Joder con la suegra!!!! - 7

La madre de mi novia, se ha metido en un buen fregado, y hay que intentar resolverlo.

CAPITULO VII

BERTA CON EL COLEGA

Antes de subir a casa, me acerqué al sex-shop, y hablé con el colega.

“Hola, tío, ¿que tal? ¿Ya has digerido el polvo?

“Buah, tío, genial. Empezar así la mañana, te da fuerzas para todo el día”, me dijo todo orgulloso.

“Pues mañana te vendrá otra. No he querido mandártela hoy, para que estés bien descansado”, le dije.

“Pero tío, ¿te has metido proxeneta?”, me preguntó.

“Casi, pero no, no. Y a la de mañana la conoces”, le dije.

“No jodas, ¿quién es?”, me preguntó intrigado.

“Berta”, le contesté.

“Cómo, Berta, ¿tu Berta?”, me preguntó sorprendido.

“Si, la misma”; le dije.

“No tío, no puedo hacerte eso”, me dijo el muy honrado.

“A ver, estamos empezando una relación de sumisión, al margen de la nuestra, y quiero que esa sea su primera prueba”, le dije.

“Tu Dominante?, válgame Dios”, me dijo.

“Si tío, es lo que hay”, le contesté.

“Bueno, pues yo por un colega hago lo que sea, hasta follarme a su novia”, me dijo casi riéndose en mi cara.

“No te vengas arriba. Tendrán que hacer esto con muchos otros. Tu digamos que me has servido de punto de partida”, le dije.

“Tendrán?, no me jodas que la jaca también es sumisa tuya”, me pregunto.

“Sí y para que lo entiendas un poco más, es su madre”, le dije.

“¿Su madre?, ¿la madre de Berta?”, dijo sin salir de su asombro.

“Así es”, le contesté.

“O sea que, al margen de Amo, depravado. Madre e hija. Eso es la fantasía de todo tío. Como te lo montas cabrón”, me dijo, “Y a Berta, ¿tratamiento completo?, ¿cómo a la otra?

“Pues sí, pero a Berta, empieza follándola la boca, luego el resto”, le dije.

“Es flipante que me estés pidiendo que haga eso, pero no preocupes. No te defraudaré. ¿También estarás de voyeur?”, me preguntó.

“No, en este caso estaré presente, vendré con ella”, le dije.

“Joder contigo delante mirando, lo mismo ni se me levanta”, me dijo.

“Mira que me extraña eso”, le dije, “por cierto, ¿estas puesto algo en el mundo de la Dominación?”

“Poco tío, el material que vendo, y poco más”, me dijo.

“Vaya una lástima me hacía falta información”, le dije.

“Viene un tío de vez en cuando que me compra material. Bastante material. A veces tengo que traérselo porque yo no lo tengo, y le hago factura a nombre de un club, quizás él o en el club, puedan ayudarte.

“Y tienes datos de contacto?, le pregunté.

“Tendría que buscarlos. Las iniciales son E.D.C. pero no recuerdo más tendría que mirarlo, déjame ver en el ordenador….. ah, no, este no da más que eso y el Cif. No da dirección, teléfono ni nada similar”, me dijo.

“Y como le avisas cuando le traes material?”, le pregunté.

“Le digo más o menos la fecha prevista y se va pasando”, me dijo.

“Ok, a ver si la próxima vez, le pides un número de móvil, o le das el mío a ver si contactamos”, le dije.

“Vale tío, eso está hecho. ¿Entonces os espero mañana por la mañana?”, me dijo.

“Sí, y por cierto con Berta, para follarla el coño ponte condón. No toma nada”, le contesté.

“Ok, tío, ok. Así lo haré”, me dijo.

Me fui para casa.

Tenía que poner en orden mis ideas.

Decidí hacerla una ficha a cada una, donde constaran sus datos personales, foto, los logros personales, las incidencias en su adestramiento, en fin, llevar un control exhaustivo de las dos.

Como quería llevar un proceso paralelo, tendría que asegurarme que las dos pasaban las mismas pruebas.

Me pareció evidente que antes o después se encontrarían, y yo prefería que fuera antes que después. Tenía que andarme con cuidado, aquello que a simple vista pudiera parecer un juego de más o menos tendencia sexual, realmente podía marcar la vida de dos personas, así es que tenía que ser lo suficientemente inteligente, como para ver los mensajes que me dieran ellas con sus gestos comentarios etc.

Difícil papeleta.

A las nueve había quedado en pasar a recoger a Berta para irnos a cenar. La esperé en el portal. Cuando bajó, por el movimiento de sus tetas al acercarse al coche, vi que no llevaba sujetador. Cuando se subió al coche, la dije,

“Inspección”.

Se levantó el vestido y me enseño que efectivamente no llevaba nada debajo.

“Bien, buena perra”, la dije.

“La otra sumisa, tampoco lleva. Hoy la he visto agacharse a recoger ropa de la lavadora, y se la veía una especie de piedra en el culo. Supuse que sería la parte de atrás del tapón ese que me decías esta mañana”, me dijo Berta.

“Sí, efectivamente, es de adorno, pero queda curioso al verlo puesto”, la dije.

“Una cosa, he pensado en usar una frase para que sepas que en ese momento entras en sumisión”, la dije.

“¿Como?, no entiendo”, me dijo Berta.

“Imagínate en cualquier situación, esta noche misma cenando con los amigos, y en un momento dado, quiero que seas la sumisa Berth. Yo digo una frase y en ese momento pasas a ser sumisa”, la dije.

“Ah, ¿y Berth es mi nombre de sumisa?”, me preguntó.

“Sí, igual que el de la otra es Stefy”, la dije.

“Ok”, dijo ella, ¿“Y cuál es la frase?

“Va a empezar la tormenta”, la dije.

“Ok, recordaré la frase”, me dijo ella.

La cena transcurrió sin ningún sobresalto, y no tuve que requerir sus servicios en ningún momento, pese a que la amiga, debió de percatarse de que iba sin suje, porque nada más llegar la miraba mucho las tetas, y luego se fueron juntas al baño. Lo mismo también se percató de que no llevaba bragas ni tanga.

Como otras muchas veces, estuvimos follando en el parking subterráneo, antes de subir a casa.

Cuando nos despedimos la dije,

“Mañana a las 10:30 muy limpita que ya sabes que tienes visita”.

“Si señor, así lo hare”, me contestó.

La verdad es que, en el fondo de mi ser, tuve hasta el último minuto la esperanza de que me dijera, … anda tonto que ha sido una broma.

Pero a la mañana siguiente, a las 10:30 estaba en el portal. Cuando me vio, se levantó la falda con cierto disimulo para que la viera el coño y en consecuencia que no llevaba ropa interior.

Fuimos caminado hasta el sex-shop. Apenas cruzamos palabra más allá de decirme ella que estaba muy nerviosa.

Cuando entramos en el sex-shop, mi colega nos saludó,

“Hola Rubén, hola Berta”, dijo dándola dos besos.

“Ella es la sumisa Berth”, le dije yo.

“Ah bien, Berth. Tu Amo ha tenido la delicadeza de traerte para que te use, igual que hizo ayer con su otra sumisa. Una buena jaca, buena folladora, y muy agradecida. Espero que estés a su altura, y no defraudes a tu amo, ni a mí. Así es que mientras que cierro la puerta, pasa al almacén desnúdate y espera de pie con las manos en la espalda y las piernas separadas. Es la posición de ESPERA”, la dijo el colega

Berth se metió en el almacén a hacer lo que la habían ordenado, y yo con el colega,

“Todo eso lo sabias tú ya? O has hecho un cursillo intensivo esta noche”, le dije.

“Ja, ja, ja, esto es de primero de dominación, hombre”, me dijo.

Fuimos para el almacén. En mitad del mismo, ya estaba Berth, totalmente desnuda de pie con las piernas separadas, y las manos en la espalda.

“Muy bien sumisa. Como te dije antes esa es la posición de ESPERA en la que aguardas a que se te den órdenes. Vamos ahora a la posición de INSPECCION. Es como estas, pero con las manos tras la nuca. Adóptala.”, le dijo mi colega.

Yo, como no podía ser de otra forma, grababa todo con el móvil.

Berth obedeció y se puso como le había ordenado el colega.

“Bien ahora vamos a INSPECCIONARTE”, la dijo.

Empezó a mirarle las orejas, las narices, pidió que abriera la boca, y la miró los dientes cual vulgar yegua. También la metió dos dedos en la boca intentando llegar hasta su campanilla, que fue acompañada de una arcada de Berth. Luego las axilas, las tetas, los pezones, se los palpaba, se los estiraba. Bajó por los costados sus manos hacia sus caderas. La palpó el bajo vientre, el pubis las ingles, los labios oprimiéndolos y estirándolos, tanto los mayores como los menores. Por fin llegó al coño y le metió dos dedos.

“Estas muy mojada, sumisa ¿a que se debe tu excitación?”, la preguntó.

“No lo sé señor, no puedo controlarlo”, contestó Berth.

“Bien veamos tu culo, gírate, inclínate hacia delante y con las manos separa tus nalgas”, la ordenó.

Ella obedeció, y él se dedicó a probar la dilatación y elasticidad de su ano, metiéndola hasta tres dedos en él.

“Bien, dijo él estas dilatada. La inspección ha sido satisfactoria, no ha pelos en ningún sitio, estas muy limpia y presentas un buen aspecto en general. Ahora vas a aprender otra nueva posición es la posición de SPANKING. De pie con las manos en alto apoyada contra la pared y las piernas separadas.”

Berta, adoptó la posición, apoyando las manos contra una de las paredes del almacén. Me gustaba que el colega hubiera tomado la iniciativa, así sería él el primero en aplicar un poco de castigo físico a Berta, y no me quedaría a mi ese mochuelo.

Con cuidado la apartó el pelo de la espalda, dejándoselo caer por las tetas.

“He pensado que 20 azotes, estarán bien para doblegarte, sumisa”, la dijo el colega, cogiendo un flogger. “A cada azote que te dé, me responderás con un GRACIAS SEÑOR.”

Empezó a azotarla, sobre todo en las nalgas, aunque también algún se llevó en la espalda y alguno más en su abierta entrepierna. Berta, como la había ordenado, contestó con un GRACIAS SEÑOR, cada azote que recibía, acompañado en algunos casos de un leve quejido o un suspiro. Solo su culo algo rojo, mostraba los efectos de los azotes.

“Otra postura que vas a aprender es BOCA. Cuando la escuches, te pondrás de rodillas, sentada sobre tus talones, con las manos encima de los muslos con las palmas de las manos hacia arriba, la cabeza ligeramente levantada y la boca abierta”, la dijo el colega

La sumisa adoptó esa postura, momento en que el colega, se desabrochó los pantalones, dejándolos caer y sacándolos por los pies, igual que los calzoncillos, y acto seguido introdujo su polla en la boca de Berta.

“Chupa, sumisa”, la dijo mientras iniciaba el típico movimiento de follar boca.

Poco a poco la fue metiendo cada vez más la polla, ante los gestos de Berta que no podía tragarla entera. Estuvo así un buen rato. A mí me hervía la sangre, de ver como otro follaba la boca a mi chica, pero es lo que había. Tenía que acostumbrarme. Llegó a metérsela del todo, cogerla la cabeza por detrás, y apretarla con él de manera que Berta casi no pudiera respirar. La arcada y el vómito, fue inmediato.

Mi colega, se apartó de ella,

“Perra inútil”, la dijo a la vez que la daba una sonora bofetadas”, no sirves ni para mamar una polla”

Me echó ella una mirada como pidiéndome árnica, pero no pensaba intervenir. Estaba muy cómodo sentado, o eso quería hacerla ver.

El colega la mando limpiarle a él, el suelo y ella misma del vómito.

Cuando estuvo todo bien limpio, la mando ponerse tumbada boca abajo en el borde de la mesa, como había hecho el día anterior con Estefanía.

“Siguiendo indicaciones de tu Amo, el coño te lo voy a follar con condón, así es que voy a empezar por follarte el culo”, la dijo.

Dicho y hecho. Le arrimó la polla al ano y de un golpe seco se la metió. Empezó a encularla con ritmo, y de vez en cuando la daba azotes, o la estrujaba las tetas. Cuando se cansó de hacerlo la cogió por los pelos, la volvió a poner de rodillas en el suelo, y le metió otra vez la polla en la boca.

“Límpiamela sumisa”, la dijo mientras se la metía en la boca.

Berta se la mamó con viveza. El cogió un condón de una caja de la mesa. Le quitó en envoltorio y se lo metió en la boca.

“Aprende a poner un condón con la boca, sumisa, que, seguro que no sabes”, la dijo.

Alguna peli en que lo hacían habíamos visto, pero ella no lo había hecho nunca.

La verdad es que una vez que se lograba colocar el condón en la posición correcta, la situación era super morbosa. Ella con la boca, no podía usar las manos, lo extendió todo lo que pudo, y luego por los laterales de la polla, lo iba bajando hasta que consiguió extenderlo del todo.

“Bien sumisa, túmbate en la mesa, ahora boca arriba”, la dijo el colega.

Se agacho hacia su coño, y empezó a comérselo. Lo aderezaba con masajes en el clítoris y los pezones. Berta no tardó mucho en perder la cabeza y empezó a jadear como lo hacía cuando se empezaba a excitar a tope.

Cuando se cansó de comerla el coño, le puso la polla en la entrada de la vagina y la dijo,

“¿La sientes, sumisa?, ¿Sientes mi polla en la entrada de tu coño?”

“Si señor”, contestó Berta.

“Pues abrázala con tu coño, no dejes que se escape, vamos sumisa absórbela”, la dijo el colega.

Ella se esforzaba por hacerlo, lo cual la excitaba aún más.

Al final el colega, la fue penetrando. A mí me recorrían mil sensaciones por el cuerpo, pero permanecí fiel a mi papel.

En un momento dado, ella mirando me dijo,

“Amo, permiso para correrme”.

Joder, aprendía rápido la Bertita.

“No, tu solo actúas de agujeros para mi colega. Ni se te ocurra correrte, perra”, la dije

Mi colega, me miró, se sonrió y la siguió dando con ganas. De vez en cuando la retorcía los pezones, diciéndola,

“No te corras, cerda”.

El colega cada vez le daba más fuerte a una velocidad increíble.

Ella no pudo más y lanzo un largo y profundo gemido, corriéndose como no la había visto correrse nunca.

Mi colega aprovechó la situación, para correrse el también.

Le sacó la polla del coño, se quitó el condón, y la dijo,

“Abre la boca cerda”.

Berta lo hizo, y el derramo toda su leche que contenía el condón en su boca.

“Trágalo todo, perra y luego me limpias la polla”, la dijo.

Ella lo tragó, se incorporó, se arrodilló una vez más delante de él, y le limpio la polla concienzudamente.

Cuando terminó, la dijo,

“Ahora, súbeme los calzoncillos y los pantalones, me los abrochas, que tengo que abrir, mira que horas son”.

Cuando lo hizo, la cogió por la barbilla, se volvió hacia mí y me dijo,

“Amo, te felicito. Tienes dos perras muy obedientes y cumplidoras. Te van a dar muchas alegrías. No tienen hermanas o primas o algo así. Yo las inicio a todas las que quieras”.

Berta se acercó a cuatro patas hacia mí.

“Amo, ¿permiso para vestirme?”, me dijo.

“No, primero mámamela ahora a mí”, la dije.

Y así lo hizo, me la estuvo mamando hasta que me corrí en su boca, y sin decirla nada se lo tragó como había hecho con el semen del colega.

“Bien ahora sí, puedes vestirte”, la dije.

SE vistió y salimos del almacén.

Mi colega nos había preparado una bolsa con el flogger que había usado con Berta, y un collar y una correa metálicas para ella.

“Tomar chicos. Un placer ayudaros, cuando quieras, ya sabes”, me dijo guiñándome un ojo.

“Ok, tío y si viene el tío ese acuérdate de pedirle el número de teléfono”, le dije.

Salimos del sex-shop, no sin que mi colega le diera un azote a Berta.

CONTINUARA