijo mientras la pajeaba un momento hasta llevársela a la boca.

Como mi intención era comerla el coño, la dije que se tumbara e hicimos un 69. La verdad es que era una autentica pasada estarse comiendo ese coño, mientras ella chupaba con ganas. Era curioso pero cada coño sabía de una forma. Supongo que no habría dos que supieran igual, influían muchas cosas en ello, pero el caso que, con Emma, estaba teniendo toda la delicadeza del mundo, quizás para compensarle por lo de antes.

MI lengua sobre su clítoris la hacían dejar de chupar y jadear cada vez más profundamente. Le notaba los labios más hinchados, más calientes, estaba lista para follarla. Y eso hice.

Me di la vuelta, y no pude evitar fundirme con ella en un morreo profundo, a la vez que le metía la polla en el coño.

Empecé a follarla lentamente, nada que ver a como la había follado antes. Ella movía el cuerpo como acompasando mi follada. Yo la recorría las tetas y la cara con mi boca, nada abrupto, quería que me sintiera suave. Cada vez jadeaba más movía más sus caderas haciendo que su pubis intentar dirigir la dirección de mi polla.

“Quieres manejar tú?”, la pregunté.

“Sigue, sigue, estoy a punto”, me contestó.

Seguí follándola ahora si incrementando un poco el ritmo. Descubrí que besarla en el cuello, la ponía a mil.

Hice que mi polla se saliera de su coño y resbalara por su clítoris varias veces. Eso la hacía arquear hacia arriba las caderas intentando buscar la polla. Cada vez salí mi polla más mojada de su coño, con hilos blancos. Al final lanzó un profundo ahhhhhhhhhhhhhhhhh, cogiéndome con sus piernas por mis nalgas para que no se me ocurriera volverme a salir. Notaba como ella intentaba abrazarme la polla con su coño, y la verdad es que medio lo conseguía. Notaba cierta presión en mi polla.

Se corrió como una bendita. La dejé que reposara bien la corrida, sin sacarla la polla del coño, y haciéndole algún pequeño movimiento. Cuando más o menos vi que estaba recuperada, la abracé y me giré en la cama, poniéndome yo debajo y dejándola a ella encima. Estuvo aun un rato tumbada sobre mí, y me dijo en voz baja.

“No le digas a la loca que lo hemos hecho. Bastante tiene con lo del perro”.

“Tranquila, no se lo diré. Por cierto, ¿te ha gustado lamerla el coño?”, la pregunté.

“Es algo distinto. Nunca lo había hecho, pero es verdad que hay momentos en que la excitación te puede, pero si, no estuvo tan desagradable como pensé que sería”, me contestó.

Mientras decía eso se había ido incorporando. Se colocó bien sentada sobre mis muslos con la polla dentro.

“Ahora si manejo yo”, me dijo.

Apoyo sus manos en mis hombros, y empezó a moverse en círculos sobre mi polla. De vez en cuando restregaba su clítoris en mi pubis.

Cerraba los ojos, y gemía.

“Porque Jorge no sabrá follar así”, me dijo.

Jorge era su novio.

“No sabe?”, la pregunté.

“Que va se corre enseguida, y a mí me deja a dos velas. Por eso cuando puedo me desquito”, me contestó.

“Bueno, eso podrá consultarlo al médico y seguro que tiene cura, pero vamos mientras yo te desquito todo lo que haga falta”, la dije dándole un azote.

“Uhmmm”, contestó ella empezando a cabalgarme la polla con rapidez.

Era grandioso verla así con la melena al viento moviéndosele las tetas como dos poseídas y jadeando a tope.

Estuvo así un rato, luego levantó un poco el culo hasta que le salió la polla del coño y se la llevó hasta el ano. Se la metió con la misma facilidad que se la había metido yo antes.

La verdad es que era diferente a follar tú el culo. Así era ella la que se daba placer, alternando con masajeo de clítoris.

Según la pose que ponía la veía el coño abierto e invitando a ser penetrado por otra polla. Se lo dije.

“Te han metido alguna vez dos pollas a la vez? ¿Te han hecho un sándwich?”

“Que va, los tíos sois muy tontos. He llegado a hacerlo con muchos, pero no hacían doble penetración porque se tocaban entre ellos y no eran gays”, me dijo muy decepcionada.

“Hay mucho gilipolla suelto. Pues cuando quieras, yo tengo con quien hacerte un sándwich que no vas a olvidar”, la dije.

“De verdad?”, me dijo Emma.

“Con Claudio, mi colega, el que trabaja en el Sex-shop. Estará encantado”, la dije.

“Conozco a Claudio, no es que me importe, pero me da cosa que le vaya con el cuento a Jorge”, dijo ella.

“Te aseguro que es una tumba”, la dije.

“Si no se entera Jorge por mí no hay problema. Lo estoy deseando”, me dijo Emma.

“Bueno si te parece vamos a hacer una cosa, vamos a parar aquí. Además, tiene que estar a punto de llegar Carla. Yo me acerco a hablar con el colega, y si puede esta tarde nos pasamos por el sex-shop”, la dije.

“Guay”, me contesto ella.

La di un morreito antes de terminar.

“Me encantas”, la dije, “y haces muy bien en follarte a Sansón si eso te gusta, aunque me gustaría más que te gustara follar conmigo”

“Si Rubén, me encanta follar contigo. Es una maravilla haberlo descubierto”, me dijo, “Sabes ser rudo y cariñoso, y aguantas muchísimo. Eso no tiene precio”

“Por cierto, con Claudio, que te apetecería rudo o cariñoso”, la pregunté.

“Pues supongo que yo soy una pobre chica que entra en un sex-shop para comprar un regalo para la despedida de una amiga, y me encuentro dentro con dos depravados que, al verme sola, se aprovechan de mí”, me dijo guiñándome un ojo.

Joder, joder, tanto coño y tanto follar me iba a matar, pero bueno para cuando vinieran mal dadas.

Me vestí y me fui al sex-shop a hablar con el colega.

“Hola tío”, le dije según entre, “tengo otro trabajito, pero este es algo especial”

“No me jodas colega, quien es ahora tu madre?”, me respondió.

“Podría ser, pero no. Es mi hermana, Emma”, le dije.

“Pero bueno tío ¿a ti que te pasa? ¿Es que vas a dominar a todas las hembras de tu entorno?”, me preguntó riéndose.

“A las que se puedan, claro”, le dije.

“Bueno y que tiene de especial?”, me preguntó.

Le conté la puesta en escena que me había dicho Emma, y que quería un sándwich.

“A ver si me entero. Lo primero que no se entere Jorge, que, por mi parte, ya pueden darle mucho y bien. Y luego ella entra como una cliente, y nosotros al verla sola y sin clientes la violamos. ¿Es eso?”, me dijo.

“Si, pero lo del sándwich es fundamental”, le dije.

“Sin problemas hombre, mientras no me la quieras meter a mí, por tocarnos mientras la follamos no nos va a pasar nada”, me dijo él.

“Perfecto entonces. ¿Cuándo podría ser?”, le pregunté.

“Por mí ahora mismo si quieres ya ves que no hay gente”, me dijo él.

“No, ¿esta tarde a las cinco te viene bien?”, le pregunté.

“Por mí perfecto, pero por favor, que traiga bragas o tanga, me gusta arrancarlos y con las dos que me has traído no he podido”, me dijo el colega.

“Ja, ja, vale, esta aún no tiene orden de no usar ropa interior”, le dije.

“Unas esposas y un flogger nunca vienen mal, ¿no?”, me dijo.

“Dado el tema que ella misma a escogido, no, pero sin pasarse. Que ella marque el ritmo. Ya sabes, es mi hermana pequeña. Jajaja”, le dije.

“Que cabrón eres, vale, vale suave”, me dijo.

“Venga nos vemos luego”, le dije saliendo de la tienda.

De camino para casa, entre en unos chinos, los mismos donde compré el disfraz de Berta y compré una faldita muy corta de tul, una tanga de hilo la mínima expresión y una camisa de lo más hortera que encontré.

Cuando subí a casa entre en la habitación de Emma, le di la bolsa con la ropa y le dije que a las cinco allí, y que se pusiera esa ropa y zapatos, nada más.

Al rato salió de su cuarto vino al mío y me dijo que con esa ropa no podía salir de casa, que la encerrarían por loca.

La dije que dijera que tenía una fiesta de disfraces, que se pusiera unos leotardos para no ir tan descarada y que cuando saliera de casa se los quitara para ya ir por la calle como una buena puta.

Me salió del alma, y ella no se inmuto. La dije que se llevara unos leggins también y una camiseta, por si tenía que cambiarse.

Comimos y a las cinco menos cuarto salimos para el sex-shop.

Yo me adelanté porque más que nada quería saber si Emma cumplía con lo que la había dicho. Y así fue, salió ya del portal sin los leotardos, y verla andar por la calle era un espectáculo, ya que a cada paso enseñaba el culo.

Me tocó correr, pero llegué al sex-shop antes que ella.

“Ya viene, por cierto, se le puede arrancar toda la ropa, trae de recambio, pero sin saber porque”, le dije.

“Perfecto, esperemos entonces a que llegue”, dijo él.

“Si, pero hasta mi señal no hagamos nada”, le dije, “dejémosla que lo desee”

“Ok, tu mandas”, me dijo.

Al momento se abrió la puerta y entró.

“Hola Claudio y Rubén, buenas tardes”, dijo ella mirándonos.

“Hola Emma, encantadísimo de verte”, dijo el colega mirándola de arriba abajo.

“Hola hermanita”, la dije yo.

“¿Puedo ayudarte en algo?”, le preguntó Claudio.

“Veras estaba buscando un regalo para una despedida de soltera, y he pensado que aquí puedo encontrar algo adecuado”, dijo Emma con el guion aprendido.

“Si, mira en aquella estantería está todo lo que tengo para ese tema. Están muy de moda las diademas con penes arriba, allí también hay”, le dijo.

“Vale voy a mirar”, dijo Emma.

Aproveché la ocasión para decirle con la mirada a Claudio que cerrara la puerta de la tienda, lo que hizo rápidamente.

Con la cabeza le hice un gesto de que a por ella.

Emma se dio cuenta de que cerraba la puerta y siguió con su papel.

“Porque cierras la puerta de la tienda?”, preguntó.

“Porque no queremos que nos molesten, putita”, le dijo acercándose a ella.

Yo ya lo había hecho y girándola de los hombros la levante la falda y le dije,

“ ¿Ves el culito que te dije que tenía?, le dije.

“Si señor, el culo de una buena puta”, dijo tocándoselo con las dos manos.

Emma que estaba inconmensurable en su papel, se volvió hacia Claudio y le soltó una bofetada, diciendo,

“¿Pero tú que te has creído cerdo?, ¿tocarme e insultarme?”.

“Mira la muy zorra, se nos ha puesto brava”, dijo Claudio, a la vez que sacaba del bolsillo las esposas y antes de que se diera cuenta ya tenía las dos manos esposadas a la espalda, pero Emma no callaba.

“Dejarme cerdos, que me vais a hacer”, gritaba Emma.

Claudio la cogió del cuello apretándoselo, con una cara sádico indescriptible y la dijo,

“No te amordazo puta, porque necesito esa boca para que mame pollas, pero como sigas gritando te corto la lengua”.

Esto calmó algo a Emma que al menos dejo de gritar. Yo la sujeté por los hombros y Claudio, la echó mano a la camisa arrancándola de un tirón todos los botones.

Las encantadoras tetas de Emma salieron a la luz que al momento fueron cogidas por las manos de Claudio, estrujándolas y luego mordisqueándolas al igual que los pezones. Yo mientras, detrás de ella le daba tortitas en la cara.

“Mírala si parecen las tetas de una chiquilla, en vez de las de una puta como Emma”, decía el colega.

“Veamos que hay por aquí abajo”, la dijo echándole mano a la falda, que en un plis-plas, estaba también destrozada.

Se quedo solo con el tanguita que le tapaba a duras penas la raja.

“Mírala que tanga de mierda nos trae la muy zorra. Esto que te tapa, si casi no te tapa ni el coño”, la decía tirando de las tiras de la cintura para arriba con el claro propósito de arrancárselo, con lo que la tira de goma se metió por la vulva de Emma produciéndola el lógico dolor de ese roce ahí. Ya tirándola del tanga la fue llevando hacia el almacén. Una vez allí la dio un tirón seco, y el tanga salto por los aires.

“A ver el coñito de Emma?, la dijo mientras se lo cogía con una mano apretándoselo como si de una hamburguesa se tratara.

“Que chochito más apetecible, lástima que no pueda decirle a Jorge que he probado el chochito de su chica”, le dijo el colega.

“No, no, por favor eso no”, imploró Emma.

“Se buena, obedece, y nadie fuera de nosotros tres sabra lo puta que eres”, le dijo el colega.

Mientras que la decía esto se iba bajando los pantalones, hasta que se sacó la polla.

La puso de rodillas en el suelo y la dije,

“Mama puta”.

Emma se puso a mamar. El colega terminó de desnudarse, y yo hice lo propio.

Arrimé también la polla a la boca de Emma, y el colega le decía,

“Venga zorra ahora al hermanito, ahora a mí”, así la iba haciendo cambiar de polla.

Llegó un momento en que me dijo,

“Métesela conmigo”.

Y yo que me dejaba guiar por él le metí también la polla en la boca a Emma. La verdad es que la sensación de tener mi polla en roce con otra polla no me causo la más mínima impresión.  La estuvimos follando un rato la boca. Emma, hacia lo que podía porque no le era fácil abrir la boca lo suficiente para acoger a las dos pollas.

Después la cogió del pelo, y la llevó hasta un colchón hinchable que había traído.

“Ponte a cuatro patas”, la dijo.

Emma obedeció y él cogió el flogger y empezó a azotarla el culo. Cuando se cansó, me lo dio.

“Sigue tú”, me dijo.

Yo alterne los azotes entre el culo las tetas y el coño. Flipamos los dos, porque Claudio la abría los labios para que pudiera azotarla el coño abierto y echaba goterones de flujo del coño.

“Perrita, la dije estate tranquila que no te están quedando apenas marcas”, la dije.

Cuando terminamos, la tumbamos en el colchón boca arriba y el colega fue el primero en ponerse sobre ella y follarla. La estuvo un buen rato dando, hasta que se apartó y me dejó a mí.

Yo hice lo propio, y luego le tocó el turno a su culo que también le follamos los dos uno tras otro. A estas alturas, Emma ya se había corrido dos veces que nos diéramos cuenta. El colega fué el último en follarla el culo.

Cuando lo hizo, se tumbó bocarriba en el colchón y se la puso encima metiéndosela por el coño. La posición era clara, yo me puse detrás, y se la metí por el culo.

Empezamos a follarla rítmicamente, cuando entraba la de Claudio salía la mía, y, al contrario.

Yo la tenía cogida del pelo y tiraba de su cabeza hacia atrás como si de las riendas de una yegua se tratara. El colega de vez en cuando la daba una bofetada y la decía que agradeciera el favor que la hacíamos por follarla a la vez.

Emma decía gracias en voz baja, y jadeaba como una posesa.

Al rato de estar así Claudio grito,

“Cambio de agujero”.

Y cambiamos los lugares y me puse debajo follándola el coño y el detrás follándola el culo.

En este punto el colega metió la pata.

“Joder tío esta es la mejor de las tres que me has traído”, me dijo.

Emma que tenía su cara sobre la mía, puso cara de asombro, y me dijo,

“A quien más has traído?”.

El colega reaccionó a tiempo la cogió del cuello, y la dijo al oído,

“No te importa nada lo que tu Amo haga, y por curiosa y preguntona te vas a llevar doble polla en el coño”.

Dicho y hecho. Le sacó la polla del culo y se la metió en el coño encima de la mía.

Aquello ya fue demasiado para los tres, y después de follarla unos minutos a toda leche, nos corrimos los tres como locos.

Emma cayó sobre mí exhausta, echando sobre mi estómago, un reguero de semen mezclado con flujo suyo.

Estuvimos así un momento.

“Bueno chicos, Emma, un placer. Espero no haberme pasado, pero ha sido un auténtico placer poder jugar contigo. Yo voy a vestirme que tengo que abrir, jaja que por esto no me pagáis, y espero no haberos defraudado”, nos dijo Claudio.

“Ha sido genial”, dijo Emma.

Pasó al baño a lavarse un poco y a ponerse la ropa que había traído, sin tanga, ni braga, que eso no la dije que cogiera.

Nos despedimos afectuosamente de Claudio, que como siempre nos regaló las esposas y el flogger, y salimos del sex-shop.

Apenas habíamos puesto un pie en la calle, Emma me paro con la mano sujetándome del brazo y me dijo,

“Gracias, ha sido salvaje y genial. Jamás me había corrido tantas veces seguidas, parecía un orgasmo inacabable. Pero ahora dime, ¿que es eso de que eres mi Amo, y de que ya has traído a otras dos?”

“Nada mujer que a Claudio se le ha calentado la boca, nada más”, la dije queriendo zanjar la conversación.

“Joder en serio Rubén cuéntamelo, me interesa”, me dijo Emma.

Está bien, soy dominante, y tengo dos sumisas, y se las he traído para que el las iniciara”. La dije.

“Y quienes son las dos? Dímelo por favor. ¿Una es la loca?”, me preguntó.

“Joder Emma, esto no puede saberlo nadie, ¿OK?”, la dije.

“Claro tonto”, me dijo ella.

“Pues son Berta y su madre”, la dije.

“Venga joder en serio”, me dijo Emma.

“Tía, te lo estoy diciendo totalmente en serio”, la dije.

“No puede ser, de Berta, quizás me lo puedo creer, es joven y ya se sabe nos gusta experimentar, pero su madre…”, me dijo Berta.

“Pues lo es. Es una historia enrevesada y larga de contar”, la dije.

“Tenemos tiempo, ¿nos tomamos un café y me la cuentas?”, me dijo.

Vi que no tenía más remedio que hacerlo. Al final Emma se había portado muy bien, y bueno mis lazos con ella se habían estrechado y mucho con lo que había pasado hoy.

Entramos en una cafetería de regreso a casa, y nos sentamos en una mesa. Ya eran casi las siete, y bueno tanto ejercicio nos había abierto el apetito.

Pedimos dos chocolates con churros, que eran típicos de la cafetería, y empecé a relatarle a Emma, todo lo acontecido con Estefanía, y con Berta.

Las caras de sorpresa de Emma me hacían gracia hasta a mí. Seguía incrédula, hasta que la enseñe un trozo de video del que había hecho en el obrador en el que se me veía follando a Estefanía, y ésta lamiendo el coño a Berta.

Flipaba en colores.

Cuando terminé de contarle la historia me dijo.

Impactante e inimaginable, pero porque ha dicho Claudio que eras mi Amo. ¿Se lo has dicho tú?, me preguntó.

“En eso si te aseguro que se le ha calentado la boca. Yo para nada le he dicho que era tu amo”, la dije.

“Vaya, ¿tan poca cosa soy para ti, que no me quieres de sumisa?”, me dijo.

¿Pero que pasaba aquí? ¿Es que ahora todas las tías eran sumisas? ¿Esto era fruto del confinamiento? No entendía nada.

“No me digas que tú también eres sumisa”, la dije.

“Eso es algo que no se va haciendo público, ni se lleva escrito en la frente, pero lo que te dije esta mañana de que lo había hecho con tres, realmente eran tres que me estaban dominando” me dijo ella muy digna.

“Vamos a ver, vamos a ver. ¿Como empezaste?”, la pregunté.

“No se si no tendremos que pedir otro chocolate con churros”, me contestó.

“Quita, quita, una Coca-Cola, que luego sienta mal tanto churro, además tú ya llevas hoy unos cuantos”, la dije.

“Solo tres, aunque eso si dos de ellos varias veces”, me aclaró Emma, “Bueno pues el tema empezó hace cinco años, yo aún era menor de edad. No sé si recuerdas una noche de Halloween que no vine a dormir a casa”, me dijo.

“Como para no recordarlo. Solo falto llamar a lobatón para que te buscara, y te dijeron que no volvías a pisar la calle, y no veas la cantidad de charlas que tuve con los papis, para convencerles de que son cosas que pasan, les dije que habrías bebido más de la cuenta, y antes de volver sola a casa que te podría haber pasado cualquier cosa, te habías quedado en casa de una amiga”, la dije.

“Sí, si, lo sé y te lo agradecí mucho y te lo sigo agradeciendo, pero realmente no estuve en casa de una amiga, como podrás suponer”, me dijo.

“Ya”, la dije.

“Estábamos Aurora, Merche y yo, en una disco, “La Luna”, bueno tuviste que conocerla porque estaba muy cerca”, me siguió contando.

“Sí también fui alguna vez por allí”, la dije.

“Íbamos mucho y nos dejaban entrar pese a saber que éramos menores, bailábamos, y luego casi siempre algunos chicos nos invitaban a tomar algo, siempre sin alcohol, a cambio de tocarnos el culo o las tetas. Aquella noche el ambiente era diferente, estaba como decirlo, viciado”

Como siempre, se nos acercaron unos tipos, aunque estos eran mayores para lo que solían frecuentar esa disco se pusieron a tontear, ya sabes bailotear haciendo el pavo. Como todos íbamos disfrazados, la verdad es que era complicado saber si los habíamos visto alguna vez o no, el caso es que como casi siempre nos invitaron a tomar un chupito en la barra, y allí nos fuimos.

Tomamos un chupito, luego otro, riendo, tonteando, nada del otro mundo.

Nosotras estábamos como gallinas cluecas, viendo a tíos mayores intentando ligar con nosotras, pero hasta entonces lo más que habían conseguido los chicos, era algún sobeteo o algún pico, nada más, y aquella noche no debería haber sido de otra forma.

En el tercer chupito, pasó algo. Uno de los tipos, tropezó y me salpico toda la cara con el vodka. Otro que acababa de venir del baño, me limpió cortésmente la cara con la mano que llevaba puesta un guante. Hay, se produce un apagón en mis recuerdos.

Vuelven estando en una nave, atada a unos palos desnuda, y un montón de tipos sobándome por todos lados. Yo empecé a gritar, y con mis propias bragas me las metieron en la boca diciendo que, si no me calmaba y me callaba, Fredy se encargaría de mí, el de las navajas en los dedos me dijo sacando una navaja, abriéndola y pasándome la punta por el cuello, las tetas, los pezones, el coño….

Me convencieron.

Hacían algo que entonces no entendí y luego comprendí.

Me torturaba por ejemplo retorciéndome los pezones, o mordiéndolos o incluso acercándoles cigarrillos encendidos, y cuando me estaba quejando, uno me masturbaba hasta que me corría. Así una y otra vez.

Me follaron todos y por todos lados. Ellos fueron los que inauguraron mi culo, pero lo hacían a lo bestia. Un par de veces di muestras de ir a correrme con tanto folleteo, y me daban bofetadas bien fuertes para que no lo hiciera.

Luego me pateaban el coño y de pronto paraba y me masturbaban para que me corriera.

Así estuve toda la noche. Un par de veces me desmaye supongo que un poco por todo me despertaban a guantazos y a seguir. No se las veces que me corrí, ni las que m e follaron, ni las bofetadas que me dieron, ni muchas cosas que sin duda me hicieron.

Al final uno cogió mi bolso para hacer fotos al DNI diciéndome que si los denunciaba irían a por mí y mi familia.

Entonces se dieron cuenta de que era menor, y cundió el pánico. Me tiraron la ropa y se fueron diciendo que ya me llamarían.

Ya casi amanecía. Yo tenía la cara hinchada de las bofetadas los pezones como tomates, los labios del coño eran el doble de su tamaño natural, mi ano me ardía, pero tenía que disimular que no pasaba nada.

Durante el mes que estuve castigada, se creó en mí un odio absoluto hacia los hombres. Me llamaron varias veces, y siempre les colgaba sin contestar. Pero algo en mi había cambiado, lógicamente me hacía dedos. Hasta entonces mis dedos eran en plan romántico, con Jorge o lo que fuera, pero desde aquello eso no me excitaba. Necesitaba revivir una y otra vez las escenas que recordaban en que me torturaban para poder correrme.

Con Jorge el tema casi era peor al tener eyaculación precoz, no me enteraba de nada, así es que cuando me levantaron el castigo y me llamaron estos tíos, quede con ellos. Solo eran cuatro, y lo han sido desde entonces, pero repiten siempre la misma técnica. Me explicaron una vez que lo hacen para que dependa de ellos, que solo sea capaz de correrme cuando me torturan. Me hacen de todo, desde mearme, hasta clavarme agujas en las tetas o atarme el clítoris y tenerlo estirado mientras me azotan, me han prostituido, y con ellos probé el primer perro.

Pues esa a grandes rasgos es mi historia. ¿Crees que soy sumisa?

Lógicamente no tenía palabras.

“Bueno no sé que hacer si darte un abrazo por todo lo que has pasado, o si llevarte otra vez al sex-shop y darte una buena paliza”, la dije.

“Yo me apuntaría a lo último, pero he de decirte, que esta mañana cuando lo hemos hecho en la cama suave, luego yo manejando, he reencontrado sensaciones anteriores a aquella noche. Me ha gustado muchísimo, y los orgasmos que he tenido han sido muy grandes, aunque también los han sido los de ahora. Estoy hecha un lio”, terminó diciendo.

“Realmente es algo que se escapa a mi conocimiento, pero creo que lo primero que tienes que hacer es acabar con esos tíos”, la dije.

“No puedo, Rubén, de alguna forma los necesito. O al menos necesito un trato similar”, me dijo.

“Bueno mira vamos a hacer una cosa. Me gustaría comentar este tema con unos amigos que si que están metidos en este mundo, y precisamente mañana los veo, quizás ellos puedan sugerirme algo, Tengo que hablar por teléfono con uno y luego verme con otro ya te contare, pero sobre todo tranquila. Nadie que no sea estrictamente necesario conocerá tu historia”, la dije.

“Gracias Rubén, en serio, pero creo que es mejor dejarlo como está”, me dijo ella.

Pagué y nos fuimos de la cafetería ya eran casi las nueve, y había que cenar y dormir.

Aquella noche no podía conciliar el sueño. Las escenas que me había relatado Emma, no me dejaban dormir. Tuvo que pasarlo muy mal, aquella noche, y luego recordándolo y sin poder contárselo a nadie.

Al final me dormí.

Por la mañana me levanté, me duché, y me fui a casa de Berta.

Me disculpé, por no haber salido con ella la tarde anterior, pero la dije que en su momento se enteraría del porqué. También le dije que esta tarde había sesión en la pastelería en principio, y luego en otro sitio que ya vería.

Estando con ella me llamó Amo Carlos.

Me excusé ante Berta, y me fui a la calle. Tenía que hablar de Emma y no quería que Berta lo oyera.

“Hola amo Carlos, encantado de hablar contigo”, le dije.

“Igual te digo Amo Richard. He estado hablando con Master Melvin, y puede ver a tus sumisas a partir de las nueve de la noche en la sede del club”, me dijo.

“Perfecto, Amo Carlos, pero quería comentarte una cosa”, le dije relatándole por encima el tema de Emma.

“Si, hemos tenido algún casi más o menos similar, y lógicamente tenemos medios para terminar con eso. Emma es sumisa declarada?”, me preguntó.

“Pues la verdad es que yo me he enterado hoy”, le dije.

“Bien pues llévala también, que la conozca el Master”, me dijo.

“Perfecto, Amo Carlos”, le dije.

“Bien pues a las 20:30 pasarán dos vehículos, uno para recogerte a ti y otro para recoger a las sumisas. El conductor tendrá instrucciones”, me dijo.

“Ok, pues luego nos vemos entonces Amo Carlos”, le dije cortando.

Llamé a Emma y le conté el tema. La verdad es que se mostró emocionada diría yo, por haberme ocupado tan pronto de ella.

También llamé a Estefanía y la dije que a las cinco en la pastelería, y por supuesto subí de nuevo a ver a Berta, y se lo dije.

“Además, vais a tener una nueva compañera”, la dije.

“Quien?”, me preguntó sobresaltada.

“Emma”, La dije.

Le conté sin muchos detalles lo que me había contado a mí la tarde anterior, y lo que había hablado yo con el Amo Carlos.

“Jo pobre chica, lo tuvo que pasar fatal. ¿Ella sabe lo nuestro?”, me dijo.

“Si, he preferido que desde el principio sepa toda la verdad, y tu mami va a tardar poco en saberlo también, y quiero que tu también seas la tutora de Emma.

“Vale, ¿pero realmente que es un tutor en esto?, me preguntó Berta.

“En el BDSM un Tutor es una persona que guía, que se centra en instruir y hasta cierto punto dirige a otra persona en un determinado rol o según sea su tendencia. El tutor no domina, simplemente usa sus tutorías con fines pedagógicos, y si en un momento dado ha de ejercer como Dominante jamás será como satisfacción propia sino ha efectos de recalcar algún punto en su guía, una tutelada tiene a su tutor por sus consejos no por sus órdenes”, la dije.

“Vale más o menos me queda claro”, me dijo Berta.

“Bien yo ahora voy a hablar con Emma, para rematar con ella el tema de esta tarde. Tu prepárate, sobre todo para luego para cuando os vea el Master”, la dije.

Me fui a hablar con Emma, y a contarla un poco lo que pasaría por la tarde. Le encantó que le fueran a dar caña.

CONTINUARA