Jet Set (9)

Por la mañana después de desayunar...

Por la mañana después de desayunar Sandro salió con una bolsa bastante grande.

LORENA: ¿Te vas?

SANDRO: He reservado la suite en el hotel del casino, pasaré unos días en tierra firme.

LORENA: Ya sé lo que se te está poniendo firme a ti golfo, que tengas suerte.

Se despidió de él con una risa y a Sandro lo llevaron al puerto. Se presentó delante de recepción, salió Helen de una puerta con unos papeles y lo miró sonriéndole.

HELEN: Buenos días señor, ¿en qué puedo ayudarle?

SANDRO: Tengo una reserva señorita.

Helen miró a los lados comprobando que no había nadie.

HELEN: Ya lo he visto esta mañana, ¿se puede saber para qué?

SANDRO: Para que subas cuando acabes el turno y comas conmigo.

HELEN: Ya, ¿y luego?

SANDRO: ¿Luego?, un café si quieres.

HELEN: Vamos Sandro, ya sabes de qué te hablo.

SANDRO: Luego lo que tú quieras, tendrías que saberlo.

Helen le sonrió preparando la entrada de Sandro en el hotel, cuando acabó.

HELEN: Muchas gracias señor, que tenga una buena estancia.

Hizo sonar una campanita, un botones se les acercó cogiendo las tarjetas de la habitación y la bolsa de Sandro caminando hacía los ascensores.

SANDRO: Te espero para comer.

LORENA: Puede que comas solo.

SANDRO (en voz baja): Cabrona.

Se dirigió al ascensor con el botones, Helen le hacía una sonrisilla burlona desde la distancia. Esa manera de tratarlo le volvía loco, estaba acostumbrado a que todas las tías se le bajaran las bragas a las primeras de cambio, que Helen fuera tan diferente le encantaba.

Cuando estaban esperando se le acercó el jefe de recepción, le estrechó la mano dejándole un billete.

SANDRO: Cuando Helen acabe su turno si quiere subir no le pongas ningún impedimento por favor, envíe a alguien a las dos y media que me traiga la carta y prepare la mesa, comeremos allí.

JEFE: Sí señor, me cuidaré de todo.

A la hora convenida un camarero y una camarera entraban en la habitación con un carrito, montaron la mesa y le dieron una carta, Sandro se la leyó más o menos rápida porque ya se la conocía, descolgó el teléfono y llamó a recepción.

HELEN: Buenos día señor.

SANDRO: Señorita, ¿que desearía comer hoy?

HELEN: No he decidido si comeré con usted, tiene mucha prisa.

SANDRO: Vale, ya se lo escogeré yo, hasta luego.

Helen colgó con una sonrisilla, le gustaba aquel juego con él. Cuando acabó el turno se cambió y subió por el ascensor de servicio, llamó a la puerta y le abrió Sandro, extendió una mano que le agarró y estiró de ella metiéndola dentro de la habitación, cerró la puerta y le dio un beso en los labios, le quitó el bolso del hombro dejándolo encima de un mueble. Helen llevaba puesta una blusa abrochada por delante con unos botones, una faldita suelta a media pierna y unas zapatillas deportivas para caminar cómoda por la ciudad, Sandro la acompañó hasta la mesa al lado de un ventanal con vistas a la ciudad y al puerto, a lo lejos se veía el barco. Helen miró la mesa perfectamente preparada con los platos tapados por sus cubreplatos.

HELEN: Es la primera vez que estoy aquí.

Sandro le sonreía, le apartó la silla para que se sentara y la acercó a la mesa, él se sentó delante.

SANDRO: ¿Te gusta?

HELEN: Demasiado elegante para mi gusto.

SANDRO: Nada es demasiado elegante, ni demasiado guapa, ni demasiado cariñosa.

Ella reía, Sandro levantó el cubreplatos de Helen y el suyo dejándolo a un lado, sirvió el vino y brindaron.

HELEN: Bueno, todo esto ha estado muy bien, pero, ¿me quieres decir porque te alojas cuatro días?

SANDRO: Para estar cerca de ti.

HELEN: ¿Solo por eso?

SANDRO: Para mí es importante.

HELEN: ¿Cuánto?

SANDRO: Ahora mismo la máxima prioridad en mi vida.

Helen le sonreía mientras comía, pensaba si sería verdad que alguien como él podría comprometerse, poder mantener una relación de enamorados “normal”. Acabaron de comer.

SANDRO: ¿Tomas postre?

HELEN: Un café.

Sandro le sonrió y se levantó descolgando el teléfono.

SANDRO: Ya hemos acabado, nos pueden subir dos cafés Kopi Luwak por favor.

Colgó mirando a Helen.

HELEN: ¿Tú sabes lo que vale ese café?

SANDRO: Sí, lo he pagado unas cuantas veces aquí.

HELEN: Estás loco tío, no entiendo porque te gastas todo ese dinero por estar cerca de mí.

SANDRO: Porque puedo y quiero.

HELEN: Para ti todo es muy fácil.

SANDRO: Y para ti muy difícil.

HELEN: ¿Qué quieres decir?

SANDRO: Que le pones pegas a todo coño.

Llamaron a la puerta, entraron la misma pareja de antes mirando a Helen con una sonrisilla mientras recogían la mesa.

CAMARERA: Buenas tardes señorita.

A Helen se le escapaba la risilla.

SANDRO: No hace falta que disimuléis entre compañeros que no soy idiota.

Los tres reían mientras cargaban el carro de lo ya utilizado y les dejaban los cafés.

CAMAREROS: Adiós Helen, pásatelo bien.

HELEN: Hasta luego chicos.

Sandro les dio una propina y se despidió de ellos.

HELEN: ¿Por qué te gastas tanto dinero en propinas?

SANDRO: Si están contentos cuando les pida algo me lo conseguirán antes que a otro cliente que no les de nada.

HELEN: ¿Así es como hacéis los negocios?

SANDRO: Más o menos.

Se tomaron el café despacio saboreándolo, Helen se levantó y se puso delante del ventanal mirando las vistas, Sandro se le acercó por detrás y la rodeó con sus brazos, ella puso sus manos encima de las de él y notó como le besaba el cuello, lo giró cerrando los ojos para sentir sus labios en su piel, Sandro la apretó más fuerte con sus brazos y Helen fue soltando el aire de sus pulmones con la boca medio abierta.

SANDRO: Eres preciosa Helen, me tienes loco.

Una mano bajó hasta el muslo metiéndose por debajo de la falda, Sandro no estaba seguro de que pudiera acabar lo que había empezado, Helen notaba su mano subiendo lentamente por debajo de su falda, por la parte externa de uno de sus muslos, era consciente que si subía mucho más ya no podría volver atrás, deseaba que la besara, la acariciara, la follara, pero una duda le machacaba el cerebro, ¿y después qué, seguiría deseándola o perdería el interés? En ese momento la mano de Sandro le llegaba a la altura de las bragas.

HELEN: Sandro por favor…

Sandro era consciente que se estaba jugando un buen ostión, desplazó la mano hacia el interior, le agarró el coño a la vez que le giraba la cabeza con la otra mano y le besaba los labios. Helen pensó, “a tomar por culo todo”, se giró y se abrazó a Sandro besándolo con pasión, levantó una pierna rodeándole la cintura, él se la sujetó, subió la otra y se quedó colgando de Sandro que caminó sin dejar de besarse metiéndola en la habitación, se tiraron encima de la cama, las manos se volvieron locas tocándose y acariciándose a la vez que se devoraban los labios.

Helen abrió las piernas y la mano de Sandro le agarraba todo el coño apretándoselo, frotándoselo, sintiendo el tacto de la fina tela de las braguitas y el chocho debajo, las lenguas se rozaban y enroscaban enloquecidas de pasión, se miraban con los ojos encendidos de deseo. Helen le agarraba la polla por encima del pantalón apretándosela y pajeándola, se arrodillaron uno delante del otro para quitarse la ropa, no se perdían detalle del cuerpo de su pareja sexual cuando iba apareciendo debajo de la ropa que se quitaban, Helen se quitó el sujetador y unas tetas preciosas cogieron su posición natural, erguidas y desafiantes. Se seguían mirando uno al otro, repasando con la vista cada rincón de sus cuerpos, Sandro le gustaba tanto el cuerpo de Helen que pensaba que jamás había visto algo tan bonito, tan delicado, un cuerpecito para tratarlo con delicadeza y ternura. Helen lo veía como el hombre con el que siempre había soñado, guapo, bien formado, hasta el momento le había demostrado ser inteligente y buena persona, las manos fueron acariciándose los cuerpos, Helen lo hacía con su pecho y Sandro le tocaba la carita, se volvieron a besar estirándose uno al lado del otro, Helen le agarró la ropa interior bajándosela, le miró la polla tiesa y lentamente se la agarró pajeándola, se besaban con dulzura, Sandro le acariciaba la cara.

SANDRO: ¿Estás bien?

Helen le miró con cariño a los ojos apartándole la mirada con cierta timidez, que Sandro se preocupara de cómo estaba en esos momentos le parecía un detalle precioso. Se besaron de nuevo suavemente, Sandro movió sus labios por la cara de Helen, pasó al cuello, ella le soltó la polla moviendo la cabeza para atrás acariciándole la nuca y el pelo, fue bajando los labios por el pecho llegando a las tetas pasándole la lengua por encima, le lamió un pezón suavemente, Helen gimió flojito, le pasó la lengua varias veces por encima y cuando le creció endurecido lo atrapó entre sus labios succionado un poco, Helen gimió cerrando los ojos, la estaba poniendo muy caliente, abrió las piernas y Sandro le agarró el coño por encima de las braguitas sin dejar de jugar con el pezón, Helen volvió a gemir con más fuerza, bajó besándole la barriga hasta el borde de las bragas, le juntó las piernas, se la cogió por los lados y a la vez que se las bajaba lentamente le iba besando la piel, Helen lo miraba excitada, le pasó los labios por encima de un pubis totalmente rasurado, sin un solo pelo y piel muy fina, las bragas iban bajando y los labios besando y lamiendo, le dio un beso encima del inicio de la rajita, ella no se perdía detalle jadeando, Sandro le acabó de bajar las braguitas quitándoselas, le volvió a abrir las piernas colocándose en medio, le besó el pubis y Helen le apretó la cabeza con la mano sabiendo lo que venía, cerraba los ojos sintiendo los besos y pequeñas lamidas de Sandro como bajaban erizándole la piel, le metió la punta de la lengua en la rajita, ella gimió, la fue bajando abriéndole los labios del chichi a la vez que la movía dándole un gustillo a Helen que ya se había dejado ir gimiendo sin reparos, le abrió el coño separándole los labios con dos dedos y se lo comió con ganas, a Sandro le gustaba su olor suave y se lo iba recorriendo lamiéndolo, se paró en el clítoris dándole un par de suaves lametones, Helen se tensó dando un grito, Sandro volvió a subir besándole el cuerpo hasta estar con su cabeza delante de la de Helen, ella le pasó la mano por la boca quitándole sus propios flujos mirándole con los ojos encendidos de pasión.

SANDRO: ¿Nos hará falta un condón?

Helen lo miraba sin hablar, movió la cabeza negándolo y bajó una mano entre los dos agarrándole la polla llevándosela a su coño, Sandro se movió y notó como se frotaba con la punta la entrada lubricándola, Helen estiró de la mano que le tenía agarrada por la nuca acercándose sus labios para besarlos a la vez que se metía la punta de la polla, Sandro apretó un poco introduciéndole el glande, Helen la soltó sacándola de en medio poniéndola en la espalda de Sandro acariciándolo muy abajo casi en el culo, mirándose a los ojos Sandro la fue penetrando hasta el fondo dejando ir los dos un gemido.

Helen dio un golpe de cadera moviéndose para métersela más profundamente y desencadenó la guerra, los labios se juntaron, Sandro levantó el culo despacio sacándosela y lo dejó caer de golpe, Helen se movía al compás levantando la cintura para que la penetrase lo más profundamente posible dejando ir un grito, le agarró fuerte del culo y Sandro bajaba los labios para succionarle un pezón, con la mano le amasaba la otra teta.

Se fueron acelerando juntando los gritos de placer, Helen estaba desbocada pensando como se había dejado ir con él, solo en sus fantasías mientras se masturbaba había pensado en moverse en la cama de aquella manera con un hombre, sentía como el placer le estaba conquistando el cuerpo, como el calor le subía a las mejillas, el clítoris se le endurecía y no podía parar de subir el culo cada vez que su amante la penetraba con fuerza, soltó un alarido seguido de gritos corriéndose apretándole el culo a Sandro que la miraba disfrutando de la carita que ponía, Helen se fue relajando, escondiendo su cara en la almohada roja del calor del orgasmo y la vergüenza, Sandro se la besó con delicadeza, ella la volvió a girar mirándole fijamente con los ojos iluminados de amor, se había enamorado de él, ya no podía disimularlo. Se besaron los labios y a Helen le cayeron unas lágrimas que rápidamente se quitó de la cara.

SANDRO: ¿Va todo bien, por qué lloras?

Helen lo abrazó suspirando.

HELEN: De alegría de estar contigo y de tristeza de saber que me harás daño.

SANDRO: No tiene porque ser así.

Helen le acariciaba la cara, sabía que Sandro difícilmente sería solo para ella, siempre pasando de los brazos de una mujer a otra, no cambiaría tan fácilmente.

Lo besó y se giró poniéndose ella encima, le agarró la polla y se la puso debajo metiéndosela en la vagina, empezó a mover las caderas inclinándose para seguir besándolo, Sandro le acariciaba la espalda y el culo dejándose follar acompañándola con sus movimientos, Helen se movía con dulzura, no tenía prisa, sentía cada movimiento, cada caricia, cada centímetro que la polla de Sandro se movía dentro de ella, levantó el cuerpo aguantándose con sus manos apoyadas en su pecho aumentando el ritmo de sus caderas, los gemidos le salían de su boca medio abierta con un timbre de voz que a Sandro le volvían loco.

Helen se movía encima de él y Sandro notaba que le faltaba un poco de confianza, pensó que no se debía de haber follado a demasiados tíos pero agradecía que se moviera y las ganas que se le notaban de querer darle placer, un placer que le iba en aumento acompañando con sus gemidos los de Helen, la carita delataba que estaba disfrutando, algún espasmo que estaba a punto de volver a correrse, le volvían a subir los colores a la cara y aumentaba el volumen de sus tiernos gemidos, cerró los ojos empezando a correrse, Sandro le descargó el primer lechazo en el coño y Helen abrió los ojos moviendo las caderas más rápido gritando en medio de un fuerte orgasmo notando como el chico de ojos bonitos le llenaba el chichi de semen.

Se dejó caer apoyando la cabeza en el pecho de Sandro que le pasaba un brazo por la espalda.

SANDRO: ¿Estás bien Helen?

HELEN: Muy bien, ya podrás incluirme en tú lista de chicas conseguidas, estarás orgulloso.

SANDRO: Yo no tengo ninguna lista de chicas ni me siento orgulloso de nada. ¿No te ha gustado, no te lo has pasado bien?

HELEN: Claro que me lo he pasado bien, no soy idiota, pero tú sabes que no lo hago por pasármelo bien, me has enamorado y sé que lo pagaré.

SANDRO: Pero que manía, ¿por qué?

HELEN: Por qué tú no podrás comprometerte, lo sé.

Sandro le levantó la cabeza mirándola a los ojos, le besó los labios con dulzura.

SANDRO: Me has hecho ir detrás de ti como un perrito porque me gustas, tú me has enamorado a mí, desde la primera mirada con eso ojos preciosos que tienes.

Helen le miraba los ojos, deseaba con todas sus fuerzas que Sandro no le estuviera mintiendo, pero no confiaba en él. Le apoyó la cabeza en el hombro y se abrazaron quedándose en silencio.

Helen se levantó nerviosa.

SANDRO: ¿Dónde vas?, quédate conmigo por favor.

Helen no le contestó, se vistió y se fue dejándolo en la cama. Sandro intentaba pensar en que le podía haber molestado, la razón para irse sin despedirse ni nada, puede que fuera que no confiaba en él, eso lo entendía.

Descansó un rato, se duchó y llamó a Adriano para salir a cenar, estaban en una terraza con el plato delante.

ADRIANO: Bueno, ¿y como llevas tú tontería del enamoramiento?

SANDRO: Perfectamente, mejor que nunca.

ADRIANO: Ya te lo dije, estás fatal, y encima sin probarla, más tonto no puedes ser tío.

SANDRO: Eso ya lo he hecho y todavía me interesa más que antes.

ADRIANO: Mira tío, no quiero hablar de eso que me pones muy nervioso. ¿Tú quieres que me crea que no vas a tirarte a ninguna tía más porque estás con ella?, venga hombre.

Sandro no le contestó desviando la conversación.

SANDRO: ¿Me invitarás a una copa?

ALEJANDRO: Te voy a dar tanto escocés que no vas a saber donde estás, a ver si con una buena cogorza se te quitan las tonterías de una vez.

Llegaron al local de siempre y Adriano se dirigió a una barra para pedirle al camarero una botella de whisky y dos vasos, se sentaron y empezaron a darle al escocés, al poco rato ya estaban los dos que les resbalaba la lengua. Un par de horas más tarde y con la botella ya en las últimas estaban hablando con unas chicas, Sandro vio que se acercaba Lady y se apartó del grupo.

SANDRO: Hola guapísima.

LADY: ¿Estás borracho?

Sandro se tambaleaba un poco.

SANDRO: Borracho no, un poco puesto sííí, este que se ha empeñado en ponerme ciego de whisky el cabrón.

LADY: ¿Y tú, sigues enamoradito?, o podrás hacerme caso esta noche.

SANDRO: Caso, el que quieras, de follar, “na” de “na”.

LADY: ¿Qué pasa, que tú amor te folla mejor que yo?

SANDRO: ¿Pero tú…, eres puta o no eres puta?

LADY: Que imbécil eres tío.

Las chicas que estaban con Adriano se fueron y se acercó a ellos.

ADRIANO: Sandro, no me presentas a esta belleza.

LADY: ¿Y este quien coño es?

SANDRO: Un buen amigo, Adriano esta es Lady.

ADRIANO: ¿Lady?

LADY: Sí capullo, Lady, anda y daros por culo los dos.

Miraron como se iba con una sonrisilla y se volvieron a sentar.

ADRIANO: Qué carácter tío.

SANDRO: Ya ves, está cabreada porque no quiero follar.

ADRIANO: Lo ves, ya te digo que eso de enamorarte te va a traer más problemas que beneficios. ¿Lady?, ¿Lady?, ¿de qué me suena ese nombre?

SANDRO: Te lo dije yo, es la puta que buscaba el otro día y no conocías.

Adriano movió la cabeza para atrás con el vaso en la mano mirándolo fijamente.

ADRIANO: Sandro, esa no es puta.

SANDRO: Anda que no, ¿me lo dirás tú a mí?

ADRIANO: Desde luego tío últimamente estás muy raro, ¿has perdido el olfato o qué te pasa?, que no lo es coño, pregunta a cualquiera, nadie la conoce hombre.

Sandro no quiso pensar en aquel momento en el asunto, estaba tocado por el whisky y no tenía la cabeza clara para pensar con cierta coherencia. Acabó la noche despidiéndose de su amigo y volvió al hotel a dormir.

A media mañana del día siguiente llamó a recepción para hablar con Helen.

SANDRO: Hola guapa.

HELEN: ¿Ahora te has despertado, qué hiciste anoche?

SANDRO: ¿Puedes por favor pedir que nos suban la comida este medio día?, comiendo te explico lo que quieras.

HELEN: Muy bien señor, ¿y qué desea para comer?

SANDRO: Menos cachondeo Helen, pide lo que quieras.

HELEN: ¡Vaya!, como estamos hoy.

SANDRO: Me doy una ducha y bajo a desayunar.

HELEN: No se preocupe el señor que también se lo haré subir a la habitación, no se canse.

SANDRO: De acuerdo señorita, muy amable.

Sandro se levantó riendo por el cachondeíto de Helen metiéndose en la ducha a ver si se le pasaba un poco el resacón. Desayunó y miró un rato las noticias en la tele antes de dormir un rato más, a la hora que acababa el turno Helen llamaron a la puerta un par de camareros que les traían la comida, ya con todo bien colocado los camareros se habían ido, llamaron a la puerta, Sandro la abrió y vio a Helen con una minifalda, una camisa por fuera y unos tacones que lo dejaron “embobao”.

SANDRO: Helen cariño, que guapa te has puesto.

HELEN: Bueno, ya que hemos dado el paso quiero que veas lo que tienes.

Sandro cerró la puerta detrás de ella, le cogió el bolso que llevaba colgado dejándolo encima de una mesita y la abrazó, Helen le devolvió el abrazo, se miraron a los ojos y se besaron en los labios.

SANDRO: Ya sé lo que tengo y lo bonito que es.

Helen lo miraba acariciándole el pelo.

HELEN: ¿Y qué, anoche te pusiste bien, me fuiste fiel?, o ya me la pegaste con cualquiera de tus amigas.

SANDRO: Vamos a sentarnos y comer que tengo hambre.

Se sentaron y empezaron a comer.

SANDRO: No creía que fueras tan celosa.

HELEN: Ya te lo dije, si quieres estar conmigo tendrás que ser solo para mí, se ha acabado hacer el donjuán por ahí, piénsatelo, si no lo puedes cumplir mejor será que lo dejemos ahora mismo.

SANDRO: Si quieres que sea solo para ti tendrás que pasar más tiempo conmigo, quédate esta noche.

HELEN: Tendrías que dejar que eso saliera de mí, intentar que lo haga con un chantaje emocional no está bien, como se nota que no estás acostumbrado a que te digan que no.

Sandro se quedó callado, sabía que tenía razón, Helen seguía comiendo con una sonrisilla viéndole la cara a Sandro. Le explicó la salida de la noche anterior con su amigo y como se habían puesto de whisky, evidentemente no le dijo nada de su encuentro con Lady, no se conocían y esperaba que nunca lo hicieran. Acabaron de comer.

HELEN: Bueno, ya hemos comido, me voy.

SANDRO: No por favor, quédate un rato conmigo.

Helen se levantó y fue a buscar el bolso acercándose a la puerta de salida, Sandro la siguió mirándola con aquella minifalda que lo tenía loco, la abrazó por detrás besándole el cuello.

SANDRO: Por favor quédate, quiero besarte, abrazarte, sentirte a mi lado.

HELEN: Tú solo piensas en ti, ¿y yo, te interesa lo que yo quiera o no quiera, o te da igual?

Sandro se apartó en silencio y serio, no la entendía, le estaba pidiendo compromiso y cuando él le proponía estar juntos lo rechazaba, ¿qué buscaba Helen, por qué pensaba que alejándose de él podría ser beneficioso para su relación?

Helen le acarició la cara con una sonrisa y salió de la habitación cerrando la puerta, la cara de tonto que se le quedó a Sandro era para grabársela, se giró rascándose la cabeza, no entendía a Helen. Llamaron a la puerta, la abrió y entró Helen tirándosele al cuello besándole los labios, Sandro no se movía sorprendido.

SANDRO: ¿Qué te pasa?

HELEN: Nada tonto, ¿te crees que yo no tengo ganas de estar contigo?

SANDRO: Pues eso es lo que estaba pensando.

Helen le llevaba caminando de espaldas metiéndolo en la habitación, lo tiró encima de la cama con ella encima.

HELEN: Quería saber cómo reaccionarias, si lo aceptarías o me lo impedirías.

SANDRO: ¿Y lo he hecho bien?

HELEN: Has respetado mi decisión y eso me ha gustado.

Sandro le acariciaba una pierna metiéndole la mano por debajo de la minifalda.

SANDRO: ¿Y si te hubiera besado contra la pared sin dejarte ir?

HELEN: También me hubiera gustado.

Helen reía y Sandro la entendía menos, se besaron y le subió la mano hasta tocarle las braguitas, ella levantó un poco el cuerpo y él le agarró el coño, la giró dejándola boca arriba y él se puso a su lado, Helen abrió las piernas y Sandro pudo acariciarle por encima de las bragas moviendo la mano comiéndose la lengua uno al otro. Se fueron desnudando pieza a pieza, las manos se acariciaban las zonas íntimas sin dejar de comerse la boca hasta que ella lo empujó dejándolo boca arriba, le miró a los ojos mientras le acariciaba la polla y con una sonrisilla fue bajando la cabeza metiéndosela en la boca, se la comía con paciencia y despacio, a Sandro no le pareció que tuviera mucha experiencia y que se lo hacía con dudas, él jadeaba para darle señales que le gustaba cuando en realidad podía haber estado callado, cuando Helen acabó dejándole la polla llena de saliva y lo besó sin dejar de pajearlo le dio la vuelta metiéndose él en medio de sus piernas, le subió y bajó unas cuantas veces la lengua oliéndole y degustándole el coño acabando centrándose en succionárselo, Helen notaba la lengua de Sandro lamiéndole el chichi, le daba un gustillo que le hacía jadear y gemir flojito hasta que le rodeó el clítoris con la boca y succionó, le tensó la espalda de golpe gritando de placer, le agarró la cabeza con fuerza sin parar de mover las piernas, le aumentaba el calor en las mejillas y el placer le subía abriendo la boca para dejar ir los primeros gemidos y gritos de una corrida larga e intensa.

Sandro se limpió la boca y se puso a su lado abrazándola, Helen se juntó a su cuerpo apoyando la cabeza en su pecho besándoselo, dejando que los brazos de Sandro la rodearan, tímida y con un poco de vergüenza de haberse corrido le olía la piel y se la acariciaba, no se atrevía a mirarle a los ojos.

SANDRO: ¿Estás bien Helen?

HELEN: Sí.

SANDRO: ¿Me puedes mirar por favor?

Helen fue levantando despacio la cabeza hasta clavar sus bonitos ojos en los de Sandro.

HELEN: Perdóname Sandro, es que yo…

SANDRO: ¿Qué te pasa?, explícamelo.

HELEN: Que yo he tenido pocas experiencias con chicos, sé que soy muy exigente y cuando he conseguido intimar con alguno no ha durado mucho la relación.

SANDRO: No es motivo para preocuparse, ¿O sí?

HELEN: Sí, porque sé que soy muy novata en estas cosas, si me da hasta vergüenza correrme delante de ti, por eso no te miro a la cara y por eso ayer me fui de aquella manera.

SANDRO: Lo que necesitamos es estar más tiempo juntos para conocernos y coger confianza.

HELEN: Que cabrito eres, y follar más ¿no?

Sandro soltó una carcajada y la giró metiéndose en medio de sus piernas.

SANDRO: Claro, cuanto más follemos más nos conoceremos.

Helen le rodeó el cuello con sus brazos besándole los labios.

HELEN: Eres un sinvergüenza adorable.

SANDRO: ¿Y follable?

Ella se partía de risa.

HELEN: Muy follable.

Sacó la lengua metiéndosela en la boca, Sandro se fue moviendo buscándole el agujerito del coño con su polla hasta penetrarla de un golpe, Helen gritó de la impresión agarrándose con fuerza a su espalda, se miraron a los ojos y Sandro levantó el tronco aguantándose con la manos en la cama, fue moviendo las caderas lentamente pero con firmeza sacándosela y metiéndosela cambiando a darle círculos, a Helen le gustaba, se relajaba y dejaba que él cogiera la iniciativa, le acariciaba la cara, bajaba la mano por su espalda agarrándole el culo notando como se movía dentro de ella, de su boca salían gemidos acompasados con el placer que sentía y consentía que se fuera apoderando de ella, Sandro le aceleraba la penetración y el gusto se intensificaba, le subía, volvía el calor de las mejillas, la pelvis cobraba voluntad propia moviéndose buscando más placer, abría la boca cerrando los ojos llegando a otro orgasmo que le atravesaba todo el cuerpo, se enrollaba al cuerpo de Sandro con las piernas y los brazos apretándolo contra ella corriéndose dándole unos espasmos tremendos.

Se abrazó con él, lo notaba dentro de ella y le gustaba mientras sentía las últimas contracciones del coño alrededor de su polla. Tenía pensamientos contradictorios, le encantaba Sandro, como la acariciaba, como la follaba, su seguridad, pero por otro lado se ponía celosa pensando en todas las chicas que debieron de pasar por lo mismo que ella.

SANDRO: ¿Está bien, te gusta?

HELEN: ¿Cómo no me va a gustar?, claro que me gusta.

Se la sacó de golpe, le dio la vuelta colocándola a cuatro patas, se puso detrás de ella y se la metió de un pollazo, Helen dio un grito apoyando la cabeza en la cama agarrándose con fuerza a una almohada, Sandro la empalaba una vez detrás de otra chocando contra su coño, a Helen le venía el placer a oleadas ahogándola dentro de una espiral de gusto que le atravesaba todo el cuerpo, abría la boca dejando ir un grito detrás de otro tapándosela con la almohada, los ojos se le ponían en blanco llegando a un estado orgásmico continuo. Sandro se volvía loco penetrándola profundamente agarrándola por las caderas, los gritos de Helen junto con la carita de placer y los preciosos ojos azules que se le ponían en blanco le hicieron correrse eyaculando como un animal dentro de ella.

Se quedó quieto, Helen dejó poco a poco de gritar y gemir relajándose con los ojos cerrados, le soltó las caderas y ella se dejó caer en la cama saliéndole del coño el semen resbalándole por una pierna, se estiró a su lado y Helen le pasó un brazo por encima acurrucándose con él, se quedaron dormidos recuperándose.