Jet Set (6)

Con quién sí se veía era con Helen...

Con quién sí se veía era con Helen, comían juntos, paseaban, iban al cine, le había pedido para salir por la noche y tomar algo pero ella se negaba, le decía que eso era lo que él quería por qué se pensaba que la tendría más cerca de la cama, no iba mal encaminada, era una de las ideas que se le habían ocurrido a Sandro, a ver si con un par de copas se desinhibía un poco y tenía alguna posibilidad. Helen cada día lo ponía más cachondo pero no le sacaba ni un beso, se lo tomó como un reto, ella le gustaba mucho y tenía que conseguir acariciarle aquel cuerpo tan bonito, la deseaba pero no encontraba un hueco por donde entrar.

Sandro decidió que necesitaba consejos para avanzar con Helen, ella no cedía un milímetro y se estaba poniendo nervioso, que mejor consejera que otra chica inteligente, Lorena.

Una tarde estaban los dos en su cama, Sandro en boxes y Lorena con unas braguitas de las que le había regalado, decidió lanzarse.

SANDRO: Lorena, ¿estás dormida?

LORENA: Sí.

SANDRO: Que graciosa eres.

Levantó la cabeza que la tenía apoyada en su hombro riéndose en su cara.

LORENA: Es que haces cada pregunta tío, si estoy dormida ¿cómo te voy a responder?

SANDRO: Me parece que esta tarde no es buen momento para hacerte una consulta.

LORENA: ¿Me quieres preguntar algo?, dime, dime.

SANDRO: Bueno, una pregunta no es, te quiero pedir consejo.

Lorena se arrodilló en la cama haciendo la cruz en el aire con una mano muy seria toda ella.

LORENA: Muy bien hermano, consulte lo que quiera, yo le guiaré por el buen camino.

Se descojonaba de risa y Sandro se ponía serio.

SANDRO: Ya te digo que hoy no es una buena tarde para hacerlo.

Lorena le besaba la cara.

LORENA: Hay cariño que sensible ereees, va, dime que te preocupa, que tú consejera espiritual te lo soluciona.

Volvía a reírse tapándose la boca.

SANDRO: Anda a la mierda nena, que tardecita llevas hostia.

LORENA: No, no, perdona, ya no me rio, lo ves, estoy seria.

Se intentaba poner seria pero se le escapaba la risilla, Sandro se giró estirándola en la cama, se puso encima de ella y le metió la mano por dentro de las braguitas apretándole el coño con los dedos moviéndolos de lado, Lorena se puso seria de golpe apretando los labios del gustirrinín.

SANDRO: Ahora sí que estás seria, que te tenga que tocar el chochete para que lo hagas manda huevos.

Lorena intentaba reír por lo que le había dicho Sandro y él le aceleraba el movimiento de sus dedos, haciéndole cerrar los ojos saliéndole un pequeño gemido, abría más las piernas y Sandro se aplicaba más en la paja, se empezaba a sentir el ruidito de los flujos resbalando entres sus dedos, señal de que no le quedaba mucho para llegar a la cima, Lorena se agarró con fuerza con una mano apretándole el brazo a Sandro, puso los ojos en blanco moviendo las piernas de lado a lado corriéndose a gritos. Sandro la besó con dulzura.

SANDRO: ¿Estarás atenta ahora a lo que te tengo que decir?

Lorena le miraba a los ojos acariciándole el brazo que un poco antes le estrujaba descontrolada. Movió la cabeza dándole a entender que ya podía decirle lo que fuera. Sandro se estiró a su lado, le besó los labios y le apoyó la cabeza en su hombro pasándole un brazo por encima.

SANDRO: Estoy muy interesado en una chica.

LORENA: ¿Me vas a pedir consejo sobre una tía?, es la primera vez que lo haces.

SANDRO: Porque se me resiste coño.

LORENA: Esta sí que es buena, ¿no puedes con una, por una vez que alguien te pone algún pero te pones nervioso?

SANDRO: Creo que por eso me atrae tanto.

LORENA: ¿Pero qué te pasa exactamente?

SANDRO: A ver, a mí me gusta mucho, creo que yo a ella también, hemos comido, paseado, ido al cine, pero es que no cede una mierda la nena, no le he podido coger ni de la mano joder.

LORENA: Sandro, o esa tía es tonta o demasiado lista, puede ser tonta por falta de experiencia o timidez y tenga miedo, o demasiado lista porque quiere cazarte y sabe que así te tiene interesado en ella, cuidado.

SANDRO: Pues no sé qué decirte.

LORENA: ¿Y ella qué dice?

SANDRO: Que quiere compromiso.

LORENA: ¡Ja!, no te jode, ten cuidado, lo que parece es que te quiere liar y pegar un pelotazo. Y una vez lo pegue puede ser incontrolable.

SANDRO: ¿Incontrolable?

LORENA: Que después hará lo que le dé la gana, como follar por ahí con quién quiera.

SANDRO: Eso también lo hago yo.

LORENA: Tú eres tonto.

SANDRO: Venga, otra que me dice tonto, ¿Me vas a ayudar o no?

LORENA: Bésala y a ver qué pasa, de verdad que pareces tonto tío, si ella no quiere te vas, si le interesas ya te vendrá detrás, y si no te busca pues a la mierda y por otra cosa.

SANDRO: Coño Lorena eso ya lo había pensado yo.

LORENA: Ves como eres tonto, ¿para qué preguntas entonces?

Sandro se estiró dejándola por imposible, estaba claro que no iba a sacar una idea mágica de Lorena.

Al día siguiente fue a buscar a Helen para comer juntos, paseando después Sandro se paró delante de ella, Helen le miró la cara, él le cogió la barbilla y sin dejarle tiempo a reaccionar juntó sus labios con los suyos, ella parecía que iba a aceptar el beso pero se separó y se giró, Sandro pensó que se iba, de pronto levantó la mano y dando medio giro al cuerpo le soltó una hostia en medio de la cara que le hizo retroceder tres pasos.

HELEN: ¿Pero tú qué coño te has pensado gilipollas?, vete a la mierda.

Se fue dejándolo en medio del paseo con la mano en la cara sorprendido, unas cuantas personas le miraban, otras reían mientras pasaban caminando por su lado. Sandro volvió al barco, se esperaba una mala reacción si Helen no le aceptaba el beso, pero que le pegara en medio de la calle el ostión que le pegó ni en la peor de sus pesadillas. Cuando subió y Lorena lo vio se tuvo que tapar la boca para no morirse de risa, llevaba toda la mano marcada en la cara. Se sentaron en la parte privada, Sandro cabreado y Lorena a su lado acariciándole la cara intentando que no se le escaparan las carcajadas.

SANDRO: Que bonita idea la tuya, mira como me ha dejado la cara.

LORENA: Bueno, al menos ahora sabes lo que piensa.

Se le escapaba la risa.

SANDRO: Lo que piensa no lo sé, pero que tiene una derecha mejor que algunos tenistas profesionales ya te lo digo yo, la cabrona que ostia me a “dao”.

Lorena no aguantaba más muriéndose de risa.

SANDRO: Sí, tú ríete, esto ha sido por culpa tuya.

LORENA: Pues no preguntes tonterías.

Sandro estaba estirado en uno de los sillones, Lorena se puso a su lado y le fue dando besos en medio de la mano marcada en la cara.

LORENA: Yo te lo curo, hay angelito mío.

SANDRO: Ya está bien con el cachondeíto ¿no?

LORENA: Que no, que no, yo te lo curo.

Le empezaba a apretar el paquete con la mano, estaba a punto de bajarle la cremallera del pantalón y sonó el móvil de Sandro.

LORENA: Coño que oportuna la llamadita.

SANDRO: Hola Lucrezia…, que sí mamá…, vale, esta tarde pasaré a verte…, ¿qué?

Sandro colgó mirando fijamente a Lorena.

LORENA: ¿Pasa algo grave?

SANDRO: No, mi madre, que nos quiere ver a los dos en su casa.

LORENA: ¿A mí?

SANDRO: Sí coño, a ti y a mí, a los dos.

Lorena se cambió y salieron los dos para ver a la madre de Sandro sin saber porque quería hablar con ellos.

Lucrezia los esperaba en el salón, esta vez sirvieron un té más, Lorena pensó que era igual que su marido, sin preguntar le colocaron el té delante, ¿y si no le gustara o hubiera preferido otra cosa?, con aquella familia había que tomarse lo que a ellos les salía del coño.

LUCREZIA: ¿Qué te ha pasado en la cara?, te la veo más colorada de lo normal.

Sandro se la tocaba.

SANDRO: Nada mamá, cosas mías.

Lucrezia miró a Lorena que levantó las manos.

LORENA: A mí no me mire.

Se les escapó una risilla a las dos.

LUCREZIA: ¿Te acuerdas de la conversación que tuvimos sobre el pueblo de tú padre?

SANDRO: Sí, ¿por?

LUCREZIA: Pues os invito a los dos a unas vacaciones por Italia, para que acabéis visitando el pueblecito claro.

SANDRO: Mamá, no entiendo nada.

Lorena escuchaba sin decir nada, no estaba acostumbrada a hablar con la señora en confianza. Le parecía muy extraño todo aquello, a que venía que la invitaran a ella a irse de vacaciones con Sandro. Se miraban entre ellos preguntándose porque juntos.

LUCREZIA: No lo tienes que entender ahora, espero que lo entiendas cuando vuelvas.

SANDRO: ¿Y porque con Lorena?

LUCREZIA: Es lo más parecido que tienes a una novia, hacer una ruta solo por el país es muy triste, con ella seguro que te lo pasarás mejor.

LORENA: ¿Usted también lo sabe?

LUCREZIA: Lorena por favor, que vives en un barco, allí se sabe todo mujer, y más con vosotros que sois tan “discretos”.

Lorena se puso colorada y Sandro al verla reía, ella le dio un golpe en el hombro para que parara.

LUCREZIA: Lo veis, os comportáis igual que si lo fuerais.

SANDRO: Vale, ¿y cómo lo hacemos?

LUCREZIA: A tu padre no le decís nada, le tenéis que pedir quince días libres para Lorena con la escusa de iros de vacaciones, venís aquí y cambias el coche ese que llevas que es muy incomodo por otro que tengo en el garaje.

SANDRO: Mamá, hay aviones.

LUCREZIA: No, lo vais a hacer en coche, así podréis visitar rincones muy bonitos llegando por vuestros propios medios, yo os recomendaría empezar por el norte, Milán, Venecia, Florencia, Roma, y seguiréis hacía el sur, Nápoles y más al sur el pueblo de tú padre, cuando salgáis de allí podéis volver por donde queráis.

Salieron los dos de aquella casa sin enterarse del motivo ni el por qué del viaje que les había preparado su madre. Sandro sabía que lo que quería es que visitara el pueblo de su padre, pero lo de dar toda la vuelta por Italia no lo entendía, podían haber ido directamente.

Hablaron con Carlo, Lorena no había hecho vacaciones nunca y le concedió los días que quisiera libres, les preguntó a dónde irían y disimularon diciendo que seguramente por España, que no lo tenían claro. Carlo se quedó con una sonrisilla, pensó que aquellos dos cada día estaban más unidos.

Unos días más tarde se presentaban en la casa de su madre, les tenía preparadas todas las reservas de los hoteles y los días que iban a estar en cada ciudad. Le entregó a Sandro una tarjeta de crédito para los gastos y les hizo prometer que harían la ruta que ella les había preparado, cuando volvieran si querían pasarse a visitar algún otro lugar que lo hicieran, antes de que se fueran le entregó a su hijo un papel con un nombre y una dirección, quería que hablaran con ese hombre antes de volver. A Sandro todo aquello le pareció muy raro, sin embargo Lorena estaba encantada de hacer turismo con Sandro estando ella de vacaciones, siempre lo había hecho trabajando en el barco.

Salieron en un SUV de su madre totalmente nuevo entrando en la autopista.

SANDRO: No entiendo este viaje.

LORENA: Qué más da hombre, nos lo pasaremos bien, son las primeras vacaciones que tengo en muchos años.

SANDRO: Hacerlas contigo es lo único que me hace ilusión.

LORENA: ¿Ah sí, te hace ilusión que las hagamos juntos?

SANDRO: Claro que sí cariño.

Lorena le acarició la cara a Sandro y este le guiñó un ojo haciéndola sonreír. En Milán hicieron las típicas visitas por la ciudad. En Venecia se pusieron románticos con los paseos en góndola, las cenas en las terrazas mirando a los canales y los paseos por sus estrechas calles. En la habitación del hotel con vistas al Gran Canal Lorena se duchaba, Sandro se desnudó y abrió la puerta de la ducha, ella se acababa de aclarar el pelo del champú con las manos y lo miraba con una sonrisilla y los ojos de deseo, Sandro que había entrado con la polla medio tiesa al verla desnuda con aquella mirada se puso a cien, Lorena le pasó los brazos por el cuello colocándose los dos debajo del agua, un tierno beso en los labios, otro con la boca más abierta, en el siguiente se comían la lengua del otro, la manos de Lorena le acariciaban la nuca y el pelo, la otra le recorría la espalda, la de Sandro le rodeaba la cintura tocándole el culo y le acariciaba suavemente un pezón de la teta, ella se ponía de puntillas por la excitación.

Sandro bajó la boca comiéndole las tetas, Lorena se la sujetaba entrelazando sus dedos con su pelo a la vez que levantaba la cabeza cerrando los ojos gimiendo suavemente, se volvieron a besar con pasión, le levantó las piernas agarrándola del culo y Lorena le rodeó la cintura con ellas, metió una mano entre los dos y cogiéndole la polla se la metió en el coño suspirando, hacía rato que estaba caliente por las caricias de Sandro, la empotró contra la pared de la ducha, gemían, gritaban, Lorena se agarraba con fuerza a la espalda de Sandro rodeándolo con sus brazos, se apretaba fuerte a él y le gemía en el oído, cerraba los ojos del placer que sentía y se corrió, se corrió sintiendo a Sandro entre sus brazos, se le escaparon unas lágrimas que con el agua que le caía por encima disimuló.

Salieron de la ducha y se secaron, Sandro la cogió en brazos y la llevó a la cama, todavía tenía la polla tiesa, la estiró con delicadeza y se metió en medio de sus piernas, ella lo acogió con cariño, se volvieron a besar acariciándose la cara uno al otro mirándose a los ojos, Lorena fue abriendo más las piernas, él se fue colocando y la polla encontró el camino para volver a introducirse en la vagina, ella cerró los ojos disfrutándolo y él apoyó las manos en la cama para levantar el tronco, movía sus caderas suavemente adelante, atrás y en círculos, Lorena jadeaba y gemía, abrió los ojos clavándolos en los de Sandro, le gustaba, era como estar dentro de él a través de sus ojos, veía como se movía encima de ella, le agarraba el culo apretándoselo y acariciándolo, movía su cintura acompañándolo en el ritmo, dejaba que el placer la fuera poseyendo, Sandro la penetraba con más fuerza resoplando y gimiendo, Lorena abría la boca sabiendo que estaba a punto de explotar, sus manos se agarraban con fuerza al culo de Sandro y abrió más los ojos sin dejar de mirar los suyos dando el primer grito de un buen orgasmo, dejaba ir largos gritos notando como el semen de Sandro la inundaba, escuchaba sus gemidos y le veía aquella carita de buen niño que hacía cuando se corría.

A Sandro aquellos polvos con Lorena lo ponían muy burro, le encantaban, le gustaba dejarse caer encima de su pecho para que ella le pasara un brazo por encima cuando acababan, Lorena lo acogía en su pecho, lo abrazaba con un brazo y le acariciaba la cabeza, era su amor, un amor que siempre sería secreto.